sábado, 31 de agosto de 2019

¿HAY VIDA DESPUÉS DE LOS JUNIORS DE ORO?



Raúl, Felipe, Pau y Navarro en su primera concentración juntos con la absoluta.




Esta es la pregunta que parece hacerse la afición española en vísperas de la primera gran cita internacional de nuestra selección sin representantes de la llamada generación de los “Juniors de Oro” (los campeones de Europa en Varna en 1998 y del mundo en Lisboa al año siguiente en dicha categoría) desde que en los Juegos de Sidney de 2000 Raúl López y Navarro debutaran con la absoluta. Aquella impresionante colección de talentos (Pau Gasol, Navarro, Felipe Reyes, Berni Rodríguez, Carlos Cabezas, José Calderón…) unida a algunos jugadores más veteranos (Garbajosa, Carlos Jiménez…) y ensamblándose con otras talentosas generaciones posteriores (Rudy Fernández, Marc Gasol, Sergio Rodríguez, Llull, Ricky Rubio…) han llevado a nuestro baloncesto a donde jamás hubiéramos podido imaginar. Campeones del mundo, tres veces de Europa, dos veces subcampeones olímpicos… un ciclo absolutamente ensoñador, maravilloso, quizás irrepetible, y cuyo eje ha girado principalmente en torno a aquellos chavales que en 1999 fueron capaces de tumbar en categorías inferiores a unos Estados Unidos en los que militaban jugadores como Nick Collison, Keyon Dooling, Bobby Simmons, Matt Carroll, Lance Williams o Casey Jacobsen, por citar a los nombres quizás más reconocibles y con mejor carrera posterior. Y principalmente, no cabe duda, Pau Gasol y Juan Carlos Navarro han sido los principales referentes de estos maravillosos años.


Sergio Scariolo, un tipo cuyo palmarés hablar por si solo, se enfrenta al reto de conseguir que nuestra selección siga siendo lo suficientemente competitiva como para seguir luchando por medallas. Un nivel de exigencia al que nos ha llevado el reciente ciclo triunfal y que, sinceramente, deberíamos ir moldeando en favor de unas perspectivas más reales. No obstante volver a subirse al podio es una posibilidad real, pero tan real como caer en cuartos de final, octavos, o incluso en el peor de los escenarios no superar una segunda fase en la que casi con toda probabilidad nos enfrentaremos a Serbia e Italia con la necesidad de salir victoriosos en uno de estos dos duelos para no hacer las maletas anticipadamente.


Un primer análisis del campeonato sitúa a Estados Unidos y Serbia como principales favoritos al oro, con los de Popovich unos pocos peldaños por encima de los de Djordjevic, veremos si los suficientes. La prestigiosa web HoopsHype ya se ha encargado de recordar que nos encontramos ante la a priori peor selección norteamericana de la historia desde que acuden los NBA, en relación a los números de la presente temporada. No obstante siguen siendo la escuadra a batir, sobre todo gracias a su temible backcourt formado por Kemba Walker, flamante nuevo director de juego de Boston Celtics y único jugador que ha sido All Star en el presente curso, y el explosivo Donovan Mitchell quien con sólo dos años de experiencia NBA ya es uno de los mejores exteriores del baloncesto USA. El tercer espada debe ser en buena lid Khris Middleton, el alero todoterreno de Milwaukee Bucks. Jóvenes de la calidad de Brown y Tatum, un perro de preso como Smart, el especialista en el tiro Joe Harris… mimbres para considerar a los vigentes campeones como el rival con mayor capacidad de anotación y por tanto más difícil de frenar. Quizás por dentro pueda parecer que flojean un poco, con sólo tres interiores puros, aunque con la calidad de Brook Lopez y Myles Turner. El primero aportará su calidad ofensiva y excelente mano en el tiro exterior, mientras que Turner sacará provecho de su mejor juego cerca del aro y será esencial en defensa. Mason Plumlee tendrá sus minutos simplemente por la escasez de elementos en la zona. Favoritos, pero más batibles que nunca… sobre todo por una Serbia que no teme a la presión (el propio Djordjevic ha insinuado que se ve campeón ante USA) y sólo la baja por lesión de Milos Teodosic ha trastocado los planes del temperamental técnico de Belgrado. No obstante el roster de los ex –yugoslavos asusta de puro talento. Cuatro NBA como Jokic (jugador total en un cuerpo de pívot), Marjanovic, Bogdanovic y Bjelica al frente de un equipo completado con jugadores del calibre de Lucic, Milutinov, Raduljica, Guduric o un Micic que viene de hacer una temporada bestial con el Efes turco. Una plantilla sin fisuras con el oro como objetivo.



Walker frente a Jokic. Líderes de las dos grandes favoritas.



Por detrás de los que parecen los dos colosos del torneo, España puede situarse en un nutrido grupo de equipos que deben aspirar a medallas. Consultando las principales casas de apuestas, nuestra selección aparece cuarta en los pronósticos, por detrás de Grecia y justo por delante de Francia. Ambas escuadras, helenas y galas, tienen los suficientes mimbres para optar a medallas, pero es comprensible el optimismo respecto a los griegos, que cuentan en sus filas con el actual MVP de la NBA. Giannis Antetokounmpo es el gran argumento del veterano entrenador Thanasis Skourtopoulos, quien afronta su primera gran cita al frente de la selección de su país después de varios años como asistente y sobre todo de una gran trayectoria en clubes de su país. Pero es que acompañando al crack de los Bucks nos encontramos con un buen ramillete de figuras, destacando los exteriores Calathes y Sloukas, estrellas consagradas en Europa, junto a jugadores que sin llegar a ese brillo tienen la solvencia de Mantzaris o Papanikolau, y clásicos del baloncesto griego como Printezis o Bourousis aportando la necesaria dosis de veterania. Normal que estén en todas las quinielas para medallas. En el caso francés, al igual que España, afrontan el desafío de la renovación después de haber contado con la posiblemente mejor generación de su historia encabezada por Tony Parker con Boris Diaw como el mejor escudero posible. El hueco que dejan estos dos genios es imposible de llenar, pero la presencia de estrellas como Batum, Fournier o De Colo alrededor del poderoso ancla que supone la presencia de Rudy Gobert, simplemente uno de los mejores pívots del mundo, hace comprensible que haya que contar con los galos como candidatos a semifinales. Y en el banquillo, claro, sigue el incombustible Vincent Collet, quien cumple ya una década dirigiendo a la selección absoluta de su país.


No faltan los clásicos “outsiders”, y ahí es imposible no fijarse en Australia, quienes llegan al torneo con la vitola de haber ganado a Estados Unidos en la preparación para este mundial, rompiendo una racha de 78 partidos ganados de los norteamericanos. Con un sólido bloque NBA (Mills-Dellavedova-Ingles-Baynes-Bogut) y un estilo de juego tan vistoso como comprometido, deberían ser capaces de llegar por lo menos a cuartos de final pese a que de salida tienen una de las primeras fases más complicadas con Canadá y Lituania en su mismo grupo. Otra selección a no perder de vista es Italia, ¿será por fin el año del retorno a la auténtica élite?, que no sea por falta de estrellas, aunque Datome y Gallinari llegan con poco rodaje después de haber sufrido distintos percances físicos. Sólo han jugado los dos últimos partidos de la preparación (ante Serbia y Francia) pero parecen totalmente recuperados más allá del puntual estado de forma. Belinelli completa el trío estelar de los transalpinos cuyo partido clave muy posiblemente sea precisamente el mismo que el nuestro, es decir, el que casi con toda probabilidad dirimamos en la segunda fase frente a frente. No podemos olvidarnos de Argentina. Nunca se han ido, y de hecho la “Generación Dorada” se resiste a desaparecer del todo ya que Luis Scola continúa liderando a la albiceleste con sus 39 gloriosos años de puro talento. Claro que a este deporte se juega mucho más fácil si tienes a tu lado un par de bases de la calidad de los madridistas Campazzo y Laprovittola (flamante MVP de la temporada ACB, el Facu por su parte lo ha sido de las finales), quienes junto a Gabriel Deck forman el trío merengue, con lo cual podemos decir que hay más madridistas en la selección argentina que en la española (dónde sólo acuden Rudy y Llull) y que una cuarta parte del combinado de Sergio Hernández es del Real Madrid, dentro de una selección en la que por otra parte casi todos los jugadores tienen experiencia ACB. Queremos meter en este, digamos, tercer grupo de selecciones poderosas a Turquía. Pese a las reservas que se merece un combinado que habitualmente decepciona y que sólo obtiene grandes resultados cuando ofician de anfitriones (finalistas continentales en 2001 y del mundo en 2010 jugando como locales), y a que su gira de preparación preocupántemente ha ido de más a menos, llegando incluso a perder ante Venezuela. Pero el imparable crecimiento de los Osman y Korkmaz y el momento de madurez de Ilyasova, junto a la habitual dureza de sus interiores (aunque llevan uno de los rosters con altura media más baja del campeonato) hace que no sea una selección fácil para ningún rival. Tampoco descartamos a Alemania como otro de los equipos que pueda dar la campanada. Deberían pasar a la segunda fase sin problemas y una vez ahí ante cualquiera de sus posibles rivales (Australia, Lituania o Canadá) no sería nada quimérico verlos avanzar y seguir adelante para un roster muy definido (fueron de los primeros países en confirmar sus doce definitivos) en el que Dennis Schroder ejerce de eléctrico jefe desde el puesto de base para una generación de jugadores nacidos a mediados de los 90 y que sigue creciendo unida. Hablamos de los NBA Theis y Klebber, un ex-NBA como Zipser, o los sobradamente conocidos por su paso ACB Obst o Voigtmann. Otro jugador conocido de nuestra liga como Robin Benzig (llegaron a venderlo casi como un nuevo Nowitzki y se ha quedado en un muy aprovechable alero alto gran reboteador y decente tiro exterior) es el veterano del equipo con sólo 30 años. Hablamos por tanto de uno de los equipos con media más joven del torneo pese a que ningún jugador baja de los 20 años.




El Tortuga, Facu y Lapro, madridismo albiceleste.



Hemos hablado ya de diez equipos que sinceramente no sería nada descabellado pensar en verlos subirse al podio (aun admitiendo que Turquía y Alemania si serían más sorprendentes), incluso podemos ampliar la lista a 14 si metemos a la siempre habitual Lituania, selección a la que se le suele tildar en los últimos años de “venida a menos” pero siempre acaba llegando lejos (pese a venir de un noveno puesto en el último Eurobasket), y que con piezas tan sólidas como Valanciunas, Kuzminskas o Sabonis Jr., más los veteranos Kalnietis, Maciulis, Seibutis o Jankunas, es una selección a colocar bajo el radar. Si no los situamos más arriba en nuestro particular ranking es por el hecho de que tener de salida a rivales como Australia y Canadá, y posiblemente Francia y Alemania en caso de que accedan a la segunda fase, hace que jueguen casi sin margen de error, debiendo ganar al menos a tres de estos cuatro rivales para asegurarse llegar a octavos (o ganar dos y esperar otros resultados) Precisamente a los canadienses también queremos introducir en este cuarto grupo de candidatos a hacer grandes cosas en el mundial. Les pasa lo mismo que a los lituanos, su camino es durísimo, y además con un punto menos de calidad y experiencia que los de Adomaitis. Su mayor garantía quizás resida en el banquillo, con un Nick Nurse glorificado después de sus magistrales lecciones en los últimos play offs NBA llevando a Toronto Raptors a un histórico título de campeones de la mejor liga del mundo. Tienen buena dinamita exterior, con Pangos, Cory Joseph o los hermanos Scrubb (aunque estos últimos acaban sumando puntos gracias a que se tiran hasta las zapatillas) pero parecen flojear un poco por dentro, donde sólo Wiltjer ofrece ciertas garantias (por delante incluso del jugador de Toronto Chris Boucher) Quizás sea la influencia del último partido de la gira de preparación que enfrentó a nuestra selección, pero lo cierto es que hemos cambiado la mirada sobre la desahuciada Rusia. Caso italiano aparte, la selección absoluta ex-soviética supone el caso de mayor caída en desgracia en el baloncesto internacional en los últimos años. Si encima añadimos que no podrán contar con sus dos jugadores más reconocibles como son Shved y Mozgov, ambos ausentes por lesión, todo parece indicar que este no será el año de la resurrección rusa. No obstante su lado del cuadro es relativamente suave, y si superan esa especie de final en su partido inaugural contra Nigeria su segunda fase no debería plantear problemas para llegar a cuartos y colocarse entre los ocho mejores del torneo, lo cual vista la dificultad e igualdad de este campeonato sería una buena nota. Momento para que Karasev demuestre el jugador que pudo llegar a ser. Tampoco queremos perder de vista al Brasil de Alexandar Petrovic, con una de las selecciones más veteranas del torneo (Barbosa, Huertas, Marquinhos, Varejao, Alex García... todos superando ampliamente la treintena) llegan muy de tapado jugándose a priori el pase a segunda ronda ante Nueva Zelanda y en segunda fase su particular final sería ante Turquía. Al igual que Rusia, si logran colarse entre los ocho mejores habrán cumplido con creces.


Estas son en nuestra opinión las 14 selecciones más destacadas de este Mundial. Lo cual no quiere decir que las 18 restantes sean comparsas. Si alguien está pensando en posibles sorpresas no hay que descartar a los anfitriones, cuya primera fase (Polonia, Venezuela y Costa de Marfil) plantea incluso la posibilidad de que pasen invictos a segunda ronda y con margen de error ante Argantina, Rusia o Nigeria. No es nada descabellado pensar en China alcanzando cuartos de final en un mundial por primera vez en su historia. Menos posibilidades le damos a la otra gran selección oriental. Japón quiere seguir creciendo de cara al mundial de 2023 en el que ejercerán de anfitriones, y aunque muy posiblemente no pasen de primera fase (Estados Unidos, Turquía y Chequía son sus rivales), hay que seguirles la pista aunque sólo sea por el nombre propio de Rui Hachimura. El número 9 del presente draft elegido por Washington Wizards apunta a ser uno de los jugadores dominantes del comienzo del campeonato, al menos en los tres primeros y posiblemente únicos partidos que juegue su selección. Por otro lado, nos gusta mucho la Nigeria de Epke Udoh, Stan Okoye, Al-Farouq Aminu, Michael Eric, Josh Okogie o el venerable veterano Ike Diogu. Se lo juegan todo ante Rusia en su partido inaugural, ya que tal y como hemos dicho de la selección de Bazarevich, su segunda ronda puede ser relativamente asequible. Les sigue faltando calidad en el puesto de base.




Hachimura, estrella emergente.




Por lo demás poco más a lo que aferrarse. Bien sea por lesiones y ausencias notables (Chequia, República Dominicana) o problemas internos que casi dan al traste con la participación en el torneo (Venezuela), no creemos que más allá de las selecciones citadas merezca poner demasiado foco excepto para comprobar el estado de baloncestos muy desconocidos por la mayoría de los aficionados (caso de por ejemplo Filipinas, país con una liga doméstica que cuenta con un seguimiento espectacular y que oficiará de co-anfitrión junto a Japón dentro de cuatro años) y disfrutar de las evoluciones de jugadores que son santo y seña dentro de rosters menores (Mejri en Túnez, Haddadi en Irán...)


¿Y España?, pues lo dicho, la lógica invita a pensar en que nos moveremos alrededor de la difusa línea que separa acceder a la lucha por las medallas de la decepción de caer antes de lo deseado. Insistimos en que muy posiblemente el partido clave sea en la segunda fase ante Italia. Nuestras posibilidades, a nadie se le escapa, pasan mayormente por el talento del clásico binomio base-pívot que conforman Ricky Rubio y Marc Gasol, líderes absolutos de esta nueva selección española que busca responder de manera positiva a la cuestión planteada en el título de esta entrada. Si Rudy Fernández mantiene el nivel de esta temporada en su club y sobre todo Llull es capaz de recuperar el anterior a su terrible lesión de verano de 2017, nuestras opciones crecerán de manera exponencial en una selección dirigida por un Sergio Scariolo absoluta garantía tan capaz de fiar nuestro éxito a la inspiración de los jugadores ya citados como al trabajo estajanovista de los Claver o Juancho Hernángomez. Necesitamos más que nunca esa hiperactividad defensiva, bosques de brazos impidiendo pases en la zona, presión en las líneas exteriores y cerrar el rebote como si nos fuera la vida en ello. Y es que nos va la vida en ello. La vida que puede existir después de los “Juniors de Oro”.



Seleccionador y presidente. Quieren que siga la fiesta.








martes, 20 de agosto de 2019

LOS BRAZOS ABIERTOS DE MARC GASOL











A menos de dos semanas del comienzo del Mundial de baloncesto 2019 en China, no cabe duda de que gran parte de nuestras expectativas de éxito recaen en la figura de un pívot colosal que llega con la vitola de nada menos que campeón de la NBA. Marc Gasol emerge como principal (pero no única) figura de una selección renovada en la que por primera vez desde los JJOO de Sidney del año 2000, es decir, por primera vez en este siglo, concurrimos sin ningún integrante de la generación conocida como los “Juniors de oro”.  


Pero hablar de Marc es hacerlo de un personaje que, al igual que sucede con su hermano Pau, trasciendo el mero ámbito baloncestístico. Los hermanos Gasol se han convertido en referentes y embajadores de nuestro país, personalidades cuyos actos y opiniones merecen ser tenidos en cuenta y ejemplos de que el éxito no debiera ser motivo para vivir de espaldas a la realidad. Acostumbrados a lidiar en las zonas de la NBA, donde lo que se reparten no son caricias y abrazos precisamente, Pau y Marc andan sobrados de carácter para entender, por difícil que parezca (y lo es) cual debe ser el camino más recto y el comportamiento correcto. No pretendemos tampoco investirlos de ninguna autoridad moral que a buen seguro ellos mismos rechazarían, pero si reconocer en su justa medida que hablamos de sujetos que van mucho más allá del tópico del deportista de discurso limitado y escaso verbo. 


El pasado verano de 2018 ofrecía un panorama un tanto desangelado para el aficionado, ya que por primera vez desde 1950 (cuando comienza la Copa del Mundo de baloncesto y con ello todos los veranos nos aseguramos tener baloncesto de selecciones bien por el citado mundial, Juegos Olímpicos, o europeo bianual) nos quedábamos sin un gran torneo internacional, con el cambio de los europeos a una periodicidad de cuatro años y el paso de los mundiales a años impares. Un verano de asueto en el que nuestros jugadores aprovecharon para pasar más tiempo con los suyos, mejorar fundamentos del juego, o conocer de primera mano algunas de las realidades más crudas del mundo en el que vivimos. Fue el caso de Marc Gasol y su enrolamiento en Proactiva Open Arms, en particular en el barco Astral al que se subió en Julio de 2018 para surcar ese Mediterraneo convertido en una auténtica tumba para tantos seres humanos que se juegan la vida intentando llegar a Europa precisamente porque no tienen absolutamente nada que perder empujados por el hambre, la miseria, o las desgracias de las numerosas guerras civiles que siguen aconteciendo en África y Oriente Medio. Concretamente el mediano de los Gasol participó en el rescate de una mujer aferrada a un trozo de madera después de que se hundiese la embarcación hinchable en la que viajaba. Otra mujer y un niño, compañeros de viaje de la rescatada, no tuvieron tanta suerte y cuando Marc y el resto de voluntarios llegaron a su encuentro ya eran cadáveres. No resulta difícil imaginar que incluso un hombretón de dos metros y dieciséis centímetros que ronda los 120 kilos de peso como el de Sant Boi, quien se ha partido la cara contra los más grandes pívots europeos y mundiales de los últimos tiempos, sintiera el punzante escalofrío de la realidad del drama de la inmigración en su vertiente más mísera, la de quienes no pueden siquiera costearse un billete de avión para abandonar su país. 


Marc confesaría que su motivación para unirse a la causa del Open Arms le llegó, como a tantos otros, después de ver la terrible imagen del niño sirio Aylan Kurdi de tan sólo tres años de edad muerto y ahogado boca abajo, abrazado al sueño eterno, en las costas de Turquía. Era Septiembre de 2015 y aquella imagen dio la vuelta al mundo desnudando las vergüenzas de una sociedad occidental empeñada en mirar hacia otro lado. Líbreme Dios de querer hacer política con esta entrada del Tirador, ya que precisamente considero que asuntos relativos a la humanidad poco tienen que ver con ideologías y no deben entenderse en esas ridículas dicotomías de izquierdas y derechas. Lacras como la xenofobia y el racismo no son exclusivos de ninguna siga política si no que tienen más que ver con la escasa humanidad de algunos individuos, pero no podemos menos que denunciar como viejos populismos nacionalistas propios de la Europa de la primera mitad del siglo XX (de cuyas guerras y barbaries parece que no hemos aprendido nada) están llevando a la población a comprar ingentes dosis de discursos  del miedo. No se trata de seres humanos si no de potenciales terroristas o violadores. Tampoco es un drama relativo a la pobreza y a la guerra si no simplemente un negocio de trata de personas. No puede caber solidaridad internacional cuando conduce al suicidio de nuestro viejo continente y la muerte de su identidad. Ese es el discurso con el que buscan justificarse y convencerse a sí mismos quienes quieren cerrar Europa a los refugiados. Todo con un cinismo y una hipocresía que les lleva a afirmar que no tienen nada contra esas gentes, al contrario, pero que sus problemas los arreglen en su casa. Como el homófobo que sin ningún pudor afirma no tener nada contra los gays… pero no tolera ver a dos hombres mostrando su cariño en público y les conmina a volver al “armario”. Y mientras la espiral de retroceso continúa. Cuando se vislumbraba la posibilidad de unas próximas generaciones de ciudadanos concienciados con temas tan sensibles como el feminismo, los derechos de las minorías étnicas y sociales, la convivencia con el mundo animal, el medio ambiente, la lucha contra el hambre y la pobreza a nivel global o la solidaridad internacional por encima de las fronteras, o quizás precisamente porque contemplábamos que por fin pudiésemos hablar de un mundo mejor en el futuro, se han levantado enormes trincheras de intolerancia y racismo empeñadas en derribar toda esa ilusión, volviendo a un discurso rancio, casposo y caduco en el que hay que juzgar a las personas por su lugar de nacimiento, color de la piel, religión o sexualidad. Y así, divididos de este modo, mucho mejor controlados y sumisos. Divide y vencerás.


Este verano Marc no se ha subido a otro barco que el de la selección de Sergio Scariolo, pero ha sido una de las muchas voces que han clamado de indignación por la vergüenza de la actual situación del Open Arms frente a las costas de Lampedusa, donde un totalitario en la mejor tradición comunista y fascista (de la que nos consta es seguidor) llamado Matteo Salvini se erige por encima del derecho internacional y del deber de socorro, ya que como buen totalitario él está por encima de las leyes. En el caso de Marc hablamos de una voz autorizada por haber vivido esa realidad de primera mano. En unos días le veremos batirse en las canchas y partirse el pecho por los colores de nuestro país, jaleado a buen seguro por epatadores de pacotilla que desde las redes se instalan en las trincheras retrógradas antes mencionadas. A ellos también les representará Marc, porque a su diferencia, muchos otros sí que creemos que en este mundo cabemos todos, aunque no todos muestren al prójimo que sufre los brazos abiertos como Marc Gasol.  



lunes, 19 de agosto de 2019

OTRA GENERACIÓN DE ORO










Otro lunes que tenemos que hablar del éxito del baloncesto español en categorías de formación. En esta ocasión hablamos de la U16 campeona de Europa, una generación de chavales nacidos mayoritariamente en 2003 (con Juan Núñez y Eddy Pinedo como representantes de 2004) que se ha subido a lo más alto del podio después de un excelente torneo en el que ninguna selección rival ha sido capaz de doblegarles. 


Pero no ha sido un camino de rosas precisamente hasta alcanzar el preciado oro. Macedonia (ahora llamada Macedonia del Norte) nos puso en serias dificultades en el partido de debut. Juan Núñez certificó el triunfo desde la línea del tiro libre demostrando una enorme frialdad pese a ser uno de los jugadores más jóvenes del torneo. Frente a Letonia e Israel no hubo sufrimiento, venciendo por 36 y 19 puntos respectivamente, plantándonos en octavos de final con estupendas sensaciones. Pero Alemania se mostró como un rival temible, y pese a dominar el partido desde el minuto uno (hubo un parcial 15-3 de salida) los germanos con una gran defensa se metieron en la pelea en el último cuarto llegando incluso a ponerse a un punto a falta de 12 segundos. Tampoco fue fácil Serbia en cuartos de final, necesitando el partido de una prórroga tras llegar con empate a 57 al final del tiempo reglamentario. Y todo parecía indicar que habría un segundo tiempo extra cuando a falta de dos segundos el marcador registraba empate a 71, pero una infracción de los serbios en el saque de banda español (el jugador Markovic claramente traspasa la línea de fuera de banda invadiendo el espacio de saque español) supuso una técnica que significaba tiro libre y posesión. Juan Núñez no falló desde la personal, pero posteriormente cometería campo atrás dejando todavía un segundo para un último y desesperado lanzamiento serbio que por fortuna para nuestros intereses no hizo diana. 


Después de tanto sufrimiento las semifinales ante Rusia fueron un paseo (28 de ventaja), y en la gran final la Francia del siete pies Victor Wenbanyama comenzó a morder el polvo a partir del segundo cuarto. Exhibición de Juan Núñez (21 puntos, 6 rebotes, 3 asistencias y 6 robos) bien secundado por Rubén Dominguez, quien acabaría siendo designado MVP del torneo. El benjamín del equipo Núñez por su parte acompaña a Domínguez dentro del Mejor Quinteto del torneo, completado por el italiano del Real Madrid Spagnolo, quien llevó a Italia al bronce, el ya citado gigante francés Wenbanyama y el turco Adem Bona. Ruben Domínguez, líder de este grupo, se resarce así de la final perdida en esta misma categoria el pasado año frente a Croacia en una selección comandada por Usman Garuba.


Por parte española además de los consabidos Domínguez y Núñez hay que destacar el buen campeonato de Michel Caicedo y Toni Naspler. Iñaki Ordoñez en el puesto de alero completaría el quinteto básico de Daniel Miret para conseguir un nuevo éxito del baloncesto español y seguir alimentando las esperanzas de cara a la inminente transición y relevo generacional en la absoluta. 






jueves, 15 de agosto de 2019

CÁNDIDO





Ídolo en Dominicana.



Nos ha dejado Cándido Antonio Sibilio Hughes. El inolvidable “Chicho” Sibilio. Otro de esos nombres evocadores de nuestra infancia y protagonista de un baloncesto español que experimentaba un crecimiento brutal tallado en la plata de Los Ángeles 84. En aquella cita fue precisamente el alero hispano-dominicano la gran ausencia del combinado español debido a su propia renuncia, enfriando de este modo su relación con Antonio Díaz Miguel y con la FEB debido a sus idas y venidas veraniegas a su país natal donde disputaba competiciones domésticas que le reportaban unos beneficios por lo que llegó a batallar con la federación española solicitando una compensación económica por los veranos que no pudiese viajar a República Dominicana. Tal polémica no le impidió convertirse en uno de los históricos de la elástica nacional de los años 80, vistiendo la camiseta de la selección absoluta en 87 ocasiones y siendo clave en la plata del Europeo de Francia en 1983. Letal fue su actuación en el mítico partido de semifinales ante la Unión Soviética de Sabonis, Iovaisha, Belostenny, Valters y Homicius, anotando 24 puntos (su compañero azulgrana Epi hizo 27, 51 puntos entre los dos aleros barcelonistas de los 95 totales)  




Histórico con la selección.


Pero si a una camiseta se asocia el recuerdo de Sibilio es sin duda a la del Barcelona, club que le acogió gracias al buen ojo de Ranko Zeravica, técnico culé a mediados de la década de los 70. El laureado entrenador serbio había seguido las evoluciones de aquel espigado deportista que pese a jugar de interior su muñeca (y sus dos metros justos) invitaba a pensar en una evolución hacia el puesto de alero. Todavía adolescente ya había debutado con la selección absoluta de su país, y vistiendo esa camiseta tiene su presentación ante el barcelonismo en el torneo junior Ciudad de Hospitalet de 1975. Junto a Barcelona, Joventut y Hospitalet comparecía invitada la República Dominicana con Hugo Cabrera como gran estrella, preparándose para el Centrobasket de aquel mismo año. “Chicho” no había cumplido siquiera los 17 años y le mete 19 puntos al Barcelona en semifinales. El Mundo Deportivo se refiere en su crónica a “un espigado junior de 17 años (como decimos no los tenía todavía), un auténtico prodigio al que no había medio de parar”. Eclipsa a Cabrera a los ojos de los técnicos culés y meses después estampa su firma como nuevo jugador azulgrana, con quienes ganará nada menos que 5 ligas, 8 copas del rey, 2 recopas de Europa, 1 Korac y un mundial de clubs. Se convierte en pieza clave de un Barcelona demoledor, sobre todo cuando en 1984 la FIBA acepta por fin la línea de tres puntos, distancia desde la que el alero se muestra especialmente letal. 691 canastas de tres puntos llevaron su firma en toda su carrera ACB, dos por partido, de 1675 intentados. Un brillantísimo 42%, porcentaje excelso sobre todo para un jugador con tantos lanzamientos. En la temporada 86-87 llega a lanzar por encima del 50% en liga regular. Salvaje. 

Se convierte en indispensable para todos sus técnicos, desde Kucharsky hasta Aíto, pasando por Antoni Serra y Manolo Flores, aunque no faltan los enfrentamientos debido a su carácter. Serra le llega a apartar del equipo en Octubre de 1984 tras una discusión sobre el reparto de minutos estallando cuando en un partido ante Cacaolat el jugador quiere ir a las duchas antes de que finalice el encuentro. Por otro lado su salida del Barcelona no fue lo amistosa que se hubiera deseado para alguien con su historial, pero su relación con Aíto García Reneses se había claramente deteriorado a media que iban bajando sus minutos en pista. Finalmente en Abril de 1989, poco después de la decepción de la Final Four de Munich en la que Jugoplastika comenzaba a escribir su leyenda desarbolando a los azulgrana en semifinales, el alero era apartado del equipo para firmar meses después por el Baskonia, por entonces denominado Taugrés Vitoria, donde juega sus últimas cuatro temporadas. No gana ningún título, pero a nivel individual la revista Gigantes del Basket lo nombre mejor sexto hombre de la temporada 1989-90, y en el All Star de Zaragoza de ese mismo curso acaba siendo elegido MVP del partido.  




Final agridulce con Aíto.


En su regreso a la República Dominicana siguió vinculado al baloncesto como entrenador, especialmente de categorías de formación.  Sus últimos años los ha dedicado a disfrutar de su Haina natal, donde comenzó a anotar sus primeras canastas a 120 metros de la orilla del mar, y a mantener el contacto con su amigo y ex –compañero Felipe “Jay” Payano, ministro de deportes de la República Dominicana y otra antigua gloria del baloncesto de ese país, con el que ha intentado impulsar el deporte de la canasta de la nación centroamericana. Su legado quedará presente en la escuela de baloncesto de alto rendimiento que llegó a fundar en estos últimos años de su vida, donde trabajan los jóvenes valores del baloncesto dominicano.  

En definitiva un jugador icónico y parte fundamental de ese baloncesto ochentero de tan grato recuerdo para muchas generaciones de aficionados (y que en ocasiones, dicho sea de paso, nos lleva a una nostalgia excesiva incapaz de valorar que el baloncesto actual es muy superior) pese a su carácter esquivo, sus desencuentros con nuestra federación, y su desvinculación con nuestro país al finalizar su carrera profesional como jugador. Porque de lo que no cabe duda es de qué hablamos de una figura que tanto en jugador como persona se antoja gigantesca en la historia de nuestro deporte y nuestro baloncesto, y ahí están las interminables muestras de luto y homenaje de compañeros y rivales.   

Descanse en paz Cándido Antonio, “Chicho” Sibilio.  



Su imagen más característica. El tiro en suspensión.