Spoelstra se queda sin balas. |
Si usted no es seguidor de la NBA y no conoce por
tanto el calendario de las actuales series finales, bien puede haber pensado
leyendo las noticias, foros, o redes sociales entre ayer y hoy que Los Angeles
Lakers son los nuevos campeones de la mejor liga de baloncesto del mundo…
cuando en realidad sólo han ganado el primer partido de unas series al mejor de
siete. Pero cuesta recordar unas finales en las que el primer partido sea capaz
de definir tan claramente a un favorito. Los dos casos recientes que se me
vienen a la mente ambos tienen como protagonistas precisamente a LeBron James
pero siendo víctima y no verdugo, como cuando en 2007 accedió a sus primeras
finales para ser barrido por la dinastía de San Antonio Spurs o las finales de
2018 en las que sus Cleveland, ya sin Irving, no tuvieron opciones ante unos
Warriors que apuntaban a la mayor dictadura del siglo XXI si Durant no hubiera
marchado a Brooklyn (precisamente junto a Irving) Aunque es cierto que en aquel
primer partido del 18 los Cavaliers tuvieron opciones de llevarse el partido,
dejando la célebre jugada de J.R.Smith renunciando a un último tiro antes de la
prórroga que podía haber dado la victoria a los de Ohio. Nada que ver con lo
visto en Orlando, donde la trituradora Laker comenzó a funcionar mediado el
primer cuarto llegando a alcanzar diferencias hasta de 32 puntos.
“Es sólo un partido. Sólo un punto. Todavía tenemos
que ganar tres más para ganar el anillo”, no cuesta imaginar a Frank Vogel y
LeBron James, como las voces autorizadas del vestuario uno en su papel de
entrenador y el otro en el de líder del proyecto, insistiendo en la necesidad
de rebajar la euforia que sin duda se ha instalado en el roster angelino viendo
la facilidad con la que se llevaron un primer partido que deja tocado a Miami
en el resultado y en la enfermería, con Dragic, Butler y Adebayo tocados.
Posiblemente sus tres jugadores más importantes.
“Es sólo un partido. Sólo un punto. Todavía no hemos
perdido las finales y en dos noches tenemos la ocasión de igualar las series”
Spoelstra habrá tirado de la lógica de la ilógica del deporte, de que todo es
posible y que ningún resultado debe darse por antemano. Sabe lo que es ganar el
título, lo ha hecho dos veces, y puede recordar como en 2012, su primer anillo,
comenzaron perdiendo las finales contra Oklahoma City para acabar remontando y
ganando esas series por un inapelable 4-1. Claro que la situación era bien
distinta y a su disposición contaba con el “big three” de LeBron, Wade y Bosh
en buena forma, sano y capaz de jugar unos 40 minutos por partido a pleno
rendimiento. Todo parece pasar ahora mismo por el estado físico de esos tres
puntales que son Dragic, Butler y Adebayo con los que poder plantar con
garantías a estos desorbitados Lakers, apabullantes en todo, físico, tamaño,
músculos, kilos y centímetros.
En ese sentido estos Lakers rompen en cierta manera
con la tendencia de los últimos campeones más partidarios del “small ball”,
especialmente los Golden State Warrios, pero también los propios Miami de 2012
y 2013, los Spurs de Popovich cuyos mejores minutos en las finales eran con
cuatro jugadores abiertos y sólo Duncan dentro, los Cavaliers de 2016, que
hacían lo propio sólo con Tristan Thompson en la zona (Kevin Love muy limitado
en minutos), jugadores con más perfil de cuatro que de cinco. Sólo Toronto la
pasada temporada con Marc Gasol apostó por un cinco puro en la zona durante
muchos minutos, aunque tengo en mi recuerdo particular que sus mejores minutos
fueron con la pareka Siakam-Ibaka, de nuevo dos perfiles más móviles y
abiertos. Pero también puede ser una vía por la que Miami pueda encontrar su
mejor juego, como se vio en los primeros minutos del G1.
Y es que la puesta en escena de los de Spoelstra
desde luego invitaba al optimismo, castigando el formato alto de Lakers con una
circulación de balón y unas transiciones rápidas encontrando tiros cómodos,
especialmente desde las esquinas, propiciando un parcial de 23-10 de salida que
hizo parar el partido a Vogel. Pese a la supuesta superioridad interior que
pudiera plantear el quinteto alto angelino, provocando el marcaje de Crowder
sobre Davis, en ese parcial los puntos de Lakers llegaron desde el exterior
(dos triples, LeBron y Davis, y una canasta de Caldwell-Pope desde unos seis
metros), La Ceja sólo pudo anotar una canasta en la zona después de un reverso
ante Crowder. Y en el resto de asignaciones, especialmente los exteriores (Dragic
sobre Pope, Robinson sobre Green) los Heat parecían superiores. Hasta que entró
Rondo… y es que Vogel aprovechó su tiempo muerto para hacer un doble cambio,
uno natural y habitual en el guión del técnico angelino (Kuzma por LeBron) pero
otro evidentemente táctico, renunciando al cinco grande (Howard) y jugando sólo
con Davis como interior. Curiosamente La Ceja hizo mayores estragos con el
marcaje de Adebayo que ante el de Crowder, y la dirección de Rondo nos hizo
recordar de nuevo que estamos ante posiblemente uno de los mejores jugadores de
play offs de los últimos tiempos. La entrada del campeón con Boston en 2008 se
produjo a cinco minutos del final del primer acto, con su equipo 13 abajo y
sólo 10 puntos anotados. Finalizaron ganando el cuarto, 28-31, cerrando con un
triple desde la esquina de Caruso servido por Davis después de una magnífica
circulación de balón angelina. A partir de ahí los Lakers no cederían el mando
del partido, excepto tras un pequeño arreón de Herro que devolvió una momentánea
ventaja de dos puntos a Miami con dos triples seguidos, 43-41, pero los de
Spoelstra se quedarían anclados en ese punto 43 y un parcial de 0-11 ponía en
franquía la victoria angelina. Si los 17 puntos de diferencia (48-65) con los
que se llegó al descanso ya parecían una losa difícil de levantar (y eso que no
subió al marcador la que hubiera sido la canasta de la noche, un mate de LeBron
en contrataque tras recoger un rechace de Kuzma), la confirmación de que Dragic
no volvería al partido (y veremos si a las finales) convertía el partido en
misión imposible para Miami, que a partir de ahí sufriría una carnicería sólo
mitigada en un último cuarto de maquillaje que al menos sirvió para que el “desaparecido”
Kendrick Nunn recuperara la confianza perdida. Quien fuera uno de los jugadores
revelación de la temporada (segundo en las votaciones por el Rookie Of The
Year) ha tenido un final de temporada convulso, dando positivo por coronavirus
y abandonando hace dos meses la burbuja de Orlando por motivos personales. De
sus 29.3 minutos por partido en liga regular a los 12.4 de play offs. Como el
día y la noche. Su recuperación parece la única buena noticia a la que pueda
aferrarse Miami en una noche aciaga que trasciende más allá del resultado con
los ya conocidos problemas físicos que hacen que Dragic (desgarro en la fascia
plantar) y Adebayo (hombro) sean seria duda hasta el último momento del G2. El
caso de Butler no parece tan grave ya que se da por hecha su presencia a pesar
de su esguince en el tobillo. Pero qué duda cabe no lo hará al 100%, y de hecho
su carácter guerrero nos inclina a pensar que no se dejará nada fuera de la pista,
arriesgándose a agravar una lesión que le puede dejar definitivamente ausente
de las series. Los fantasmas de las lesiones de Durant y Klay Thompson en las
pasadas finales ente Golden State y Toronto sobrevuelan el vestuario de los
Heat.
Sea como fuere la realidad es que el marcador de las
series refleja solamente un 1-0, nadie debería dar nada por descontado todavía
en ninguna franquicia ni en ningún sentido, ni en el de la euforia angelina ni
en el de la tragedia floridense.