Judas, traidor, mentiroso, mercenario, pesetero… son
algunos de los, quizás los más suaves, calificativos que ha recibido en las
últimas semanas el base Sergio Rodríguez tras oficializarse su fichaje por el
CSKA. Pese a que por activa y por pasiva se ha recordado que el Real Madrid no
llegó a presentar ninguna oferta oficial por el jugador, un sector del
madridismo sigue considerando que el Chacho no debería, bajo ningún concepto,
vestir la camiseta de uno de los grandes rivales europeos del equipo blanco, en
una muestra más de un fanático talibanismo que exige obediencia ciega y casi se
diría esclavitud ante la entidad madridista obviando lo más maravilloso que
puede tener un ser humano: el libre albedrio.
Hemos recopilado una serie de casos, una decena de
nombres, más o menos ilustres del reciente pasado madridista (el que alcanzo a
recordar), protagonistas también de desencuentros, salidas precipitadas, fugas
y demás vicisitudes… al criterio del lector dejo que lo consideren traiciones,
o simplemente escenarios naturales del deporte de elite. Juzguen ustedes.
FERNANDO MARTÍN (1981-1986/1987-1989): Uno de los
grandes mitos del baloncesto madridista, y sin duda el gran mito de la década
de los 80. En 1985 comienza su idilio con el baloncesto profesional
estadounidense, probando con unos New Jersey Nets que se habían hecho con sus
derechos vía draft. Pospondría su aventura NBA para el verano siguiente, pese
al ofertón del Real Madrid (la prensa de la época habla de unos 50 millones de
pesetas, el mayor sueldo de Europa en aquellas fechas), empeñado en retenerle
para paliar el golpe de efecto del fichaje de Andrés Jiménez por el Barcelona.
El Madrid perdió a su jugador franquicia y la selección española a una de sus
estrellas, ya que en aquel momento los profesionales NBA no podían jugar
competiciones internacionales. Lejos de suponer un trauma o quebranto
emocional, la noticia llenó de orgullo al baloncesto nacional y en particular
al madridismo. Su carrera en Estados Unidos fue anecdótica, pero para siempre
quedará su condición de pionero, de rompedor de moldes establecidos. Volvió al
club de sus amores a la temporada siguiente, donde jugó dos temporadas más
hasta su desgraciado fallecimiento aquel maldito domingo de Diciembre de 1989.
DRAZEN PETROVIC (1988-1989): Uno de los mayores
genios de la historia de este deporte. Vistió la camiseta madridista sólo una
temporada, la cual sigue instalada en la memoria del aficionado blanco. Después
de que el Barcelona no se decidiese a contratar al jugador de Sibenik, Ramón
Mendoza no se lo pensaba para unir a la “bestia negra” madridista que lideraba
la Cibona de Zagreb de los 80 a los Martín, Biriukov y compañía, pese a que
eran notorias las diferencias con algunos de los pesos pesados del vestuario
blanco (Corbalán e Iturriaga prefirieron abandonar la nave antes de compartir
equipo con quien les había humillado tiempo antes en la pista, y con Fernando
Martín la relación era inexistente, no podía ser de otro modo cuando Drazen
había escupido a la cara al ala-pívot madridista después de que éste le
tendiese la mano tras un partido en Zagreb) 160 millones por 4 años fue el
contrato firmado por el croata. Contrato que rompió el primer año con su fuga a
Portland pese a manifestar en la prensa española que no estaba negociando con la franquicia de Oregon. Tras varios dimes y diretes, finalmente a mediados de
Agosto de 1989 saltaron las alarmas cuando el jugador no apareció al
entrenamiento matutino del equipo. Tras comprobar que tampoco se encontraba en
el domicilio, las investigaciones del club blanco confirmaron que junto a su novia y su representante había cogido un vuelo a Estados Unidos a través de la
compañía American Airlines. Desde Portland llegó a declarar a Gigantes que volvería al Real Madrid en tres temporadas. Pese a todo, gran parte del madridismo le tiene en
un pedestal.
Los culebrones de Drazen. |
ARVYDAS SABONIS (1992-1995): El “Zar” lituano
emprendía su particular camino de redención tras su calvario con el talón de
Aquiles con su sorprendente y rocambolesco (algún día hablaremos de ello en profundidad)
fichaje por el Valladolid. Pese a no llegar a jugar nunca en su carrera al 100%
de sus posibilidades (uno de sus médicos llegó a declarar que lo hacía al 30%),
su calidad era tan descomunal que incluso un Sabonis mermado podía dominar
Europa. Tras la amarga experiencia con Petrovic, Mendoza se lanzó a por la otra
gran figura del baloncesto continental. 300 millones de pesetas anuales
tuvieron la culpa. Pero no todo eran días de vino y rosas alrededor del
lituano. Lorenzo Sanz, por aquel entonces vicepresidente madridista, era
partidario de rebajar el sueldo del “Zar”, y compañeros de directiva incluso
hablaban de venderlo, dado lo deficitario de la sección de baloncesto. Se
encontraron con la firme oposición del llorado Mariano Jaquotot, quien luchó
contra viento y marea por mantener el baloncesto madridista. En 1995 Sabonis
acabó contrato y con la Copa de Europa bajo el brazo aceptó la mareante oferta
de (otra vez) Portland, desestimando la renovación con el Real Madrid. Se
despidió entre lágrimas en rueda de prensa y todo el madridismo entendió que el
gran Sabonis merecía probar la aventura NBA. Fue un “rookie” atípico que llegó
a jugar 7 temporadas en la franquicia de Oregon. Con 39 años se dio el gusto de
jugar su última temporada en su casa, en el Zalgiris Kaunas, haciendo aún un
baloncesto de escándalo y siendo MVP de la Euroliga.
JOE ARLAUCKAS (1993-1998): Después de despuntar en
Málaga y Vitoria, Ramón Mendoza se hacía en verano de 1993 con los servicios de
este ala-pívot de gatillo fácil para formar junto a Arvydas Sabonis una de las
mejores (aunque de corta vida, sólo dos temporadas juntos) parejas interiores
de la historia del baloncesto madridista. Recordado por su Copa de Europa del
95 y por su record anotador de 63 puntos en Euroliga ante el Buckler Bolonia,
en 1996 renovó su contrato por tres temporadas más, de las que sólo cumplió
dos. A partir del año siguiente comenzaron las desavenencias con el club, al
que amenazó con demandar por impago. Desavenencias centradas en la figura del
entrenador Miguel Ángel Martín, quien le llegó a apartar del equipo. En 1998
negociaría con el club la rescisión de su contrato para fichar al año siguiente
por el Aris griego.
DEJAN BODIROGA (1996-1998): El polivalente jugador
serbio fichó por el Real Madrid en verano de 1996 por dos temporadas, aunque la
intención del club después del primer año era ampliar su contrato. No lo
lograron y una vez libre de ataduras contractuales aceptó la desorbitada oferta
del Panathinaikos (450 millones por dos años, según la hemeroteca) para jugar
en Grecia. Volvería a España… para recalar en el eterno rival, un Barcelona con
el que lo ganaría todo.
RAÜL LÓPEZ (2000-2002/2006-2009): Aunque parezca
mentira a día de hoy, en aquella espectacular generación de los “Juniors de Oro”
que ganaron sendos campeonatos europeo y mundial en 1998 y 1999, la gran
estrella no era Pau Gasol (de hecho era suplente, siendo Germán Gabriel y
Felipe Reyes la pareja interior titular) Al de Sant Boi se le veían maneras,
pero al igual que en fútbol la revolución parecía llegar con los “bajitos”, con
una pareja exterior absolutamente espectacular formada por Juan Carlos Navarro
y Raül López. Con sólo 20 años el base de Vich era el protagonista del segundo
traspaso (tras Milan Gurovic) más caro de la historia de la ACB. 350 millones
de pesetas depositaba un recién llegado Florentino Pérez en las arcas del
Joventut de Badalona para hacerse con los servicios del joven mago, quien no
obstante se presentaba al año siguiente al draft de la NBA para ser elegido en
el puesto 24 por Utah Jazz. Cumplió dos años de su contrato de cinco, y una vez
pagada su cláusula de salida voló a Estados Unidos con el sueño de convertirse
en el sucesor de John Stockton, tarea que no tengo duda hubiera culminado de no
haber sido un asiduo visitante de enfermerías y quirófanos. El Madrid se
guardaba sus derechos para Europa, pero la realidad era que tres años después
el genio barcelonés volvía a la ACB, sí, pero al millonario Akasvayu Girona
después de un acuerdo entre el club catalán y el Madrid, a pesar de que el
conjunto entrenado por aquel entonces por Maljkovic no tenía base puro (Mous
Sonko desempeñaba esa labor) Después de una mala temporada de los blancos, el
club iría decididamente a por el base, convirtiéndose en pieza clave del equipo
de Joan Plaza hasta que Ettore Messina decidió no contar con sus servicios.
MICKAEL GELABALE (2004-2006): Una de las apuestas de
un Boza Maljkovic quien demostraba tener buen ojo con los jóvenes (fue el
responsable también de la llegada del belga Hervelle) fue el alero francés
fichado por dos años con opción a otros dos más. El club no pudo ejecutar dicha
opción ya que el jugador escuchó la llamada de la NBA y dejó que Seatlle
Supersonics ayudase a pagar su cláusula de salida de 700000 dólares. Fue uno de
los jugadores claves en el mítico final de liga en el Buesa Arena. Aquel
increíble parcial de 0-9 en 48 segundos para dar el título a los de Maljkovic
se abre precisamente con un triple del francés.
NIKOLA MIROTIC (2008-2014): Hasta la irrupción de
Luka Doncic, se trataba de la gran perla de la cantera madridista. Con sobrada
calidad para la NBA, se presentó al draft de 2011, del que salió elegido en el
puesto 23 por Chicago Bulls. Pero no manifestaba prisa por emprender la
aventura americana. Incluso en una entrevista concedida a Gigantes del Basket
dejaba claro que no se iría del Madrid hasta que no ganase la Euroliga. Sin
embargo en el tumultuoso verano de 2014, con la amargura de haber perdido las finales
de Copa de Europa y Liga ACB, y a pesar de tener contrato en vigor (y de que el
propio club le ofrecía una mejora del mismo), hacía las maletas rumbo a Ohio,
desde donde se sigue declarando madridista confeso y sigue tanto a las
secciones de fútbol como de baloncesto.
MARCUS SLAUGHTER (2012-2015): El “patito feo” del
Madrid de Laso. Cuestionado al principio, acabó ganándose el corazón de los
aficionados por su entrega y capacidad defensiva en la cancha, y su implicación
con la causa madridista (recordada es su presencia en Munich entre los
jugadores del equipo de fútbol tras el 0-4 en Champions) Tanto amor por el Real
Madrid no le impidió, no obstante, y pese a tener contrato en vigor, aceptar
una muy superior oferta del baloncesto turco, prácticamente triplicando su
sueldo. Laso aún le echa de menos.
Slaughter, madridista feliz... en Turquía. |
WILLY HERNÁNGOMEZ (2015-2016): Otra joya de la
cantera madridista. Aunque sólo jugó una temporada completa con el equipo
senior, en la temporada 2012-13 ya debuta con el primer equipo, siendo
posteriormente cedido al Cajasol sevillano. No obstante aquel verano de 2013 el
club blanco le renovaba hasta 2017. En 2015 volvía a su entidad de origen, pero
su impaciencia por jugar en la NBA le hacía no cumplir su último año. Lo cierto
es que parece irle mejor al otro lado del charco, de modo que todos
contentos.
Después de refrescarnos la memoria con estos casos
conocidos, cada uno de ellos distinto como distinto es el del Chacho, ¿merece
realmente Sergio Rodríguez el linchamiento al que está siendo sometido? En mi
opinión, en absoluto. ¿Cuál es entonces la diferencia con otros jugadores que
abandonaron el club buscando mejorar su carrera profesional, pero siguen siendo
queridos por el aficionado madridista? Creo, por un lado, que gran culpa la
encontramos en la existencia de las “redes sociales” (que no padecieron
jugadores como Martín o Petrovic), en especial una herramienta como Twitter que
no pocas veces ha mostrado el peor lado del ser humano. Una red social en la
que es norma jalear desgracias ajenas o insultar desde el anonimato, consigue
crear una desastrosa tendencia de una fuerza desproporcionada, y es que los
energúmenos “tuiteros”, quienes ellos mismos se vanaglorian de ser “haters” o “trolls”
de internet, son los menos, pero son los más escandalosos. Hacen mucho ruido y
cuales flautistas de Hamelin consiguen finalmente que muchos aficionados más o
menos sensatos se sumen al linchamiento, como ese ejemplar padre de familia
incapaz de proferir un exabrupto en su casa o en su trabajo, pero que los
domingos, enervado por la fuerza grupal y el sentimiento de tribu se sorprende
a sí mismo recurriendo a los más gruesos insultos al árbitro o jugador rival de
turno en el campo de fútbol. El viejo mito de Jekyll y Hyde o las teorías freudianas
del Yo, Ello y Superyo. El uso de la red social y su cobarde ventaja del
anonimato para sacar a pasear tu lado oscuro. Por otro, que hablamos de un
jugador tan capital que la huella dejada en el baloncesto madridista todavía es
muy profunda. Pese a que algunos intenten engañarse a sí mismos hablando de un
jugador sobrevalorado o que no tiene cabida en el Madrid actual, lo cierto es
que están recurriendo a un “zorra y uvas” de libro. El Chacho es un jugador
absolutamente único, y es ese dolor por haber visto marchar su magia lo que
hace que algunos aficionados se pasen de frenada en su llanto por la huida del
tinerfeño, de un jugador que marcó un estilo propio y hasta se crearon
camisetas con su look barbudo. Sólo cabe confiar entonces en que el paso del
tiempo ponga en situación de normalidad la relación de la afición con el genio
baloncestístico del Chacho, destinado, guste o no, a ubicarse en un lugar privilegiado
dentro del panteón de mitos madridistas.
El Chacho, creando estilo. |
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