martes, 18 de junio de 2019

LA FE DE LOS CLÁSICOS




El Real Madrid se lleva el segundo punto de las finales de Liga Endesa en un increíble desenlace de partido que pasará a la historia como uno de los momentos ACB más maravillosos. Uno de esos momentos que distinguen a este deporte por épica y belleza y que hará que a buen seguro que los chavales a los que todavía no les han llegado las vacaciones de verano intenten repetir el fi
nal del partido en los patios de los colegios españoles desde el Cabo de Gata hasta Finisterre. 

Una jugada que ya es historia de este deporte, y cuyo visionado, especialmente para el seguidor madridista, resulta hipnótica y no puede dejar de ver en bucle (quizás también el barcelonista más masoquista) Quedaban 9.4 para el final del partido y Sergio Llull lanzaba un segundo tiro libre tras anotar el primero. No tenemos constancia de que lanzase a fallar, y desde luego no da la sensación de que así fuera. El Tortuga Deck (ahí que citarlo pues es clave en la jugada y apenas se le ha mencionado) pugna por el rebote incrustado entre Claver y Smits, llegando a palmear el balón lo justo para que lo recoja un Rudy Fernández en versión “el más listo de la clase” quien sale de la zona para buscar a un Llull con ventaja sobre Pangos y que parece tener opción para un tiro lateral que lleve el partido a la prórroga. Pero uno de los más grandes “clutch players” europeos de los últimos años después de mirar el aro decide sacar el balón fuera a Jaycee Carroll. El mormón está solo aunque Claver atento sale a su tiro. El escolta de Wyoming con una frialdad asombrosa hace la típica finta de tirador sin preocuparse del crono, Claver cae en el engaño y salta antes de tiempo. Sin perder la frialdad Jaycee da un bote, se levanta y con la tranquilidad de quien tira un lanzamiento libre anota un triple limpio a 1.9 del final que significaría el 2-0 en las finales. Una locura. Y ojo que todavía Hanga dispuso de un lanzamiento desde su campo que llega a tocar el hierro de atrás.  





Carroll en éxtasis. Una canasta para la historia.



Una locura mayúscula sobre todo repasando un partido que el Barcelona parecía tener ganado, especialmente cuando a falta de 1.44 para el final del partido los de Pesic mandaban 65-74. 9 puntos de ventaja y 104 segundos tan sólo en el crono, pero es que en esos 104 segundos un Real Madrid absolutamente neutralizado por la defensa azulgrana anota nada menos que 16 puntos, incluyendo dos triples de Randolph (sus únicos puntos del partido), otro de Llull, y por supuesto el ganador de Carroll. Si el primer partido, resuelto con una contundente victoria blanca por 20 puntos, significaba un duro golpe moral por la superioridad de los de Laso, el G2 puede suponer una bofetada todavía mayor en la estima azulgrana. El Barcelona fue superior durante gran parte del partido, impuso su ritmo, y Pesic volvió a evidenciar que es el entrenador que mejor ha sabido jugarle a Laso en esta brillante era del baloncesto madridista, pero la vieja guardia acudió al rescate y en la retina queda la maravillosa triangulación entre Rudy, Llull y Carroll que hace añicos la exhibición de músculo azulgrana. 


Ambos entrenadores repitieron quinteto titular. Campazzo, Rudy, Deck, Randolph y Tavares por los locales. Pangos, Ribas, Claver, Singleton y Tomic por el bando visitante. Quintetos altos con treses que pueden hacer de cuatro, y los grandes pívots en cancha (Tavares otra vez superior a Tomic) Pesic se dejaba a su “killer” Heurtel en el banquillo, y Laso a su mejor defensor, Taylor. Asimismo el técnico azulgrana también se guardaba la bala de un Hanga consagrado a labores tan oscuras que su ficha presenta un -6 de valoración. El jugador con peores números del partido, y sin embargo clave para entender la superioridad visitante durante gran parte del partido, y es que Pesic sacrificó a quien estaba llamado a ser uno de los pilares del nuevo proyecto culé con el objetivo de neutralizar al hombre del primer partido, Facu Campazzo. Y lo consiguió. El Facu, puro talento, es también un jugador con facilidad en caer en batallas personales. Picó el anzuelo lanzado por Pesic con el alero húngaro, y un Campazzo más preocupado en buscarse las cosquillas con Hanga acabó desquiciado y desquiciando a su equipo. Sólo pudo anotar desde el tiro libre, y en sus 18 minutos con 48 segundos en pista el equipo recibió un parcial de -22. Le toca resetear de cara a un tercer partido en el que el Barcelona buscará de nuevo llevarlo al fango. Para compensar el desastre del argentino Llull volvió a encarnarse en el espíritu madridista. Sus números no son especialmente brillantes (13 puntos, con 3 de 11 en tiros de campo, y 5 asistencias para una valoración de 11), pero el +24 con el que finaliza en el balance +/- indica que con él en pista el Madrid hizo sus mejores minutos. Llull volvió a abrir el camino de la fe, de nunca dejar de creer,  y encontró en Carroll al ejecutor de dicha fe.


La salida azulgrana, no podía ser de otra manera, fue radicalmente distinta a la del primer partido (pese a que los protagonistas iniciales fueran los mismos) Pesic tenía claro que había que endurecer el partido a toda costa. Las canastas, sobre todo las madridistas, llegaban con cuentagotas. Como si de repente hubiésemos retrocedido a un baloncesto de hace 20 años el ritmo se hacía lento y pesado. Y en este escenario se destapó el inagotable talento de Heurtel. La receta azulgrana estaba clara: músculo y la magia del base francés. Con su entrada a cancha y demás movimientos de banquillo el Barcelona alcanzaba las primeras diferencias significativas. Un triple de Smits (muchos minutos ayer por mor de las faltas personales de sus compañeros) ponía el 7-17 a 42 segundos del final del primer cuarto. Sobrevivía el Real Madrid con una canasta de Ayón y dos tiros libres de Llull tras falta de un Hanga como decimos consagrado a la destrucción del juego rival. 11-17 en el primer cuarto, y los de Laso que sólo habían conseguido anotar cuatro canastas en juego en todo el parcial. El plan de Pesic daba resultado. 


Heurtel tiraría de repertorio al inicio de segundo cuarto para mantener las diferencias en torno a los 6-8 puntos. Su vuelta al banquillo coincidió con la explosión de Carroll, quien lideró un parcial de 10-0 para poner por delante (29-27) a los locales. Pero el Barcelona siguió fiel a su plan. Posesiones largas, encontrando dentro a Tomic y Claver, para retomar el mando del partido. El propio alero valenciano cerraba con un triple desde la esquina un parcial de 0-7 para poner el 29-34 con el que se llegaba al descanso. El Madrid, eso sí, mejoraba respecto al primer cuarto. 18 puntos, por debajo de lo habitual en el equipo de Laso, pero muy por encima de los pírricos del primer acto.  


No cambió el panorama tras el paso por los vestuarios. Pasaron más de dos minutos hasta que se movió el marcador (mate de Tavares) El Barcelona seguía serio atrás y encomendado a Heurtel en ataque, quien con un triple ponía una máxima diferencia de once (33-44) a poco más de seis minutos de final de cuarto. Todo pasaba por el base francés, hasta que dos triples blancos (Rudy y Llull) logran ajustar un poco el marcador (50-55) para acabar el cuarto con un esperanzador 53-59. Había partido, todo ello después del mejor cuarto del partido, resuelto por 24-25 a favor de los de Pesic y por fin con un ritmo ofensivo adecuado para un partido de esta categoría.


Carroll y Llull acercan a su equipo a dos puntos comenzado el último cuarto. Responde Heurtel, quien si no. Carroll, excelso, llegaría a empatar el partido a 62 a 7.27 para el final. Pero el Madrid no sabe culminar la remontada. Un parcial de 0-7, aprovechando dos pérdidas de Ayón, vuelve a poner en franquía el partido para los visitantes. Cuando una bandeja de Pangos pone el 65-74 a 2.50 para el final parece claro que el segundo punto va a volar a Barcelona, máxime cuando pasa un minuto sin que se mueva el marcador. Y llegamos a esos 104 segundos finales de locura. Antes Campazzo ya ha sido eliminado después de cometer su quinta falta personal. El partido del argentino, ya lo hemos comentado, fue una losa para su equipo. Laso se la iba a jugar con su vieja guardia exterior: Llull-Carroll-Rudy. Primero despierta el menorquín, con un triple que obliga a Pesic a solicitar tiempo muerto. Heurtel recibe falta de Randolph penetrando en el ataque siguiente, y con su habitual fiabilidad convierte los dos tiros para poner 8 de ventaja a 88 segundos del final. El Madrid necesitaba algo similar a lo de Vitoria en 2005 (la liga del triple de Herreros) Se la volvió a jugar Llull, quien marró el triple, pero apareció Tavares cogiendo el rebote y recibiendo falta de Hanga. Visto lo sucedido después ese rechace valió oro. El caboverdiano, que está lanzando en un 69% desde la personal esta temporada, anotó sólo el primero. Siete abajo y 75 segundos. El Barcelona buscó una posesión larga, que acabó con un triple de Claver errado. Todo lo contrario que el Real Madrid, quien en pocos segundos miro aro. Anthony Randolph llevaba un infame -10 de valoración y había fallado sus seis lanzamientos anteriores. Pero a 44 segundos para el final no le tembló el pulso y dibujó un 72-76 en el electrónico que inquietaba a Pesic, aunque el Barcelona lo seguía teniendo en su mano. El propio Randolph cometió falta sobre Claver transcurridos sólo seis segundos de la posesión azulgrana. El valenciano falló el segundo y el Madrid dirigía un ataque cinco abajo a 38 segundos para el término del encuentro. Llull se la volvió a jugar en contrataque sin acierto y el balón acabó en manos azulgranas tras un instant replay que decretó que él último en tocar la bola después del rebote fuese Rudy Fernández, bola que acaba fuera de banda. Pesic pide tiempo y el Barcelona saca en campo rival. Jugada clave, ya que a Pangos se le hace de noche y agota los cinco segundos de saque de banda, devolviendo la posesión al Real Madrid. Llull fuerza la falta de Oriola, sin llegar a levantarse para el triple. Dos tiros libres que acaban dentro. 74-77 y unos 24 segundos por jugarse. Lo que duraría una posesión en caso de agotarse. Falta rápida de Randolph sobre Heurtel. El francés no falla, alcanzando la treintena de puntos y poniendo a su equipos unos en principio inalcanzables cinco puntos arriba a falta de 21 segundos. Laso para el partido para dibujar un ataque con Llull, Carroll, Rudy, Thompkins y Randolph en pista. Todo tiradores, su mayor arsenal ofensivo. Trey postea y saca el balón a Randolph. El nacionalizado esloveno la vuelve a clavar desde el triple. 77-79 y 18 segundos. Randolph de nuevo no pierde tiempo con una falta rápida sobre Claver sin que apenas corra el crono. Le cuesta la expulsión, pero el internacional español sólo anota el primero y deja al Madrid a tiro de tres con 15 segundos en el reloj. Llull sube la bola y le frena Hanga en cuanto amenaza aro. El escolta madridista pide tres tiros pero la falta es abajo. El resto es historia, con una de las jugadas más extraordinarias para ganar un partido que se recuerdan. 


El Madrid pone el 2-0 en la eliminatoria y deja al Barcelona contra las cuerdas. Nunca en la historia de la ACB se ha remontado esta desventaja, pero ya saben que las estadísticas están para romperlas. Lo que sí es cierto es que el equipo de Laso ha sido capaz de conseguir la victoria en dos partidos diametralmente opuestos. Volaron el sábado y supieron sufrir el lunes. Pesic llevó el partido a donde quería, pero no contaba con el enorme corazón y la fe de los blancos. Una fe depositada en las piernas y sobre todo en las muñecas de unos jugadores que ya son leyendas, y que no han llegado a donde lo han hecho porque se lo hayan regalado. Laso incidía en rueda de prensa posterior en la dureza del choque y en lo poco atractivo que resulta este tipo de baloncesto para el aficionado. Es cierto. Tanto como que Pesic, por delante incluso de entrenadores como Obradovic e Itoudis al frente de trasatlánticos como Fenerbahce o CSKA Moscú, es el técnico que más ha sabido desactivar el habitualmente eléctrico juego madridista. Ayer era otro ejemplo. Pero no contaban con la fe de los clásicos. 





Heurtel, partidazo sin premio.









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