martes, 5 de febrero de 2019

CAMPEÓN DE CAMPEONES









No se habla de otra cosa desde el pasado sábado noche. La última gala de los Premios Goya, esa ceremonia que siguen por igual los aficionados al cine español como sus detractores (por puro morbo) dejó un claro protagonista. Un actor de teatro aficionado de 43 años que debutaba por primera vez en la gran pantalla y se llevaba nada menos que el premio al actor revelación. De la noche a la mañana Jesús Vidal pasaba de ser una de las casi cuatro millones de anónimas personas con discapacidad de algún tipo (visual en su caso) que existen en nuestro país para convertirse en todo un símbolo por la inclusión, dejando para el recuerdo uno de esos raros momentos capaces de hermanar a un país tan dado a la riña como el nuestro. Y es que muy difícilmente encontraremos en estos momentos a alguien que no haya sido capaz de emocionarse con un discurso que supuso un auténtico canto al amor en diversas facetas, principalmente el amor a la familia y al arte. 




No cabe duda de que la emocionante mención a sus padres durante su intervención hizo que se metiera definitivamente a los espectadores en el bolsillo. Las figuras paternas, tan importantes en el desarrollo del individuo, son personales e intransferibles. No conocemos a los padres de Vidal, pero si debemos reivindicar y recordar su elogio a la figura en concreto materna por prender en el actor algo que debería ser universal, y citamos literalmente: “el amor por las artes… y ver la vida con los ojos de la inteligencia del corazón”. Rotundo y demoledor. Decenas de miles años después de que el hombre dejara atrás al homínido todavía hay quien se pregunta qué sentido tienen el arte, la cultura o la filosofía, para que sirven las películas o los libros, y sobre todo qué necesidad hay de que la sociedad invierta recursos en ello. La respuesta la pueden encontrar en Jesús Vidal y en tantos otros capaces de aprovechar las herramientas para el pensamiento e inteligencia que el ser humano ha ido tallando a lo largo de los siglos.  




Y luego, claro está, tenemos el deporte. Y ahí tenemos que “barrer para casa”. Nos gustaría pensar que la elección del baloncesto como hilo conductor de la historia de “Campeones” no es casualidad. Dudo que el mensaje fuera capaz de llegar con la misma fuerza a través de un deporte tan mayoritario y popular como el fútbol, de igual modo que con cualquier otro deporte de equipo más minoritario que el baloncesto (balonmano, voleibol…) tampoco hubiera sido capaz de penetrar en tanta gente. Repetimos, barremos descaradamente para casa, pero no creemos que haya sido casualidad que el entorno deportivo escogido sea el de un deporte que vive en este siglo el mejor momento de su historia, representado en un Pau Gasol quien junto a Rafa Nadal ejemplifica los valores del deporte como nadie en este país (y gracias a Dios tienen mucha competencia en ese sentido, pero tanto Pau como Rafa se erigen por encima del resto por su comportamiento tanto dentro como fuera de las pistas) A Pau Gasol le hemos visto ganar anillos de la NBA, medallas olímpicas, campeonatos de Europa, un mundial… pero también le hemos visto ser embajador de Unicef, viajar a Etiopía, rodar un documental con jóvenes angoleños, promover la construcción de escuelas en el continente africano, visitar niños refugiados iraquíes o refugiado rohingya, además de recibir distinciones internacionales de todo tipo por su labor solidaria. Un campeón dentro y fuera de las pistas y muestra palpable de que el baloncesto no vive ajeno a la realidad que les rodea (su propio hermano Marc, o el mismísimo LeBron James, han dado sobrados ejemplos de compromiso frente a las injusticias del mundo actual) Un conocimiento de la realidad que hace a estos deportistas no esconderse ni callarse, y poder emitir opiniones moderadas de asuntos tan espinosos como la independencia catalana mostrándose partidario de un referéndum pero admitiendo que su voto sería el “no”, o siendo igual de crítico con un catalanismo excluyente que no admite la condición española que con la violencia empleada por las fuerzas del estado en el famoso 1-O. Opiniones vertidas sin que la histeria colectiva parezca alcanzarles, afortunadamente. Algunos llaman a esta moderación, de manera peyorativa, “equidistancia”. Yo lo llamo lo que es: moderación. 




De modo que el triunfo de Campeones como mejor película española en opinión de nuestra Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas y el de Jesús Vidal como actor revelación, no podemos evitar, los seguidores de este deporte, sentirlo un poquito nuestro. 



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