Mayo vuelve a vivir el mayor fin de
semana del baloncesto europeo. Es el segundo año que lo hace después
de nada menos que una liga regular de 30 partidos en la que los 16
mejores equipos de Europa se han visto las caras, todos contra todos,
a doble partido, para posteriormente dirimir el pase a la final a
cuatro en unas series de cuartos de final que han tenido un poco de
todo. La admirable solvencia del Real Madrid, finiquitando su
eliminatoria ante Panathinaikos por la vía rápida (y sin Llull), la
capacidad de reacción de CSKA y Fenerbahce para sentenciar a
domicilio después de que Baskonia y Zalgiris, respectivamente,
rompiesen el factor cancha en el segundo partido de las series, y el
agónico pase del Efes Pilsen en el quinto partido ante Barcelona en
la eliminatoria más igualada (tiene su lógica si tenemos en cuenta
que se enfrentaban cuarto de liga regular contra el quinto) Es
precisamente el acento turco de esta final a cuatro en Vitoria lo que
más nos llama la atención en un primer lugar, ya que por primera
vez en la historia dos equipos de ese país disputan la fase final de
la máxima competición europea.
Efes Pilsen es, que duda cabe, la gran
revelación de esta edición de la Euroliga. Tras una brillante liga
regular en la que su clasificación para cuartos no ha corrido
peligro en ningún momento (su posición más baja ha sido la séptima
plaza) vuelve a una final a cuatro 18 años después de su última
participación, cuando todavía la organización corría a cargo de
la FIBA. Aquel era un auténtico equipazo (Scepanovic, Arslan, Onan,
Tunceri, Yilmaz, Okur, Drobnjak, Mulaomerovic, Kaya Peker...) Algunos
de estos jugadores, más otros de todavía mayor relumbrón
(Turkoglu, Kutulay, Ricky Winslow...) también habían disputado la
anterior final a cuatro, en Salónica. En ambas ocasiones caían en el primer partido frente al mismo equipo y mismo entrenador. Eran los
tiempos del dominio verde del Panathinaikos de Obradovic. Un
Obradovic que vuelve a aparecer en el horizonte como rival en
semifinales dirigiendo al todopoderoso Fenerbahce en el primer derbi
otomano de la historia de la Final Four. En aquel Efes de principios
del siglo, por cierto, comenzaba a destacar un joven entrenador turco
que ya es historia del baloncesto de su país, Ergin Ataman.
Mucho morbo en un duelo bastante
imprevisible debido a los acuciantes problemas físicos con los que
el campeón de 2017 llega a la cita crucial. Lauvergne y Datome dejan
huérfano el juego interior (aunque en el caso del italiano su
influencia ofensiva suele aparecer por fuera), sobre todo teniendo en
cuenta que Jan Vesely también es duda. Por si fuera poco la
participación del estajanovista Kalinic también está en el aire.
Obradovic pierde centímetros, defensa, y tiro exterior. De que
lleguen (y como lleguen) Vesely y Kalinic dependen gran parte de las
opciones de un equipo que se verá obligado a echarse en los brazos
del corajudo Sloukas, posiblemente uno de los jugadores más
infravalorados de Europa, prolongación de Zeljko en la pista y capaz
de leer en cada momento lo que su equipo necesita. El guerrero griego
ha sido el máximo anotador y asistente de los turcos durante una
liga regular que los de Obradovic han dominado para acabar siendo los
líderes de la tabla con un balance de 25-5. A su lado Ali
Muhammed/Bobby Dixon sigue jugando a un grandísimo nivel a sus 36
años cumplidos el pasado Abril (9.4 puntos y 2.2 asistencias en
17.33 minutos por partido en Euroliga y lanzando por encima del 50%
en tiros de tres), pero lo mejor de todo es que el nacionalizado
turco se crece en este tipo de citas. Sin Kalinic, jugadores como
Erick Green, Mahmutoglu y sobre todo Guduric deberían dar un paso al
frente, y si no llega Vesely la figura de Nicolo Melli se acrecienta
hasta límites antes insospechados. Está será la guardia pretoriana
con la que Zeljko intentará hacer equilibrios. Se ha hablado mucho
en los últimos días del joven tirador Egehan Arna por su
exhibición anotadora (51 puntos, 10 de 16 en triples) ante el
colista Sakarya (en situación de impago y jugando con juveniles),
pero lo cierto es que en Euroliga su participación ha sido
anecdótica (apenas ha jugado un par de partidos) Que nadie le
espere.
Omer Onan, ex de Efes y Fenerbahce, ahora asistente de Obradovic. |
El Efes, haciendo honor al baloncesto
moderno, basa su juego principalmente en la dinamita exterior que
encarna su exhuberante backcourt Micic y Larkin (el ex del
Baskonia suele salir desde el banquillo), quienes sumados a otro
ex-baskonista como Rodrigue Beaubois y otro jugador para mí
infravalorado y del corte Sloukas como es el croata Kuroslav Simon,
conforman el en mi opinión mejor cuarteto puramente exterior de la Final Four.
Aunque en realidad el jugador más valorado y máximo anotador y
reboteador de la competición en el equipo cervecero ha sido el
ex-barcelonista Adrien Moerman (12.4 puntos y 6.2 rebotes, 15.7 de
valoración) Otro viejo conocido como Tibor Pleiss refuerza el juego
interior, junto al poderoso Bryant Dunston. Ataman ha construído un
equipo muy completo, capaz de sacar un gran rendimiento en momentos
concretos de piezas “menores” como el multiusos James Anderson
(vital su quinto partido ante Barcelona con 11 puntos y 4 rebotes en
21 minutos) En la liga doméstica y Euroliga sus enfrentamientos ante
Fenerbahce se han saldado con tablas, ya que los de Ataman han
vencido sus dos partidos en casa mientras que han sido derrotados en
sus dos comparecencias como visitantes ante Obradovic, pero Zeus Zeljko se llevó la última copa turca derrotando por diez
puntos en la final precisamente al Efes, aunque los de Atanam ganaron
la Supercopa de su país al comienzo de la temporada derrotando a
Fenerbahce, o sea que también igualdad en copas. Por tanto muchas
opciones para la “cenicienta” Efes Pilsen en caso de que
Obradovic no pueda contar con Vesely y Kalinic cerca de su mejor
nivel.
Real Madrid y CSKA reeditan su duelo de
semifinales de la pasada temporada. Difícil también dar un
favorito, pese a que los rusos ganaron los dos duelos de temporada
regular al equipo de Laso (con marcadores bastante ajustados, cinco
arriba en el Palacio y de cuatro en Moscú) sin el mejor Sergio
Rodríguez. De hecho el “Chacho” ni siquiera participó en el
partido de ida, y en el segundo encuentro estuvo muy lejos de su
mejor versión. Por contra De Colo, Higgins y Clyburn se mostraron
letales de cara al aro, uniéndose a ellos Daniel Hackett en Moscú
(14 puntos en 15 minutos) Y es que Itoudis está sobrado de dinamita
y al menos en anotación parece un equipo capaz de mirar cara a cara
al Madrid de Laso, e incluso superarle. Hablamos de los dos equipos
que más puntos anotan por partido dentro del grupo de cuatro
supervivientes (86.5 los rusos, 85.45 para los blancos) La condición
física del ex-madridista, por tanto, no parece tan relevante de cara
a este duelo, y si nos ceñimos a lo visto durante toda la temporada
habría que dar como favoritos a los de Itoudis. Pero es que Laso ha
conseguido mantener a su equipo a un buen nivel durante todo el curso
para precisamente en primavera estar mostrando su mejor cara e
incluso haberse aupado al liderato ACB. Los blancos llegan a la cita
en un momento espectacular, pero ojo, el CSKA viene de barrer al
Nizhni Novgorod en cuartos de final de la VTB y hasta dentro de ocho
días no comenzará su duelo de semifinales frente al Zenit. Toda la
carne en el asador puesta por tanto en el empeño en recuperar un
trono que fue suyo por última vez en 2016, anotándole nada menos
que 101 puntos al Fenerbahce de Obradovic (tras prórroga), la anotación más alta de
un campeón desde los estratosféricos 118 del Maccabi en 2004. El
duelo se antoja espectacular entre los dos equipos que más
descaradamente han apostado por el baloncesto de ritmo vertiginoso en
los últimos años en el continente. La declaración de principios
moscovita se hace patente desde la propia concepción de la
plantilla, donde ningún jugador llega a los 210 centímetros de
estatura (el techo es el joven Lopatin, con 2.08 y a quien
difícilmente veamos en Vitoria, y un cada vez más residual
Vorontsevich con sus 2.07) Los rebotes son cosa de “bajitos” como
Hines, Hunter, Bolomboy o Clyburn. Cobra mayúscula importancia por tanto el
efecto Tavares (sin olvidarnos de Ayon, siempre fiable en este tipo
de citas), los números en este sentido no mienten, el Real Madrid es
el equipo con mayor promedio reboteador del torneo (36. 97 rechaces
por partido), sensiblemente superior al del CSKA con sus 34.88.
Veremos si esos más de tres rebotes de diferencia anulan la puntería
moscovita en el triple, con un 39.84% claramente mejor que el 37.75%
madridista (claro que los de Laso han lanzado nada menos que 168
tiros más desde esa distancia... habiendo jugado un partido menos
que los rusos) No descubrimos nada asegurando que el acierto desde el
6.75 va a ser clave en un partido entre dos equipos con tanta
dinamita, y por ello volvemos a insistir en la importancia de la
superioridad madridista en el rebote y el número de más posesiones
que ello le pueda otorgar. Para ello el gigante Tavares tiene que
superar los pírricos 3 puntos y 2 rebotes por partido que promedió
en los dos choques ante CSKA en liga regular.
Obradovic, Laso, Itoudis, Ataman...
nombres ya míticos y consolidados dentro del baloncesto europeo en
una Final Four necesariamente enfocada a admitir y admirar el brillo
de los cuatro técnicos protagonistas. No faltarán estrellas en la
cancha, pero el hueco dejado por los Navarro o Spanoulis todavía no
puede calibrarse en su justa medida para reconocer sus sucesores,
excepto en el caso de Felipe Reyes, sin duda el jugador más
histórico de todos cuantos competirán este fin de semana. Pero en
honor a la verdad y a diferencia de los dos genios anteriormente
citados, el bueno de Felipe no ha logrado brillar demasiado en las
finales a cuatro, y de hecho su mejor actuación individual fue
posiblemente ante el Maccabi Tel Aviv en 2011 cuando los blancos
regresaban a la gran cita tras 15 largos años de ausencia. Sus 15
puntos y 14 rebotes resultaron estériles ante un equipo israelí
liderado por jugadores del calibre de Jeremy Pargo, Chuck Eidson o
Schortsanitis. Aquella euroliga, por cierto, la acabaría ganando el
de siempre, Zeljko Obradovic con el Panathinaikos. El mismo Obradovic
que amenaza con conquistar su décimo entorchado continental e
igualar en una sola persona el mejor palmarés colectivo,
precisamente el del Real Madrid.
Felipe Reyes. Séptima Final Four para el máximo reboteador de la competición. Quiere seguir haciendo historia. |
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