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Scariolo, primeros tiempos en Pesaro, flanqueado por Andrea Gracis. |
Sergio Scariolo engrandece su leyenda. A sus 55 años
nadie puede dudar de que el de Brescia posee uno de los palmareses más
envidiables de la historia de este deporte en el Viejo Continente. Analizamos su
trabajo en este torneo, y la utilización de unos jugadores quienes, igualmente,
siguen ampliando el listado de éxitos en su carrera. Y es que el día que se
retiren jugadores como Pau Gasol, Juan Carlos Navarro, Felipe Reyes y compañía,
echar un vistazo a todo lo que habrán conseguido a nivel de selección y de
clubes (amén de las distinciones individuales) hará palidecer a las
generaciones venideras, que, no obstante, confiamos sean capaces de mantener el
nivel de competitividad de nuestra selección.
No ha sido un torneo fácil para nuestro cuerpo
técnico. El triunvirato que con Scariolo a la cabeza se formaba con Txus
Vidorreta y Jaume Ponsarnau (éste último noticia de última hora al anunciarse
su incorporación al Valencia Basket como segundo de Pedro Martínez) afrontaba
una gira preparatoria plagada de problemas, dudas sobre el estado físico de
algunos jugadores y viajes al otro lado del Atlántico para firmar con sus
franquicias NBA. Fue el caso de Sergio Rodríguez y Pau Gasol, dos jugadores de
una calidad e importancia tan básicas para nuestra selección que nadie puede
plantearse la locura que hubiera supuesto dejarlos fuera del roster como
castigo por su ausencia de la concentración. Quizás más dudoso sea el caso de
Alex Abrines, elegido finalmente por delante de Fernando San Emeterio pese a
que sólo participó en el primer partido de la gira y pese a estar levemente
lesionado, hasta el punto de tener que entrenar aparte del resto de sus compañeros.
Sea como fuere ya no es tiempo de hablar de hipótesis, si no de realidades, y
la realidad, plasmada en una medalla de bronce, merece ser valorada en su justa
medida.
A José Manuel Calderón, nacido en 1981, se le asocia
con justicia con la generación del 80, la de Pau, Felipe y Navarro, ya que a
pesar de ser un año más joven es otro de los “juniors de oro”, aunque en su
caso fuera el oro europeo de Varna en el 98, ya que se perdió el mundial del
99, aquel aldabonazo increíble para aquellos chavales que tumbaron a Estados
Unidos, por una de las muchas lesiones que ha tenido a lo largo de su carrera
cuando llegan los campeonatos internacionales (es curioso que siendo un jugador
muy fiable en el aspecto físico durante temporada regular, distintos percances
en los veranos le han hecho perderse citas con nuestra selección que habrían
agrandado aún más su palmarés) Lo cierto es que estos Juegos vienen a constatar
que, precisamente el más joven de esta generación es quien más difícil va a
tener su continuidad. Sergio Rodríguez y Ricky Rubio están ahora mismo varios
peldaños por encima, y la progresión de Guillem Vives, ¿Jaime Fernández?, o el
polivalente Pau Ribas pudieran cerrarle la puerta para una nueva convocatoria.
Habrá que esperar a ver su temporada en los Lakers, si es que finalmente acaba
el curso con los púrpura y oro (overbooking y devastadora competencia en el
puesto de base… un jugador consagrado como Louis Williams, los jóvenes Clarkson
y Russell, el veterano Huertas…) En Brasil Scariolo ha confiado exclusivamente
en Ricky Rubio y Sergio Rodríguez como directores de juego, con algún
esporádico momento para Llull. Calderón no jugó contra Croacia, fue anecdótico
contra Brasil, subió minutaje contra Nigeria para jugar nuestros peores
momentos del partido (-11 con él en pista), y buscó recuperar sensaciones ante
Argentina y Francia. Lo más positivo fueron sus dos triples frente a los
albicelestes. Ante Estados Unidos y Australia volvió a desaparecer de la
rotación.
La utilización de Ricky y el Chacho fue uno de los
mejores aspectos de Scariolo. Dos bases similares en su concepto del baloncesto
en cancha rival, con gran visión del juego, predominio del ritmo alto y
búsqueda del campo abierto, pero con características individuales distintas. De
una manera muy resumida podemos decir que Ricky da en defensa lo que el Chacho
resta, y viceversa en ataque. Y esas prestaciones son las que ha buscado
nuestro entrenador (admitiendo que ambos tienen un problema, habitual en todos
los bases españoles, el problema en la defensa de los bloqueos, donde nos
solemos quedar pillados con el “grande”) El ardor defensivo de Ricky le ha
llevado a tener que lidiar con las faltas personales. Frente a Croacia se cargó
pronto y su participación se limitó a 12 minutos, similar problema frente a
Brasil, mostrando un preocupante bloqueo mental, creció ante Nigeria, siendo el
mejor del partido (15 puntos, 4 asistencias y 4 rebotes), mantuvo el nivel ante
Lituania (11 puntos y 4 asistencias, con 3 de 4 en triples), y ante Argentina y
Francia se mostró sobrio en la dirección y fuerte en defensa. Frente a Estados
Unidos y Australia de nuevo las faltas personales le limitaron, pero siempre
estuvo a disposición de Scariolo en momentos apretados que necesitasen de
defensa (la última posesión australiana por el bronce, por ejemplo) Finaliza
con un +/- de 71 puntos, el tercero por detrás de Pau Gasol y Rudy, lo que da
una idea de su incidencia en cancha. El Chacho volvió a demostrar que hoy por
hoy es uno de los mejores del mundo en el basket FIBA (desde aquí le deseamos
toda la suerte para su segunda aventura NBA), aportando en anotación (llegando
a la decena de puntos en cuatro partidos) y dirección (máximo asistente del
equipo con 4.8) En general buen torneo de ambos bases y con prestaciones
bastante equiparables, con una valoración de 8.4 para el Chacho en 20.6 minutos
por partido y 7.1 para Ricky en 16.9, y ambos han estado en un ratio
asistencias/pérdida muy similar rondando los 2.5 pases de canasta por cada
pérdida de balón. Pareja de garantías. Por último, hay que recordar que Ricky
llegaba a este torneo afrontando un momento personal muy delicado por el
reciente fallecimiento de su madre (recuerden que hablamos de un chaval de 25
años), a quien ha dedicado esta medalla.
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Los peones de Scariolo, ambos cumplieron. |
En las alas Scariolo ha confiado en la pareja
madridista Llull-Rudy, con Navarro como primer relevo (dándonos mucho “small
ball”) y Claver confirmado cada vez más como alero con el entrenador italiano. Riqueza
táctica para el técnico, alternando tres pequeños con tres grandes según
circunstancias del partido. Gran torneo de Rudy. El segundo mejor jugador del
equipo en mi opinión (aunque por números Mirotic ha estado mejor) Llevamos ya
tiempo advirtiendo, desde la retirada de Carlos Jiménez, que a Rudy le ha
tocado esa a veces no reconocida labor de los “intangibles”, lucha, defensa,
rebote, perseguir rivales, morder… nunca se ha podido dudar de la entrega de
este jugador en ese sentido, pero se echaba en falta más mordiente ofensivo,
cuando talento en el otro lado de la cancha no le falta. Hemos recuperado al
Rudy tirador, aquel que hacía levantarse del asiento al bueno de Andrés Montes.
Rudy ha vuelto a sacar el fusil (15 triples de 40 intentos) y con él en pista
el equipo ha sumado 9.6 puntos más que el rival en cada partido. Lo dicho, el
mejor escudero para Pau (con permiso de Mirotic) Empezó a crecer frente a
Nigeria (ese partido que seguimos manteniendo, fue mucho más importante de lo
que la gente cree) y estuvo descomunal frente a Argentina (23 puntos y 7
rebotes), su mejor partido. Llull ha compartido hiperactividad y estajanovismo
con Rudy. No ha tenido el acierto exterior de otras ocasiones, ni hemos visto
sus famosas “mandarinas” en un equipo en el que había varias opciones de ataque
por delante de él. Aun así ha hecho un buen torneo, como indican sus 8.6 de
valoración en 26.2 minutos en juego, y un +/- acumulado de 62 puntos. Ya es
indiscutible y cada vez más se confirma como el mejor sucesor posible de
Navarro. En un país tan acostumbrado a derribar a machetazos a sus ídolos, La
Bomba ha sido el debate nacional para multitud de “cuñados” del país, convencidos
de que su tiempo ya pasó y que fuera romanticismos, que ya no hay sitio para un
jugador de 36 años con fascitis plantar crónica por mucho talento y puro
baloncesto que destile por cada poro de su piel. No es el que era, pero sigue
viendo el juego como nadie. Lo peor, verle lanzar de manera tan pobre (5 de 19
triples), pero ha sabido adaptarse a un rol menos anotador y más repartidor.
Sus minutos con Llull y Chacho/Ricky dieron una extraordinaria circulación de
balón al equipo. Desatascó al equipo en algún momento concreto (crucial frente
a Nigeria) Bien dosificado, con 14.8 minutos por partido. No está para más,
pero para un hombre acostumbrado a devorar registros y seguir poniéndose metas
personales, verse a tres partidos de superar a Epi y convertirse en el jugador
con más entorchados de nuestra camiseta hace pensar que la retirada no está
entre sus planes a corto plazo.
Claver, el siempre criticado Claver, sigue alternando
posiciones con un Scariolo que es el único entrenador que realmente se ha
atrevido a ponerle de tres en esta selección. Su labor sigue siendo oscura,
sorda y callada, y ha cumplido en los 12.7 minutos que ha estado en pista.
Fundamental en la defensa de los bloqueos indirectos, y clave para el bronce
anticipándose en el último balón australiano. No ha brillado como en el pasado
Eurobasket, cuando desactivó a Giannis Antetokounmpo en cuartos de final y tuvo
un ratio minutos/rebotes muy notable, pero ha cumplido.
En el juego interior puramente dicho, la dupla
Pau-Mirotic ha demostrado una compenetración absoluta, extraordinaria en
partidos como el de Francia, cuando ante el sobremarcaje al que fue sometido
Gasol el montenegrino sacó la escopeta. Sobre Pau, poco se puede decir ya que
no suene a repetitivo. Mito, leyenda, héroe… el hombre que ha cambiado nuestro
baloncesto. Otra vez números de videojuego: 19.5 puntos, 8.9 rebotes y 1.9
tapones en sólo 27.9 minutos por partido. E incidimos en el “sólo” porque mucho
se ha hablado de la “gasoldependencia”, cuando la realidad es que comparado con
la mayoría de los primeras espadas del resto de selecciones, nuestro líder es
de los que menos ha jugado. Bogdanovic y Saric por Croacia, Scola y Nocioni por
Argentina, y Kalnietis por Lituania, han superado los 30 minutos de media. Por
encima de los 29 han estado Mills (Australia) e Hilario (Brasil) Por encima de
los 28 el argentino Campazzo y el nigeriano Diogu, y, ojo a este dato, Kevin
Durant, quien con 28.8 minutos por partido ha sido requerido por Krzyzewski más
que Gasol por Scariolo. Sea como fuere, lo cierto es que no se puede entender
este bronce sin la aportación de un hombre que marca un antes y un después en
nuestro deporte. Se ha vuelto a echar sobre sus espaldas a todo un país, y a
sus 36 años su nivel sigue impidiendo anticipar la recta final de su carrera
¿Sus últimos Juegos Olímpicos?, a día de hoy, lo dudo. Hablamos del ya máximo
anotador de la historia de nuestra selección, y del máximo taponador, segundo
máximo reboteador, y tercer máximo anotador de la historia del baloncesto
olímpico. Sólo él sabe dónde está su límite.
Si había algún debate o controversia sobre la
decisión Mirotic por delante de Ibaka (recordemos que el congoleño al no verse
al 100% renunció a la posibilidad de acudir a los Juegos hace meses), Niko los
ha derribado a triplazo limpio. 17 dianas de 38 intentos desde la distancia más
letal. 12.9 puntos y 5.6 rebotes por encuentro lo convierten en uno de los
mejores “cuatros” que han disputado esta edición del torneo olímpico. Felipe
Reyes ha vuelto a ser un seguro desde el banquillo, aportando defensa, intensidad
y rebote (4.1 rechaces en 14.6 minutos) Le ha faltado finura ofensiva (38.9% en
tiros de campo, mal porcentaje para un jugador interior), pero ha sido el
relevo más fiable en el global del torneo tanto para Pau como para Niko, aunque
hay que quitarse el sombrero ante el campeonato de Willy Hernángomez. Prácticamente
inédito ante Croacia y Brasil (sólo 3 minutos ante los croatas), comienza a
crecer ante Nigeria (¿siguen dudando de la importancia de ese partido?) con 11
puntos en 16 minutos casi sin fallo. Enorme ante Francia (18 puntos y 6 rebotes…
¡en 17 minutos!), se va a New York con un bronce al cuello y una estupenda
carta de presentación. Volvió al fondo de la rotación en los partidos más
mediáticos, semifinal ante Estados Unidos y pelea por el bronce ante Australia,
pero finaliza con unos buenos 6.6 puntos y 2.7 rebotes, muy meritorios si
tenemos en cuenta que juega 10.9 minutos por partido. Muy destacable su
seguridad frente canasta, de cinco puro que espera su momento junto al aro,
dejando un sobresaliente 62.5% en tiros de campo. Phil Jackson sabe lo que se
hace cuando arde en deseos de verlo con la elástica knickerbocker.
Finalmente Alex Abrines tendrá que esperar futuras
ocasiones para aportar en los éxitos de nuestra selección. Dos minutos por
partido en los tres encuentros que ha disputado resultan totalmente
insuficientes para poder juzgar su paso por estos Juegos, pero su convocatoria
en este roster pese a sus problemas físicos y su agenda contractual con
Oklahoma City, deja claro que la confianza en su figura es total y será uno de
los hombres claves en la dura transición que tarde o temprano este grupo ha de
afrontar cuando los pesos pesados vayan dejando el vestuario en el que tantas
emociones han compartido.
Al frente de todo esto, manejando los hilos,
Scariolo vuelve a demostrar que es en estos momentos el entrenador ideal para
esta selección. Equilibrado tanto en su manera de ser como en su modo de
entender el baloncesto, partidario de un sistema mixto que permita tanto la
libertad del jugador para tomar decisiones (fundamental cuando hablamos de deportistas
de esta calidad) como el mantener el “ataque por conceptos”, su flexibilidad
con el baloncesto es absoluta, alternando quintetos altos con “small ball”,
buscando juego más o menos físico según el contexto, ordenando zonas o individuales…
Scariolo es un estudioso del baloncesto que no es prisionero de ningún libro de
estilo. Este es un país muy poco dado a reconocer el trabajo de los
entrenadores, sobre todo cuanto más serenos, pausados y educados se muestran, pero
la contundencia de los éxitos es ya tan abrumadora que sólo queda reconocer que
la selección, hoy por hoy, sigue estando en buenas manos.
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Pau, de nuevo el faro que alumbra un país. |