jueves, 17 de enero de 2013

EL PRIMER EQUIPO DE MADRID





Sucedió la mañana del pasado domingo en el Palacio de Los Deportes de la Comunidad de Madrid, escenario ya de por si simbólico por cuanto se trata de un espacio público donde los madrileños han podido disfrutar de una ingente cantidad de eventos y espectáculos de todo tipo, mayormente deportivos y musicales. El Estudiantes, oficiando como equipo local, recibía al Barcelona en un duelo absolutamente decisivo para alcanzar la deseada plaza en la cita copera de Vitoria. El desenlace deportivo a estas alturas creo que ya es de sobra conocido y así fue tratado el pasado lunes en nuestro blog. 

Pero hubo un detalle en ese partido sobre el que la prensa ha pasado de puntillas. No la culpo, hablamos de prensa deportiva, y en este caso dedicada a un deporte que tiene un espacio limitado en unos medios absolutamente fagocitados por todo lo que tenga que ver con el fútbol (o más concretamente con la dicotomía Real Madrid-Barcelona). El detalle del que hablamos, muchas personas, creo que equivocadamente, lo tildarán de "político". Sinceramente yo no lo veo así. Quien me haya leído en otras ocasiones sobre estos asuntos sabe lo que opino. No es política hablar de la defensa de los ciudadanos ni de la dignidad en nuestras vidas. No es política la preocupación por una sociedad en la que todos, desde el mayor multimillonario del mundo hasta el mendigo que duerme en un cajero, podamos mínimamente vivir. 

Volviendo al escenario que nos ocupa, alguien tuvo la feliz idea de llevar una pancarta a aquel trascendental partido, recordemos además con las cámaras de RTVE en directo. No era una pancarta más. No era un grito de ánimo a sus jugadores o el habitual cartel en apoyo al club o a un jugador en concreto. Era un alarido en defensa de todos los ciudadanos de Madrid. El lema simplemente decía "La sanidad no se vende, se defiende", esputando en toda la cara la vergüenza de nuestros políticos que juegan con nuestra salud calculadora en mano buscando que cuadren las cuentas de sus intereses, no los de la ciudadanía (y hay que recordarlo una vez más, la deuda pública española ha sido sensiblemente inferior a la alemana o francesa, por poner dos ejemplos, precisamente esos a los que más buscamos compararnos... el coste por ciudadano de la sanidad pública española ha sido habitualmente de los más bajos de Europa, 1500 euros por ciudadano, muy por debajo de los más de 4000 de Luxemburgo, 3500 de Dinamarca, 2600 de Holanda o Austria, 2500 de Suecia o Francia o los 2400 de Alemania... estos son datos objetivos que deberían amordazar de una maldita vez a los sinvergüenzas y mentirosos que hablan de la imposibilidad y viabilidad de mantener una sanidad pública) La pancarta, como pueden ver en la foto, no la portaban individuos con aspecto de anti-sistema, ni radicales pertenecientes a la extrema izquierda, anti-globalización, o demás objetivos predilectos de ciertos medios de comunicación amarillentos que se han empeñado en poner al ciudadano como enemigo público número 1, cuando en realidad no es más que la víctima de una crisis de la que ninguno de nosotros tenemos la culpa, ya que no hemos hecho sino seguir las reglas: trabajar para vivir. Y la pancarta, finalmente, fue retirada por el jefe de seguridad del club, en otro ejemplo de como desde algunas instancias se busca esconder la realidad (de hecho la foto de la pancarta no ha salido en ningún medio de comunicación, y sólo gracias a las redes sociales tenemos constancia de su existencia). Lo que no pudieron callar fueron las gargantas de miles de espectadores que respondieron al atronador grito de "¡SANIDAD PÚBLICA!". Unos aficionados que se estaban jugando meterse en la fase final de la Copa del Rey... pero saben que estos días nos jugamos algo más importante como es el futuro de todos nosotros en manos de una sanidad que queremos, exigimos, siga siendo pública, gratuita y universal (y alguno dirá que quienes somos nadie para exigir, y yo repito, exigimos porque seguimos las reglas del juego: trabajar para vivir)

No se preocupen amigos, les aseguro que (y sobre todo en lo baloncestístico), sigo siendo acérrimo madridista. Y aunque nunca he negado, y más desde que vivo en Madrid, cierta simpatía por los del Ramiro de Maeztu, tampoco he obviado cosas que no me gustan de la llamada "Demencia" (decirle a un árbitro que mire debajo de su coche cuando acabe el partido, no le veo la menor gracia, la verdad), en realidad, como el librepensador que me tengo (o que al menos procuro ser) y que trata de escapar de cualquier dogma de fe, me echo a temblar siempre que escucho eso de "la mejor afición de...", sea la que sea y sea del deporte que sea. Cada afición a su manera es la mejor (y como madridista aficionado al baloncesto, les puedo asegurar que, por mucho que nos critiquen, tiene su mérito seguir a un equipo instalado en un club para el que el baloncesto apenas importa y sólo recibe cierta atención cuando van bien las cosas y caen los títulos... pero en los malos tiempos estamos solos, muy solos, y preocupa más el nuevo peinado de la rutilante estrella futbolística de turno traída a golpe de talonario), pero con detalles como los del pasado domingo es cuando realmente puedo admitir ese cántico a veces utilizado por la Demencia, "somos el primer equipo de Madrid", porque cuando hablamos de la defensa de todos los ciudadanos, residentes y empadronados en esta ciudad y esta comunidad gobernada en estos momentos tanto por una alcaldesa como por un presidentes de comunidad no electos ni elegidos por los ciudadanos, cuando se lucha contra el caciquismo imperante en beneficio de todos nosotros y de algo tan fundamental como la sanidad pública, efectivamente, en este caso hay que reconocer que han sido el primer equipo de Madrid. 

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