Para lo que hemos quedado. Ya casi ni celebramos los aniversarios, pero digo yo que cumplir una década bien merece una actualización. Y es que en efecto hace diez años publicábamos la primera entrada de este blog, de modo que aquí estoy cual Cenicienta antes de que me den las doce para cumplir con la obligada celebración.
Aquel 7 de Junio de 2011 comenzaba El Tirador Melancólico con esa fuerza inusitada de los nuevos proyectos. Aquellos primeros años fueron magníficos y prolíficos en cuanto a cantidad y (modestamente creo) calidad de los artículos. Eran otros tiempos. El yugo laboral, la desidia, la perdida de tiempo en debates en redes sociales y posteriormente la pandemia fueron devastando la continuidad de este espacio que no logro recuperar salvo momentos esporádicos.
No me he desenganchado de este deporte, más bien al contrario, disfrutando de una oferta más suculenta que nunca. Precisamente viendo hoy el magazine de Movistar + “Basket al día” y su recuerdo al aniversario del fallecimiento de Drazen Petrovic observé que hoy hacía diez años del comienzo de este blog. No fue premeditado pero quiso la casualidad que abriese fuego el mismo día que se cumplían ya nada menos que 18 años de la desaparición del inolvidable mito de Sibenik. Tenía tan solo 28 años, de modo que muy posiblemente el destino y la carretera nos han privado de los que a buen seguro serían los mejores años de la carrera del astro croata.
Iniciaba el camino del Tirador Melancólico convencido de que el baloncesto vivía un momento realmente excitante y que merecía la pena detenerse a contarlo. Al poco tiempo me di cuenta de que iban a verse superadas todas las expectativas. La llegada de Laso al Real Madrid dotó al basket continental de una fiereza ofensiva que recuperó espectadores para la causa como hacía décadas que no veíamos, mientras que en la NBA Steve Kerr se entregaba a un Stephen Curry decidido a reventar cualquier convencionalismo sobre vías de anotación y capacidad para reventar partidos lejos del aro. Han sido diez años fantásticos, en los que hemos despedido de las canchas a Duncan, Nowitzki o Navarro y en los que hemos saludado las llegadas de los Antetokounmpo, Doncic, Young o Garuba. Mientras tanto no hemos dejado de admirar la resistencia de los LeBron James, Pau Gasol o Felipe Reyes como incombustibles elementos de competitividad impasibles a los cambios de tendencia o modas pasajeras.
En la misma edición de “Basket al día” de hoy el felizmente recuperado Álex Abrines (tremenda su actual campaña como gran exponente nacional hoy día de lo que es un “3&D”) hablaba de su ex -compañero en la NBA Russell Westbrook y como no comprendía a los numerosos “haters” que el multidisciplinar base acumula, reconociendo que por encima de todo su sentimiento hacía ellos era el de lástima porque considerándose fans del baloncesto son incapaces de disfrutar de una era, la actual, plagada de prodigios y a la que el paso del tiempo colocará en el lugar que merece. Es el mismo sentimiento que me ha acompañado a mí cada vez que he intentado abrir los ojos a esos aficionados (más bien ex -aficionados) presos de nostalgia y amargados entre los barrotes de las rejas del pasado. No puede haber nada más triste que pensar que ya has visto los mejores años de tu deporte favorito.
Ese sentimiento figura a la vez como motor y acicate para el humilde cronista que diez años después sigue pensando que su función es la misma, y es que alguien tiene que narrar los prodigios.
Toca volver a coger impulso
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