No pudo conocer mejor debut en unas finales NBA la
populosa ciudad de Toronto. El equipo de Nick Nurse pone el 1-0 en las series y
prolonga el estado de gracia de la franquicia de Ontario. Cinco victorias
consecutivas en post-temporada para un equipo al que literalmente le sale todo.
Canastas imposibles tras rebotar varis veces en el aro, triples a tablero,
encestes sobre la bocina de posesión… cabe preguntarse si Dios es canadiense,
porque lo cierto es que las manos de los jugadores de Toronto parece que han
sido bendecidas, con casos tan asombrosos como los de Fred VanVleet, héroe
inesperado en las últimas semanas para el club del norte del continente. Aunque
si nos ceñimos al primer partido de las finales el gran protagonista no ha sido
otro que el camerunés Pascal Siakam, haciendo el partido de su vida en el mejor
escenario posible.
La progresión del espigado jugador africano ha sido
evidente durante toda la temporada. De los 7.3 puntos, 4.5 rebotes y 2 asistencias del curso 17-18, a los
rotundos 16.9 puntos, 6.9 rebotes y 3.1 asistencias del presente ejercicio.
Números que evidentemente le hacen entrar en todas las quinielas a Most
Improved Player (jugador más mejorado respeto a la temporada pasada), galardón
al que opta junto a D’Angelo Russell y De’Arron Fox. Y también es cierto que
este año le habíamos visto superar la treintena de puntos en alguna ocasión,
incluso se fue hasta los 44 ante Washington (tope de su carrera), pero hablamos
de una tarjeta de 32 puntos con un descomunal 14 de 17 en tiros de campo, 8
rebotes, 5 asistencias y 2 tapones en un partido de las finales por el título. Como
todos los jugadores venidos del continente africano, la historia humana que hay
detrás del deportista es digna de ser contada. Y es que el padre de Pascal,
alcalde en su momento de la populosa ciudad natal del jugador, Duala, envió a
su hijo al seminario con la intención de que se convirtiera en sacerdote. No fue
hasta el año 2011, siendo ya Siakam un adolescente de unos 16 o 17 años, cuando
tuvo un auténtico primer contacto con el mundo del baloncesto a cierto nivel y
con las posibilidades de futuro que le podían otorgar el mundo de la canasta si
era capaz de trabajar y aprovechar la materia prima de su físico. Aquellas vacaciones
de 2011, justo un año antes de la que debería ser su graduación como sacerdote,
Siakam acompañó a unos amigos a un campus NBA perteneciente al programa “Basketball
Without Borders”, oficiado por Luc Mbah Moute (por aquel entonces enrolado en
Milwaukee Bucks) Fue un tardío despertar para el baloncesto, pero que le haría
tomar la decisión de hacer las maletas para viajar a Estados Unidos a labrarse
una carrera. El primer colegio en el que jugó en el Nuevo Continente, por
cierto, tiene el nombre de God’s Academy (la academia de Dios), ¿alguien duda
de que este chaval está bendecido?
Siakam, su gran noche. |
Siakam fue un martillo pilón en el ataque
canadiense. Al poste, desde la media distancia, en el triple… lideró un equipo
en el que Kawhi Leonard volvió a hacer uno de esos partidos a los que nos tiene
tan acostumbrados. De menos a más. Una discreta primera parte (8 puntos, sólo 3
en el primer cuarto), sensación de no estar para finalmente acabar con 23
puntos, 8 rebotes y 5 asistencias, y de nuevo otra paliza impresionante con 43
minutos en pista. Inhumano. Marc Gasol fue la otra pieza del tridente. Steve
Kerr sorprendió poniendo a Jordan Bell de inicio, en ese rol de falso pívot
titular que venía ocupando Andrew Bogut (ayer no jugó ni un segundo), quizás
intentando despistar a Marc, dejándole sin un “cinco” claro de referencia en la
zona a quien marcar. Un error, porque el internacional español demostró estar
tan fino físicamente como para salir constantemente a todo tipo de ayudas
exteriores, además de eso dejó una de sus mejores versiones en ataque yéndose
hasta los 20 puntos. En un equipo tan acostumbrado a la circulación exterior
Marc ejerció de balanza ejecutando desde la media distancia y jugando de
espaldas al aro. Estamos acostumbrados a ver en los últimos años a los
ganadores de la NBA jugar prácticamente sin pívot, tendencia que nuestro
jugador parece empeñado en querer cambiar. En ese sentido Kerr recupera la baza
de DeMarcus Cousins, quien ayer participó ocho minutos, demostrando una
evidente y comprensible falta de forma. Veremos si logra encajar en el puzzle
californiano, pero en medio de unas finales y teniendo en cuenta la prevalencia
del juego exterior en el equipo de Oakland, no parece que vaya a ser un elemento
desequilibrante, aunque evidentemente hablamos de un jugador con calidad,
puntos en la mano, y buena visión de juego para un interior. Marc, como
decimos, fue el punto de equilibrio de un equipo de cuyos nueve primeros
ataques en este G1 ocho de ellos fueron intentos triples (dos de ellos del
propio Marc) Danny Green, por cierto, está de vuelta. Suyo fue el primer triple
del partido y sus 11 puntos finales son oro puro para un equipo que ya lo daba
por perdido, y es que hay que recordar que llevaba ocho partidos consecutivos
sin pasar de la decena de puntos.
Toronto fue fiel a su estilo de circulación rápida
de balón, poco bote y mucho tiro exterior. El orden táctico de Nick Nurse,
quien ya ha hecho historia convirtiéndose en el primer entrenador de la
historia en disputar finales de la NBA y de la D-League (la liga de desarrollo,
algo así como una filial de la NBA), continúa resultando ejemplar, pero eso no
impide que el equipo castigue con contras fulgurantes los fallos y pérdidas de
balón del rival ni que recurra de vez en cuando al “run and gun”. Paradigmática
fue la jugada que en los primeros minutos del tercer cuarto levantó a los
espectadores del Scotiabank Arena. Después de una canasta fácil de Draymond
Green en penetración Lowry ve adelantado a Siakam, quien recibe la bola cerca del
aro para asistir a Leonard, castigando la malísima transición defensiva (uno de
los puntos débiles de Golden State anoche) del rival. Ni siquiera cabe hablar
de contrataque en el sentido estricto dentro del baloncesto, el que se produce
tras fallo rival, ya que los Warriors habían conseguido canasta y por tanto el
balón no estaba en juego. Tampoco fue fruto de adelantar las líneas y presionar
a toda pista dejando a uno de los rivales adelantado. No, fue simplemente
lentitud en hacer la transición. Una jugada que bien haría Steve Kerr en
recordar a sus jugadores una y otra vez como ejemplo de la actitud que no deben
tener los Warriors si quieren revalidar el títulos de campeones. ¿Se han cansado
los de Oakland de, por decirlo en castizo, bajar el culo después de ganar tres
anillos en cuatro años?
No nos olvidamos tampoco de nuestro “patito feo”
favorito de Toronto. Fred VanVleet continúa su idilio con el aro y finalizó con
unos lustrosos 15 puntos. Hay que ver lo que hace la confianza, porque pese a
que no mantuvo su escalofriante acierto en el triple de los tres últimos
partidos ante Milwaukee (recuerden que acumuló un 14 de 17 en esos encuentros
desde la letal distancia) y sólo anotó uno de sus cuatro lanzamientos desde el
arco, nos descubrió su faceta de anotador en penetración y en el uno contra
uno, yéndose contra los rivales y sacando faltas personales. Nos tiene
enamorados.
En mi opinión los Warriors siguen siendo favoritos.
Es muy difícil pensar en una serie fácil para Toronto y que Golden State no
alargue las finales, con lo que el factor físico sigue cobrando vital
importancia. Kerr continúa manejando más recursos, pese a que ayer Nurse
utilizase, ¡por fin!, un noveno jugador en momentos importantes, el base Patrick
McCaw, quien dispuso de casi siete minutos en pista ante los problemas de faltas
de Lowry. McCaw, por cierto, vive sus terceras finales después de haber vestido
la camiseta de Golden State las dos anteriores temporadas. Es el caso inverso al jugador de segundo año
Alfonzo McKinnie, quien en su año “rookie” fuera miembro de los Raptors.
McKinnie fue uno de los siete jugadores de banquillo utilizados ayer por Kerr
(en honor a la verdad Jacob Evans jugó sólo tres segundos), es decir, el
entrenador tejano puso a sus doce jugadores convocados. Da la sensación de que
Kerr se mantiene fiel a un plan en el que la rotación juega un papel
fundamental y que a la larga parece mucho más inteligente que la idea de Nurse
de exprimir a sus ocho jugadores básicos. También da la sensación, y esto
resulta más preocupante, que Golden State está jugando con una marcha menos.
Preocupante porque ya han cedido un punto de ventaja, si bien es verdad todos
sabemos que los Warriors pueden hacer un baloncesto mucho más efectivo, y por
supuesto, evitar que el rival lo haga.
Veremos que sucede con Kevin Durant y como
condiciona su posible regreso el juego del equipo. Hablamos del jugador más
desequilibrante de Golden State en este tipo de partidos, como demuestran sus
dos galardones de jugador más valioso de las dos últimas finales. Con Durantula
en pista los Warriors vuelven a tener ese extraño orden ejercido desde la
posición de “point-forward” (el duelo con Leonard puede ser colosal), ataques
moderadamente más largos (dentro de la locura ofensiva que suele caracterizar a
los de Kerr) y posiblemente menos lagunas en transición defensiva que las
vistas en este G1.
Durant sin uniforme, ¿forzará su regreso para el G2? |