lunes, 16 de mayo de 2016

PRIMAVERA ROJA



El capitán Khryapa, con el brazo ensangrentado tras la batalla, levanta la Copa



CSKA de Moscú campeón de Europa en 2016. Recupera el cetro continental ocho años después de que aquel impresionante equipo entrenado por Messina, con jugadores como Langdon, Smodis, Papaloukas, Andersen o Holden, se impusiera en la edición de 2008 al Maccabi Tel Aviv. En aquel roster estaba también Victor Khryapa, absolutamente decisivo ayer, no sólo por su habitual buen trabajo decisivo si no por esa canasta tras rebote ofensivo que llevaba el partido a una prórroga con la que nadie hubiera contado cuando ambos equipos, CSKA y Fenerbahce, se retiraban a los vestuarios en el descanso con un rotundo 30-50 a favor de los moscovitas. 


Era la segunda prórroga para el equipo de Obradovic durante el fin de semana, ya que para colarse en la gran final tuvieron que doblegar a un gran Laboral Kutxa en el tiempo extra. Desperdiciaron una gran ocasión los de Perasovic, quienes se repusieron a un comienzo brutal de los turcos (13-0 de salida) en un gran tercer cuarto liderados por sus estiletes habituales, Darius Adams (19 puntos y 7 asistencias) e Ioannis Bourousis (22 puntos y 10 rebotes) Llegaron a mandar los vitorianos de cinco a 2.17 para el final del tiempo reglamentario tras dos tiros libres de Kim Tillie (gran partido el suyo), pero les tembló el pulso en el momento decisivo, con precisamente Bourousis y Adams fallando tiros libres claves. Fue el propio Adams quien se jugó la última posesión baskonista, con un intento triple que besó el aro turco pero no llegó a entrar para condenar al partido a una prórroga en la que el equipo de Obradovic pasó por encima del representante español. Una pena. De nuevo la lupa sobre Darius Adams, un jugador con una enorme calidad pero que se diluye en los momentos decisivos, como le sucediera en semifinales de Copa del Rey frente al Real Madrid. El viernes finalizó con 4 de 13 en triples, pero es que en el tercer cuarto llevaba un estupendo 4 de 8. Sus 5 fallos consecutivos posteriores muestran de nuevo su mala selección de tiro según los partidos van llegando a su fase decisiva. Un defecto que hemos visto en muchos grandes jugadores (Teodosic, sin ir más lejos) y que cuando logran corregirlo traspasan la línea definitiva entre los buenos y los muy buenos. Ojala Adams la traspase algún día. 


Más plácido fue el camino del CSKA, frente a un Lokomotiv que siempre estuvo por debajo en el marcador y apenas mostró recursos para inquietar al campeón. Los de Itoudis abrieron brecha en el primer cuarto (23-12) y a partir de ahí administraron la renta frente a un rival que aunque estuvo en el partido no dio nunca sensación de poder remontar. De Colo, quien había sido elegido MVP de las fases anteriores, dejaba clara su candidatura al también jugador más valioso de las finales, con 30 puntos y 4 asistencias, haciendo inútil la resistencia de los Delaney (26 puntos y 4 asistencias) y Randolph (13 puntos y 11 rebotes, a pesar de los rumores sobre sus problemas físicos)


Al menos al Lokomotiv le queda el consuelo de haber ganado ese partido de consolación que no es tal, el del tercer puesto, dejando al Baskonia como cuarto de los contendientes. Adams volvió a brillar (25 puntos, 6 rebotes y 6 asistencias), pero los de Krasnodar ofrecieron más coralidad, con seis jugadores anotando en dobles dígitos, destacando Delaney (21 puntos, 5 rebotes, 4 asistencias y 4 robos) y Broekhoff (21 puntos, 6 rebotes y 3 asistencias) 


Y llegamos por tanto a la gran final. Los dos grandes favoritos, los dos mayores presupuestos de Europa, frente a frente. El maestro Obradovic frente a quien fuera su alumno y ayudante durante 13 años en Atenas, el todavía joven (45 años) entrenador Dimitris Itoudis. Dos escuadras potentes, diseñadas para ganarlo todo. Y sin embargo dos filosofías bien distintas. Mientras que en el caso del Fenerbahce de Obradovic se busca el éxito a cualquier precio y por la vía rápida, este CSKA ha sabido madurar un proyecto pese a tanta decepción europea, consolidando una base reconocible para el aficionado y apostando por baloncestistas nacionales (Fridzon, Kulagin, Korobkov, Vorontsevich, Kurbanov…) y con un capitán santo y seña y perfectamente identificable para su afición como es Victor Khryapa. Hasta seis jugadores rusos puso en pista anoche Itoudis, algo nada habitual de ver en el basket de hoy día. Una apuesta absolutamente diferente a la de Obradovic, para quien el jugador otomano no cuenta (a excepción del estadounidense Bobby Dixon, nacionalizado turco) Es cierto que el CSKA es el mayor presupuesto de Europa (casi a la par con el del propio Fenerbahce), pero es un presupuesto invertido mayoritariamente en mantener los sueldos de sus jugadores. Hasta ocho jugadores repiten respecto a la pasada Final Four, prácticamente el mismo equipo. Nada que ver con un Fenerbahce que tras el fiasco de la pasada temporada (eliminados tanto en semifinales de la liga como de la copa turca por el muy inferior Pinar Karsiyaka, a los que sólo logran ganarles un partido), rehace completamente su plantilla manteniendo sólo a Hickman, Bogdanovic, Vesely y el residual Mahmutoglu respecto a la campaña anterior. Como se ve, siendo ambos proyectos multimillonarios, sus filosofías son muy distintas. 




Obradovic e Itoudis, tan lejos, tan cerca.


Tras un primer cuarto igualado (20-22 para el CSKA) el segundo acto fue una exhibición moscovita. Una de esas tormentas perfectas que el equipo de Itoudis es capaz de desatar sobre la cancha y le ha llevado a anotar más de 90 puntos por partido en la presente Euroliga. Un parcial de 10-28 y un demoledor 1-18 en la segunda parte del cuarto. El CSKA volaba. Como voló Kalinic ya en el tercer cuarto por un balón que se perdía para acabar en la zona VIP de la afición del CSKA, donde fue agredido por un seguidor del equipo moscovita llamado Dmitry Konov, en la anécdota bochornosa de la final. No hablamos de ningún joven radical con perfil violento si no de un millonario ruso ejecutivo de una gran empresa que, como muchos otros, se comporta con total impunidad por los pabellones europeos sin que los organismos tomen cartas en el asunto. Una vergüenza. Volviendo a lo estrictamente deportivo, por mucho que el CSKA bajara el pistón tras el descanso, las caras de la mayoría de los jugadores del Fenerbahce y del propio Obradovic (quien también merece tema aparte por la excesiva indulgencia de los colegiados con su figura, ejemplificada de manera extraordinaria en su invasión de pista antes de la prórroga contra el Baskonia tras la jugada en la que Tillie arrolla a Sloukas luchando por el rebote producido al fallo de Adams, una ventolera que a cualquier otro entrenador le hubiera costado una técnica, y con ello, a seis décimas del final, el partido) asumían que la final estaba decantada. Había que recurrir al tópico de que el Fenerbahce no podía ganar el partido, pero el CSKA sí podía perderlo, máxime conociendo el reciente historial moscovita en la gran cita europea. Sin le excelencia del segundo cuarto los de Itoudis no obstante fueron capaces de mantenerse siempre con diferencias cercanas a los 20 puntos, para dejar el marcador al final del tercer cuarto en un 53-69 bastante clarificador para los intereses rusos, pero bastaron unos cuantos malos ataques del CSKA (un par de triples fallados por Khryapa, otro por Jackson, una pérdida de balón de Teodosic) para meter el miedo en el cuerpo y que viejos fantasmas de ediciones pasadas comenzasen a sobrevolar sobre las cabezas de los jugadores de Itoudis (especialmente recordando la final de 2012 en la que Olympiacos les remonta 19 puntos), y es que sin grandes alardes los de Obradovic se colocaban a 12 (60-72, minuto 33) Había partido. No logra el equipo turco ningún parcial descomunal, pero sigue recortando la diferencia progresivamente (64-74 en el minuto 34, 69-77 un minuto después), hasta que ya el atasco ruso es total. Del 66-77, última gran diferencia moscovita a 5.16 del final pasamos al 78-79 que coloca un desbocado Bobby Dixon, inventándose canastas de todos los colores, a 2 minutos del final. Finalmente el CKSA se veía obligado a un cara o cruz. Era el momento de De Colo, quien aparecía para poner el 78-81 tras una asistencia de fantasía de Teodosic, pero respondía Dixon con un triple que empataba el partido. De Colo pierde una posesión vital para su equipo en el último minuto y los turcos aprovechan el regalo con dos tiros libres de Sloukas que ponen el 83-81 y 21 segundos por jugarse. Una buena defensa y Obradovic vería ganar su novena copa de Europa. De Colo, de nuevo con galones de líder, demostró carácter para jugarse otro triple sin éxito para que apareciera la figura del gran capitán, Khryapa con un rebote ofensivo y dos puntos ya históricos para el club moscovita y para la historia de esta competición. 
  

En la prórroga el siempre señalado Teodosic se vestiría, por fin, de héroe para un CSKA con el que a la quinta temporada, y tras sus intentos frustrados en un Olympiacos hecho a golpe de talonario durante la segunda mitad de la primera década de este siglo, se convertía en campeón de Europa. No creo que haya habido un jugador en todo el roster ruso más feliz ayer que el base serbio, acusado (y en ocasiones con justicia) de padecer un carácter volátil en los momentos decisivos de las temporadas. Su final fue memorable (19 puntos, 5 rebotes, 7 asistencias y 2 recuperaciones, y ese tapón no acreditado a Udoh) y en el tiempo extra esta vez no se descompuso. El MVP fue para De Colo, que hizo mayores méritos sumando su partido de semifinales, pero Teodosic dio ese paso que le faltaba para, ahora sí, poder ponerse a la altura de los jugadores europeos que han dominado este deporte en este siglo. 
  


Itoudis se consagra y derrota a su maestro. Obradovic tendrá que esperar por su novena. El CSKA vuelve, con justicia, a reinar en Europa.  



Teodosic buscando el hueco. El genio serbio se sacó la espina.


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