martes, 8 de junio de 2021

UN IDILIO QUE NO CESA

 

Eli Ndiaye toma el relevo.


El Real Madrid U18 vuelve a proclamarse campeón del Adidas Next Generation Tournament, lo que viene a ser a todos los efectos la Euroliga Junior. Es su tercer entorchado, empatando con el CSKA (campeón entre 2004 y 2006 de manera consecutiva) como club con más títulos de este torneo. Pero con enormes diferencias respecto a los años del dominio moscovita.


Para empezar la competitividad y dificultad del campeonato. En aquellos primeros años las ediciones las disputaban entre seis y ocho equipos, muy lejos de los 25 actuales. La constelación de “prospects” tampoco tiene parangón casi dos décadas después, y es que los jugadores que acabaron siendo estrellas salidos de los rosters de aquellos CSKA casi se pueden contar con los dedos de una mano. El fallido Yaroslav Korolev aparece en 2005. Un jugador que llegó a ser nada menos que número 12 en el draft de la NBA de aquel año (un puesto por debajo de Fran Vázquez) pero dos temporadas en la mejor liga del mundo sin apenas minutos le bastaron para volver a Europa, donde tampoco llegó a explotar como el jugador que se esperaba, comenzando un periplo continental entre Rusia, España y Grecia y retirándose apenas rebasada la treintena siendo el Navarra en LEB Oro su último club profesional. En 2006 reluce el nombre de Alexey Shved, jugador mejor pagado en Europa hasta la llegada de Mirotic y de calidad tan incontestable como dudosa su capacidad de liderazgo. Lo tenía todo para ser un conquistador de títulos y se ha quedado en un coleccionista de estadísticas individuales. A su lado en aquel roster estaba el escolta Dmitry Golovin, quien tuvo una interesante carrera en Rusia aunque sin llegar a ser referente en ninguna escuadra. Zavourev (MVP en 2004 y 2005) y Nelyubov (escogido el mejor en 2006) apenas sonarán al aficionado tangencial ya que nunca llegaron a salir de Rusia (en el caso de Nelyubov, para ser rigurosos, también jugó en equipos lituanos y el estonio Taru Rock) Claro que si hablamos de jugadores que más allá de su calidad individual y foco mediático para llamar la atención incluso a franquicias NBA hayan sido referentes posteriormente en el primer equipo, el nombre más fulgurante debe ser el de Nikita Kurbanov, el último santo y seña, último exponente de la vieja guardia de un CSKA con el que ha ganado tres euroligas, y ya uno de los mejores en la final de su torneo U18 frente a un Siena donde encontrábamos nombres como el de Luca Vitali o un jovencísimo Luigi Datome (sólo contaba con 16 años de edad) Como curiosidad, al lado de Kurbanov jugaba un escolta saltarín obsesionado con Vince Carter llamado Igor Tkachenko, de quien se dice que ha sido uno de los mejores “matadores” blancos nunca vistos. Lástima que no desarrollase su juego más allá de hundir la bola en el aro.


Kurbanov, referente del CSKA.



Sin embargo los tres ANGT (o en puridad, NIJT, ya que en aquel momento el patrocinador era Nike y la denominación Nike International Junior Tournament) conquistados por el Real Madrid ofrecen un listado mucho más ilustre que el de los tres entorchados rusos. Después de intentos fallidos como los de 2008 y 2009, en el que unos rosters comandados por Mirotic (según la organización llegó a 84 de valoración en un partido) caía en la primera fase ante equipos como el Zalgiris de Motiejunas, el FMP de Dejan Musli o el Lietuvos Rytas de Valanciunas, y unos años de transición en los que aparecen nombres del calibre de Dani Díez, Willy Hernángomez, Jonathan Barreiro o Samba Ndiaye, en 2014 comienzan los éxitos, llegando a la primera final y cayendo ante el Estrella Roja. Repetían Barreiro y Samba, pero llegaban jugadores como Cate, De la Rua o Yusta. La cosa empezaba a pintar bien.


En 2015, estrenando la era Adidas, los blancos mostraban una plantilla que ya podemos considerar histórica, comandados por quien apunta a ser mejor jugador europeo de todos los tiempos. Un Luka Doncic que pese a ser dos años menos que la mayoría de sus rivales y compañeros dominaba el torneo a placer y demostraba que aquella categoría se le quedaba pequeña. Junto a él los ya citados Yusta, Barreiro, De la Rua, Samba o Cate, demostrando que el esloveno era el indiscutible factor diferencial respecto al año anterior. La trayectoria era inmaculada, 9 partidos con 9 victorias y la venganza ante Estrella Roja en la final.


En 2016, sin Doncic pero con Radoncic, otra vez el Estrella Roja se cruzaba en su camino y les cercenaba el camino a la gran final, en la que el Barcelona de Eric Vila, Aleix Font, Sergi Martínez y Rodions Kurucs se proclamaba campeón (su único título). En 2017 una derrota ante el Mega de Belgrado (con Goga Bitadze como jugador referente) les privaba de llegar a la final. Los serbios perderían posteriormente ante un París en el que aunque Ivan Fevrier fue elegido MVP hasta el momento quien mejor carrera parece llevar es Theo Maledon, enrolado en esos jovencísimos Oklahoma City Thunder que apuntan a lenta reconstrucción.


2018 vio coronarse a un gran Lietuvos Rytas, invicto en sus ocho partidos disputados, pero la cantera madridista mostraba su capacidad de renovación con un roster en el que destacaban los nombres de Usman Garuba y Mario Nakic, además de Melwin Pantzar, Amar Sylla o Golden Dike. De hecho el Real Madrid sería el equipo que puso en más dificultades a los lituanos, perdiendo sólo de cuatro puntos, la menor diferencia en las ocho victorias de los de Vilnius. Al año siguiente todos estos jugadores (excepto Pantzar) se resarcirían en otra escuadra ya mítica en la historia de la cantera madridista, sumando elementos como Matteo Spagnolo o Boris Tisma. Arrasarían ganando sus ocho partidos con auténticas palizas a todos sus rivales, incluyendo el serbio Mega en la final. Mario Nakic sería coronado justo MVP, aunque Usman Garuba ya dejaba muestras de su calidad.


En 2020 no se disputó fase final por las razones que todo el mundo conoce, cortando la progresión de un Real Madrid que caminaba invicto (cuatro partidos, cuatro victorias) con la misma suficiencia que el año anterior. Nakic y Garuba daban paso a los Eli Ndiaye, Juan Núñez, Urban Klavzar, Tristan Vukcevic, Kostadinov y el hermano menor de Usman Garuba, el alero Sediq. Todos ellos jugadores que se han desquitado este año, repitiendo el título de 2019 y de igual manera sin perder un partido, con Ndiaye tomando el relevo de Nakic como MVP. En total el Real Madrid lleva 21 victorias consecutivas en este torneo, ya que se despidieron de la edición de 2018 ganando al Mega, y tanto en 2019 y 2021 como en el inconcluso torneo de 2020 no han conocido la derrota.


Pero hay que reconocer que este año lo han tenido mucho más complicado gracias a un enorme y competitivo Barcelona. Los azulgrana sólo mordieron el polvo en la gran final ante el Real Madrid y en la prórroga. Las sensaciones dejadas por los Caicedo, Bonilla, Nnaji o Villar es que bien pudieran haberse proclamado campeones en varias de las ediciones pasadas, de no encontrarse frente a una generación tan impresionante como la actual madridista. Pese a los comprensibles fallos en la final (incluso vimos a un tirador tan fiable como Klavzar fallar dos tiros libres seguidos en el “clutch time”) lo cierto es que ambos equipos han regalado un gran torneo y una gran final a los aficionados. Estupenda noticia para el baloncesto español que asegura el relevo, pese a los apocalípticos que llevan años pronosticando el declive de nuestro deporte de la canasta, entre ellos muchos despistados que rozando la xenofobia braman reclamando unos equipos filiales repletos de chicos blancos, con pureza de raza y ocho apellidos castellanos. Pero lo cierto es que tanto en Real Madrid como Barcelona encontramos argumentos de sobra para considerarlos actualmente magníficos viveros para la selección absoluta senior. Cuesta pensar que no vaya a ser así en los casos de Juan Núñez, Eli Ndiaye, Sediq Garuba, Gael Bonilla, Rafa Villar o Michael Caicedo. Qué nadie lo dude. El futuro está asegurado. El presente también.


  

Núñez a la izquierda, Caicedo a la derecha (entre medias Pablo Tamba y Pablo León) con los U16 campeones de Europa. Nos darán más alegrías.



lunes, 7 de junio de 2021

NARRAR LOS PRODIGIOS

 







Para lo que hemos quedado. Ya casi ni celebramos los aniversarios, pero digo yo que cumplir una década bien merece una actualización. Y es que en efecto hace diez años publicábamos la primera entrada de este blog, de modo que aquí estoy cual Cenicienta antes de que me den las doce para cumplir con la obligada celebración.



Aquel 7 de Junio de 2011 comenzaba El Tirador Melancólico con esa fuerza inusitada de los nuevos proyectos. Aquellos primeros años fueron magníficos y prolíficos en cuanto a cantidad y (modestamente creo) calidad de los artículos. Eran otros tiempos. El yugo laboral, la desidia, la perdida de tiempo en debates en redes sociales y posteriormente la pandemia fueron devastando la continuidad de este espacio que no logro recuperar salvo momentos esporádicos.



No me he desenganchado de este deporte, más bien al contrario, disfrutando de una oferta más suculenta que nunca. Precisamente viendo hoy el magazine de Movistar + “Basket al día” y su recuerdo al aniversario del fallecimiento de Drazen Petrovic observé que hoy hacía diez años del comienzo de este blog. No fue premeditado pero quiso la casualidad que abriese fuego el mismo día que se cumplían ya nada menos que 18 años de la desaparición del inolvidable mito de Sibenik. Tenía tan solo 28 años, de modo que muy posiblemente el destino y la carretera nos han privado de los que a buen seguro serían los mejores años de la carrera del astro croata.



Iniciaba el camino del Tirador Melancólico convencido de que el baloncesto vivía un momento realmente excitante y que merecía la pena detenerse a contarlo. Al poco tiempo me di cuenta de que iban a verse superadas todas las expectativas. La llegada de Laso al Real Madrid dotó al basket continental de una fiereza ofensiva que recuperó espectadores para la causa como hacía décadas que no veíamos, mientras que en la NBA Steve Kerr se entregaba a un Stephen Curry decidido a reventar cualquier convencionalismo sobre vías de anotación y capacidad para reventar partidos lejos del aro. Han sido diez años fantásticos, en los que hemos despedido de las canchas a Duncan, Nowitzki o Navarro y en los que hemos saludado las llegadas de los Antetokounmpo, Doncic, Young o Garuba. Mientras tanto no hemos dejado de admirar la resistencia de los LeBron James, Pau Gasol o Felipe Reyes como incombustibles elementos de competitividad impasibles a los cambios de tendencia o modas pasajeras.



En la misma edición de “Basket al día” de hoy el felizmente recuperado Álex Abrines (tremenda su actual campaña como gran exponente nacional hoy día de lo que es un “3&D”) hablaba de su ex -compañero en la NBA Russell Westbrook y como no comprendía a los numerosos “haters” que el multidisciplinar base acumula, reconociendo que por encima de todo su sentimiento hacía ellos era el de lástima porque considerándose fans del baloncesto son incapaces de disfrutar de una era, la actual, plagada de prodigios y a la que el paso del tiempo colocará en el lugar que merece. Es el mismo sentimiento que me ha acompañado a mí cada vez que he intentado abrir los ojos a esos aficionados (más bien ex -aficionados) presos de nostalgia y amargados entre los barrotes de las rejas del pasado. No puede haber nada más triste que pensar que ya has visto los mejores años de tu deporte favorito.



Ese sentimiento figura a la vez como motor y acicate para el humilde cronista que diez años después sigue pensando que su función es la misma, y es que alguien tiene que narrar los prodigios.



Toca volver a coger impulso