Laso pierde su prolongación en la pista. |
La sexta temporada de Pablo Laso al frente del Real
Madrid supone, en la medida de lo posible, una apuesta por la continuidad.
Parece lo más consecuente tratándose de un equipo que en la etapa con el
vitoriano al frente ha ganado una euroliga, tres ligas, cuatro copas, tres
supercopas y una intercontinental, además de haber disputado prácticamente
todas las finales posibles. Dominador absoluto del baloncesto nacional y
consolidado entre los grandes de Europa. Con la tranquilidad del trabajo bien
hecho durante estos cinco años y sin cargarse de presión alguna por muy Real
Madrid que sea, se ha podido incluso apostar por darles otra oportunidad a jugadores
como Jeff Taylor o Trey Thompkins, quienes no tuvieron el impacto previsto en
su primer año de blanco. Los nuevos fichajes llegan para cubrir las salidas,
alguna no deseada, como la de Sergio Rodríguez, rumbo a la NBA con una suculenta oferta de Philadelphia 76ers bajo el brazo. Su puesto lo ocupará un
viejo conocido como Dontaye Draper. En las alas la continuidad es casi
absoluta, excepto por la salida de K.C.Rivers y la llegada de Alex Suárez. Las
otras dos caras nuevas las encontramos en el juego interior. Con Willy
Hernángomez saltando el charco al igual que el Chacho para enrolarse en los
Knicks de New York y Lima cedido al Zalgiris Kaunas (además de la baja del “parche”,
con todos los respetos, que fue el fichaje de Ndour, quien compartirá vestuario
con Willy en New York), y después de lo ardua que resultó la renovación de
Gustavo Ayón, la secretaria técnica del club blanco buscó reforzarse por dentro
con dos fichajes de relumbrón: Anthony Randolph y Othello Hunter.
Cinco bajas y cuatro altas en una plantilla que aún
sin oficializarse el fichaje de Hunter (30 años) era la más veterana de la
próxima Liga Endesa según una estadística publicada por el diario Marca el
pasado fin de semana. Aunque siempre gusta ver sangre joven en el equipo, no
debería inquietar este dato al aficionado madridista, sabedor del magnífico
trabajo de cantera que se está haciendo en la entidad blanca y el ramillete de
figuras que vienen detrás, las cuales deberían ir entrando poco a poco en el
sistema de Laso aun siendo conscientes de que la exigencia de un club ganador
en ocasiones acaba fagocitando el talento debido a la falta de paciencia y esa
exigencia en resultados inmediatos. No obstante, obviando temas generacionales,
un primer vistazo al nuevo roster blanco arroja la sensación de que nos
encontramos una plantilla con menos capacidad para el ritmo alto (seña de
identidad de Laso), la velocidad, las transiciones ofensivas, y más física y
granítica que en temporadas pasadas. Pablo Laso ha hecho un trabajo
extraordinario sabiendo sacar las mejores virtudes de unos jugadores dotados
para un baloncesto alegre y vertical que buscaba el aro rival antes de que el
equipo contrario formase su defensa. Es en ese aspecto donde el nuevo Real
Madrid puede ofrecer más dudas, al perder al Chacho Rodríguez, prolongación de
Laso en la pista junto a un Llull que se queda solo como base revolucionario. En
su anterior etapa al servicio de Laso Draper fue el tercer base del equipo,
especializado como “stopper” ante bases rivales y jugando escasos minutos,
normalmente en el inicio de los terceros cuartos. Verá incrementada su
presencia en pista notablemente, la pregunta es, ¿será capaz de adaptarse a la
velocidad de crucero del gusto de Laso, o será el entrenador quien pida al
equipo bajar revoluciones cuando el nativo de Baltimore esté en pista? La perla
eslovena Luka Doncic también debería ver aumentado su número de minutos con la
salida del Chacho. Es uno de los favoritos de la grada (ya decimos que al
público siempre le gusta ver sangre joven), y aunque su físico pueda seguir
albergando dudas sobre si su puesto ideal es el de base, Laso ya demostró con
Llull su capacidad para derribar prejuicios sobre una posición que el
entrenador vitoriano dominó a la perfección en su época de jugador. Lo cierto
es que se va a echar de menos a Sergio Rodríguez y su varita mágica, pero
debemos seguir pensando en un Real Madrid tremendamente descarado en ataque a
partir del arrojo de sus bases.
En los aleros como decimos apenas hay cambios. Rivers
no llegó a enamorar como en su anterior paso por el equipo blanco y no parece
que se le vaya a echar mucho de menos. Suárez llega para cumplir cupos
nacionales, tratará de aprovechar cualquier ocasión que se le presente, y
seguirá buscando progresar y definir su juego entre las posiciones de 3 y de 4.
El peso en las alas realmente lo seguirán llevando Rudy Fernández, aportando en
todas las facetas y rezando para que su espalda deje de martirizarle, Jaycee
Carroll, envejeciendo como el buen vino (el año pasado dejó un brutal 53% en
triples en liga regular, el mejor porcentaje de su carrera), y Jonas Maciulis, “la
tanqueta de Kaunas”, que diría Lalo Alzueta, haciendo honor a su apodo.
Pegamento para el equipo. Y Llull, claro, que seguirá teniendo sus minutos como
escolta. Taylor no convenció en líneas generales al aficionado la pasada
temporada, pero Laso confía en él y sabe de sus prestaciones defensivas, tan
necesarias en un equipo que busca correr y no puede hacerlo si no muerde atrás
(parece mentira pero todavía hay que explicar a algunos que acusan a equipos
con esta filosofía de no defender, de que el contraataque nace precisamente de
la defensa)
Jaycee Carroll, el tiro nunca se deja de mejorar. |
En los hombres altos es donde más ilusionante se
presenta el Real Madrid de Laso 6.0. Una batería de hombres temible,
necesariamente bien dosificados (Felipe Reyes está en 36 años, Nocioni en Noviembre
cumplirá 37) Cantidad y calidad. Ayón seguirá siendo la pieza angular. No hay
un pívot en Europa que se pueda adaptar mejor a lo que pide Laso. Capacidad
para aprovechar los espacios e incluso correr la pista, manos rápidas y buena
defensa de anticipación. La pasada temporada le vimos ampliar su repertorio
defensivo robando constantemente balones exteriores. Tendrá que rotar en ACB
con Thompkins y Randolph, al ser los tres extracomunitarios (no así en Euroliga
donde podrán ir convocados todos ellos), pero no cabe duda de que dentro de
esta terna es el favorito para Laso. Se lo ha ganado. Cómo se ha ganado Felipe Reyes
seguir siendo uno de los pesos pesados del equipo, no sólo por su ascendencia
como capitán dentro del vestuario, si no por su rendimiento fuera de dudas en
la pista. Si estamos viviendo la cuesta abajo de su carrera, la lentitud con la
que se está produciendo hace que tengamos Felipe para rato. El Chapu Nocioni
compensa su falta de piernas con su enorme corazón competitivo, y siempre
aparece cuando se le espera. Quizás dormite durante el invierno pero con los
títulos en juego impondrá la baza de la veteranía. Othello Hunter llega como un
nuevo Marcus Slaughter, pero con mejor mano. Al igual que el actual jugador del
Darussafaka, su anterior experiencia ACB fue en Valladolid, y como el bueno de
Marcus, su solo nombre impone. Si Slaughter significa “masacre” o “matanza”, en
Hunter tenemos a todo un “cazador”, y con nombre shakesperiano. Es un clásico
de la Euroliga, tras disputarla con el Siena y el Olympiacos. Su pasaporte
liberiano (cotonou) es otro gran punto a su favor. Anthony Randolph era posiblemente el
jugador más deseado de este verano tras su exitosa campaña en el Lokomotiv
Kuban, recordando a aquel proyecto de estrella que vimos en la NBA a principios de la década (llegó a compartir vestuario con Ricky Rubio en Minnesotta) El Madrid no lo dejó escapar previendo una posible salida de Ayón. En
principio rotará con Thompkins, siendo dos jugadores con ciertas similitudes,
exquisita técnica individual y buena mano, pero no especialmente agresivos en
su juego y con cierta alergia a la zona. No obstante no descartemos que Laso,
el técnico de la heterodoxia, sea capaz de hacer jugar juntos a estos dos
talentos. Sería auténtico encaje de bolillos. Tanto Trey como Randolph
garantizan peligro de cara al aro rival, pero será necesario compensarlo con
las dotes de testiculina necesarias cuando tengan enfrente al Epke Udoh de
turno. Ahí es donde entrarán de nuevo en juego los corajudos Felipe o Nocioni,
y por supuesto un Gustavo Ayón por quien seguirá pasando todo el juego interior
del equipo de Laso.
En definitiva, optimismo para el campeón, que ha
compensado sus bajas de la mejor manera posible. Hay más física pero se
mantiene la química. No hay obsesión por sustituir al Chacho por una sencilla
razón: la magia es insustituible. Era imposible encontrar heredero del talento tinerfeño
emigrado a Philadelphia. Nos hallamos por tanto ante un Madrid menos elástico
pero más musculoso, más fuerte, pero sobre todo continuista con la arquitectura
baloncestística de un Pablo Laso que tras cinco años llenando las vitrinas del
club de trofeos se presenta como el mayor aval para una nueva temporada de
baloncesto en el Palacio de Los Deportes de la Comunidad de Madrid.
Randolph en los Warriors, iba para estrella NBA. |
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