miércoles, 22 de agosto de 2012

EL CRUDO RITMO DE LA CANCHA

Salpicando hasta La Moncloa   




Hoy les traigo una recomendación literaria que no se queda ahí sino que avanza para llegar hasta una recomendación radiofónica. De hecho he de admitir que el libro en cuestión no lo he leído, ni siquiera lo poseo, pero ipso facto ha pasado a encabezar mi lista de próximas compras. Como pocas cosas hay más satisfactorias en la vida que descubrir algo que no conocías y que sirva de rejuvenecedor impulso a cualquiera de tus pasiones, he de reconocer que el mediodía de hoy ha sido realmente provechoso gracias al poder de nuestra radio estatal y a algunos programas que se mantienen en medio del océano de la mediocridad (entendiendo mediocridad en su sentido más etimológico de ordinario) como resplandecientes islas autoabastecidas con su propias fuerzas independientes de conocimientos, filosofía y sabiduría (en ese sentido imposible no citar precisamente las fastuosas “Islas de Robinsón” de Luis dB, apologista de la idea de que cada hombre ha de encontrar su propia isla) El descubrimiento en cuestión es la obra “El ritmo de la cancha”, una colección de trece relatos independientes entre sí (muy en la línea de lo que sería un LP musical) pero con el nexo común del baloncesto, escritos por Jacobo Rivero, inquieto periodista y entrenador de este sagrado deporte, además de responsable de un muy recomendable blog sobre el mundo de la canasta, “Sputnik basket blog”, en el que trata de analizar el mundo del baloncesto más allá de la pura información deportiva, lo que modestamente tratamos de hacer por estos lares, y sobre todo cuidar un poco las formas y a nuestro ya demasiado maltrecho idioma.  

De modo que me disponía a escuchar una edición más de uno de mis programas radiofónicos favoritos a día de hoy cuando gratamente me sorprendió el director y locutor del mismo leyendo en antena la sincopada y punzante prosa de Jim Carroll (uno de los grandes nexos entre baloncesto y cultura underground), ¿sería posible que uno de mis más queridos espacios radiofónicos dedicase hoy su tiempo al mundo de la canasta?, en efecto, fue posible, y así fuimos descubriendo las historias de Jacobo Rivero y sus textos sobre grandes personajes (el jugador conocido como “Big Don” cuya pasión por el rythm’n’blues le había llevado a ser dj, el judio Sam Balter y su medalla de oro en las olimpiadas de la Alemania nazi…), extraordinarias anécdotas, o sucesos desgraciadamente históricos (el baloncesto en la Argentina de Videla, o en la antigua Yugoslavia en el momento de estallar la guerra civil a comienzos de los 90), todo ello salpicado, como no podía ser de otro modo, de generosas rodajas sonoras para hacer más amena una hora de radio absolutamente imprescindible para El Tirador (imagino que para esta noche ya estará disponible el podcast de la emisión, o sea que desde aquí lo recomiendo fervorosamente)   

Beto "Mandrake" Cabrera, el mago de Bahía Blanca también desfila por las páginas del libro.


Y el programa, claro, que se preguntarán de que programa estamos hablando aunque muchos ya lo habrán imaginado. 

Como todas las cosas realmente buenas de la vida lo descubrí por azar, hace ya más de dos años, realizando uno de mis habituales zapeos radiofónicos peinando las ondas en busca de algo con lo que acompañarme camino del trabajo. He de admitir que tampoco es que me sedujese de inmediato, pero me pareció interesante el tratamiento que hacía de algunos temas y la calidad humana e intelectual de quienes iban pasando por dicho espacio. De modo que me hice seguidor del programa y comencé a seguirlo a diario, con esa rutina mecánica con la que hacemos ciertas cosas que nos ayudan a soportar la otra rutina mecánica de las otras cosas que no soportamos de la vida que llevamos de lunes a viernes. Pronto fui pasando de “seguidor” a “fan”, encontrando en esta hora diaria ciertas señas de identidad que me hacían recordar los mejores tiempos de Radio 3, aquellos en los que de niño me enganché irremediablemente a la radio gracias a programas como “Caravana de hormigas” y sus toneladas de diversión y mala leche. Por tanto comencé a descubrir en el espacio en cuestión atisbos de vida inteligente que lo convertían en prácticamente un programa extraterreste dentro de la parrilla habitual. Es decir, me encontraba con algo realmente divertido, bien hecho, artesanal, con recreaciones sonoras y demás muestras de radio imaginativa. Pero yendo más allá de la diversión e imaginación que servían de poderosas armas para la factura final del producto, era inevitable que su escucha no te condujese a la reflexión, y eso es lo que le hacía realmente grande. Un programa que te hacía pensar y que hablaba de cosas las cuales para otros medios directamente ni existían, unido además a una selección de invitados y temas brutales (por aquí han pasado Paul Naschy o Willem Dafoe, Steward Copeland o Chavela Vargas… han desfilado y hablado por sus micrófonos masones, satanistas, locos, poetas, poetisas y toda una colección de transgresores auténticos capaces de engullirse la vida a bocados) Fueron sucediendo los meses de un complicado 2010 y llegó el 2011 con la explosión popular de las calles y sus “indignados”, y mientras muchos medios no tenían ni idea de lo que estaba pasando y siguen sin estarlo (o lo que es peor, creen que es cosa de anteayer y sólo contra Rajoy), nuestro programa protagonista estuvo ahí en la primera línea de frente, contándonos con pelos radiofónicos y señales herzianas lo que otros no querían, no podían, o no les dejaban. A partir de ahí para mí dejó de ser un programa necesario para convertirse en imprescindible. Ya no sólo la diversión, la imaginación y la reflexión marcaban el camino, si no que además la lucha y la pelea diarias se convertían en seña de identidad, sin bozales, sin cadenas, sin patrones. Y desde entonces sigue resistiendo como un fuerte en medio del desierto.  

Por si fuera poco, uno de sus colaboradores habituales, el Sr. Sanabria, con quien compartimos blogsfera, es también seguidor de esta humilde página del Tirador Melancólico, de modo que finalmente todo acaba abrazando un feliz nexo común de asistencias melódicas, rebotes combativos y canastas filosóficas. 

Creo que a estas alturas sin duda todo lector sabrá que estamos hablando de la carnicería sonora que cada mediodía abre sus puertas en Radio 3, el local radiofónico que golpea con puñetazos de realidad sin ningún tipo de eufemísticos condimentos, y que nos ha enseñado a llevar los adjetivos superlativos hasta el infinito y más allá, que diría Buzz Lightyear, para desgracia de nuestra Real Academia de la Lengua, ya que hemos descubierto que hasta lo más crudérrimo puede ser absolutamente sabrosérrimo. Estamos hablando de… ¡Carne Cruda!  


2 comentarios:

  1. amos no me jodas que también eres seguidor de "carne cruda" jajaja, esto es la leche...Y supongo que también de "Flor de pasión" y de aquel gran programa "Vuelo 605" de Angel Alvarez...Yo antes seguía más a la "carnicería", ahora con cambios de horario solo de vez en cuando a través de pod cast. ¿dices que dedicaron uno a baloncesto?...tendré que escucharlo.

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  2. Por supuesto, ya digo que considero Carne Cruda un programa imprescindible hoy día. Flor de Pasión forma parte de mi educación, directamente.

    El podcast del programa del que hablamos en esta entrada: http://www.rtve.es/alacarta/audios/carne-cruda/carne-cruda-ba-lon-ces-to-22-08-12/1511622/

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