Uno de los momentos más históricos del baloncesto español |
Nadie puede considerar
gratuito que hablemos del All Star Weekend 2015 como el más importante de la
historia para el baloncesto español, gracias a la titularidad en ambos
conjuntos del Este y del Oeste de nuestros dos hermanos Gasol, los cuales
tuvieron además el honor de protagonizar el “tip off” y hacer el salto inicial,
dejando una foto única para la historia. Lo nunca visto. Dos hermanos peleando
por el primer balón en el plato fuerte del fin de semana de las estrellas. Dos
hermanos blancos, europeos, y españoles. La trascendencia del momento y el
impresionante trabajo y lucha derribando prejuicios que ha llevado a nuestros
dos astros a lo más alto del firmamento NBA ya ha sido analizado en este blog en su día. Centrémonos ahora en lo que nos dejó el fin de semana más
festivo y lúdico del mejor baloncesto del mundo.
El tradicional “Rookie
Challenge”, que enfrentaba a jugadores de primer y segundo año, este curso
estrenaba formato, dividiendo los rosters entre jugadores nativos en USA y
resto de mundo, siempre cumpliendo la premisa de ser tanto rookies como
somophomores. Los internacionales se llevaron el partido, lo cual ha dado lugar
a algún debate bastante torticero y mal planteado sobre una presunta
“superioridad técnica” del baloncesto europeo sobre el estadounidense. La
verdad es que sólo fueron seis los europeos que jugaron el partido, Mirotic y Bogdanovic (16 puntos cada uno), el
inmenso Antetokounmpo (12 puntos y 10 rebotes), el sorprendente base reserva de
los Hawks Denis Schroder (13 puntos y 9 asistencias), el pívot francés Gobert
(18 puntos y 12 rebotes) y un discreto Papanikolau. Pero la gran estrella del
partido fue un producto claramente USA, aunque nacido en Canadá, como Andrew
Wiggins, quien lleva jugando en baloncesto estadounidense desde su segundo
instituto. Sus 22 puntos, 6 rebotes y 4 asistencias le valieron para ser
elegido el mejor jugador del partido.
22 puntos también anotaron
por los norteamericanos Victor Oladipo y un Zach LaVine, quien sería una de los
grandes protagonistas del fin de semana al alzarse la noche siguiente con el
trofeo como ganador del (cada vez más devaluado) concurso de mates. Y es que
por mucho empeño que pongan los actuales participantes, el aficionado demanda
ver a las grandes estrellas (LeBron, Durant) medir sus habilidades físicas en
este particular duelo individual como antaño hacían los Jordan y Wilkins.
LaVine recordó a “His Airness”, tanto en su modo de matar como en el homenaje
que le rindió con su camiseta. El base de 1.96 aprovechó su magnífica capacidad
para suspenderse en el aire para deleitarnos con sus espectaculares mates
pasándose el balón por entre las piernas.
Wiggins comienza a forjar su leyenda |
Pero todos los focos de la
noche del sábado estaban puestos en el concurso de triples, con una nómina de
participantes difícilmente igualable. Todos eran favoritos. Las mejores muñecas
de la NBA dispuestas a regalarnos un espectáculo con el aroma de los mejores
All Star Weekends (aquellos en los que Larry Bird establecía su particular
dictadura celebrando el título antes incluso de que el último balón entrase), y
el duelo a ocho no defraudó para cualquier aficionado al precioso y preciso
arte del lanzamiento triple. A menudo utilizó términos poéticos para referirme
a una serie de jugadores cuyo estilo, indefinible e inimitable, es un arte que
parece congelar el tiempo y que nos obliga a deleitarnos con cada movimiento
que nuestra retina absorbe. Siempre he definido a Kobe Bryant, el jugador con
los movimientos más hermosos de los últimos tiempos (ese “fade away” cayéndose
hacia atrás) como “poesía en movimiento”. Esa poética parece haberla heredado
Stephen Curry, ganador del concurso de triples gracias a una escalofriante
serie de 13 balones consecutivos besando las redes. No es Curry un jugador tan
espectacular en el uno contra uno como Kobe, desde luego, pero es la elegancia
de cada gesto, la belleza que transmite cada vez que levanta la bola, lo que le
hace ser el baloncestista con mayor capacidad para la producción del goce
estético en el aficionado. Sus 27 puntos anotados en la final suponen el record
de este concurso (claro que son 27 sobre 34 posibles, mientras que hasta 2014
el tope eran 30, siendo igual de impresionantes los 25 sobre 30 que anotaron
Kapono y Craig Hodges en ediciones anteriores)
Y tras la borrachera de tiro
del base de los Warriors, llegó el plato fuerte de la madrugada del domingo con
esa foto para la eternidad. Rondaban las dos y media de la madrugada hora
española cuando Derrick Stafford, como árbitro principal, lanzaba el balón al
aire para que dos brazos interminables de dos gigantes españoles, aunque nos
parezcan extraterrestres, peleasen por la primera bola del partido que reúne
cada año a los mejores baloncestistas del planeta Tierra. Para la anécdota
queda que el salto lo ganó Pau (fiel a su cita con los dobles-dobles, 10 puntos
y 12 rebotes), aunque el partido se lo llevó Marc (6 y 10), manteniendo la
superioridad del Oeste en los últimos años, pese a las bajas de Kobe, Griffin y
Davis. El desorbitado hambre anotador de Russell Westbrook le llevó a anotar 41
puntos para hacerse con el MVP del partido, y a punto estuvo de dejarnos otro
record para la historia, al quedarse a un solo punto de la máxima anotación en
un partido de este tipo, en poder del descomunal Wilt Chamberlain con sus 42
anotados en 1962 (curiosamente no fue MVP de aquella edición, posiblemente por
la costumbre de que el galardón recaiga en un jugador del equipo vencedor,
llevándose el honor Bob Pettit con sus 25 puntos y 27 rebotes, siendo hasta el
día de hoy aún la mejor marca reboteadora en un All Star Game)
Una vez que nos regalaron la
foto histórica, para el recuerdo, de nuestros Gasol disputando el salto
inicial, llegó el terreno para la fantasía, con incontables alley oops, muchos
de ellos protagonizados entre Paul y Westbrook (tremendo uno de costa a costa),
penetraciones de fantasia, y en definitiva el baloncesto es su vertiente más
lúdica y espectacular.
Pero para nosotros siempre
será el partido que derribó una barrera más, y no una cualquiera, para nuestro
baloncesto. Una de las que parecía más impensable, tanto o más como ganar un
mundial. ¿Se puede llegar más lejos? Sí, un salto inicial entre ambos hermanos
abriendo unas series finales a siete partidos por el título de campeones de la
NBA. Resulta casi imposible con toda la competencia que tienen (Cleveland en el
Este… Golden State y un largo etcétera en el Oeste), pero soñar nunca cuesta
dinero… aunque los gasoles, lo de este domingo, ni siquiera llegaron a soñarlo
alguna vez de tan lejano que parecía.
La estética del tirador. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario