sábado, 31 de agosto de 2019

¿HAY VIDA DESPUÉS DE LOS JUNIORS DE ORO?



Raúl, Felipe, Pau y Navarro en su primera concentración juntos con la absoluta.




Esta es la pregunta que parece hacerse la afición española en vísperas de la primera gran cita internacional de nuestra selección sin representantes de la llamada generación de los “Juniors de Oro” (los campeones de Europa en Varna en 1998 y del mundo en Lisboa al año siguiente en dicha categoría) desde que en los Juegos de Sidney de 2000 Raúl López y Navarro debutaran con la absoluta. Aquella impresionante colección de talentos (Pau Gasol, Navarro, Felipe Reyes, Berni Rodríguez, Carlos Cabezas, José Calderón…) unida a algunos jugadores más veteranos (Garbajosa, Carlos Jiménez…) y ensamblándose con otras talentosas generaciones posteriores (Rudy Fernández, Marc Gasol, Sergio Rodríguez, Llull, Ricky Rubio…) han llevado a nuestro baloncesto a donde jamás hubiéramos podido imaginar. Campeones del mundo, tres veces de Europa, dos veces subcampeones olímpicos… un ciclo absolutamente ensoñador, maravilloso, quizás irrepetible, y cuyo eje ha girado principalmente en torno a aquellos chavales que en 1999 fueron capaces de tumbar en categorías inferiores a unos Estados Unidos en los que militaban jugadores como Nick Collison, Keyon Dooling, Bobby Simmons, Matt Carroll, Lance Williams o Casey Jacobsen, por citar a los nombres quizás más reconocibles y con mejor carrera posterior. Y principalmente, no cabe duda, Pau Gasol y Juan Carlos Navarro han sido los principales referentes de estos maravillosos años.


Sergio Scariolo, un tipo cuyo palmarés hablar por si solo, se enfrenta al reto de conseguir que nuestra selección siga siendo lo suficientemente competitiva como para seguir luchando por medallas. Un nivel de exigencia al que nos ha llevado el reciente ciclo triunfal y que, sinceramente, deberíamos ir moldeando en favor de unas perspectivas más reales. No obstante volver a subirse al podio es una posibilidad real, pero tan real como caer en cuartos de final, octavos, o incluso en el peor de los escenarios no superar una segunda fase en la que casi con toda probabilidad nos enfrentaremos a Serbia e Italia con la necesidad de salir victoriosos en uno de estos dos duelos para no hacer las maletas anticipadamente.


Un primer análisis del campeonato sitúa a Estados Unidos y Serbia como principales favoritos al oro, con los de Popovich unos pocos peldaños por encima de los de Djordjevic, veremos si los suficientes. La prestigiosa web HoopsHype ya se ha encargado de recordar que nos encontramos ante la a priori peor selección norteamericana de la historia desde que acuden los NBA, en relación a los números de la presente temporada. No obstante siguen siendo la escuadra a batir, sobre todo gracias a su temible backcourt formado por Kemba Walker, flamante nuevo director de juego de Boston Celtics y único jugador que ha sido All Star en el presente curso, y el explosivo Donovan Mitchell quien con sólo dos años de experiencia NBA ya es uno de los mejores exteriores del baloncesto USA. El tercer espada debe ser en buena lid Khris Middleton, el alero todoterreno de Milwaukee Bucks. Jóvenes de la calidad de Brown y Tatum, un perro de preso como Smart, el especialista en el tiro Joe Harris… mimbres para considerar a los vigentes campeones como el rival con mayor capacidad de anotación y por tanto más difícil de frenar. Quizás por dentro pueda parecer que flojean un poco, con sólo tres interiores puros, aunque con la calidad de Brook Lopez y Myles Turner. El primero aportará su calidad ofensiva y excelente mano en el tiro exterior, mientras que Turner sacará provecho de su mejor juego cerca del aro y será esencial en defensa. Mason Plumlee tendrá sus minutos simplemente por la escasez de elementos en la zona. Favoritos, pero más batibles que nunca… sobre todo por una Serbia que no teme a la presión (el propio Djordjevic ha insinuado que se ve campeón ante USA) y sólo la baja por lesión de Milos Teodosic ha trastocado los planes del temperamental técnico de Belgrado. No obstante el roster de los ex –yugoslavos asusta de puro talento. Cuatro NBA como Jokic (jugador total en un cuerpo de pívot), Marjanovic, Bogdanovic y Bjelica al frente de un equipo completado con jugadores del calibre de Lucic, Milutinov, Raduljica, Guduric o un Micic que viene de hacer una temporada bestial con el Efes turco. Una plantilla sin fisuras con el oro como objetivo.



Walker frente a Jokic. Líderes de las dos grandes favoritas.



Por detrás de los que parecen los dos colosos del torneo, España puede situarse en un nutrido grupo de equipos que deben aspirar a medallas. Consultando las principales casas de apuestas, nuestra selección aparece cuarta en los pronósticos, por detrás de Grecia y justo por delante de Francia. Ambas escuadras, helenas y galas, tienen los suficientes mimbres para optar a medallas, pero es comprensible el optimismo respecto a los griegos, que cuentan en sus filas con el actual MVP de la NBA. Giannis Antetokounmpo es el gran argumento del veterano entrenador Thanasis Skourtopoulos, quien afronta su primera gran cita al frente de la selección de su país después de varios años como asistente y sobre todo de una gran trayectoria en clubes de su país. Pero es que acompañando al crack de los Bucks nos encontramos con un buen ramillete de figuras, destacando los exteriores Calathes y Sloukas, estrellas consagradas en Europa, junto a jugadores que sin llegar a ese brillo tienen la solvencia de Mantzaris o Papanikolau, y clásicos del baloncesto griego como Printezis o Bourousis aportando la necesaria dosis de veterania. Normal que estén en todas las quinielas para medallas. En el caso francés, al igual que España, afrontan el desafío de la renovación después de haber contado con la posiblemente mejor generación de su historia encabezada por Tony Parker con Boris Diaw como el mejor escudero posible. El hueco que dejan estos dos genios es imposible de llenar, pero la presencia de estrellas como Batum, Fournier o De Colo alrededor del poderoso ancla que supone la presencia de Rudy Gobert, simplemente uno de los mejores pívots del mundo, hace comprensible que haya que contar con los galos como candidatos a semifinales. Y en el banquillo, claro, sigue el incombustible Vincent Collet, quien cumple ya una década dirigiendo a la selección absoluta de su país.


No faltan los clásicos “outsiders”, y ahí es imposible no fijarse en Australia, quienes llegan al torneo con la vitola de haber ganado a Estados Unidos en la preparación para este mundial, rompiendo una racha de 78 partidos ganados de los norteamericanos. Con un sólido bloque NBA (Mills-Dellavedova-Ingles-Baynes-Bogut) y un estilo de juego tan vistoso como comprometido, deberían ser capaces de llegar por lo menos a cuartos de final pese a que de salida tienen una de las primeras fases más complicadas con Canadá y Lituania en su mismo grupo. Otra selección a no perder de vista es Italia, ¿será por fin el año del retorno a la auténtica élite?, que no sea por falta de estrellas, aunque Datome y Gallinari llegan con poco rodaje después de haber sufrido distintos percances físicos. Sólo han jugado los dos últimos partidos de la preparación (ante Serbia y Francia) pero parecen totalmente recuperados más allá del puntual estado de forma. Belinelli completa el trío estelar de los transalpinos cuyo partido clave muy posiblemente sea precisamente el mismo que el nuestro, es decir, el que casi con toda probabilidad dirimamos en la segunda fase frente a frente. No podemos olvidarnos de Argentina. Nunca se han ido, y de hecho la “Generación Dorada” se resiste a desaparecer del todo ya que Luis Scola continúa liderando a la albiceleste con sus 39 gloriosos años de puro talento. Claro que a este deporte se juega mucho más fácil si tienes a tu lado un par de bases de la calidad de los madridistas Campazzo y Laprovittola (flamante MVP de la temporada ACB, el Facu por su parte lo ha sido de las finales), quienes junto a Gabriel Deck forman el trío merengue, con lo cual podemos decir que hay más madridistas en la selección argentina que en la española (dónde sólo acuden Rudy y Llull) y que una cuarta parte del combinado de Sergio Hernández es del Real Madrid, dentro de una selección en la que por otra parte casi todos los jugadores tienen experiencia ACB. Queremos meter en este, digamos, tercer grupo de selecciones poderosas a Turquía. Pese a las reservas que se merece un combinado que habitualmente decepciona y que sólo obtiene grandes resultados cuando ofician de anfitriones (finalistas continentales en 2001 y del mundo en 2010 jugando como locales), y a que su gira de preparación preocupántemente ha ido de más a menos, llegando incluso a perder ante Venezuela. Pero el imparable crecimiento de los Osman y Korkmaz y el momento de madurez de Ilyasova, junto a la habitual dureza de sus interiores (aunque llevan uno de los rosters con altura media más baja del campeonato) hace que no sea una selección fácil para ningún rival. Tampoco descartamos a Alemania como otro de los equipos que pueda dar la campanada. Deberían pasar a la segunda fase sin problemas y una vez ahí ante cualquiera de sus posibles rivales (Australia, Lituania o Canadá) no sería nada quimérico verlos avanzar y seguir adelante para un roster muy definido (fueron de los primeros países en confirmar sus doce definitivos) en el que Dennis Schroder ejerce de eléctrico jefe desde el puesto de base para una generación de jugadores nacidos a mediados de los 90 y que sigue creciendo unida. Hablamos de los NBA Theis y Klebber, un ex-NBA como Zipser, o los sobradamente conocidos por su paso ACB Obst o Voigtmann. Otro jugador conocido de nuestra liga como Robin Benzig (llegaron a venderlo casi como un nuevo Nowitzki y se ha quedado en un muy aprovechable alero alto gran reboteador y decente tiro exterior) es el veterano del equipo con sólo 30 años. Hablamos por tanto de uno de los equipos con media más joven del torneo pese a que ningún jugador baja de los 20 años.




El Tortuga, Facu y Lapro, madridismo albiceleste.



Hemos hablado ya de diez equipos que sinceramente no sería nada descabellado pensar en verlos subirse al podio (aun admitiendo que Turquía y Alemania si serían más sorprendentes), incluso podemos ampliar la lista a 14 si metemos a la siempre habitual Lituania, selección a la que se le suele tildar en los últimos años de “venida a menos” pero siempre acaba llegando lejos (pese a venir de un noveno puesto en el último Eurobasket), y que con piezas tan sólidas como Valanciunas, Kuzminskas o Sabonis Jr., más los veteranos Kalnietis, Maciulis, Seibutis o Jankunas, es una selección a colocar bajo el radar. Si no los situamos más arriba en nuestro particular ranking es por el hecho de que tener de salida a rivales como Australia y Canadá, y posiblemente Francia y Alemania en caso de que accedan a la segunda fase, hace que jueguen casi sin margen de error, debiendo ganar al menos a tres de estos cuatro rivales para asegurarse llegar a octavos (o ganar dos y esperar otros resultados) Precisamente a los canadienses también queremos introducir en este cuarto grupo de candidatos a hacer grandes cosas en el mundial. Les pasa lo mismo que a los lituanos, su camino es durísimo, y además con un punto menos de calidad y experiencia que los de Adomaitis. Su mayor garantía quizás resida en el banquillo, con un Nick Nurse glorificado después de sus magistrales lecciones en los últimos play offs NBA llevando a Toronto Raptors a un histórico título de campeones de la mejor liga del mundo. Tienen buena dinamita exterior, con Pangos, Cory Joseph o los hermanos Scrubb (aunque estos últimos acaban sumando puntos gracias a que se tiran hasta las zapatillas) pero parecen flojear un poco por dentro, donde sólo Wiltjer ofrece ciertas garantias (por delante incluso del jugador de Toronto Chris Boucher) Quizás sea la influencia del último partido de la gira de preparación que enfrentó a nuestra selección, pero lo cierto es que hemos cambiado la mirada sobre la desahuciada Rusia. Caso italiano aparte, la selección absoluta ex-soviética supone el caso de mayor caída en desgracia en el baloncesto internacional en los últimos años. Si encima añadimos que no podrán contar con sus dos jugadores más reconocibles como son Shved y Mozgov, ambos ausentes por lesión, todo parece indicar que este no será el año de la resurrección rusa. No obstante su lado del cuadro es relativamente suave, y si superan esa especie de final en su partido inaugural contra Nigeria su segunda fase no debería plantear problemas para llegar a cuartos y colocarse entre los ocho mejores del torneo, lo cual vista la dificultad e igualdad de este campeonato sería una buena nota. Momento para que Karasev demuestre el jugador que pudo llegar a ser. Tampoco queremos perder de vista al Brasil de Alexandar Petrovic, con una de las selecciones más veteranas del torneo (Barbosa, Huertas, Marquinhos, Varejao, Alex García... todos superando ampliamente la treintena) llegan muy de tapado jugándose a priori el pase a segunda ronda ante Nueva Zelanda y en segunda fase su particular final sería ante Turquía. Al igual que Rusia, si logran colarse entre los ocho mejores habrán cumplido con creces.


Estas son en nuestra opinión las 14 selecciones más destacadas de este Mundial. Lo cual no quiere decir que las 18 restantes sean comparsas. Si alguien está pensando en posibles sorpresas no hay que descartar a los anfitriones, cuya primera fase (Polonia, Venezuela y Costa de Marfil) plantea incluso la posibilidad de que pasen invictos a segunda ronda y con margen de error ante Argantina, Rusia o Nigeria. No es nada descabellado pensar en China alcanzando cuartos de final en un mundial por primera vez en su historia. Menos posibilidades le damos a la otra gran selección oriental. Japón quiere seguir creciendo de cara al mundial de 2023 en el que ejercerán de anfitriones, y aunque muy posiblemente no pasen de primera fase (Estados Unidos, Turquía y Chequía son sus rivales), hay que seguirles la pista aunque sólo sea por el nombre propio de Rui Hachimura. El número 9 del presente draft elegido por Washington Wizards apunta a ser uno de los jugadores dominantes del comienzo del campeonato, al menos en los tres primeros y posiblemente únicos partidos que juegue su selección. Por otro lado, nos gusta mucho la Nigeria de Epke Udoh, Stan Okoye, Al-Farouq Aminu, Michael Eric, Josh Okogie o el venerable veterano Ike Diogu. Se lo juegan todo ante Rusia en su partido inaugural, ya que tal y como hemos dicho de la selección de Bazarevich, su segunda ronda puede ser relativamente asequible. Les sigue faltando calidad en el puesto de base.




Hachimura, estrella emergente.




Por lo demás poco más a lo que aferrarse. Bien sea por lesiones y ausencias notables (Chequia, República Dominicana) o problemas internos que casi dan al traste con la participación en el torneo (Venezuela), no creemos que más allá de las selecciones citadas merezca poner demasiado foco excepto para comprobar el estado de baloncestos muy desconocidos por la mayoría de los aficionados (caso de por ejemplo Filipinas, país con una liga doméstica que cuenta con un seguimiento espectacular y que oficiará de co-anfitrión junto a Japón dentro de cuatro años) y disfrutar de las evoluciones de jugadores que son santo y seña dentro de rosters menores (Mejri en Túnez, Haddadi en Irán...)


¿Y España?, pues lo dicho, la lógica invita a pensar en que nos moveremos alrededor de la difusa línea que separa acceder a la lucha por las medallas de la decepción de caer antes de lo deseado. Insistimos en que muy posiblemente el partido clave sea en la segunda fase ante Italia. Nuestras posibilidades, a nadie se le escapa, pasan mayormente por el talento del clásico binomio base-pívot que conforman Ricky Rubio y Marc Gasol, líderes absolutos de esta nueva selección española que busca responder de manera positiva a la cuestión planteada en el título de esta entrada. Si Rudy Fernández mantiene el nivel de esta temporada en su club y sobre todo Llull es capaz de recuperar el anterior a su terrible lesión de verano de 2017, nuestras opciones crecerán de manera exponencial en una selección dirigida por un Sergio Scariolo absoluta garantía tan capaz de fiar nuestro éxito a la inspiración de los jugadores ya citados como al trabajo estajanovista de los Claver o Juancho Hernángomez. Necesitamos más que nunca esa hiperactividad defensiva, bosques de brazos impidiendo pases en la zona, presión en las líneas exteriores y cerrar el rebote como si nos fuera la vida en ello. Y es que nos va la vida en ello. La vida que puede existir después de los “Juniors de Oro”.



Seleccionador y presidente. Quieren que siga la fiesta.








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