jueves, 26 de octubre de 2017

INGENIERIA LASO





Capeando el temporal y renovado hasta 2020









¿Es posible anotar prácticamente 100 puntos por partido (99.5) a dos equipos de Euroliga, uno de ellos campeón de la pasada Eurocup, en apenas tres días, sin cuatro de tus mejores jugadores?, ¿sin tu líder de las dos últimas campañas y MVP de temporada regular de la anterior Euroliga?, ¿sin un campeón del último Eurobasket y pieza fundamental de aquel equipo?, ¿sin un finalista de dicho torneo?, yendo aún más lejos, ¿puedes pasar por encima del campeón europeo hace dos temporadas y finalista la pasada edición sin tres de esos jugadores y el cuarto ausente durante todo el último cuarto por una lesión en el hombro?, ¿puedes hacer todo eso viniendo de haber derrotado al actual campeón ACB y de Supercopa en su cancha pocos días atrás?  


Si es posible, si te llamas Pablo Laso. Y es que cuando su legión de “haters” salivaba tras la debacle de las pasadas finales anticipando el enésimo “fin de ciclo” del proyecto del entrenador vitoriano, más aun viendo que la lesión de Llull dejaba al equipo blanco sin su gran referente en la cancha y que los fichajes, al parecer, no invitaban al optimismo (recordando de manera evidente al verano de 2014), un apabullante comienzo de temporada con un balance de 8 victorias por ninguna derrota (exceptuando una Supercopa en la que el equipo distaba mucho de estar encajado), haciendo morder el polvo a equipos como Valencia, Unicaja, Efes Pilsen, CSKA o Milán, muestra la reinvención de Laso, todo ello a pesar del carrusel de bajas y lesiones con las que está teniendo que afrontar el curso. 


Ante la adversidad, más dinamita, y es que el plan de Laso para capear el temporal de infortunios ha sido incrementar todavía más el ritmo de juego, más posesiones, más tiros, más transiciones, mayor tormenta para unos rivales (y repetimos, no unos rivales cualesquiera) que han visto en los últimos días como su aro era martilleado una y otra vez por un equipo blanco demostrando como las individualidades funcionan al servicio de un conjunto. Doncic se ha multiplicado, pero lejos de convertirse en un aglutinador del juego no ha sido más que la punta de ignición para que el resto del roster madridista se haya instalado en una fluidez que alabaría el mismísimo Bruce Lee. El Real Madrid de este Octubre de 2017 se ha convertido en una precisa máquina de facturar baloncesto, con su pívot titular, Gustavo Ayón, repartiendo 5.5 asistencias por partido frente a Unicaja y Milán, sublimando así la heterodoxia del baloncesto de Laso y echando por tierra una vez más el ridículo argumento de que Pablo Laso no sabe jugar con los hombres altos. La centena de puntos conseguida ante el equipo italiano sólo necesita de siete triples, una cantidad ridícula en el baloncesto de hoy día, demostrando que el Madrid de Laso es mucho más que un equipo de tiradores. De hecho a día de hoy en ACB el Real Madrid ocupa la décima posición en lanzamientos triples. Hasta nueve equipos, de los 18 que conforman la liga, tiran más triples por partido que los blancos. La tendencia triplista es mayor en Euroliga, siendo el cuarto equipo que más tira desde el 6.75, con Estrella Roja, Khimki y Olympiacos lanzando más de tres que los blancos. En ningún caso puede hablarse de un Real Madrid dependiente o supeditado al triple, como muchos críticos con el estilo de Laso han querido vender.   


Laso se reinventa y reinventa su filosofía. Radoncic, a quien muchos vaticinaban una temporada de agitar toallas, se ha convertido en pieza clave para el alavés después de las ausencias en la zona. 28 minutos ante Unicaja (sólo Carroll jugó más que él en ese partido) y prácticamente 15 ante Milán muestran que ha adelantado en la rotación a jugadores que partían en principio con mayor ventaja por su mayor experiencia, y todo a base de un trabajo al que no es ajeno Laso y con el que es totalmente justo. Sólo ha anotado seis puntos y lanzado ocho veces a canasta en estos dos partidos, convirtiéndose así en una especie de particular Carlos Jiménez para el Madrid de Laso. No hace falta recurrir al mejor Causeur porque resurge Carroll y Rudy recuerda al de sus mejores años, con la salvedad de que con menos minutos en pista (y que ya no vuela por encima del aro), pero con una productividad brutal (11 de valoración en 10 minutos ante Unicaja, 13 en 19 ante Milán) Campazzo, con su juego vertical y descarado, ha encajado como un guante en el actual Real Madrid consiguiendo lo que parecía imposible: que el estilo de Laso siga vivo sin Sergio Llull ni Sergio Rodríguez en la pista, demostrando que la filosofía del entrenador madridista está por encima de los nombres. Pura ingeniería, veteranos y noveles, exteriores e interiores, altos y bajos, lentos y rápidos, todos funcionando como un solo hombre en una demostración de baloncesto total, en el que todos suben la bola, todos la pasan, todos tiran a canasta, todos defienden, todos luchan por el rebote, todos saltan a taponar los lanzamientos rivales, todos, en definitiva, participan.  


Y es que le pese a quien le pese e independientemente de los títulos (que por otro lado suponen la tercera mayor cosecha que jamás haya recolectado un entrenador madridista tras Ferrándiz y Laso) y de que de una manera absurda se siga queriendo vender que con este equipo las vitrinas todavía deberían estar más llenas (un planteamiento que de aplicarlo al Fenerbahce de Obradovic o al CSKA de Itoudis nos haría entrar en implosión, puesto que cuando se aspira a un título sólo puede ganar un uno, y reducirlo todo a ganarlo o no obviando el trabajo del resto de aspirantes haría que cada año nos encontrásemos con 15 equipos fracasados en Europa y 17 en ACB), la única y tozuda realidad es que Pablo Laso a día de hoy es el técnico referente en el baloncesto europeo. El único que es capaz de hacer que su equipo anote 100 puntos por partido a dos equipos de Euroliga y al campeón de Eurocup sin cuatro de sus mejores jugadores. 

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