Habrá cuarto partido. No hubo “barrida” y el
Barcelona sigue vivo, dando el primer paso hacía lo que sería una histórica
remontada ante un Real Madrid que dio la sensación de poder finiquitar las
finales en el Palau. Todo ello a pesar de que se sigue imponiendo (y en mi
opinión, para desgracia del espectáculo) el juego que prefiere Pesic. Un ritmo
lento, casi de otra época, sin apenas contrataque ni canastas rápidas, excepto
en momentos puntuales, precisamente los mejores del partido. Ahí reside el
mérito del Madrid, capaz de sobrevivir (e incluso ganar) en unos partidos con
mucho ataque estático, cinco contra cinco, defensas formadas y posesiones casi
al límite.
Salió brillante el Real Madrid. Dispuesto a no caer
en ninguna trampa de Pesic y sin corsé táctico de Laso, el quinteto habitual en
las finales (Facu-Rudy-Deck-Randolph-Tavares) recuperaba su mejor versión de la
mano de un gran Rudy que con dos triples en los primeros minutos ponía a su
equipo 5 arriba mediado el primer cuarto (8-13) El problema del mallorquín
serían las faltas (enseguida tiene que irse al banco al cometer la segunda en
esos primeros instantes) Pesic introducía un cambio respecto a los dos primeros
partidos, entrando Kuric por un Ribas que acabó inédito sin jugar un solo
segundo (¿nuevo caso Seraphin?) Se repuso el Barcelona con las entradas de
Heurtel y Hanga, y sobre todo encontrando a un Tomic que constantemente
conseguía premio en la zona. El pívot croata por fin realizó un partido acorde
a su categoría (11 puntos y 4 rebotes) y se impuso por vez primera en estas
finales a su par madridista, Walter Tavares. De hecho con dos tiros libres del
croata el Barcelona finalizó el primer cuarto con mínima ventaja (19-18)
En el segundo cuarto el Barcelona fue superior de
salida. Atacando el aro rival con un juego muy físico y yendo a la línea
constantemente. El propio Laso en el descanso, lejos de quejarse del arbitraje
y la diferencia de faltas y tiros libres (el Madrid no tuvo sus primeros
lanzamientos desde la línea hasta que habían transcurrido 17 minutos) se
congratulaba de que la defensa de su equipo apenas había dejado anotar canastas
en juego a los locales (sólo ocho canastas de campo en la primera parte), pero
lo cierto es que el Barcelona lograba estirar el marcador a seis puntos (27-21)
A partir de ahí entre el final del segundo cuarto y comienzo del tercero el
Real Madrid encadena sus mejores minutos y llega a establecer un tremendo
parcial de 11-28. En efecto, a 7.48 para el final del tercer cuarto los blancos
consiguen la máxima diferencia 38-49, espoleados sobre todo por un grandísimo
Thompkins, letal en el lanzamiento. Laso se la juega con Randolph y el citado
Thompkins como pareja interior, dos cuatros, sin cinco puro. Y la jugada le
sale bien, desconcertado a un Barcelona incapaz de neutralizar el juego abierto
y el constante pick&pop madridista. El cuadro local parece tan desquiciado
que incluso Heurtel sufre un cruce de cables y en su pelea con Rudy (otro de
los duelos calientes de estas finales, al igual que el de Hanga y Campazzo)
comete una antideportiva por la que puede sentirse agradecido, ya que la acción
era tan flagrante que bien pudiera haberle costado la descalificante y no
volver a pisar la cancha. Pero el Madrid se queda anclado en el punto 49. Los
de Laso sufren un colapso ofensivo que les deja cuatro minutos sin anotar,
circunstancia que es aprovechada por el Barcelona para ponerse por delante con
un parcial de 12-0. Un triple “made in Llull” estira levemente la ventaja de
nuevo para el bando visitante (50-54) pero Heurtel, saltándose cualquier
sistema en estático empata el partido con dos penetraciones fulgurantes.
Carroll volvería a dar cuatro de ventaja con otro triple, reducidos a dos tras
canasta de Smits, para llegar al acto final con un incierto 56-58 para los de
Laso.
Heurtel, duro ante Rudy. |
Liderado por un gran Campazzo, recuperando su
versión del primer partido (firma ayer 18 puntos y 4 asistencias para 26 de
valoración) el Madrid manda iniciando el último cuarto (63-68 a falta de 5.32) Intercambio
de golpes y los blancos entran en los últimos dos minutos y medio elevando la
diferencia a 6 (71-77) No volverían a anotar. Si en el segundo partido en los
dos últimos minutos lograron anotar nada menos que 16 puntos, en esta ocasión
no vuelven a encontrar anotación. El Barcelona reacciona rápido (triple de
Kuric) y tras fallo en el triple de Rudy, Heurtel se vuelve a sacar un canastón
para poner al Barcelona a un punto. Quedaba un larguísimo minuto y medio, con
el equipo de Pesic sin entrar en bonus y posibilidad de hacer faltas sin mandar
al Madrid a la línea. Hanga hace una muy rápida sobre Campazzo y el ataque
siguiente es una posesión madridista larga, de las que no le gustan a Laso. Se
la acaba jugando Llull sin éxito y en el posterior ataque azulgrana Tomic se
hace con un rebote ofensivo a fallo de Hanga que acaba valiendo el partido, una
vez que Singleton aprovecha la segunda jugada para anotar en penetración.,
yéndose con todo y contra todo frente al aro madridista (posible falta en
ataque sobre Ayón) Quedaban 29 segundos. Llull encara penetrando por la zona
pero su intento de bandeja no tiene éxito. El rebote cae de lado azulgrana pero
Hanga no logra controlar la bola y regala un saque de fondo al Real Madrid con
diez segundos en el crono. La penetración de Campazzo no es buena, pero el
rebote acaba cayendo en las manos de Thompkins quien a medio metro del aro
tiene una posibilidad excelente para anotar y sentenciar el partido y las
finales y dar el título de liga al Real Madrid. El forward de Georgia estaba
realizando un partido excelente, sublime en ataque con 18 puntos, con una serie
de 4 de 8 en triples y 3 de 5 en tiros de dos. Canastas lejanas, algunas con el
defensor encima… y el lanzamiento posiblemente más fácil del todo el partido no
encuentra diana, soltando la bola timoratamente en una especie de tiro a
tablero. Qué fácil es verlo desde nuestras casas pero sólo los protagonistas
saben lo que se puede llegar a sentir o lo que pasa por la cabeza en un momento
así.
El Barcelona de Pesic sobrevive. Logra desactivar al
rival, que no encuentra su mejor ritmo de juego en ningún momento. Pero
precisamente por eso el Madrid esgrime superioridad. Todas las cartas parecen
estar encima de la mesa. El Barcelona buscará un cuarto partido de nuevo
trabado y de ritmo lento y los de Laso castigar con canastas rápidas en las
pocas ocasiones que el rival permita ese tipo de transición. Pero al final todo
estará en manos de jugadores como Trey Thompkins que demuestran lo difusa que
puede llegar a ser la línea que separa el éxito del fracaso.
Thompkins falló la que parecía más fácil. |
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