1 FRANCIA: la selección de Collet (13 veranos seguidos al frente de los “bleus”) parte como la principal favorita en nuestro particular ranking debido a la combinación de varios argumentos. Calidad individual, continuidad en el núcleo duro de jugadores y en el banquillo con Collet, y no poca fiabilidad a la hora de competir. Hablamos de los campeones de 2013, pero sobre todo de los actuales finalistas olímpicos y único combinado europeo que se subió al podio de Tokio. El roster parece bien maridado, con una gran estrella NBA (Gobert), otra estrella de peldaño ligeramente inferior (Fournier, estrenando capitanía) y una serie de jugadores todavía en progresión como Maledon o Luwawu-Cabarrot, pero además un nutrido grupo destacando en el basket europeo, caso de los Yabusele, Poirier, Cordinier o Jaiteh (gran temporada en Bolonia haciendo olvidar a Epke Udoh) Incluso Heurtel, con todas las habituales dudas sobre su figura (y sobre todo su cabeza) en la selección si ha demostrado saber aceptar ese rol secundario que tanto le cuesta a nivel de clubes. A pesar de las ausencias de Wembayamba y Fall, no recuperados de sus recientes lesiones, y la reciente baja de Ntilikina, cuesta encontrar fisuras en un bloque exuberante en lo físico, con suficiente amenaza exterior y con dos torres como Gobert y Poirier, lo cual en un basket que vuelve a contar con los grandes pívots les asegura en todo momento una referencia interior a la que alimentar desde fuera y que por otro lado puede fijar la necesaria atención defensiva para que los Fournier o Yabusele estén más liberados para ejecutar desde el perímetro. Con la sombra del nacionalizado Embiid planeando para futuras citas internacionales, podemos suponer un grado extra de motivación para Gobert reivindicando su condición de macho alfa del baloncesto galo.
2 SERBIA: la única selección que puede competir a nivel individual en calidad de fondo de armario con Francia, o que incluso la puede superar. Si la ponemos por detrás de los de Collet es por las dudas que siempre plantea una selección que cita tras cita parte entre las favoritas al título pero acaba gripando en los momentos decisivos. Los nombres, en efecto, asustan, con el MVP de las dos últimas campañas NBA (Jokic) y el MVP de las dos últimas finales de Euroliga (Micic) al frente. Un compromiso con su selección que las dos jóvenes perlas Pokusevski y Jovic no pueden demostrar de momento al no obtener permiso por parte de Oklahoma City Thunder y Miami Heat respectivamente. Petrusev y Koprivica, si finalmente pasan el corte, representarán la nueva hornada de siete pies serbios. Tampoco estará Bogdanovic, recuperándose de su última lesión, pero aun así hablamos de un combinado que no debería bajarse de un podio que ya ocupó en 2017, cuando se tuvo que conformar con la plata tras caer frente a la sorprendente Eslovenia de Goran Dragic y Doncic. Bjelica, a pesar de las dudas sobre su estado físico, debe ser el otro gran referente NBA, luciendo su reciente anillo conquistado con Golden State y celebrando su regreso a Europa (Fenerbahce) en un combinado con mucha veteranía (Lucic, Kalinic, Nedovic…) y jugadores que sin llegar a la treintena están sobradamente consolidados a nivel FIBA (Milutinov, Guduric, Dobric, Marinkovic…) pero que quiere dejar clara la ruptura con el pasado y principio de autoridad de Pesic descartando a Teodosic. Claro que si hablamos de experiencia, en el banquillo la encontramos toda en el ya citado entrenador, quien vuelve a una selección a la que hizo campeona del mundo hace justo 20 años (bajo el nombre de República Federal de Yugoslavia), y que intentará eliminar esa duda habitual en los últimos tiempos en el combinado serbio, la que muestra un vestuario que cuando vienen mal dadas no sabe remar en la misma dirección. En definitiva un roster con muchísima clase y calidad para la circulación del balón, con el eje Micic-Jokic como garantía de goce estético para el aficionado, pero cierta debilidad interior, especialmente en sus piezas más jóvenes. El paso adelante que pueda dar en este sentido Milutinov como “back up” de Jokic, o incluso como compañero en la zona del genio de Sombor si Pesic apuesta por formatos descaradamente grandes, clave para las aspiraciones serbias. Habiéndose perdido los últimos Juegos Olímpicos y con la clasificación para el próximo mundial en entredicho (sólo una victoria en cuatro partidos) además del mal momento de su baloncesto de formación (los U20 acaban de ser campeones de Europa… pero de la división B), el Eurobasket 2022 puede ser la ocasión ideal para que la antaño potencia del Este reverdezca viejos laureles.
Últimas noticias, siguen vivos de cara al próximo mundial tras derrotar a Grecia en un auténtico partido resuelto en la prórroga, pero veremos que factura física le puede pasar a Micic, lesionado en el encuentro y de quien se llegó a temer su participación en el Eurobasket.
3 ESLOVENIA: la gran favorita para FIBA y gran parte de los analistas que estos días definen sus pronósticos de cara al torneo. Argumentos tiene de sobra para ello y desde aquí no vamos a negar ninguno. Posee todas las condiciones para colgarse el oro de nuevo, pero igualmente las tienen Francia o Serbia y con un punto más de calidad en nuestra opinión a la hora de hablar de un roster de doce jugadores. Claro que ninguna otra selección tiene a ese jugador ya histórico (y hablamos de un chaval de simplemente 23 años) que es Luka Doncic. Un argumento que ya te hace favorito automáticamente en cualquier competición y en cualquier contexto. De hecho hemos estado muy tentados a colocar a Eslovenia segundos después de conocer la lesión de Avramovic y el desencuentro de Pesic con Teodosic, dejando un poco cojos a los serbios en la dirección del juego. Pero volvamos a Doncic. El mayor prodigio europeo del siglo XXI ha sido capaz de llevar al baloncesto esloveno (recuerden que hablamos de un país de sólo dos millones de habitantes) a hitos tan salvajes como jugar las últimas semifinales olímpicas y disputarle a Francia el pase a la final hasta el último segundo (ese tapón de Batum sobre la bandeja de Prepelic) Luka ejerce de líder ejemplar, más preocupado de encontrar al compañero mejor colocado que en rellenar su casillero de puntos, rodeándose de nuevo de un núcleo continuista (Prepelic, Tobey, Cancar, Nikolic, Blazic…) pero que recibe un inesperado plus con el retorno del MVP del último Eurobasket, un Goran Dragic que si bien no es el de hace cinco años en un torneo corto de este tipo puede rendir a su mejor nivel (recuerden el Scola del último mundial) Su hermanísimo Zoran también debería ser de la partida, y Ziga Samar, después de su temporadón en Fuenlabrada, puede tener su primer gran escaparate internacional demostrando que también hay relevo, conformando el juego exterior posiblemente más temible del campeonato. Únicamente cierta endeblez interior, donde Tobey se encuentra muy sólo (¿será Scuka a sus 20 años la alternativa?) y la falta de callo en el banquillo al más alto nivel del técnico Sekulic hace que no la coloquemos en las dos primeras posiciones. Y recuerden que aunque haya pasado todo un lustro siguen siendo los vigentes campeones de Europa.
4 LITUANIA: Venga, nos la jugamos con Lituania como aspirante a medallas. Y es que pese a ser conscientes de que el baloncesto lituano no ha vivido sus mejores años (se quedaron fuera de los últimos Juegos Olímpicos, y ni en el mundial ni europeo alcanzaron siquiera los cuartos de final) hay dos grandes argumentos para considerar a la selección de Maksyvtis (primera gran cita internacional para el nuevo entrenador del Zalgiris Kaunas) como uno de los ogros del próximo Eurobasket. El primero es el ya conocido poderío interior. En un baloncesto evocador del arte del triple, la realidad es que Lituania ha adolecido en los últimos tiempos de juego exterior pero ha producido unas últimas generaciones de pívots absolutamente brillantes. Valanciunas seguirá siendo el eje central, que para eso se ha comido los marrones de los últimos años (desde que en 2015 se colgase su segunda plata europea consecutiva) y porta brazalete de capitán, pero a su lado se consolida un Domantas Sabonis con ganas de revancha después de su decepcionante partido ante Eslovenia en el partido que otorgaba billete para Tokio en el preolímpico de Kaunas. La pareja Sabonis-Valanciunas parece, a priori, el mejor frontcourt titular de todo el torneo, y tanta es la confianza en ellos por parte de Maksyvtis que finalmente no ha tenido miramientos en cortar a su nuevo jugador Birutis (después de sus dos excelsas temporadas en el Obradoiro regresa al Zalgiris) El crecimiento de Echodas (pese a que sus números en Venecia no hayan sido ni por asomo a los que nos había acostumbrado en Vilnius) y recuperar la mejor versión de Kuzminskas, factores a tener en cuenta para que la rotación interior de los lituanos no se resienta en un torneo que apunta a recuperar mucho baloncesto en la pintura. Pero el otro gran argumento para contar con Lituania está en el exterior, donde por fin parecen haber superado los problemas de antaño y contar con jugadores de garantías. Especialmente sangrante era la sequía en el puesto de base, con Kalnietis estirando sus internacionalidades ante la falta de relevo. El relevo tiene nombre propio y responde al de Rokas Jokubaitis. Uno de los bases más intensos y con mejores piernas del continente ahora mismo. La madurez de Lekavicius, asentado ya como referencia en Kaunas, permite al jugador del Barcelona tener un recambio de garantías. Y en las alas tres grandes nombres propios. Rokas Giedraitis, garantía en el “catch and shoot”, Marius Grigonis, con su 43.9% en triples en su carrera Euroliga, y sobre todo la llegada del “canadiense” Ignas Brazdeikis, alero todoterreno de formación norteamericana y que apunta a ser una de las revelaciones del torneo. Lo dicho, vuelven buenos tiempos para Lituania, aunque estar encuadrados en el “grupo de la muerte” junto a dos selecciones incluso superiores como Francia y Eslovenia puede complicar enormemente su camino a las medallas.