La madrugada del lunes al martes en la NBA dejó una
de esas noticias que nunca gustan a los aficionados, y sin duda las imágenes más
duras e impactantes de la temporada. Jusuf Nurkic, el pívot bosnio de Portland
Trail Blazers, se rompía en dos su pierna izquierda después de hacer su mejor
partido de la temporada frente a Brooklyn Nets (32 puntos, 16 rebotes, 5 asistencias y 4 tapones), una
temporada que por otro lado está siendo la mejor de su carrera y en la que
había alcanzado sus topes estadísticos para convertirse en el mejor escudero de
Damian Lillard en una franquicia de Oregon instalada en la élite del “Wild West”
y con muchas probabilidades de acabar entre los cuatro primeros (ahora mismo
son terceros) en temporada regular y tener factor cancha en primera ronda de
unos play offs para los que ya están matemáticamente clasificados. Evidentemente
la temporada termina para Nurkic, pero más allá de eso todavía no puede
estimarse fecha para su hipotético regreso y no se conoce a ciencia cierta el
alcance de su gravísima lesión. Recuerden que hablamos de un jugador de todavía
24 años con una proyección indudable hasta el momento de esta fractura. Afortunadamente
hemos visto casos de lesiones de un calibre similar recientemente, casos de
Gordon Hayward o Paul George, que no han cercenado las carreras de los
jugadores (si bien es cierto que todavía no hemos vuelto a ver a Hayward al
nivel de su último curso en Utah, pero sin embargo George está haciendo la
mejor temporada de su vida) Esperemos que Nurkic sea otro ejemplo de jugador “renacido”
y volvamos a verlo pronto de corto y dando alegrías a los aficionados.
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