lunes, 29 de diciembre de 2014

MOTOWN ESQUIZOFRÉNICA



Smith, el cuestionado.


¿Qué les pasa a los Pistons?, esa es la pregunta que nos hacemos los numerosos seguidores de la franquicia de Michigan, quienes después de contemplar la inevitable reconstrucción tras el fin de ciclo del maravilloso equipo de la primera década de este siglo (aquel liderado por Billups, Hamilton, Prince y los Wallace) esperábamos esperanzados que la nueva conjunción de estrellas, si no consagradas si en claro proceso de hacerlo (Jennings, Smith, Drummond y Monroe) volverían a darnos noches de gloria baloncestística. Por si fuera poco la llegada de un entrenador solvente como Stan Van Gundy tras la fallida experiencia de confiar en el debutante Maurice Cheeks (cesado a mitad de temporada y quedando al cargo del equipo su asistente John Loyer) parecía suficiente motivo para que pensásemos en ver de nuevo a los de la ciudad del motor jugando post-temporada en el devaluado Este. Nada más lejos de la realidad, y el actual balance de 7-23, debajo del 25% de victorias, muestra a la franquicia de Joe Dumars como una de las peores de su conferencia y de toda la NBA (sólo New York, Philadelphia y Minnesota presentan un registro peor), aunque al menos el hecho de haber ganado dos partidos seguidos por segunda vez esta temporada ante dos equipos como Indiana y Cleveland otorga cierto y moderado optimismo a los seguidores de Auburn Hills. Dos victorias que llegan, precisamente, justo después de la marcha de quien estaba llamado a liderar el nuevo proyecto de Dumars, Josh Smith. 

Era el verano del pasado 2013 cuando “J-Smoove” se convertía en uno de los agentes libres más deseados de aquel momento, después de 9 temporadas en Atlanta en las que su progresión había sido notable. Se trataba de uno de los aleros más completos de la liga, capaz de rendir por igual de 3 o de 4. Pese a sus limitaciones técnicas, sobre todo en el tiro (hay varios "airballs" suyos colgados en you tube), su versatilidad e intensidad en el juego, especialmente defensivo (ha sido el jugador más joven en llegar a los 900 tapones en la NBA hasta el momento, y el único que ha alcanzado los mil con menos de 25 años) le hacían un elemento apetecible para cualquier franquicia con aspiraciones, y un jugador capaz de encajar perfectamente en un club como el de Detroit donde la filosofía de juego colectivo y sacrificado (sobre todo atrás) ha primado siempre por encima de las individualidades. Con 27 años parecía que aún no había tocado techo, y desde los despachos de Detroit salieron gustosamente 56 millones de dólares para un contrato de 4 años que unía al alero de Georgia con la franquicia ganadora de tres anillos. Año y medio después las cosas son muy distintas. Smith era cortado hace tan sólo unos días y engrosa la ya larga lista de decepciones y errores de Joe Dumars en el pasado reciente de un equipo al que ayudó a llevar a lo más alto siendo jugador, pero no cesa de lastrar como directivo. No obstante tampoco hay que cebarse con el manager general, ya que no cabe duda de que Smith, como hemos referido, era uno de los deseados del mercado durante el pasado verano y la mayoría de aficionados celebramos en su momento aquel fichaje. 

¿Por qué Smith no ha cuajado en Detroit, con ninguno de los tres entrenadores que ha tenido, y por ende, porque el equipo no ha dado el rendimiento esperado? La causa mayor parece haber sido su incapacidad para adaptarse, o definirse, en el puesto de alero puro, dejando el frontcourt y las cercanías del aro, donde realmente se siente a gusto, a los dos jóvenes y talentosos pívots Andre Drummond y Greg Monroe. Van Gundy cedió a los deseos de Smith y en los últimos partidos sacrificó a Monroe (en todas las quinielas de traspasos desde la llegada del forward el verano de 2013) relegándolo al banquillo para dejar a Smith el puesto de 4, formando pareja interior con Drummond. El experimento tampoco funcionó, y fue el propio Van Gundy quien dio la cara para en rueda de prensa anunciar el despido del jugador por motivos puramente deportivos, basándose sobre todo en el deseo de apoyar la progresión de sus jugadores más jóvenes (y se entiende que en particular de Drummond y Monroe) Los Pistons liberan masa salarial de cara a seguir acometiendo una reconstrucción que comienza a ser demasiado larga y exasperante. No obstante lo que si se puede reprochar a Dumars es no sacar nada a cambio de la marcha de Smith (excepto la citada liberación salarial), cuando este mismo verano J-Smoove estuvo envuelto en las habituales negociaciones sobre trades, de las cuales la mayoría no llegan a buen puerto. Uno de los rumores más insistentes le situaba en Sacramento a cambio de Derrick Williams, Carl Landry y Jason Thompson. 

La realidad es que el jugador, una vez liberado de su contrato con Detroit, ha cogido rumbo a unos Houston Rockets cada vez más peligrosos, al lado de su gran amigo Dwight Howard, y para suplir la baja del lesionado Terrence Jones. Un equipo el tejano en una dinámica absolutamente opuesta a la de los deprimidos Pistons. 


Y sin embargo las dos últimas victorias de la MoTown, especialmente la segunda frente a unos favoritos al título como Cleveland (si bien es cierto que contaban con la baja de Kyrie Irving) abren una ventana hacia el optimismo impensable hace tan sólo una semana. ¿Realmente hay un cambio de tendencia? Hay que esperar para verlo, pero lo cierto es que Andre Drummond vuelve a demostrar su auténtico nivel después de un decepcionante comienzo de campaña (18 puntos y 14.3 rebotes de media en sus tres últimos encuentros), Greg Monroe lleva cuatro partidos consecutivos anotando en dobles dígitos, y Brandon Jennings promedia 19.5 puntos y 8 asistencias en estas dos victorias sin Smith en la MoTown. Detroit se queda sin su Fab Four (de gama baja, pero sobre el que dada su juventud se esperaba mucho), pero en su actual Big Three los jugadores parecen dar un paso al frente. Veremos si son capaces de estirar su racha de victorias, y podamos hablar entonces de una extraña temporada en los Pistons con dos caras bien diferenciadas.      


La zona es para ellos.

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