Una imagen que empieza a ser muy habitual. |
Felipe Reyes sigue levantando
títulos como capitán del Real Madrid en su sección de baloncesto. En otra final
entre los dos equipos más laureados de nuestro basket, el club blanco se hace
con su vigesimocuarta Copa del Rey. Ningún otro club ha llegado a esa cifra. Lo
hace después de imponerse en una final que si bien no pasará a la historia por
su calidad baloncestística, si deja un duelo plagado de emoción y con una épica
resolución final con una canasta de Llull a una décima del final del partido
que le asegura un lugar para siempre en la memoria del aficionado madridista. Lejana
queda ya aquella primavera del 2007 en la que al club entrenado entonces por
Joan Plaza llegaba un joven menorquín que acabaría siendo fundamental para el
futuro inmediato del conjunto blanco. La canasta del base-escolta madridista
será recordada como uno de los mitos de la historia de esta competición, al
igual que el triple de Solozabal en Valladolid (no fue la única vez que el base
blaugrana tumbó al Madrid en el último instante, ya que en un partido de play
off final por el título liguero hizo lo mismo así como en una final de la Copa
del Príncipe) Llull capituló con su canasta un partido intenso y jugado al
ritmo que buscaba Pascual, logrando que el Madrid no se sintiera cómodo en la
cancha ni encontrase su habitual estilo alegre y fluido en ataque. El partido
presentó una primera parte muy igualada en la que un 4-8 de inicio para los
blancos fue la máxima renta que tuvo cualquiera de los dos equipos. Siguió la misma
tónica tras el paso por los vestuarios, aunque el partido subió en intensidad y
mejoró en calidad, para llegar a ese último minuto loco cuando parecía que el
Madrid ya acariciaba el título (68-75), después de que Huertas en otro arreón
heroico metiese en el partido al Barcelona. Claro que quien mejor parecía
vestirse de héroe era un Brad Oleson que después de un triple decisivo se
marcaba la que parecía iba a ser la jugada del partido, una penetración que
significaba un 2+1 y ponía a su equipo un punto arriba a menos de 9 segundos para
el final y sin tiempos muertos por parte de Laso, después de que Sergio
Rodríguez regalase incomprensiblemente el balón al rival. Fue el propio base
tinerfeño quien tomó las riendas de ese último ataque blanco que podía significar
un título. La jugada a estas alturas ya la habrán visto repetidas decenas de
veces. El Chacho busca una de sus habituales penetraciones verticales frente al
aro rival pero a su paso aparecen Sada y Papanikolau, quedando Llull libre de
marca a la derecha del base barbudo quien cede la bola a su compañero para
anotar un tiro lateral al que llega tarde Sada a puntear. El Barcelona buscó un
palmeo a la desesperada con Tomic en el ataque siguiente, pero fue en vano. El
Real Madrid cosecha ya con títulos lo que es hasta el momento una temporada
absolutamente histórica (37 victorias por una sola derrota hasta la fecha) y
completa una primera mitad de curso absolutamente sobresaliente.
Para llegar a la gran final
el conjunto de Laso superó respectivamente a Herbalife Gran Canaria y Cai
Zaragoza con gran solvencia. En el caso de los maños, habían dado la gran
sorpresa eliminando a un anfitrión Unicaja al que le pudo la presión
decepcionando terriblemente a unos aficionados que tenían muchas esperanzas depositadas
en esta cita. El Barcelona, por su parte, aplastó sin contemplaciones al
Iberostar Tenerife y no dio opciones al Valencia Basket después de firmar un
primer cuarto perfecto (32-9) que dejaba el choque prácticamente sentenciado.
Los de Perasovic a su vez habían dejado fuera al Laboral Kutxa en el choque más
bonito e igualado de cuartos de final en un final de partido a cara o cruz y en
el que sentenció Rafa Martínez desde el tiro libre tras un error de San
Emeterio cometiendo una falta personal que prácticamente regalaba el
partido.
La canasta de Llull desató la euforia. |
Una vez más la fase final de
la Copa del Rey de baloncesto nos deja un fin de semana de buen baloncesto en
el que el Madrid de la era Laso sigue creciendo, apoyado por jugadores como un
Mirotic que engrandece su palmarés particular con el título de MVP del torneo
sucediendo a Pete Mickeal. Felipe Reyes, el gran capitán, es otro de los
grandes nombres propios, convirtiéndose en el jugador más valorado de la
historia de las fases finales coperas. Gran torneo también para Rudy Fernández,
que ha brillado en los tres partidos de su equipo.
Pablo Laso, con su tino
habitual, destacó tras el partido que el Real Madrid había conseguido tres
victorias durante este fin de semana. La primera, llevando 1200 aficionados a
Málaga, siendo el equipo que mayor número de seguidores desplazó a la cita.
Esto hubiera sido impensable hace unos años, y demuestra que no se trata sólo
de ganar, si no de cómo hacerlo. Un bello camino para llegar a una dulce meta. El
Madrid de Laso engancha al aficionado y el Palacio de Los Deportes registra
entradas por encima de los 10000 espectadores. Justo es reconocer el mérito de
un entrenador que no sólo ha intentado llenar de títulos las vitrinas blancas,
si no que además aboga por el espectáculo y el buen juego. La segunda victoria
a la que aludía el vitoriano hace referencia a la Minicopa, donde el Real
Madrid también se impuso en la final al Barcelona, ganando su tercer título y
segundo consecutivo. Tampoco se habían hecho las cosas demasiado bien con la
cantera en el club blanco pero que duda cabe que en los últimos años se está
trabajando en una dirección más acertada. De estas categorías ha de salir el
nuevo Mirotic. Y por último la tercera victoria, la Copa del Rey. Ya son dos
copas, dos supercopas y una liga ACB lo que ha obtenido el que fuera base
internacional en su día en menos de tres temporadas al frente de la nave
blanca, todo ello con el mérito añadido de que su contratación fue una de las
decisiones más criticadas por eso que se entiende como el “entorno” madridista
en los últimos tiempos. Decían que no tenía nombre para entrenar a este equipo.
No se daban cuenta del hombre que había detrás del nombre.
El trabajo bien hecho. |
Si el corazón humando es una máquina y funciona como tal, con unas determinadas horas de funcionamiento dependiendo del esfuerzo al que esté sometida, sin duda, ayer perdí unas cuantas horas de vida. El grito y bote ha sido histórico. Llull acaba conmigo para lo bueno y para lo malo
ResponderEliminarYo sin embargo lo viví muy tranquilo... la explicación está en la monumental resaca que padecía y que me tenía absolutamente groggy tirado en el sofá...
ResponderEliminaraplicaste lo de ir de copas de manera literal entonces..
ResponderEliminarBueno, he dejado las copas, ahora sólo cerveza y vino, pero sí, fue un sábado abundante...
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