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"¿Os ha gustado lo que habéis visto?" |
Finaliza la temporada ACB con el Real Madrid
repitiendo título liguero (primera vez en 22 años) y repitiendo doblete de Copa
y Liga (primera vez en 30 años) Laso, cabeza visible de este proyecto
reconocible y con un estilo de juego con una personalidad muy marcada,
engrandece su leyenda y agota los calificativos. Lo decía anoche en los
micrófonos de “El partido de las 12” de la Cadena COPE, espacio que en plena
Eurocopa de fútbol tuvo anoche la gentileza de abrir su edición hablando de
baloncesto. Y es que el baloncesto, no sólo el madridista, le debe a Laso el
haber reenganchado a tantos aficionados gracias a una propuesta con unas
características que a estas alturas ya son de sobra conocidas: posesiones
cortas, circulación de balón rápida, ritmo de juego alto, constantes
rotaciones, libertad ofensiva, presión defensiva a las líneas de pase, zonas
mixtas en “diamante” con constantes ayudas de los interiores al exterior, y la
reivindicación del viejo axioma del basket ochentero: defensa, rebote y
contraataque. El final de temporada de los blancos ha sido en constante modo
apisonadora. Un balance de 18-3 en los últimos partidos ACB, incluyendo liga
regular y eliminatorias por el título. Sólo pierden tres partidos, uno por
cuatro puntos en Murcia, otro por un punto en Valencia y otro igualmente por un
tanto en Barcelona. En este periodo de 21 partidos llegan al centenar de puntos
en cinco ocasiones, y a los 90 en 16. Rodillo de Primavera.
Decía Pablo anoche que lo que buscaba cuando llegó
al Real Madrid en ese verano de 2011 en el que cambió todo era hacer un equipo
reconocible más allá de los títulos. Lo ha conseguido y además los títulos no
han parado de llegar. Quizás han llegado precisamente por eso. Por ser fiel a
un estilo de juego definido y no dudar jamás independientemente de que el balón
entrase o no en el aro rival. Tampoco ha dudado de sus jugadores, pese a las
críticas que han recibido durante toda la temporada los fichajes del pasado
verano, especialmente Thompkins y Taylor. Finalmente han sido claves para la
consecución del título liguero, el primero con esa clase y finura y maravillosa
muñeca (sus números en estas finales son un escándalo: 1 de 1 en tiros libres,
12 de 14 en tiros de 2 y 5 de 8 en triples… prácticamente todo lo que ha
lanzado ha acabado dentro, alcanzando la perfección anoche con 14 puntos sin
fallo), el segundo con un encomiable sacrificio defensivo sobre rivales de
distintas características, posiciones y tamaños, especialmente brillante su
trabajo sobre Satoransky en el tercer partido. Tampoco ha titubeado Laso cuando
ha tenido que dar minutos importantes a un adolescente como Doncic a lo largo
de la temporada y participando casi diez minutos en un tercer choque que ponía
el 2-1 en la serie. Tampoco ha habido marginación alguna respecto a Willy
Hernángomez (pese a los insidiosos rumores) quien ha sido jugador de rotación
en todos los partidos de la serie. A todos nos gustaría ver jugar más minutos a
Willy, talento joven nacional y canterano, pero ha de entender que mientras
tenga por delante a dos monstruos como Felipe y Ayón, y mientras Nocioni siga
sacando el colmillo cuando llegan los momentos decisivos, su rol ha de ser el
del cuarto jugador interior. Veremos si su impaciencia no provoca la tan
cacareada marcha a los Knicks de Phil Jackson, donde por cierto no se
encontraría con José Calderón, traspasado ayer mismo a Chicago junto a otros
dos jugadores a cambio de Derrick Rose.
Recordaba Pablo también anoche la eliminación
europea ante el Fenerbahce, y como el reconocimiento del público del Palacio,
puesto en pie y aplaudiendo al equipo pese a la derrota, lo consideraba un
título más: el de conseguir que el aficionado disfrute con su equipo más allá
del resultado, algo que parecería casi quimérico en un club tan acostumbrado a
una exigencia brutal que a menudo le lleva a la frustración. Laso ha demostrado
que ganar no lo es todo en la vida, o mejor dicho, que hay muchas maneras de
ganar, no sólo en un marcador electrónico colgando de un pabellón deportivo. Y
es que el tipo de emociones que transmite el Real Madrid de Pablo Laso tienen que entenderse en planos que van mucho
más allá del mero resultado. Hay una capacidad, que por otro lado va
intrínsecamente unida al baloncesto (y debería ir unida a todo el deporte en general
cuando es bien entendido), de emocionar con gestos y detalles que difícilmente podrá
comprender quien utiliza este juego únicamente como un instrumento para
desahogar complejos infantiles basados en el “ser superior al resto”. Cuando
uno ve jugar a un tipo como Carroll, por ejemplo, no se tiene la sensación de
ver a un jugador que masacra el aro contrario para aplastar al rival, si no
para estar en paz consigo mismo. Recuerden aquello de “Yeisi es amor” acuñado
por el cachondo “doppelganger” del entrenador vitoriano, Pablo Lolaso, un
tuitero tan entregado a la causa lasista (acentuando la vena sarcástica) que
resulta ya difícil distinguir a Laso de Lolaso, y el propio Laso, qué cachondo
también es un rato, siempre ha visto con buenos ojos y jamás ha censurado la
existencia de su gemelo travieso en las redes sociales.
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El palo de la temporada, la eliminación ante el Fenerbahce. El público no les abandonó. |
Gestos y detalles como el de los dos entrenadores
abrazados en el túnel de vestuarios tras el cuarto partido que daba el título a
los blancos. Alejados de las cámaras (aunque finalmente fueron pillados) y sin
pose ni artificio ninguno, dos colegas de profesión que se respetan mutuamente,
y que viven realidades distintas, ya que mientras Laso está dando a su club
algunos de los mejores años de su historia y las cinco temporadas consecutivas
más exitosas en los últimos 30 años (una realidad que ya viviera Pascual con el
Barcelona, cuando año tras año llenaba las vitrinas blaugranas de títulos…
precisamente hasta que llegó Laso al Madrid), el exitoso ciclo de Pascual en
Barcelona parece tocar a su fin, y es que una Supercopa en dos temporadas es un
botín demasiado exiguo para un club con el presupuesto del azulgrana. Suena
Jasikevicius como relevo en el banquillo. Cuando toque hacer balance de los
años de Xavi Pascual los datos serán elocuentes: 4 ligas, 4 supercopas, 3 copas
del Rey y 1 euroliga. 12 títulos en 8 temporadas y media (en su primer curso
coge el equipo en Febrero) El balance es realmente brillante. Bien, pues Laso
alcanza igualmente 12 títulos… pero sólo necesita 5 años para hacerlo. Pero hay
un dato que da más mérito todavía a lo conseguido por el vitoriano: desde la
llegada de Laso al Madrid, Pascual sólo consigue cuatro títulos. Laso cambia
totalmente la tendencia y voltea una situación que otorgaba al Barcelona de
Pascual un dominio indiscutible dentro del baloncesto español.
Escribí hace años en este blog, con motivo de la
salida de Joan Plaza del Real Madrid, que era una pena que no pudiésemos
asistir a un periodo de rivalidad entre Madrid y Barcelona con Plaza y Pascual
en los banquillos, quienes podrían llegar a revivir los míticos enfrentamientos
entre Lolo Sainz y Aíto García Reneses. Poco podía imaginar que el futuro nos
iba a deparar cinco años en el que los clásicos entre los dos grandes de
nuestro baloncesto nos iban a traer duelos que deben guardarse en las
videotecas, con una calidad de juego increíble, marcadores ajustados, finales
taquicárdicos, y anotaciones de otra época (y alguna que otra paliza histórica,
como aquel 100-62 que endosan los blancos al eterno rival en la Final Four
europea de Milán en 2014) Y lo mejor de todo, cinco años de duelos al límite
pero con una deportividad exquisita. Siempre recordaremos estas temporadas. Así
se escribe la historia de nuestro baloncesto.
Historia que sigue escribiendo Juan Carlos Navarro.
Ayer se convirtió en el máximo anotador histórico de los play offs superando a
otro mito, Jordi Villacampa. El aplauso y reconocimiento del Palacio al capitán
madridista fue otro de los hermosos detalles que nos deja esta final, sabiendo
reconocer la importancia de una figura exponencial dentro de la mejor
generación del baloncesto español, esa que nos da alegrías verano tras verano y
que tiene otro exponente en el capitán madridista, un Felipe Reyes que también
hace historia al convertirse en el jugador con mayor valoración total de la
historia en play offs, superando de una tacada a quien era líder, Alberto
Herreros (quien no para de celebrar títulos igualmente ahora como director
técnico) y precisamente su rival y amigo Juan Carlos Navarro. Y es que el
eterno Felipe se marcó un partidazo para rematar la fiesta madridista, 11
puntos y 4 rebotes, con un 60% en tiros de campo y 5 de 5 tiros libres para
alcanzar esos 18 de valoración que le sitúan como el jugador que más ha rendido
nunca en eliminatorias por el título. Parece increíble pensar que muchos
madridistas llegasen a pedir su cabeza en una picota en la felizmente olvidada
era Messina.
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La generación del 80 |
Pero si hablamos de partidazo y de números, nadie
mejor que Sergio Llull, justo MVP de las finales después de que ayer dinamitase
definitivamente las series con 21 puntos y 5 asistencias. Si Navarro o Felipe
son leyendas de nuestro baloncesto, el menorquín lleva camino de superarlos a
todos. Podría retirarse ahora mismo y hablaríamos ya de uno de los mejores
palmareses de la historia de nuestro baloncesto: 4 ligas, 4 copas del Rey, 3
supercopas, 1 Euroliga y 1 Intercontinental, además de 4 oros continentales, 1
plata europea, 1 plata olímpica y 1 bronce continental en selecciones
nacionales. 13 títulos y 7 medallas. Pero es que además de eso ha sido dos
veces MVP de las finales, y una vez de la Copa, Supercopa e Intercontinental.
Además ha estado dos veces en el Quinteto Ideal de la ACB, y una en el Segundo
Quinteto de la Euroliga. Una trayectoria con la que soñaría cualquier jugador
en el momento de su retirada… lo asombroso de todo esto es que hablamos de un
tipo que tan sólo tiene 28 años.
Se habla de sinfonías “inacabadas” cuando por alguna
razón u otra el autor la deja inconclusa, bien porque el tiempo que le ha sido
concedido en vida toca a su fin, o porque abandona el proyecto para afrontar
otros retos. En el caso del autor de esta sinfonía baloncestística, Pablo Laso,
está inacabada porque nadie sabe dónde puede estar su techo. La única manera de
quebrar este sueño cestista hecho realidad sería cometiendo el disparate de
cesarle o poniéndole tantas trabas que fuera incapaz de hacer a gusto su
trabajo. Cada año supone un desafío distinto que el vitoriano supera con
brillantez. Realizando una mejor temporada regular que el pasado curso (en 2015
finalizan con balance 27-7, este año con 29-5), la fortaleza del Barcelona,
encaramado a una primera posición que finalmente asegura gracias al average
obtenido en Diciembre en el Palacio, hace que tenga que luchar por el título
desde la segunda posición con factor cancha en contra. Por si fuera poco la
derrota en el primer partido sacaba a la palestra una demoledora estadística a
favor del Barcelona, y es que en 39 eliminatorias a cinco partidos en las que
los blaugrana comenzasen ganando 1-0 con factor cancha a favor nadie les había
logrado superar hasta la fecha. Ha sido en la 40 y ha sido el Madrid de Laso,
que lleva a la sección de baloncesto madridista a ganar por primera vez en su
historia unas finales con factor cancha en contra y remontando un 1-0. Por si
esto no bastase, también había que luchar contra los fantasmas del pasado, y es
que en 2012, en la primera final por el título de Laso, el guión parecía exactamente
calcado al mismo con el que llegaban ambos equipos al partido de anoche. En
aquella ocasión Marcelinho Huertas hundía la moral de los blancos con un triple
a tablero sobre la bocina que daba la victoria por un punto al Barcelona en el
Palau. El equipo de Laso se rehacía de manera asombrosa y pasaba por encima de
los culés en los dos partidos siguientes. Con 2-1 en la eliminatoria y después
de haber ganado el tercer partido por nada menos que 26 puntos (85-59) la
euforia se apoderaba del conjunto madridista y de un entorno y una afición que
prácticamente daban por segura la consecución del título para los blancos. Sin
embargo los de Laso no supieron rematar la faena y Lorbek y Mickeal (además de
los triples de C.J.Wallace en el cuarto partido y una exhibición de Fran
Vázquez en el quinto) acabarían dándole el título al Barcelona de Pascual. Pero
este Real Madrid es mucho más maduro y Laso, qué duda cabe, mejor entrenador que hace cuatro años. Un
técnico que ha derribado de un plumazo viejos dogmas baloncestísticos, como los
que hablaban de la importancia del “extra pass”, el tiempo de posesión, el
ganar títulos desde la defensa (“es imposible ganar títulos recibiendo 80
puntos”, mantenían algunos), o el tener que utilizar grandes torres en la zona
para dominar el juego (¿de verdad hay alguien en el Real Madrid que pueda estar
echando de menos a Ante Tomic?)
Porque desde que se sentó a este piano, Pablo Laso
no ha dejado de interpretar piezas de seda baloncestística, y ya saben lo que
pasa con los músicos que no dejan de tocar. Cada día son mejores. Por eso nos
encanta que sigan tocando.
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Abonados al final feliz. |