Sucedió la mañana del pasado domingo en el Palacio de
Los Deportes de la Comunidad de Madrid, escenario ya de por si simbólico por
cuanto se trata de un espacio público donde los madrileños han podido disfrutar
de una ingente cantidad de eventos y espectáculos de todo tipo, mayormente
deportivos y musicales. El Estudiantes, oficiando como equipo local, recibía al
Barcelona en un duelo absolutamente decisivo para alcanzar la deseada plaza en
la cita copera de Vitoria. El desenlace deportivo a estas alturas creo que ya
es de sobra conocido y así fue tratado el pasado lunes en nuestro blog.
Pero hubo un detalle en ese partido sobre el que la
prensa ha pasado de puntillas. No la culpo, hablamos de prensa deportiva, y en
este caso dedicada a un deporte que tiene un espacio limitado en unos medios
absolutamente fagocitados por todo lo que tenga que ver con el fútbol (o más
concretamente con la dicotomía Real Madrid-Barcelona). El detalle del que
hablamos, muchas personas, creo que equivocadamente, lo tildarán de
"político". Sinceramente yo no lo veo así. Quien me haya leído en
otras ocasiones sobre estos asuntos sabe lo que opino. No es política hablar de
la defensa de los ciudadanos ni de la dignidad en nuestras vidas. No es política
la preocupación por una sociedad en la que todos, desde el mayor
multimillonario del mundo hasta el mendigo que duerme en un cajero, podamos
mínimamente vivir.
Volviendo al escenario que nos ocupa, alguien tuvo la
feliz idea de llevar una pancarta a aquel trascendental partido, recordemos
además con las cámaras de RTVE en directo. No era una pancarta más. No era un
grito de ánimo a sus jugadores o el habitual cartel en apoyo al club o a un
jugador en concreto. Era un alarido en defensa de todos los ciudadanos de
Madrid. El lema simplemente decía "La sanidad no se vende, se
defiende", esputando en toda la cara la vergüenza de nuestros políticos
que juegan con nuestra salud calculadora en mano buscando que cuadren las
cuentas de sus intereses, no los de la ciudadanía (y hay que recordarlo una vez
más, la deuda pública española ha sido sensiblemente inferior a la alemana o
francesa, por poner dos ejemplos, precisamente esos a los que más buscamos
compararnos... el coste por ciudadano de la sanidad pública española ha sido habitualmente de los más bajos de Europa, 1500 euros por ciudadano, muy por
debajo de los más de 4000 de Luxemburgo, 3500 de Dinamarca, 2600 de Holanda o
Austria, 2500 de Suecia o Francia o los 2400 de Alemania... estos son datos
objetivos que deberían amordazar de una maldita vez a los sinvergüenzas y
mentirosos que hablan de la imposibilidad y viabilidad de mantener una sanidad
pública) La pancarta, como pueden ver en la foto, no la portaban individuos con
aspecto de anti-sistema, ni radicales pertenecientes a la extrema izquierda,
anti-globalización, o demás objetivos predilectos de ciertos medios de
comunicación amarillentos que se han empeñado en poner al ciudadano como
enemigo público número 1, cuando en realidad no es más que la víctima de una
crisis de la que ninguno de nosotros tenemos la culpa, ya que no hemos hecho
sino seguir las reglas: trabajar para vivir. Y la pancarta, finalmente, fue retirada por el jefe de seguridad del club, en otro ejemplo de como desde
algunas instancias se busca esconder la realidad (de hecho la foto de la
pancarta no ha salido en ningún medio de comunicación, y sólo gracias a las
redes sociales tenemos constancia de su existencia). Lo que no pudieron callar
fueron las gargantas de miles de espectadores que respondieron al atronador
grito de "¡SANIDAD PÚBLICA!". Unos aficionados que se estaban jugando
meterse en la fase final de la Copa del Rey... pero saben que estos días nos
jugamos algo más importante como es el futuro de todos nosotros en manos de una
sanidad que queremos, exigimos, siga siendo pública, gratuita y universal (y
alguno dirá que quienes somos nadie para exigir, y yo repito, exigimos porque
seguimos las reglas del juego: trabajar para vivir)
No se preocupen amigos, les aseguro que (y sobre todo
en lo baloncestístico), sigo siendo acérrimo madridista. Y aunque nunca he
negado, y más desde que vivo en Madrid, cierta simpatía por los del Ramiro de
Maeztu, tampoco he obviado cosas que no me gustan de la llamada
"Demencia" (decirle a un árbitro que mire debajo de su coche cuando
acabe el partido, no le veo la menor gracia, la verdad), en realidad, como el
librepensador que me tengo (o que al menos procuro ser) y que trata de escapar
de cualquier dogma de fe, me echo a temblar siempre que escucho eso de "la
mejor afición de...", sea la que sea y sea del deporte que sea. Cada
afición a su manera es la mejor (y como madridista aficionado al baloncesto,
les puedo asegurar que, por mucho que nos critiquen, tiene su mérito seguir a
un equipo instalado en un club para el que el baloncesto apenas importa y sólo
recibe cierta atención cuando van bien las cosas y caen los títulos... pero en
los malos tiempos estamos solos, muy solos, y preocupa más el nuevo peinado de
la rutilante estrella futbolística de turno traída a golpe de talonario), pero
con detalles como los del pasado domingo es cuando realmente puedo admitir ese
cántico a veces utilizado por la Demencia, "somos el primer equipo de
Madrid", porque cuando hablamos de la defensa de todos los ciudadanos,
residentes y empadronados en esta ciudad y esta comunidad gobernada en estos
momentos tanto por una alcaldesa como por un presidentes de comunidad no
electos ni elegidos por los ciudadanos, cuando se lucha contra el caciquismo
imperante en beneficio de todos nosotros y de algo tan fundamental como la
sanidad pública, efectivamente, en este caso hay que reconocer que han sido el
primer equipo de Madrid.
amen
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