"Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse." (Parábola del Hijo Pródigo, Lucas 15:11-32)LeBron en casa |
LeBron James vuelve a casa. Volverá
a lucir la camiseta de los caballeros de Cleveland, el club cuyo logo luce un
florete, arma blanca y refinada donde las haya con la que los nobles del siglo
XVII se batían en duelo para tratar esos asuntos del honor que tanto preocupan
a los de alta cuna. “The Decision 2.0” no ha conocido el revuelo mediático de
hace cuatro años, cuando el 8 de Julio de 2010 James anunciaba su fichaje por
Miami Heat en un show televisado que recaudó seis millones de dólares (que en
gran parte fueron donados a obras de caridad, principalmente a The Boys and Girls Clubs of America, una asociación filantrópica que lucha por ayudar a los
chavales de las calles estadounidenses a que no caigan en lo peor que pueden ofrecer algunas de esas calles y barrios: drogas, prostitución, o bandas callejeras)
Parece que la legión de “haters” de LeBron anda un tanto apaciguada, cuando
podrían estar sacando pecho tras la
tercera final perdida por The King (una con Cleveland, dos con Miami,
una frente a Dallas, dos contra San Antonio) Aquel Julio de 2010 veía a España
proclamarse campeona del mundo de fútbol, mientras que la noticia del retorno
de LeBron a Ohio nos ha pillado en vísperas de la justa coronación de la
Alemania de Joachim Low como herederos del fútbol preciso, precioso y
preciosista que nos consagrara a nosotros hace cuatro años, como si el alero de Akron
fuese seguidor de que “la vida es eso que pasa entre mundial y mundial” y
midiese sus ciclos vitales alrededor del mayor acontecimiento deportivo del
mundo después de unas olimpiadas.
Cuatro años al calor de
Miami, donde ha ganado dos anillos de campeón y cuatro títulos de la
Conferencia Este. No es mal bagaje, aunque con The Chosen One todo parece poco,
sobre todo teniendo en cuenta el arrojo con el que el alero prometió ganar “no
uno ni dos ni tres ni cuatro ni cinco ni seis ni siete…” anillos en su
presentación como Heat, anunciado una dictadura en la mejor liga del mundo
junto a sus amigos Dwayne Wade y Crish Bosh. Contrasta todo aquello con sus
declaraciones actuales una vez decidido a retornar al Cleveland en el que jugó
su primera final por el título (en 2007 ante San Antonio Spurs): “No prometo
anillos porque ahora sé lo duro que es lograrlo”. Un LeBron más maduro, más
humilde, más humano. Como si quisiera despojarse de la regía condición de
monarca de la canasta que le lleva acompañando desde prácticamente la
adolescencia para rebajar su rango al de simplemente caballero, que para eso se
enfunda de nuevo la zamarra Cavalier. La carrera de James es asombrosamente
brillante, pero para quien estaba destinado a marcar la época más triunfal y
dominante desde Jordan ha sido una dura pelea el luchar por todos los títulos
posibles y haber ganado “sólo” dos. Cleveland puede ser un buen destino para
seguir engordando su palmarés. A pesar de las exageradas muestras de desazón y
el linchamiento al “traidor” LeBron (escenas que estos días ahora vemos en
Florida) traducido en quema de camisetas, pancartas insultantes, y hasta en el
ridículo de Dan Gilbert, presidente de los Cavs, profetizando que LeBron nunca
ganaría un campeonato tras su salida de Cleveland y colgando en la web del
equipo una infame carta en la que insultaba públicamente a James (carta que ha
estado disponible en la página oficial del club hasta hace pocas fechas, en las
que apresuradamente la han retirado, como si no hubiera pasado nada, como si
nunca hubiera existido odio ni resentimiento hacia el hijo más ilustre de
Akron, ciudad de la que también son originarios los vanguardistas nuevaoleros Devo, la
cantante Chrissie Hynde, o el también estrella de la NBA Stephen Curry, y que
se encuentra a apenas 40 minutos de Cleveland en coche), a pesar de todo el
desafecto expresado por la comunidad Cavalier hacía el posiblemente mejor
jugador que haya vestido su camiseta lo cierto es que desde un punto de vista
frívolo el periplo de James en Florida no ha sido un mal negocio para ambas partes. El jugador ha ganado dos títulos de campeón NBA (y cuatro del Este,
insistimos en esto porque aunque en Europa no recibe apenas importancia, en
Estados Unidos ser campeón de Conferencia es un título oficial que tiene su
correspondiente trofeo para poblar las vidrieras de los clubes y ser
conmemorado en los banners que cuelgan de los techos de los pabellones), además
de sus reconocimientos oficiales como MVP tanto de las finales como de
temporada regular (años 2012 y 2013, y en el caso de MVP de la temporada
añadidos a sus dos conseguidos en Cleveland en 2009 y 2010) La franquicia de
Ohio, por otro lado, al verse sumida en el pozo de la clasificación ha podido
obtener buenas posiciones para los últimos drafts (consiguiendo tres primeras
elecciones en 4 años con una suerte que ni Carlos Fabra con la Lotería
Nacional), adquiriendo así jugadores como Kyrie Irving y Tristan Thompson en
2011 (números 1 y 4 del draft respectivamente), Dion Waiters en 2012 (número 4),
Anthony Bennett en 2013 (número 1 del draft de ese año), y el canadiense Andrew
Wiggins este mismo año, también con el número 1. Si bien es cierto que lo de
Bennett pudiera apuntar a gatillazo (dentro de un draft que no pasará a la historia),
Cleveland ha ido forjando un grupo joven y talentoso que con la llegada de
LeBron se convierte de inmediato en uno de los grandes favoritos para el
título. Buen material humano para un David Blatt que a quien en su primera
aventura NBA parece haberle tocado la lotería, ya que la sola presencia de
Irving y LeBron le garantiza ganar un buen puñado de partidos, claro que por
otro lado añade presión a un técnico que quizás no buscase recibir tantos focos
ni manejar tantas expectativas como las que provoca el tener en su plantilla al
mejor jugador del planeta y el baloncestista más diferencial del momento.
42 millones de dólares por
dos temporadas es el nuevo contrato de King James en Cleveland, club que recibe
a uno de sus socios en los dos anillos conquistados en Miami: Mike Miller. Una pieza más para un puzzle de David Blatt que apunta a ganador, con la veteranía de Miller y Varejao, el insultante talento de Irving, la progresión de Waiters, Thompson, o Dellavedova (quien puede ser para Blatt lo que Patrick Mills para Gregg Popovich), la confianza en un Bennett trabajando bien en la liga de verano, y por supuesto el retorno del rey pródigo, un rey que ahora sabe cual es el camino para llegar a la cima. Volver a ser un caballero y ser el primero en el campo de batalla.
Pronósticos al margen, sigue siendo absolutamente fascinante la capacidad de la NBA para mudar su escenario de la noche a la mañana y convertirse en una liga absolutamente imprevisible. Nadie en su sano juicio hace tan sólo un mes se hubiera atrevido a pronosticar que íbamos a hablar de los Cavaliers como el gran favorito y el equipo a seguir. Y es que la NBA da espectáculo hasta en verano.
Pronósticos al margen, sigue siendo absolutamente fascinante la capacidad de la NBA para mudar su escenario de la noche a la mañana y convertirse en una liga absolutamente imprevisible. Nadie en su sano juicio hace tan sólo un mes se hubiera atrevido a pronosticar que íbamos a hablar de los Cavaliers como el gran favorito y el equipo a seguir. Y es que la NBA da espectáculo hasta en verano.
¿Y ahora qué hacemos? |
Pepe, en Akron, Ohio, también empezó su carrera como DJ de radio un tal Alan Freed.
ResponderEliminarEstupendo aporte Lorenzo, no lo sabía, ¡gracias!
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