Raúl, Felipe, Pau y Navarro en su primera concentración juntos con la absoluta. |
Esta
es la pregunta que parece hacerse la afición española en vísperas
de la primera gran cita internacional de nuestra selección sin
representantes de la llamada generación de los “Juniors de Oro”
(los campeones de Europa en Varna en 1998 y del mundo en Lisboa al
año siguiente en dicha categoría) desde que en los Juegos de Sidney
de 2000 Raúl López y Navarro debutaran con la absoluta. Aquella
impresionante colección de talentos (Pau Gasol, Navarro, Felipe
Reyes, Berni Rodríguez, Carlos Cabezas, José Calderón…) unida a
algunos jugadores más veteranos (Garbajosa, Carlos Jiménez…) y
ensamblándose con otras talentosas generaciones posteriores (Rudy
Fernández, Marc Gasol, Sergio Rodríguez, Llull, Ricky Rubio…) han
llevado a nuestro baloncesto a donde jamás hubiéramos podido
imaginar. Campeones del mundo, tres veces de Europa, dos veces
subcampeones olímpicos… un ciclo absolutamente ensoñador,
maravilloso, quizás irrepetible, y cuyo eje ha girado principalmente
en torno a aquellos chavales que en 1999 fueron capaces de tumbar en
categorías inferiores a unos Estados Unidos en los que militaban
jugadores como Nick Collison, Keyon Dooling, Bobby Simmons, Matt
Carroll, Lance Williams o Casey Jacobsen, por citar a los nombres
quizás más reconocibles y con mejor carrera posterior. Y
principalmente, no cabe duda, Pau Gasol y Juan Carlos Navarro han
sido los principales referentes de estos maravillosos años.
Sergio
Scariolo, un tipo cuyo palmarés hablar por si solo, se enfrenta al
reto de conseguir que nuestra selección siga siendo lo
suficientemente competitiva como para seguir luchando por medallas.
Un nivel de exigencia al que nos ha llevado el reciente ciclo
triunfal y que, sinceramente, deberíamos ir moldeando en favor de
unas perspectivas más reales. No obstante volver a subirse al podio
es una posibilidad real, pero tan real como caer en cuartos de final,
octavos, o incluso en el peor de los escenarios no superar una
segunda fase en la que casi con toda probabilidad nos enfrentaremos a
Serbia e Italia con la necesidad de salir victoriosos en uno de estos
dos duelos para no hacer las maletas anticipadamente.
Un
primer análisis del campeonato sitúa a Estados Unidos y Serbia como
principales favoritos al oro, con los de Popovich unos pocos peldaños
por encima de los de Djordjevic, veremos si los suficientes. La
prestigiosa web HoopsHype ya se ha encargado de recordar que nos
encontramos ante la a priori peor selección norteamericana de la
historia desde que acuden los NBA, en relación a los números de la
presente temporada. No obstante siguen siendo la escuadra a batir,
sobre todo gracias a su temible backcourt formado por Kemba Walker,
flamante nuevo director de juego de Boston Celtics y único jugador
que ha sido All Star en el presente curso, y el explosivo Donovan
Mitchell quien con sólo dos años de experiencia NBA ya es uno de
los mejores exteriores del baloncesto USA. El tercer espada debe ser
en buena lid Khris Middleton, el alero todoterreno de Milwaukee
Bucks. Jóvenes de la calidad de Brown y Tatum, un perro de preso
como Smart, el especialista en el tiro Joe Harris… mimbres para
considerar a los vigentes campeones como el rival con mayor capacidad
de anotación y por tanto más difícil de frenar. Quizás por dentro
pueda parecer que flojean un poco, con sólo tres interiores puros,
aunque con la calidad de Brook Lopez y Myles Turner. El primero
aportará su calidad ofensiva y excelente mano en el tiro exterior,
mientras que Turner sacará provecho de su mejor juego cerca del aro
y será esencial en defensa. Mason Plumlee tendrá sus minutos
simplemente por la escasez de elementos en la zona. Favoritos, pero
más batibles que nunca… sobre todo por una Serbia que no teme a la
presión (el propio Djordjevic ha insinuado que se ve campeón ante
USA) y sólo la baja por lesión de Milos Teodosic ha trastocado los
planes del temperamental técnico de Belgrado. No obstante el roster
de los ex –yugoslavos asusta de puro talento. Cuatro NBA como Jokic
(jugador total en un cuerpo de pívot), Marjanovic, Bogdanovic y
Bjelica al frente de un equipo completado con jugadores del calibre
de Lucic, Milutinov, Raduljica, Guduric o un Micic que viene de hacer
una temporada bestial con el Efes turco. Una plantilla sin fisuras
con el oro como objetivo.
Walker frente a Jokic. Líderes de las dos grandes favoritas. |
Por
detrás de los que parecen los dos colosos del torneo, España puede
situarse en un nutrido grupo de equipos que deben aspirar a medallas.
Consultando las principales casas de apuestas, nuestra selección
aparece cuarta en los pronósticos, por detrás de Grecia y justo por
delante de Francia. Ambas escuadras, helenas y galas, tienen los
suficientes mimbres para optar a medallas, pero es comprensible el
optimismo respecto a los griegos, que cuentan en sus filas con el
actual MVP de la NBA. Giannis Antetokounmpo es el gran argumento del
veterano entrenador Thanasis Skourtopoulos, quien afronta su primera
gran cita al frente de la selección de su país después de varios
años como asistente y sobre todo de una gran trayectoria en clubes
de su país. Pero es que acompañando al crack de los Bucks nos
encontramos con un buen ramillete de figuras, destacando los
exteriores Calathes y Sloukas, estrellas consagradas en Europa, junto
a jugadores que sin llegar a ese brillo tienen la solvencia de
Mantzaris o Papanikolau, y clásicos del baloncesto griego como
Printezis o Bourousis aportando la necesaria dosis de veterania.
Normal que estén en todas las quinielas para medallas. En el caso
francés, al igual que España, afrontan el desafío de la renovación
después de haber contado con la posiblemente mejor generación de su
historia encabezada por Tony Parker con Boris Diaw como el mejor
escudero posible. El hueco que dejan estos dos genios es imposible de
llenar, pero la presencia de estrellas como Batum, Fournier o De Colo
alrededor del poderoso ancla que supone la presencia de Rudy Gobert,
simplemente uno de los mejores pívots del mundo, hace comprensible
que haya que contar con los galos como candidatos a semifinales. Y en
el banquillo, claro, sigue el incombustible Vincent Collet, quien
cumple ya una década dirigiendo a la selección absoluta de su país.
No
faltan los clásicos “outsiders”, y ahí es imposible no fijarse
en Australia, quienes llegan al torneo con la vitola de haber ganado
a Estados Unidos en la preparación para este mundial, rompiendo una
racha de 78 partidos ganados de los norteamericanos. Con un sólido
bloque NBA (Mills-Dellavedova-Ingles-Baynes-Bogut) y un estilo de
juego tan vistoso como comprometido, deberían ser capaces de llegar
por lo menos a cuartos de final pese a que de salida tienen una de
las primeras fases más complicadas con Canadá y Lituania en su
mismo grupo. Otra selección a no perder de vista es Italia, ¿será
por fin el año del retorno a la auténtica élite?, que no sea por
falta de estrellas, aunque Datome y Gallinari llegan con poco rodaje
después de haber sufrido distintos percances físicos. Sólo han
jugado los dos últimos partidos de la preparación (ante Serbia y
Francia) pero parecen totalmente recuperados más allá del puntual
estado de forma. Belinelli completa el trío estelar de los
transalpinos cuyo partido clave muy posiblemente sea precisamente el
mismo que el nuestro, es decir, el que casi con toda probabilidad
dirimamos en la segunda fase frente a frente. No podemos olvidarnos
de Argentina. Nunca se han ido, y de hecho la “Generación Dorada”
se resiste a desaparecer del todo ya que Luis Scola continúa
liderando a la albiceleste con sus 39 gloriosos años de puro
talento. Claro que a este deporte se juega mucho más fácil si
tienes a tu lado un par de bases de la calidad de los madridistas
Campazzo y Laprovittola (flamante MVP de la temporada ACB, el Facu
por su parte lo ha sido de las finales), quienes junto a Gabriel Deck
forman el trío merengue, con lo cual podemos decir que hay más
madridistas en la selección argentina que en la española (dónde
sólo acuden Rudy y Llull) y que una cuarta parte del combinado de
Sergio Hernández es del Real Madrid, dentro de una selección en la
que por otra parte casi todos los jugadores tienen experiencia ACB.
Queremos meter en este, digamos, tercer grupo de selecciones
poderosas a Turquía. Pese a las reservas que se merece un combinado
que habitualmente decepciona y que sólo obtiene grandes resultados
cuando ofician de anfitriones (finalistas continentales en 2001 y del
mundo en 2010 jugando como locales), y a que su gira de preparación
preocupántemente ha ido de más a menos, llegando incluso a perder
ante Venezuela. Pero el imparable crecimiento de los Osman y Korkmaz
y el momento de madurez de Ilyasova, junto a la habitual dureza de
sus interiores (aunque llevan uno de los rosters con altura media más
baja del campeonato) hace que no sea una selección fácil para
ningún rival. Tampoco descartamos a Alemania como otro de los
equipos que pueda dar la campanada. Deberían pasar a la segunda fase
sin problemas y una vez ahí ante cualquiera de sus posibles rivales
(Australia, Lituania o Canadá) no sería nada quimérico verlos
avanzar y seguir adelante para un roster muy definido (fueron de los
primeros países en confirmar sus doce definitivos) en el que Dennis
Schroder ejerce de eléctrico jefe desde el puesto de base para una
generación de jugadores nacidos a mediados de los 90 y que sigue
creciendo unida. Hablamos de los NBA Theis y Klebber, un ex-NBA como
Zipser, o los sobradamente conocidos por su paso ACB Obst o
Voigtmann. Otro jugador conocido de nuestra liga como Robin Benzig
(llegaron a venderlo casi como un nuevo Nowitzki y se ha quedado en
un muy aprovechable alero alto gran reboteador y decente tiro
exterior) es el veterano del equipo con sólo 30 años. Hablamos por
tanto de uno de los equipos con media más joven del torneo pese a
que ningún jugador baja de los 20 años.
El Tortuga, Facu y Lapro, madridismo albiceleste. |
Hemos
hablado ya de diez equipos que sinceramente no sería nada
descabellado pensar en verlos subirse al podio (aun admitiendo que
Turquía y Alemania si serían más sorprendentes), incluso podemos
ampliar la lista a 14 si metemos a la siempre habitual Lituania,
selección a la que se le suele tildar en los últimos años de
“venida a menos” pero siempre acaba llegando lejos (pese a venir
de un noveno puesto en el último Eurobasket), y que con piezas tan
sólidas como Valanciunas, Kuzminskas o Sabonis Jr., más los
veteranos Kalnietis, Maciulis, Seibutis o Jankunas, es una selección
a colocar bajo el radar. Si no los situamos más arriba en nuestro
particular ranking es por el hecho de que tener de salida a rivales
como Australia y Canadá, y posiblemente Francia y Alemania en caso
de que accedan a la segunda fase, hace que jueguen casi sin margen de
error, debiendo ganar al menos a tres de estos cuatro rivales para
asegurarse llegar a octavos (o ganar dos y esperar otros resultados)
Precisamente a los canadienses también queremos introducir en este
cuarto grupo de candidatos a hacer grandes cosas en el mundial. Les
pasa lo mismo que a los lituanos, su camino es durísimo, y además
con un punto menos de calidad y experiencia que los de Adomaitis. Su
mayor garantía quizás resida en el banquillo, con un Nick Nurse
glorificado después de sus magistrales lecciones en los últimos
play offs NBA llevando a Toronto Raptors a un histórico título de
campeones de la mejor liga del mundo. Tienen buena dinamita exterior,
con Pangos, Cory Joseph o los hermanos Scrubb (aunque estos últimos
acaban sumando puntos gracias a que se tiran hasta las zapatillas)
pero parecen flojear un poco por dentro, donde sólo Wiltjer ofrece
ciertas garantias (por delante incluso del jugador de Toronto Chris
Boucher) Quizás sea la influencia del último partido de la gira de
preparación que enfrentó a nuestra selección, pero lo cierto es
que hemos cambiado la mirada sobre la desahuciada Rusia. Caso
italiano aparte, la selección absoluta ex-soviética supone el caso
de mayor caída en desgracia en el baloncesto internacional en los
últimos años. Si encima añadimos que no podrán contar con sus dos
jugadores más reconocibles como son Shved y Mozgov, ambos ausentes
por lesión, todo parece indicar que este no será el año de la
resurrección rusa. No obstante su lado del cuadro es relativamente
suave, y si superan esa especie de final en su partido inaugural
contra Nigeria su segunda fase no debería plantear problemas para
llegar a cuartos y colocarse entre los ocho mejores del torneo, lo
cual vista la dificultad e igualdad de este campeonato sería una
buena nota. Momento para que Karasev demuestre el jugador que pudo
llegar a ser. Tampoco queremos perder de vista al Brasil de Alexandar
Petrovic, con una de las selecciones más veteranas del torneo
(Barbosa, Huertas, Marquinhos, Varejao, Alex García... todos
superando ampliamente la treintena) llegan muy de tapado jugándose a
priori el pase a segunda ronda ante Nueva Zelanda y en segunda fase
su particular final sería ante Turquía. Al igual que Rusia, si
logran colarse entre los ocho mejores habrán cumplido con creces.
Estas
son en nuestra opinión las 14 selecciones más destacadas de este
Mundial. Lo cual no quiere decir que las 18 restantes sean comparsas.
Si alguien está pensando en posibles sorpresas no hay que descartar
a los anfitriones, cuya primera fase (Polonia, Venezuela y Costa de
Marfil) plantea incluso la posibilidad de que pasen invictos a
segunda ronda y con margen de error ante Argantina, Rusia o Nigeria.
No es nada descabellado pensar en China alcanzando cuartos de final
en un mundial por primera vez en su historia. Menos posibilidades le
damos a la otra gran selección oriental. Japón quiere seguir
creciendo de cara al mundial de 2023 en el que ejercerán de
anfitriones, y aunque muy posiblemente no pasen de primera fase
(Estados Unidos, Turquía y Chequía son sus rivales), hay que
seguirles la pista aunque sólo sea por el nombre propio de Rui
Hachimura. El número 9 del presente draft elegido por Washington
Wizards apunta a ser uno de los jugadores dominantes del comienzo del
campeonato, al menos en los tres primeros y posiblemente únicos
partidos que juegue su selección. Por otro lado, nos gusta mucho la
Nigeria de Epke Udoh, Stan Okoye, Al-Farouq Aminu, Michael Eric, Josh Okogie o el
venerable veterano Ike Diogu. Se lo juegan todo ante Rusia en su
partido inaugural, ya que tal y como hemos dicho de la selección de
Bazarevich, su segunda ronda puede ser relativamente asequible. Les
sigue faltando calidad en el puesto de base.
Hachimura, estrella emergente. |
Por
lo demás poco más a lo que aferrarse. Bien sea por lesiones y
ausencias notables (Chequia, República Dominicana) o problemas
internos que casi dan al traste con la participación en el torneo
(Venezuela), no creemos que más allá de las selecciones citadas
merezca poner demasiado foco excepto para comprobar el estado de
baloncestos muy desconocidos por la mayoría de los aficionados (caso
de por ejemplo Filipinas, país con una liga doméstica que cuenta
con un seguimiento espectacular y que oficiará de co-anfitrión
junto a Japón dentro de cuatro años) y disfrutar de las evoluciones
de jugadores que son santo y seña dentro de rosters menores (Mejri
en Túnez, Haddadi en Irán...)
¿Y
España?, pues lo dicho, la lógica invita a pensar en que nos
moveremos alrededor de la difusa línea que separa acceder a la lucha
por las medallas de la decepción de caer antes de lo deseado.
Insistimos en que muy posiblemente el partido clave sea en la segunda
fase ante Italia. Nuestras posibilidades, a nadie se le escapa, pasan
mayormente por el talento del clásico binomio base-pívot que
conforman Ricky Rubio y Marc Gasol, líderes absolutos de esta nueva
selección española que busca responder de manera positiva a la
cuestión planteada en el título de esta entrada. Si Rudy Fernández
mantiene el nivel de esta temporada en su club y sobre todo Llull es
capaz de recuperar el anterior a su terrible lesión de verano de
2017, nuestras opciones crecerán de manera exponencial en una
selección dirigida por un Sergio Scariolo absoluta garantía tan
capaz de fiar nuestro éxito a la inspiración de los jugadores ya
citados como al trabajo estajanovista de los Claver o Juancho
Hernángomez. Necesitamos más que nunca esa hiperactividad
defensiva, bosques de brazos impidiendo pases en la zona, presión en
las líneas exteriores y cerrar el rebote como si nos fuera la vida
en ello. Y es que nos va la vida en ello. La vida que puede existir
después de los “Juniors de Oro”.
Seleccionador y presidente. Quieren que siga la fiesta. |
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