martes, 31 de julio de 2018

DON PABLO EL VIRTUOSO






La lesión de Llull marcaría la nueva temporada.




De las muchas acepciones que la RAE atribuye a la palabra “virtud” las dos primeras dicen literalmente “actividad o fuerza de las cosas para producir o causar sus efectos” y “eficacia de una cosa para conservar o restablecer la salud corporal”. No encuentro mejores palabras para describir el trabajo de Pablo Laso al frente del Real Madrid durante la temporada 2017-18, un curso que, tal y como se ha desarrollado y una vez visto el resultado final significa el mejor año del vitoriano como entrenador madridista, pese a que para los libros de historia siempre quedará el 2015 como el de la “perfect season”, cuando todos los títulos posibles acabaron en las vitrinas blancas con Laso en el banquillo. Pero las peculiaridades y circunstancias acaecidas durante la pasada y accidentada temporada dan otra dimensión al trabajo del entrenador que ha de juzgarse en su justa medida. En la capacidad de hacer de la necesidad virtud y a pesar de haber visto pasar a prácticamente todos sus jugadores por la enfermería, en algunos casos con lesiones tan graves como las de Sergio Llull o Ognjen Kuzmic, acabar dominando las ligas europea y doméstica. Y es que cuanto más debilitado parecía el equipo por las lesiones, más fortaleza sacaba Laso apoyado en unos jugadores de fidelidad indiscutible a la causa (sólo el señalado Anthony Randolph ha parecido vivir en su particular galaxia… pese a su gran comienzo de temporada hasta que precisamente fue de los primeros en caer lesionado cuando se le salió el hombro frente al CSKA Moscú en el segundo partido de Euroliga) que no tuvieron problemas en aceptar roles distintos o jugar en posiciones no habituales. 




Randolph, empezó como un tiro... hasta que se le salió el hombro.





El juicio a lo que sería la brillante temporada 2017-18 comienza a gestarse, no puede ser de otro modo, cuando aquella fatídica noche de Agosto de 2017 Sergio Llull se rompía el ligamento cruzado en un partido amistoso de preparación para el Eurobasket frente a Bélgica. La selección española perdía a uno de sus baluartes, pero Pablo Laso perdía a quien había sido su líder en las dos anteriores temporadas, al en aquel momento vigente MVP de Euroliga, ACB y Copa del Rey. El hombre de las canastas milagrosas para quien no existe la palabra imposible. La lesión no ofrecía dudas al respecto, Llull no volvería a las canchas hasta entrada la primavera de 2018.




No hubo nerviosismo en el club pese a una baja de tal calibre. La confianza en la progresión de Campazzo y sobre todo Doncic era absoluta, y no es hasta Octubre cuando se refuerza la posición de base con un fichaje de perfil tan bajo como el de Chasson Randle.




Pese a que la ausencia de Llull ya de por sí hubiera significado un drama en otro equipo, contexto y circunstancias, nada que ver con los malabarismos que tuvo que hacer Laso para mantener ciertas consistencia en su juego interior. En el ya mencionado partido de Euroliga ante CSKA los blancos perdían a la torre serbia Ognjen Kuzmic para toda la temporada, y a Anthony Randolph, quien estaba siendo el mejor jugador del comienzo de temporada (20 de valoración media en ACB) para varias semanas. Aquella victoria ante los rusos, anticipando la gran semifinal por el cetro europeo que protagonizarían meses después, le salía cara al Real Madrid, perdiendo al gran fichaje interior para el curso y cercenando el gran momento de forma del siempre inestable Randolph, incapaz de volver a alcanzar el nivel demostrado durante aquellos primeros partidos (con exhibiciones como sus 26 puntos y 8 rebotes en Bilbao, o 18 puntos y 6 rechaces frente al Valencia, o 12+8 y 21 de valoración en Estambul ante el Efes en la primera jornada euroliguera) 



Jaque a la torre. Laso se quedó sin Kuzmic.
  




Aquello fue sólo el principio. Thompkins se ausentaría varias semanas para atender a su madre enferma, tristemente fallecida al final de la temporada, y Gustavo Ayón tenía que pasar por el quirófano para tratarse de una lesión en el hombro que le dejaría en el dique seco durante nada menos que cuatro meses, prácticamente media temporada. A diferencia de lo ocurrido en el juego exterior con el fichaje de Randle, para la pintura la apuesta si fue fuerte. Walter “Eddy” Tavares, el gigante caboverdiano que deslumbrara años atrás en Las Palmas pero no había logrado encontrar su sitio en la NBA, llegaba al club blanco con las habituales dudas sobre si un jugador de su perfil encajaría en el supersónico Real Madrid de Laso, dudas disipadas con el paso de las jornadas. Pero hasta llegar a aquel momento de adaptación, los blancos sufrieron en no pocos partidos dentro de la zona, con Maciulis y Yusta teniendo que echar una mano en la posición de “cuatro” y el gran capitán Felipe Reyes multiplicándose para seguir agrandando su leyenda.




El camino en Europa era tortuoso. Las lesiones se hacían notar en las tendencias tan extremas durante gran parte del curso (contando los cuatro primeros partidos por victorias, ganando sólo uno de los siete siguientes, y volviendo a ganar los siete posteriores) Sin embargo y pese a la dureza de la máxima competición continental, la tabla ACB era liderada por los blancos con insultante autoridad. Equipos como Barcelona, Baskonia, Unicaja y Valencia eran incapaces de seguir el ritmo de los de Laso, pero además de eso su clasificación europea era sensiblemente peor, pese a no sufrir la plaga de lesiones blanca (sólo el caso taronja se podría llegar a comparar en parte) Gran parte del éxito madridista recaía en un Doncic que adoptaba el papel de líder con pasmosa naturalidad, acumulando galardones y mvps semanales y mensuales a una edad a la que Drazen Petrovic, recordémoslo, todavía jugaba en Sibenik y no conocía la Copa de Europa. Pero además del genio esloveno, la habitual coralidad que siempre ha rodeado al equipo de Laso era patente, recuperando al mejor Rudy en mucho tiempo y tirando de seguros de vida como Carroll o Felipe. Veteranía al poder. Esta reivindicación del jugador maduro alcanzaría su máxima expresión en la inolvidable y durísima eliminatoria de cuartos de final de Euroliga ante Panathinaikos, con precisamente estos tres jugadores echándose el equipo a la espalda. Tras el cuarto y definitivo partido de aquella serie Laso nos dejaba unas imágenes que ya son historia del Real Madrid, con su emotiva charla en el vestuario ante unos jugadores que habían sufrido una barbaridad durante todo el curso hasta llegar a una nueva edición de una Final Four, algo que ya de por sí era un éxito independientemente de lo que pasara en Belgrado. 



Los veteranos, con el capitán a la cabeza, acudieron al rescate.





En aquella charla Pablo enumeraba una por una las desgracias sufridas en el seno de la plantilla, señalando a cada jugador con su particular Vía Crucis. En ese sentido nosotros también queremos refrescar la memoria a ese aficionado (cada vez más difícil de encontrar) que niega la labor de Laso en la impresionante colección de títulos en los siete años que el vitoriano lleva sentado en el banquillo del club de la capital de España.




En total el Real Madrid 2017-18 ha disputado nada menos que 83 partidos oficiales. Es decir, más que cualquier franquicia NBA que no haya llegado a los play offs. El desglose es uno de Supercopa (derrota ante Gran Canaria en Las Palmas), 34 de liga regular ACB (balance 30-4), tres de Copa (derrota en la final ante Barcelona), 30 de regular season europea (19-11), 4 de cuartos de final (3-1), 2 de Final Four (ambos con victoria), y 9 de play offs ACB (sólo una derrota, en las finales) El balance total es de 64 victorias y 19 derrotas.




El número de jugadores utilizado por Laso esta temporada ha sido 19, contando a los vinculados (es decir, canteranos) Yusta, Radoncic, Pantzar y Nakic. Este es el desglose en partidos (en la categoría ACB englobamos tanto liga regular como play offs, además de Copa y Supercopa, y en Euroliga tanto liga regular como play offs y Final Four):




Jaycee Carroll        82 (46 ACB + 36 Euroliga)

Felipe Reyes           78  (43 ACB + 35 Euroliga)

Fabien Causeur      78 (42 ACB + 36 Euroliga)

Luka Doncic           74 (41 ACB +33 Euroliga)

Jeff Taylor              71 (37 ACB +34 Euroliga)

Rudy Fernández     69 (38 ACB +31 Euroliga)

Walter Tavares       68 (39 ACB + 29 Euroliga )

Facu Campazzo      67 (37 ACB +30 Euroliga)

Trey Thompkins     60 (31 ACB + 29 Euroliga)

Anthony Randolph 50 (29 ACB + 21 Euroliga)

Santi Yusta             49  (33 ACB +16 Euroliga)

Chasson Randle     46  (23 ACB + 23 Euroliga)

Gustavo Ayón        44  (26 ACB + 18 Euroliga)

Jonas Maciulis        36 (14 ACB + 22 Euroliga)

Dino Radoncic        31  (24 ACB + 7  Euroliga)

Sergio Llull            18   (14 ACB + 4  Euroliga)

Ognjen Kuzmic       7    (5 ACB  + 2  Euroliga)

Melwin Pantzar       4    (4 ACB)

Mario Nakic            1    (1 ACB)




Como se ve, sólo Carroll, Causeur y Felipe, que apenas han parado por descanso y pequeñas molestias, pueden decir que han vivido una temporada realmente “sana”. Luka Doncic, en un curso absolutamente descomunal, tuvo que parar por una lesión en el bíceps durante un mes tan decisivo como Marzo. El resto es historia conocida. Resultaba desolador acudir al Palacio en invierno y llegar a ver por momentos hasta cinco jugadores de primer nivel lesionados y vestidos de largo apoyando a sus compañeros (así sucedió cuando coincidieron Llull, Taylor, Randolph, Ayón y Kuzmic), y pese a que la llegada de la primavera parecía traer buenas noticias para Laso, aún tuvo que seguir haciendo encaje de bolillos, como cuando el Facu Campazzo (otro que sale reforzado tras una estupenda campaña) tuvo que pasar por el quirófano a finales de Marzo para tratarse de la rodilla al mismo tiempo que Doncic sufría las mencionadas molestias en el bíceps, todo ello unido a que Llull seguía entre algodones. El Real Madrid acaba la liga regular en Las Palmas de Gran Canaria sin ninguno de sus tres bases y dando minutos al adolescente Melwin Pantzar, quien parece contar para la próxima temporada para Pablo Laso en otra demostración de su confianza con los jugadores jóvenes y su capacidad (otra virtud más) para hacerlos progresar. A todo esto un Jonas Maciulis cada vez más residual dejaba el club mediada la temporada en busca de más minutos, dejando al vitoriano sin uno de sus jugadores más espartanos, quien pese a no tener el rol importante de pasadas temporadas su concurso como falso cuatro se antojaba básico dados los problemas en la pintura del equipo madridista.


Pantzar, el último padawan del maestro Laso.





A partir de ahí, una trayectoria en play offs impecable, con ocho victorias y una sola derrota, en el primer partido de las finales ante Baskonia, derrota que de nuevo encendía el nivel de crítica de manera injusta sobre Laso. Unas finales en las que por cierto el equipo blanco anota la brutal cifra de 91.75 puntos por partido. Venganza consumada ante un Pedro Martínez al que no es habitual verle encajar tal cantidad de puntos, y la guinda definitiva a una temporada de prodigios y malabarismos por parte del técnico blanco, capaz de transformar a su equipo tanto en el “juggernaut” defensivo de la granítica eliminatoria ante Panathinaikos en Euroliga como en la apisonadora ofensiva que en semifinales y finales por el título ACB pasa de los 90 puntos por partido con una facilidad insultante. 




El Real Madrid ha finalizado otra temporada gloriosa con Pablo Laso en el banquillo. Un soberbio doblete que lo corona como campeón nacional y continental. Una piedra más en el sólido edificio que comenzó a cimentarse en el verano de 2011 con la llegada de Laso a la casa blanca. Pero más allá de un simple dato numérico para Wikipedia y enciclopedias deportivas, estamos convencidos que escudriñando en el futuro en la particular temporada 2017-18 del baloncesto madridista con todos los contratiempos ya señalados en esta entrada, se recordará como la más meritoria de Pablo Laso, ya leyenda madridista por auténticos méritos propios. 



Sufrir como nunca, ganar como siempre.