La ACB puede en ocasiones
merecer muchas críticas, pero es justo reconocer cuando tienen aciertos y
detalles que nos hacen sentirnos orgullosos a los aficionados a este deporte.
Uno de ellos ha sido volcarse durante esta pasada jornada con la lucha contra
el cáncer de mama, aprovechando que este domingo se celebraba el Día Mundial de
esta enfermedad que tantas y tantas mujeres han padecido y siguen padeciendo a
lo largo de la historia. Lazos rosas en las camisetas de jugadores, pabellones
teñidos del mismo color, videomarcadores recordando la lucha… el cáncer de
mama, o mejor, la batalla contra el mismo, ha presidido la jornada
baloncestística, de un modo festivo, alegre y deportivo. El baloncesto dando su
mejor cara.
Pero dentro de todos los
actos e iniciativas hay uno que sobresale y merece ser remarcado de manera
excepcional, ya que por muchas buenas intenciones que pongamos,
desgraciadamente sigue siendo el dinero el principal motor que puede ayudar en
la lucha contra ésta y cualquier otra enfermedad. Por eso queremos dedicar esta
entrada a quien por otro lado ya era uno de nuestros entrenadores favoritos, y
ahora definitivamente nos ha ganado para la causa.
En verano de 2011 Pablo Laso llegaba
al banquillo del Real Madrid para devolver a este deporte alegría, velocidad,
pasión y gusto por el espectáculo. A pesar de las dudas iniciales debido a que
su nombre no relucía como el de la mayoría de sus antecesores, resultó una gran
noticia para el Real Madrid y para el baloncesto español y europeo. Pero no era
Laso el único “loco” por el ritmo alto y los marcadores opulentos. En LEB Oro
Alejandro Martínez comenzaba a llamar la atención aquella temporada 2011-12 en
la que su CB Canarias de Tenerife dominaba la competición con unos registros asombrosos,
ganando 26 de los 34 partidos disputados, con una media final de anotación de
88 puntos por partido. En 5 encuentros pasaron de los 100 puntos, en 14
alcanzaron los 90 o más. Sólo en 6 partidos estuvieron por debajo de los 80
puntos. Una constante orgía anotadora que hizo que los más fanáticos del
“run&gun” nos fijásemos en el ideólogo de aquella locura: Alejandro
Martínez.
El salto a la ACB no amilanó
la filosofía de nuestro hombre. Estuvo a punto de meter al equipo en play offs
por el título (se quedaron a una victoria de la hazaña), obtuvieron sonadas
victorias como la del Palacio de Los Deportes (83-96) frente a un Real Madrid
que acabaría siendo campeón de Liga, y su media anotadora no bajó de los 80
puntos, siendo el quinto equipo más anotador de la temporada. Todo esto siendo
un club recién ascendido y con el cuarto presupuesto más bajo de la
competición. En la pasada temporada una primera vuelta excepcional les llevó a
obtener plaza para la fase final de la Copa del Rey, y pese a que se
desinflaron en la segunda mitad del campeonato coincidiendo con la marcha de
Blagota Sekulic a Turquía, acabaron el curso en una meritoria decimoprimera
plaza (balance 14-20) con 77,76 puntos por partido. No está mal.
Alejandro Martínez
ejemplifica el gusto por el buen baloncesto, o al menos el que muchos
aficionados entendemos por buen baloncesto, demostrando que no hacen falta
grandes plantillas ni presupuestos multimillonarios para ofrecer al aficionado
un juego vistoso desprendido de resultadismo y especulaciones. Lo suyo es
compromiso por el baloncesto.
Pero no sólo por el
baloncesto. Su iniciativa de donar un euro por cada punto anotado en esta
pasada jornada liguera nos demuestra a un ser humano de primera categoría. 1400
euros (se anotaron 1377 puntos, pero Alejandro decidió redondear la cifra) en
total han salido de los bolsillos de un entrenador que no es que precisamente
nade en la abundancia. Sus motivos, simplemente la conciencia, la de haber
perdido a su padre por el cáncer y de conocer en su entorno a gente que ha
padecido este terrible infortunio. Personalmente, y como aficionado al
baloncesto, puedo sentirme orgulloso de que en este deporte existan tipos como
Alejandro Martínez.
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