Buenas noticias para los aficionados al baloncesto
en general, y los aficionados de Minnesota y españoles en particular. Nuestro
base internacional Ricky Rubio reaparecía en una cancha de baloncesto 214 días
después, prácticamente siete meses en el dique seco por una lesión en el
tobillo izquierdo que le hizo pasar por el quirófano durante el mes de Abril.
Desgraciadamente nos hemos acostumbrado a que el genial jugador sea más noticia
por sus problemas físicos que por su juego, y de hecho durante esta
pretemporada volvió a encender las alarmas debido a sus problemas en el cuádriceps
derecho. Hablamos de un jugador que a sus 25 años recién cumplidos (hoy mismo) ha sufrido
ya tres graves lesiones en una carrera NBA en la que a pesar de tanta desgracia
ha sido capaz de acumular unas nada desdeñables medias estadísticas de 10.2
puntos, 8.2 asistencias, 4.3 rebotes y 2.3 asistencias. No son para nada malos
números, de hecho se diría que son bastante buenos, pero siempre nos quedará la
duda de que tipo de jugador estaría siendo Ricky en estos momentos de haber
podido realizar una campaña NBA entera y ser un jugador con la suficiente
confianza física y psicológica para regalarnos su mejor baloncesto. No es poco
lo que nos ofrece Ricky, un genio que cualquier jugador quiere tener a su lado
por su enorme visión de juego, pero podría ser mucho más.
La buena noticia es volver a verlo de corto, aunque
su equipo haya sumado dos contundentes derrotas ante dos equipos en teoría
superiores como Memphis y Milwaukee. El equipo de Marc Gasol volverá a ser uno
de los conjuntos más duros en defensa del campeonato, y dejaron a los Wolves en
68 puntos. Ricky no anotó ninguno de sus cuatro lanzamientos en una hoja
estadística desastrosa para todo el conjunto de los lobos. Su sustituto Lavine
estuvo aún peor, con 1 de 6 en tiros de campo, y los dos números 1 del draft (a
Bennett ya le han dado boleta), Wiggins y Towns, sumaron un pobre 5 de 15.
Ricky, eso sí, repartió 4 asistencias, capturó 3 rebotes y recuperó un balón en
sus 23 minutos en pista. Cogiendo sensaciones. Sensaciones que van
acrecentándose tras lo visto frente a Milwaukee, donde pese a perder por 18
puntos ante uno de los equipos a seguir esta temporada (desde luego los Bucks
apuntan a uno de los conjuntos más espectaculares y divertidos de ver, además
de tener un equipazo al que sólo la insultante juventud de la mayoría de sus
jugadores no les permite aspirar a cotas mayores), ya se fue hasta los 8
puntos, 3 asistencias y 1 robo en 22 minutos de juego, y dejó una de esas jugadas marcas de la casa con un tremendo pase picado al corazón de la zona
para que Andrew Wiggins machacase sin oposición.
De momento Ricky con cuentagotas y sin prisas, en un
equipo que en la primera semana de competición sólo va a disputar dos partidos.
Tiempo por tanto para ponerse a punto en una nueva temporada que vuelve a
significar un nuevo comienzo en la estrella española más castigada por las
lesiones desde Raül López, un base que en su día apuntaba a sucesor de nada
menos que John Stockton y se había colgado el cartel de jugador más talentoso
de los “juniors de oro” junto a Juan Carlos Navarro, y se ha quedado en un
magnífico base, pero muy por debajo de donde hubiera podido llegar si sus
rodillas no hubieran lastrado su proyección.
En lo colectivo no parece que haya razones para el
optimismo a corto plazo en la franquicia de Minnesota, después de una temporada
pasada en la que comenzaron con sueños de play offs, empezando como un tiro sus
cuatro primeros partidos, ganando a Brooklyn y Detroit y poniendo contra las
cuerdas a equipos muy superiores como Memphis (perdieron de cuatro) o Chicago
(perdieron de uno), hasta que llegó la lesión de Ricky en el quinto partido,
contra Orlando, y a partir de ahí encadenaron una racha en los siguientes 30
partidos sin el base español de 27 derrotas y tan sólo 3 victorias que les
encaminó descaradamente al “tankeo” en busca de mayores posibilidades en el
sorteo del draft (el traspaso de un Thaddeus Young en el mejor momento de su
carrera por un jugador en franca decadencia como el “hijo pródigo” Kevin
Garnett no pudo ser más clarificador), consiguiendo en efecto la deseada
primera posición en la elección. El triángulo Ricky-Wiggins-Towns apunta a ser
la piedra angular del nuevo proyecto (pese a los rumores, ya disipados, de
traspaso de Ricky, cosa que visto lo visto podría ser una bendición para el
español), pero va a llevar tiempo que estos dos números 1 a los que Ricky debe
hartarse de surtir de balones impongan su dominio en la liga, ya que ni Wiggins
sugiere ser el nuevo LeBron ni Towns parece que vaya a ser otro Anthony Davis.
El banquillo debe madurar con jugadores como Lavine o Dieng, y trabajar para
librarse de contratos como el de Pekovic, un jugador en mi opinión
sobrevalorado y el pívot NBA al que más he visto fallar a medio metro del aro.
Una vez más los aficionados del Target Center deben armarse de paciencia. Les
queda el consuelo de haber visto a las Lynx ganar tres títulos de la WNBA en
cuatro años, el último con nuestra jugadora Anna Cruz en sus filas.
No me resisto a dejarles el magnífico artículo
escrito por el bloguero Matraco, del recomendable blog Jugones, pero en esta
ocasión para otra web de referencia como es NBAmaniacs. Desprovisto de todo
apasionamiento hace un análisis objetivo en cuanto a números de lo que está
suponiendo la accidentada carrera NBA de Ricky y su impacto en su equipo. Sin
obviar, claro está, que no se puede valorar de la misma manera a un jugador
totalmente sano que a otro que constantemente tenga que visitar la enfermería. Juzguen ustedes mismos.
Ricky, por fin de corto. |
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