Frustrados |
España prolonga su agónico estreno olímpico sumando
su segunda derrota consecutiva ante Brasil, en un partido que arroja
sensaciones mucho más preocupantes que en el debut frente a Croacia. Tras lo
visto ayer nos reafirmamos en que el primer partido jugado ante los hombres de
Aza Petrovic no fue un mal estreno. Un encuentro dominado durante gran parte
del mismo y sentenciado finalmente por un estratosférico Bogdanovic y por
incomprensibles errores en ataque por parte de nuestro equipo. Pero lo cierto
es que los minutos buenos fueron superiores a los malos.
Nada que ver con lo vivido ayer en el Carioca Arena
donde Brasil, pese a lo ajustado del resultado, fue muy superior en casi todas
las facetas del juego. Condenados a jugar a remolque durante gran parte del
partido desde que los cariocas impusieran su ritmo con la dirección de Huertas
y las prestaciones de Hilario (increíble su capacidad para generar juego desde
el pívot), y pese al mal partido de su gran estrella Leandrinho Barbosa, los de
Scariolo dejaron sensaciones muy preocupantes, frustrantes, en uno de los
peores partidos en ataque que ha jugado esta selección en mucho tiempo y en el
que sólo una buena actitud defensiva y el sustento de los tiros libres
(finalmente nuestra perdición, pero hay que recordar que los árbitros señalaron
31 faltas a los locales por 23 a los nuestros y que dispusimos de 33
lanzamientos desde el 4.60 por 21 del rival… si hubiera sucedido al contrario
algunos estarían hablando de atraco) permitió que tuviéramos opciones de
victoria hasta el final.
Hay cosas que se escapan a la comprensión analítica
y la lógica baloncestística, como el hecho de que Ricky Rubio, uno de los
mejores asistentes en la NBA, en 28 minutos en juego entre los dos partidos sólo
haya sido capaz de repartir una asistencia, o que Pau Gasol, quien en las dos
últimas temporadas ha estado lanzando en un porcentaje alrededor del 80% en
tiros libres en la NBA y en el pasado Eurobasket se mantuvo en un 80.2% durante
todo el torneo no sea capaz de llegar al 50% en estos Juegos, acumulando un
desastroso 6 de 14.
Lo del base de los Wolves comienza a ser de
psicólogo. Dubitativo e inseguro, sólo se le reconoce por su abnegado
sacrificio defensivo y sus ganas de luchar (algo creo que extensible a todo el
equipo), su capacidad de pelear cualquier balón sigue intacta, pero su lastrada
manera de jugar, como si cargara con pesos en sus tobillos, resulta
sorprendente en un jugador acostumbrado a moverse de manera electrizante en la
mejor liga de baloncesto del mundo. ¿Se le ha olvidado a Ricky jugar al
baloncesto en territorio FIBA? Buenos minutos de Felipe Reyes nos metieron en
el partido en el segundo cuarto tras besar la lona por 13-18 en el primero.
Llull llegaba a ponernos cuatro arriba a falta de dos minutos para el descanso,
pero una nueva desconexión ofensiva permitía un parcial de 0-7 para los
brasileños que se marchaban 31-34 a los vestuarios.
Continuaron los problemas ofensivos tras el descanso
(sólo una canasta, con mate de Pau tras asistencia de Rudy en los primeros
cuatro minutos del tercer cuarto), situación que Brasil aprovechó para estirar
el marcador con el jugador de los Bulls Cristiano Felicio como protagonista. El
argentino Magnano aprovechó con buen criterio a sus jugadores interiores,
quienes en defensa realizaron un brutal trabajo de desgaste sobre Pau Gasol,
recibiendo faltas personales constantemente y viajando en todo momento a la
línea del tiro libre, y quienes en ataque se impusieron con claridad a nuestros
pívots, aprovechando los picks&rolls (ese viejo déficit de nuestros bases
quedándose enganchados en los bloqueos) o jugando por encima del aro. Hilario,
Lima y Cristiano fueron un perfecto derbi de demolición que derribó la frágil
confianza hispana. Pero fue precisamente la lucha física de jugadores como
Claver y Reyes la que nos volvió a meter en el partido (45-45 a falta de dos
minutos para el final de cuarto, con seis puntos consecutivos anotados desde el
tiro libre) Incomprensiblemente y como pasara en el acto anterior, una nueva
desconexión significaba un parcial de 0-8 para que comenzáramos el último
cuarto con mucho por remar.
Un 2+1 de Lima nada más iniciar los últimos diez
minutos nos ponía contra las cuerdas. Rudy respondió con un triple, y a partir
de ahí iniciamos una pequeña labor de zapa para ir limando poco a poco la
diferencia, de nuevo muriendo atrás (Ricky sacrificándose cual peón con su
quinta falta) y con algún destello ofensivo (triple de Llull) Volvía a pista el
Chacho que con un triple tempranero nos ponía a un punto y hacía soñar con la
remontada como tantas veces ha hecho con la camiseta blanca durante las últimas
temporadas. En el posterior intercambio de golpes Brasil sacaría más rédito volviéndose
a ir cuatro arriba a 3.45 del final. Respondimos con dos tiros libres y un
triple majestuoso de Llull que nos ponía delante. El de Mahón clavaba una de
esas canastas imposibles, con el tiempo de posesión apremiando, que hacía
levantarse a todo un país. El 64-63 que reflejaba el marcador era uno de esos
momentos mágicos que nos hacía revivir el pasado Eurobasket. Partidos resueltos
si no con calidad si con oficio, sacrificio, y canastas decisivas. Pero
quedaban dos minutos, y, en efecto, nos volvimos a condenar (da la sensación de
que si los cuartos hubieran durado ocho minutos hubiéramos ganado el partido de
calle) Sólo Llull volvería a anotar, desde el tiro libre, anotando el primero y
fallando el segundo a un minuto del final. Quedaba un minuto. Había que morir
en defensa. Pau le negaba la canasta a Huertas con un tapón que llevaba el
balón a la línea de fondo, y el propio jugador de Sant Boi llevaba a Hilario al
tiro libre. El pívot brasileño fallaba el segundo y a falta de 42 segundos
teníamos bola y un punto arriba. Quedando tiempo para mínimo dos posesiones se
antojaba un ataque vital. Gasol e Hilario intercambiaban los roles de la jugada
anterior, y Nené cometía falta sobre Pau, quien confirmaba su desencuentro con
el tiro libre fallando ambos lanzamientos. Brasil tenía posesión para ganar el
partido y de nuevo Huertas, otro jugador acostumbrado a canastas imposibles,
buscaba sentenciar. Sin éxito, pero España no supo cerrar el rebote y el vuelo
de Marquinhos rebañando el fallo de su compañero y palmeando una canasta nos
hundía en la miseria a cinco segundos del final. Llull intentó una canasta a la
desesperada pero la concentración defensiva de Brasil, pese a permitir el
rebote ofensivo de Rudy (que intentó un último lanzamiento ya fuera de tiempo),
bastó para asegurar una victoria dramática pero merecida para los cariocas.
Pau y el tiro libre. Un extraño divorcio. |
La sensación es que Brasil fue muy superior, y lo
demuestra el hecho de que lideró el marcador en casi todo momento. Pero por
otro lado repasando la película del partido vemos que hay dos desconexiones muy
concretas que permiten sendos parciales de 0-7 y 0-8 en el segundo y tercer
cuarto respectivamente, y que incluso tuvimos serias opciones de ganar el
partido (pero de nuevo en un final a cara o cruz, como contra Croacia, nos tocó
la cruz) De modo que un repaso al choque de ayer nos hace no ser tan cruentos
con la derrota, por mucho que nos doliera. ¿Hay argumentos para la esperanza?
Sin duda. Personalizando, los centraríamos en Sergio Rodríguez y Sergio Llull.
Dos jugadores acostumbrados a jugar sin red y sin miedo al vacío. Con ellos en
pista todo es posible, incluso ganar los tres partidos que quedan. Y por
supuesto, Pau Gasol. Simplemente porque es Pau Gasol. En el plano negativo
preferimos no centrarnos, por la sencilla razón de que llevamos ya largo tiempo
pensando que hay demasiada gente ya que ve lo malo del baloncesto y nosotros
preferimos destacar lo bueno (raro es que en este blog vean que descalifiquemos
a algún jugador o entrenador) Comprendemos la frustración del aficionado, pero
desde luego no podemos respetar que esa frustración la paguen con precisamente
los jugadores que más alegrías nos han dado en nuestra historia. Respecto al
entrenador, esa figura que sólo parece existir en las derrotas y de la que
nadie habla en las victorias, nosotros también tenemos alguna duda lógica.
¿Cómo es posible que Willy Hernángomez pase de ser el mejor jugador de la gira
a apenas jugar en la competición?, ¿de qué sirve entonces la gira de
preparación? En el tema Abrines si nos parece coherente. Jugó un solo partido
de preparación, el primero, y se jugaba ser el jugador número 12 del roster
junto a San Emeterio. Fuese quien fuese el elegido sabíamos que apenas iba a
contar (y, créanme, y si no me creen repasen el resto de los partidos del
torneo… todos los equipos excepto USA manejan una rotación de prácticamente 9
jugadores, no los 12 seleccionados) Sí consideramos que Calderón debería tener
más minutos ante el mal momento de Ricky y con el peligro de sobrecargar de
minutos al Chacho, un jugador genial pero que necesita ser dosificado por su
excesiva tendencia a acaparar tanto juego, lo cual le puede llevar a cierta
ofuscación ante el mínimo signo de cansancio, más mental que físico.
El tan cacareado “Road to Río” con el que nos han
bombardeado en los últimos tiempos lleva camino de convertirse en un homenaje
al cuarto LP de Ramones, “Road to Ruin”. Aquel disco de 1978 se cerraba con
un tema titulado “It’s a long way back”, es un duro camino de regreso.
Esperemos que ese camino de regreso de momento nuestra selección lo postergué,
afrontando con acierto tres auténticas finales. La primera de ellas contra
Nigeria. Rival que no será nada fácil visto lo complicado que se lo pusieron a
toda una Lituania. Argentina, por otro lado, cuenta sus dos partidos por
victorias tras vencer a una gran Croacia. Parece que el enésimo “último baile”
de los Scola, Ginobili y Nocioni va a obligar a la orquesta a no bajarse del
escenario. Viejos rockeros.
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