Ídolo en Dominicana. |
Nos ha dejado Cándido Antonio Sibilio Hughes. El inolvidable “Chicho” Sibilio. Otro de esos nombres evocadores de nuestra infancia y protagonista de un baloncesto español que experimentaba un crecimiento brutal tallado en la plata de Los Ángeles 84. En aquella cita fue precisamente el alero hispano-dominicano la gran ausencia del combinado español debido a su propia renuncia, enfriando de este modo su relación con Antonio Díaz Miguel y con la FEB debido a sus idas y venidas veraniegas a su país natal donde disputaba competiciones domésticas que le reportaban unos beneficios por lo que llegó a batallar con la federación española solicitando una compensación económica por los veranos que no pudiese viajar a República Dominicana. Tal polémica no le impidió convertirse en uno de los históricos de la elástica nacional de los años 80, vistiendo la camiseta de la selección absoluta en 87 ocasiones y siendo clave en la plata del Europeo de Francia en 1983. Letal fue su actuación en el mítico partido de semifinales ante la Unión Soviética de Sabonis, Iovaisha, Belostenny, Valters y Homicius, anotando 24 puntos (su compañero azulgrana Epi hizo 27, 51 puntos entre los dos aleros barcelonistas de los 95 totales)
Histórico con la selección. |
Pero si a una camiseta se asocia el recuerdo de
Sibilio es sin duda a la del Barcelona, club que le acogió gracias al buen ojo
de Ranko Zeravica, técnico culé a mediados de la década de los 70. El laureado
entrenador serbio había seguido las evoluciones de aquel espigado deportista
que pese a jugar de interior su muñeca (y sus dos metros justos) invitaba a
pensar en una evolución hacia el puesto de alero. Todavía adolescente ya había
debutado con la selección absoluta de su país, y vistiendo esa camiseta tiene
su presentación ante el barcelonismo en el torneo junior Ciudad de Hospitalet
de 1975. Junto a Barcelona, Joventut y Hospitalet comparecía invitada la
República Dominicana con Hugo Cabrera como gran estrella, preparándose para el
Centrobasket de aquel mismo año. “Chicho” no había cumplido siquiera los 17
años y le mete 19 puntos al Barcelona en semifinales. El Mundo Deportivo se
refiere en su crónica a “un espigado junior de 17 años (como decimos no los
tenía todavía), un auténtico prodigio al que no había medio de parar”. Eclipsa
a Cabrera a los ojos de los técnicos culés y meses después estampa su firma
como nuevo jugador azulgrana, con quienes ganará nada menos que 5 ligas, 8
copas del rey, 2 recopas de Europa, 1 Korac y un mundial de clubs. Se convierte
en pieza clave de un Barcelona demoledor, sobre todo cuando en 1984 la FIBA
acepta por fin la línea de tres puntos, distancia desde la que el alero se
muestra especialmente letal. 691 canastas de tres puntos llevaron su firma en
toda su carrera ACB, dos por partido, de 1675 intentados. Un brillantísimo 42%,
porcentaje excelso sobre todo para un jugador con tantos lanzamientos. En la
temporada 86-87 llega a lanzar por encima del 50% en liga regular. Salvaje.
Se convierte en indispensable para todos sus
técnicos, desde Kucharsky hasta Aíto, pasando por Antoni Serra y Manolo Flores,
aunque no faltan los enfrentamientos debido a su carácter. Serra le llega a
apartar del equipo en Octubre de 1984 tras una discusión sobre el reparto de
minutos estallando cuando en un partido ante Cacaolat el jugador quiere ir a
las duchas antes de que finalice el encuentro. Por otro lado su salida del
Barcelona no fue lo amistosa que se hubiera deseado para alguien con su
historial, pero su relación con Aíto García Reneses se había claramente
deteriorado a media que iban bajando sus minutos en pista. Finalmente en Abril
de 1989, poco después de la decepción de la Final Four de Munich en la que
Jugoplastika comenzaba a escribir su leyenda desarbolando a los azulgrana en
semifinales, el alero era apartado del equipo para firmar meses después por el
Baskonia, por entonces denominado Taugrés Vitoria, donde juega sus últimas
cuatro temporadas. No gana ningún título, pero a nivel individual la revista
Gigantes del Basket lo nombre mejor sexto hombre de la temporada 1989-90, y en el
All Star de Zaragoza de ese mismo curso acaba siendo elegido MVP del
partido.
Final agridulce con Aíto. |
En su regreso a la República Dominicana siguió
vinculado al baloncesto como entrenador, especialmente de categorías de
formación. Sus últimos años los ha
dedicado a disfrutar de su Haina natal, donde comenzó a anotar sus primeras
canastas a 120 metros de la orilla del mar, y a mantener el contacto con su
amigo y ex –compañero Felipe “Jay” Payano, ministro de deportes de la República
Dominicana y otra antigua gloria del baloncesto de ese país, con el que ha
intentado impulsar el deporte de la canasta de la nación centroamericana. Su
legado quedará presente en la escuela de baloncesto de alto rendimiento que
llegó a fundar en estos últimos años de su vida, donde trabajan los jóvenes
valores del baloncesto dominicano.
En definitiva un jugador icónico y parte fundamental
de ese baloncesto ochentero de tan grato recuerdo para muchas generaciones de
aficionados (y que en ocasiones, dicho sea de paso, nos lleva a una nostalgia
excesiva incapaz de valorar que el baloncesto actual es muy superior) pese a su
carácter esquivo, sus desencuentros con nuestra federación, y su desvinculación
con nuestro país al finalizar su carrera profesional como jugador. Porque de lo
que no cabe duda es de qué hablamos de una figura que tanto en jugador como
persona se antoja gigantesca en la historia de nuestro deporte y nuestro
baloncesto, y ahí están las interminables muestras de luto y homenaje de
compañeros y rivales.
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