Tomic levantó su primer título como capitán |
El fin de semana copero no vuelve a defraudar. Desde
el jueves hemos asistido a una serie de partidos espectaculares, buen nivel de
juego, alguna sorpresa, una actuación individual para el recuerdo, y una final
jugada a cara de perro y sólo empañada por las inexplicables decisiones (o no
decisión en algún caso) arbitrales de los últimos 20 segundos del tiempo extra.
Fin de semana que corona al Barcelona de un Pesic que parece dispuesto a romper
la hegemonía del baloncesto madridista en la ACB. En 2012 un Pablo Laso que
apenas llevaba unos pocos meses al frente del banquillo del Real Madrid hacía a
su equipo campeón de Copa en una inolvidable final en la Ciudad Condal ante un
Barcelona de Xavi Pascual que parecía inalcanzable hasta aquel momento para el
club de Chamartín. Fue la primera piedra de toque, el único título ganado aquel
primer año pero que prologó la que ha sido época más gloriosa del baloncesto
madridista de los últimos 30 años. El pasado año Pesic hacía lo mismo con el
Barcelona, conquistando únicamente la Copa después de unos años de travesía en
el desierto azulgrana. Aquella final alocada con remontada no consumada del
Real Madrid pudo ser un accidente… pero lo cierto es que el segundo título
consecutivo copero (además del actual liderato ACB) confirma la realidad de que
el Barcelona ha vuelto para quedarse.
No fue un camino fácil el de los azulgranas hasta
llegar a la final. En cuartos se midieron a un bravísimo Valencia, que
sorprendió a los de Pesic de salida (13-21 primer cuarto), el Barcelona
reaccionó en el segundo acto y a partir de ahí una igualdad tal que llevó a
ambos equipos a encarar el periodo definitivo con empate a 58 en el marcador. Igualdad
que se mantuvo durante gran parte del último cuarto, de hecho a falta de 3.52
para el partido el luminoso mostraba un 73-73 roto con un abrupto parcial de
10-0 azulgrana que inclinó la balanza del lado de los actuales líderes ACB, con
un Adam Hanga absolutamente clave en el tramo decisivo. El húngaro acabó con 12
puntos y 4 rebotes, mientras que los 17 puntos de Heurtel comenzaban a edificar
el edificio de su segundo MVP consecutivo.
En semifinales esperaba un sólido Iberostar Tenerife
que había destrozado a un decepcionante Unicaja en cuartos de final. Los de
Pesic estaban escarmentados del partido del jueves ante Valencia y salieron
dando su mejor versión de inicio. Parecía que no tendríamos partido cuando al
final del tercer cuarto el marcador reflejaba un contundente 72-52. Incluso los
de Pesic ampliarían la diferencia a 24 puntos (80-56 a falta de 6.59), pero un
parcial de 1-12 puso el partido en otra perspectiva. Aun así parecía no haber
lugar para la sorpresa, ya que hablamos de 13 puntos de ventaja cuando restaban
tan sólo 2.47 para finalizar el choque. Pero el Tenerife no perdió la fe y sus
ataques a la desesperada dieron sus frutos ante un Barcelona que sobrevivía
gracias al tiro libre. Y llegó la polémica. A falta de 20 segundos Staiger
clavaba un triple que ponía a su equipo a cuatro puntos. Acto seguido un robo
de Brussino a Ribas era sancionado con una dudosa falta personal, y la curiosa
protesta de Txus Vidorreta, de rodillas sobre el parquet, le costó una técnica
que acabó de decidir el partido.
Get on your knees, baby and pray pray pray for your love... |
Fue más plácido el camino del Real Madrid hasta una
nueva final copera. El Estudiantes apenas aguantó durante el primer cuarto,
saldado con un espectacular 29-27 a favor de los blancos. A partir de ahí los
de Berrocal no pudieron seguir el tremendo ritmo ofensivo de su rival, que
llegó a estirar la diferencia hasta esos 31 puntos poco habituales de ver en un
partido de Copa (de hecho hablamos de la segunda mayor diferencia del Real
Madrid en un partido de esta competición) Laso puso en pista a todos sus
efectivos, perfectamente dosificados, entre ellos un Felipe Reyes que se convertía
así en el jugador con más partidos coperos jugados en la historia. Una fiesta. Su
rival en semifinales sería otro histórico como el Joventut, protagonista de la
gran sorpresa del torneo al doblegar al Baskonia con una actuación histórica de
Nico Laprovittola. 36 puntos con 12 de 17 en tiros de campo, 8 de 8 en tiros
libres, 4 rebotes, 7 asistencias, 4 robos de balón y 2 tapones en poco más de
34 minutos en pista. Se fue hasta los 50 de valoración. El partido de su vida y
la mayor exhibición individual de la historia de la Copa del Rey. Descomunal.
Parecía claro por tanto que cualquier opción de los verdinegros pasaría
nuevamente por su base argentino, junto a Marko Todorovic. Tal dependencia de
un jugador se lo puso fácil a Laso. Prácticamente toda su batería de jugadores
exteriores se encargó en algún momento del marcaje al timón verdinegro, quien
naufragó durante gran parte del partido aunque al final maquilló sus números
valorando en positivo, al igual que su equipo, que finalizó con unos honrosos 12
puntos en contra después de encarar el cuarto acto 19 abajo. Un Madrid errático
en el lanzamiento exterior (entre Llull y Rudy acumularon 3 de 22 en triples)
pero apoyado en el gran momento de Randolph y Ayón.
Nadie pudo con Lapro. |
Y llegamos a la gran final. Reedición de la cita de
2018 en Las Palmas, y oportunidad por tanto para Laso y los suyos de tomarse la
revancha de aquel extraño partido dominado por el Barcelona, que llegó a tener
18 puntos de ventaja en el tercer cuarto, pero que acabó sufriendo la remontada
madridista con un último tiro triple fallado por Causeur que pudo dar la Copa a
los blancos, además del posterior rebote de Taylor con falta de Claver no
señalada por los árbitros. No hubo abrumador dominio azulgrana de inicio en
esta ocasión, pero si es cierto que los de Pesic salieron un poco mejor al
partido (16-20 primer cuarto) El Madrid apretó los dientes en defensa en el
segundo acto, pero sus precipitaciones en ataque impidieron que tomase ventajas
sólidas en el marcador. Resultado, 35-35 al descanso en un partido en el que
primaban las defensas. Después de un fin de semana de exuberancia ofensiva la
final iba a permitir pocas alegrías. Pero el Madrid volvió a bordar el
baloncesto en el tercer cuarto, con un letal Randolph desde las esquinas,
acompañado por unos Causeur y Campazzo mordiendo en defensa y agresivos en
ataque. Y Ayón, claro. Por si fuera poco Rudy se unía a la fiesta tanto en
defensa como en ataque. Un triple del mallorquín ponía la máxima diferencia del
partido, 58-41, y encendía las gradas del Palacio, que veía como a once minutos
del final el Madrid de Laso apuntaba a romper la dichosa maldición del
anfitrión copero. La diferencia con la que los azulgranas encaraban el último
cuarto sería de 14 puntos. Estupendo botín blanco, difícil misión blaugrana. Misión
que comenzó a hacerse posible en parte gracias a la relajación madridista.
Campazzo fallaba un tiro libre, Rudy perdía un balón totalmente controlado tras
rebote… pequeños indicios de que el Madrid había bajado un punto de tensión.
Todo lo contrario que el Barcelona, que subía líneas en defensa y en ataque se
lanzaba a jugar sin red. No le quedaba otro remedio. Primero Claver, luego Oriola,
posteriormente Heurtel y finalmente Kuric. Hasta cuatro triples consecutivos
sin respuesta madridista. Heurtel apuntaba al MVP con cinco puntos consecutivos
más que finalmente daban la vuelta al marcador. 61-63. Parcial de 0-17 y el
Madrid “groggy”. Tocaba levantarse y apareció el Llull de las grandes
ocasiones. Un triplazo ponía el 70-66 y volvía a levantar al público, pero tras
el tiempo muerto otro parcial de 0-8 parecía casi definitivo para la victoria
azulgrana. Cinco puntos de ese parcial llevaban la firma de Heurtel, quien
enfilaba el banquillo ante el alivio madridista (al parecer acabó el partido
aquejado de calambres en las piernas) Campazzo tomaría las riendas del ataque
madridista y mantuvo con vida a su equipo desde los tiros libres, hasta llegar
a la que parecía última posesión blanca con tres abajo y menos de medio minuto
por disputarse. Llull buscó el empate desde el triple, su fallo lo solventó
Taylor en el rebote y la bola llegó al Facu, liberado, quien sufrió la falta de
Hanga para irse a la línea con tres tiros que podían valer una prórroga. Falló
el tercero y parecía dejar la victoria copera en bandeja al Barcelona. Había
que hacer falta y mandar un jugador culé al tiro libre. El elegido fue Claver,
quien también dejó muestra de la insoportable presión de un momento así
fallando el primero y dejando cinco segundos para que Llull demostrase de nuevo
su capacidad como “clutch player” con un canastón que mandaba el partido a una
prórroga a la que era difícil saber quien llegaba mejor, ya que ambos equipos
habían tenido el partido tanto perdido como ganado. El Madrid, eso sí, contaba
con la baja de Rudy Fernández quien había tenido que abandonar la pista minutos
antes lesionado, mientras que Llull, no lo olvidemos, jugaba con unos puntos de
sutura tras un choque con Pangos.
El comienzo del tiempo extra se inició con un toma y
daca entre ambos equipos intercambiando anotación sobre todo desde el tiro
libre, hasta que a falta de menos de dos minutos el Madrid se quedó anclado en
87 puntos. Deck no aprovechó un pase debajo del aro de Campazzo y el propio
base acabó haciendo falta sobre Pangos. El canadiense sólo aprovecho uno de los
tiros, pero el fallo en el triple de Llull volvía a dar vida al Barcelona, que
en el siguiente ataque dejó una de las jugadas del partido con un pick and roll
entre Pangos y Tomic que finalizó con mate del croata sobre la cara de Ayón. Un
Madrid obligado a anotar desperdiciaba otro ataque con un intento triple del
Facu mal seleccionado. El Barcelona seguía llevándose el partido desde el tiro
libre. Ahora le tocaba a un Singleton inédito en ataque pero que demostraba su
experiencia y muñeca anotando los dos lanzamientos desde la personal. Con 87-92
y 21 segundos parecía sentenciado para el Barcelona, pero entonces llegó la
locura. Randolph daba vida al Madrid a falta de 13 segundos con un gran triple.
Ante la presión a toda cancha del Madrid Tomic encontraba a Singleton de
palomero, dispuesto a hundirla hacia abajo y sentenciar el partido, pero
Randolph apareció para soltar un hachazo desde atrás sobre el norteamericano
increíblemente no sancionado ni con falta personal. El balón acabó en las manos
de Carroll quien cruzando la pista soltó una de sus habituales “bombas” acompañada
además de falta personal de Kuric. El de Wyoming puso al Madrid uno arriba a
falta de cuatro segundos, para que tras tiempo muerto el Barcelona buscase un
balón interior desde el saque lateral. Tomic, bien defendido por Ayón y
Randolph, intentó una canasta a aro pasado pero falló en su intento y el balón
lo capturó Randolph después de que el tiro de Tomic hubiese dado primero en el
aro, no en el tablero. La acción del nacionalizado esloveno era legal a todas
luces y resulta incomprensible que tras consultar el “instant replay” los
árbitros concediesen canasta del croata y por tanto la Copa para el Barcelona
(pese a ello Llull estuvo a punto de protagonizar otro de sus milagros con un
lanzamiento triple desde su canasta) La única explicación lógica (que no
aceptable) al paripé de utilizar el “instant replay” para dar validez a una
canasta que precisamente la propia repetición demuestra que no es válida es la
de la compensación ante la tragada de silbato en la acción anterior de Randolph
sobre Singleton. Papelón por tanto para la ACB y el estamento arbitral, que ve
como su “joya de la corona”, su torneo más mimado, queda empañado por segundo
año consecutivo debido a la polémica arbitral. Casi 24 horas después de la
final nadie ha salido a intentar dar una explicación sobre el desaguisado. Es
un papelón pero lo tienen que aceptar y dar la cara. El Real Madrid ha
expresado su queja pidiendo una disculpa formal. Está en su derecho, aunque es
inevitable que al hacerlo se les recuerde la falta flagrante de Randolph no
señalada que permitió el galope y canasta de Carroll. Más preocupante, en caso
de tener alguna veracidad, son los rumores que hablan de una posible salida del
club blanco de la ACB. Hablo ahora como seguidor del equipo madridista, y
siento vergüenza de que se plantee este tema justo después de perder una final
de Copa. Otra cosa es el debate sobre el futuro del baloncesto europeo y la
supervivencia de las ligas domésticas. Todo lo que sea aspirar a escenarios
mayores me parece bien, pero la pataleta en caliente de querer abandonar la ACB
resulta tan ridícula como la del presidente de Panathinaikos la pasada
temporada amenazando con dejar la Euroliga. Parece mentira que hablemos del
club más laureado de España y de Europa, al igual que parece mentira que
históricamente haya sido tan torpedeado desde dentro (¿cuántas veces se ha hablado
de la desaparición de la sección?) Que dejen de manipular al madridismo con el
viejo victimismo. Irse… ¿a dónde?, ¿con quién?, ¿a la NBA?, ¿alguien sabe cuánto
costaría exactamente?, ¿seguiría siendo un club de socios, o una franquicia que
en cualquier momento pudiera ser vendida a otra ciudad, como ha sucedido tantas
veces a lo largo de la historia del baloncesto profesional norteamericano?,
¿una liga europea?, ¿y qué es si no la actual Euroleague, con los 16 mejores
equipos de Europa (18 la temporada que viene) jugando todos contra todos en
liga regular, clasificándose los ocho mejores para unos play offs de cuartos de
final y posterior final a cuatro? Por favor, que alguien ponga cabeza a este
sinsentido. El madridismo se defiende en la cancha, levantándose y luchando por
los otros dos títulos restantes. Una cosa es la comprensible reacción de Felipe
Reyes o de cualquier protagonista que se haya peleado en el barro durante dos
horas de baloncesto en un partido increíble, pero a nivel institucional sería
deseable otra imagen. Particularmente recuerdo escándalos mayores (la
tristemente célebre “liga de Neyro”), tocó tragar sapos y culebras, levantarse,
y seguir disfrutando de nuestro equipo y de nuestro deporte favorito.
Las imágenes del lío. |
No todo han sido malas noticias para el baloncesto
madridista. La Minicopa Endesa ha vuelto a ser levantada por los blancos, y van
ya siete años seguidos. Kaya Mutambiwra quiere seguir los pasos de los Mirotic,
Doncic o Garuba como nueva perla de la cantera madridista. El espectacular
exterior suizo fichado el pasado verano para la factoría blanca fue elegido MVP
del torneo con sus 15.2 puntos, 8 rebotes y 1.8 asistencias por partido.
Mutambiwra, la tradición continúa. |
EL QUINTETO DE LA COPA:
THOMAS HEURTEL (BARCELONA): Especialista en finales
de copa. Ya tiene tres trofeos de MVP (dos en España y uno en Turquía), único
jugador en la ACB en ganarlo dos veces de manera consecutiva. Asesino metódico:
17 puntos y 4 asistencias al Valencia, 11 y 3 al Tenerife, y 22 y 6 en la
final.
NICO LAPROVITTOLA (JOVENTUT): 36 puntos con 12 de 17
en tiros de campo, 8 de 8 en tiros libres, 4 rebotes, 7 asistencias, 4 robos de
balón y 2 tapones. 50 de valoración para eliminar a Baskonia. No pudo repetir
exhibición ante el Madrid, pero su partido de cuartos queda para la historia.
ADAM HANGA (BARCELONA): Una de las claves del buen
momento azulgrana hay que encontrarla en un Hanga que por fin recuerda al de
Baskonia. Pese a su pobre partido en la final, fue clave en la recta final ante
Valencia y mantuvo buen tono ante Tenerife.
ANTHONY RANDOLPH (REAL MADRID): La excelencia de su
muñeca y la finura de su juego se han visto acompañadas del Randolph más
competitivo y emocional que se recuerda con la camiseta blanca. Peleándose bajo
aros (6.3 rebotes por partido) y letal desde el triple (8 de 17 en el total de
los tres partidos)
GUSTAVO AYÓN (REAL MADRID): Si el Madrid hubiese
ganado la Copa, muy posiblemente hubiese sido MVP. Sus números en los tres
partidos son brutales: 16 puntos, 9 rebotes y 3 asistencias ante Estudiantes.
16-9-2 ante Joventut y 12-8-5 en la final. Y ojo, un tremendo 21 de 26 en tiros
de campo. Para mí el mejor jugador del torneo.
ENTRENADOR:
SVETISLAV PESIC (BARCELONA): Hay que reconocer el
mérito de Pesic, al que se le veía como un entrenador jubilado ejemplo de otra
época de baloncesto (época más aburrida, todo hay que decirlo) pero que ha
sabido reinventarse en este nuevo basket de alta velocidad. Su Barcelona no
necesita agotar la posesión y girar en torno al hombre alto (Tomic, cada vez menos
referente), libertad para correr, mucho 2x2 en estático, y por supuesto
intensidad defensiva. Ha encontrado la tecla. En sus cuatro temporadas como
entrenador azulgrana ha ganado la Copa en tres ocasiones. Tremenda efectividad.
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