miércoles, 6 de octubre de 2021

LAS CANCHAS VACÍAS







Tenía pensado titular esta entrada “La vida sin Pau” pero sería injusto circunscribir la vida al baloncesto. En cierta manera la vida de Pau Gasol no ha hecho más que comenzar. Pero también es cierto que la retirada del mejor jugador de nuestra historia nos sumerge de alguna manera en un estado de orfandad, nos empuja a un vacío existencial que a corto plazo parece imposible de llenar. Hablamos de un ser humano que llevó nuestro baloncesto a una dimensión superior tanto en lo individual como en lo colectivo. 


Y aunque he optado por este título de tintes melodramáticos y melancólicos, dibujando esa añoranza crepuscular de una cancha vacía sin la imponente sombra de Pau Gasol, posiblemente nuestras pistas de baloncesto estén hoy día más llenas que nunca gracias a la influencia ejercida por Pau sobre nuestro deporte y nuestra sociedad (como si ambas cosas no debieran ir siempre unidas de la mano) y sin ir más lejos hoy mismo muchos chavales se estén preguntando qué es eso de la “triple amenaza” a la que ayer se refirió Pau en los primeros minutos de una rueda de prensa que destilaba puro amor por el baloncesto, refiriendo la anécdota de uno de los conceptos básicos que debe aprender cualquier joven jugador (la triple amenaza del bote, pase y tiro desde la misma posición)


Tiempo habrá para glosar como es debido la figura de un campeón continental y mundial de selecciones, triple medallista olímpico y ganador de dos anillos NBA con unos Los Angeles Lakers que ya han asegurado que colgarán su camiseta con el número 16 del techo del Staples Center. De momento queda fijar la tarde del 5 de Octubre de 2021 como un momento histórico para la sociedad española, momento que lejos de señalarlo como un acto de tristeza supone la celebración de toda una carrera de éxitos y hazañas que millones de españoles hemos acompañado desde nuestro anonimato. La vida baloncestística de Pau se podría resumir en algo que escribí durante el Eurobasket de 2015, cuando en el partido ante Francia el de Sant Boi llevaba dentro suyo más de 45 millones de españoles. Quizás aquel fue el momento cumbre de una carrera tan plagada de highlights que hasta parece obsceno imponer uno por encima del resto. 


En un país tan dado a fustigarse por sus defectos, en el que mirábamos de reojo hace semanas a Francia despedir al actor Jean Paul Belmondo con los honores que su figura merece, hay que congratularse por una despedida ejemplar como la de Pau en la que no se ha podido vislumbrar grieta alguna. Pau de nuevo ha vuelto a meterse entre pecho y espalda a los más de 45 millones de españoles. Esos millones de españoles que van a impedir que nuestras canchas, nuestras vidas, queden vacías.


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