Las iluminaciones de Ramón |
El otro día leía el conocido texto “Aeropagítica”,
en realidad un discurso pronunciado por el célebre poeta John Milton en el
Parlamento de Inglaterra que se convirtió en uno de los más grandes alegatos a
favor de la libertad de impresión editorial sin censura en la Europa de
mediados del siglo XVII y que ha perdurado hasta nuestros días como ejemplo de
ardiente proclama sobre la libertad de prensa y expresión. La intervención del
autor de “El paraíso perdido” está plagada, como no puede ser de otro modo en
una personalidad del saber de Milton, de referencias culturales de todo tipo: literarias,
religiosas, mitológicas y filosóficas por igual. Gran conocedor de la España
medieval, en un momento del discurso Milton se refiere a un personaje
mallorquín llamado Llull y conocido con el sobrenombre de El Doctor Iluminado,
cuya biografía se establece entre el siglo XIII y principios del XIV.
Evidentemente enseguida se me encendió la bombilla y me dije que había tema
para un artículo. ¿Podría ser nuestro Sergio Llull un descendiente directo de
aquel Llull, de nombre Ramón, y de profesión fraile, cabalista, poeta,
filósofo, teólogo y misionero? Aun no siendo así, establecer la conexión
resultaba muy tentador. Que siete u ocho siglos después otro balear de apellido
Llull tenga también sus propias iluminaciones, baloncestísticas en este caso,
no deja de ser curioso, ya que si algo caracteriza el juego del base-escolta menorquín
es su capacidad para reventar partidos o liderar remontadas, entrando en una
especie de trance o éxtasis que le hace encontrar aro en las situaciones más
asombrosas.
Volviendo al auténtico y genuino Doctor Iluminado,
Ramón Llull, nos encontramos ante una de las figuras más relevantes en cuanto
al saber en el medievo español, nacido en una Mallorca que bebía por igual de
las culturas cristiana, islámica y judía. Se le reconocen 280 obras, escritas
inicialmente en árabe y en catalán. De hecho es considerado nada menos que el
padre de la prosa en lengua catalana, y se le atribuyen invenciones tan
descollantes como la rosa de los vientos o el nocturlabio, lo que da una idea
de su alcance en las esferas científicas incluso más allá de las intelectuales
o meramente literarias. Y es que siglos antes del Renacimiento ya en los
hombres de fe se podían encontrar sujetos que, como Llull, cultivaban distintas
ramas del saber. De hecho una de sus obras más ambiciosas fue “El árbol de la
ciencia” (nada que ver con la posterior novela existencialista de Pío Baroja),
donde metaforizaba con la imagen de un árbol y sus distintas ramas, siendo cada
una de ellas una faceta distinta del conocimiento. El hecho de haber vivido en
una época tan oscura y misteriosa, pero a la vez tan luminosa y heterodoxa en
cuanto al saber cómo fue la Baja Edad Media, en la que la ciencia no era tan
empírica y no se despreciaba de manera despectiva lo “oculto”, hace de Ramón
Llull, también conocido como Raimundo Lulio, una figura muy atractiva para las
hipótesis y juegos ficticios sobre su capacidad y conocimientos. Tanto es así
que podemos encontrar su nombre en la novela que iniciaba la exitosa saga de
Harry Potter (“Harry Potter y la piedra filosofal”, J.K. Rowling, 1997), junto
a los del Rey Salomón, el personaje mitológico Circe, o el astrólogo Paracelso,
dentro de la colección de cromos de las ranas de chocolate que siguen los
estudiantes de Hogwarts (aunque a decir verdad la figura de Llull sólo aparece
en la traducción española, no en el texto original) dedicada a célebres magos
de todos los tiempos.
En un mundo tan embrutecido como es a veces el del
deporte, en el que no se utilizan apenas referencias culturales de otros
ámbitos (cuando resulta algo realmente enriquecedor), emparentar a ambos
personajes, el fraile intelectual y científico de la Edad Media y el
imprevisible jugador de baloncesto internacional, nos parece una estupenda
idea. No nos disgusta ese “aeroplano de Mahón” con el que se refieren en
algunos medios de comunicación a Sergio Llull (especialmente el repetitivo Lalo
Azcueta en sus retransmisiones televisivas), pero desde este humilde blog, a
partir de ahora, el corajudo base-escolta balear será conocido para nosotros
con el mucho más lustroso sobrenombre de El Doctor Iluminado.
...y las de Sergio. |