Golden State pone el 2-0 en el marcador de las
finales haciendo bueno el factor cancha y confirmando la condición de fortín
del Oracle Arena (51-3 de balance esta temporada) Dos victorias en las que han
demostrado una superioridad brutal, nada que ver con las finales de 2015 en las
que Cleveland logra llevarse una
victoria de Oakland e incluso tiene opciones de ganar el primer partido. Había
enorme expectación por ver estas finales con LeBron acompañado de Irving y Love
(y ahí está el record de audiencia del primer partido), imaginando a unos
Cavaliers mucho más fuertes que el año pasado, pero la realidad es que los
Warriors también son superiores a la versión del pasado curso, que si ya era
buena, se transmuta en inalcanzable para el resto de franquicias NBA, tanto que
huele a dictadura, dinastía, tiranía… con el peligro que ello conlleva de cara
a que muchos aficionados pierdan interés por una liga con un equipo tan
superior al resto. Ni siquiera necesitaron la mejor versión de Stpehen Curry en
un primer partido protagonizado por los habituales secundarios de la plantilla
californiana. Hasta siete jugadores de Steve Kerr estuvieron en dobles dígitos
anotadores, destacando un enorme Shaun Livingston con 20 puntos (80% en tiros
de campo), 4 rebotes y 3 asistencias en 26 minutos en pista. Barbosa sólo
necesito 11 minutos para anotar otros tantos puntos, dejando canastas de gran
belleza, e Igoudala se volvió a reivindicar como factor decisivo de las finales
con 12 puntos, 7 rebotes y 6 asistencias, pero por encima de todo con su
superlativa defensa sobre LeBron James. The King cumplió sobradamente rozando
el triple-doble (23 puntos, 12 rebotes y 9 asistencias), pero en los ataques
que Igoudala fue su par sólo pudo convertir una canasta, y hablamos de nada
menos que 22 posesiones en las que el vigente MVP de las finales se emparejó
con James. Con todo eso, el pobre 8 de 27 en tiros de campo sumado entre Curry
y Klay Thompson se revela anecdótico. Los Warriors pusieron el 1-0 con una
lección de coralidad dejando al descubierto las costuras cavaliers y la enorme
dependencia de LeBron James. Después de llegar incluso a ponerse por delante a poco
de finalizar el tercer cuarto, con los mejores minutos de Cleveland en toda la
serie y Steve Kerr rompiendo literalmente su pizarra ante la inoperancia de su
equipo, Tyronn Lue sentó al de Ohio tras una breve reacción warrior (68-71 para
los de Oakland) En apenas tres minutos los cavaliers encajaron un parcial de
11-0 coincidiendo con la presencia de su líder en el banquillo. Ahí se acabó el
partido.
Steve Kerr destrozando su pizarra. Luego su equipo destrozó a los cavaliers. |
El primer partido dejaba por tanto varias lecturas.
Los warriors demostraban su mayor profundidad de banquillo y mejor roster, pero
los cavs, con las mejores versiones de James e Irving (Love, definitivamente,
confirma su estatus de “loser”, poco resolutivo en ataque más allá de quedarse
en la esquina esperando al triple, con 11 puntos por partido en este comienzo
de series, y un tremendo agujero en defensa cada vez que le han puesto un cinco
delante e incapaz igualmente de salir con éxito a las ayudas exteriores, en
definitiva, un desastre), parecía que podrían intentar morder en el segundo
encuentro, en el que, por otro lado, se esperaba la resurrección de los Splash
Brothers, unos Curry y Thompson muy por debajo de su nivel en el partido inaugural
de las finales.
Y lo que vimos fue una exhibición warrior en toda
regla. Pese al buen trabajo defensivo de los de Cleveland especialmente en el
primer cuarto, con Richard Jefferson manteniendo al equipo al final de un
primer cuarto muy defensivo (protagonismo para Bogut por los californianos, con
cuatro tapones) en el que logran ponerse por delante. A partir del segundo acto
veríamos a los Golden State que llevan maravillando todo el curso: transiciones
rápidas, jugadas espectaculares hiladas en apenas tres pases y el letal “catch
and shoot” con el que no han parado de destrozar rivales partido tras partido,
impulsados por la adrenalina de un Draymond Green que se postula para MVP de
las finales (28 puntos, 7 rebotes y 5 asistencias) Cuando algunos analistas dicen
que el auténtico líder de estos warriors es este power-forward multidisciplinar
no es una frivolidad ni ninguna extravagancia. Los Splash Brothers son la
dinamita de Kerr, pero no se podría entender a este equipo sin un jugador como
Green que no sólo oficia como “pegamento” invisible responsable de eso que
llaman “intangibles”, si no que su productividad es tan tangible como la brutal
tarjeta estadística que nos deja en el segundo choque. Poco importa que LeBron
James vuelva a rozar el triple-doble (19 puntos, 8 rebotes y 9 asistencias), y
que acreciente su condición legendaria (excepto para los “haters” de turno,
casos perdidos que seguirán negando la magnificencia de este jugador), convirtiéndose
en el único baloncestista que es Top-10 histórico en post-temporada en puntos,
rebotes y asistencias. La superioridad de los warriors es tan brutal que ya
comienza a olisquearse la posibilidad de un humillante “sweep” (barrido), con
un 4-0 final para redondear la mejor temporada jamás realizada por un equipo
NBA en toda la historia.
Esperemos equivocarnos y que Cleveland sea capaz de
plantar batalla en el Q Arena y ser capaces de alargar una serie que de momento
sólo tiene el color amarillo y azul de los Locos de la Bahía. Un equipo ya
histórico y que supone un regalo para cualquier aficionado por su manera de
entender el baloncesto de ritmo alto y posesiones cortas (lo cual no supone
descuidar la defensa, más bien al contrario, ya que no puede haber contraataque
sin defensa), pero por el bien de este deporte, necesitamos que tengan rivales
capaces de plantarles cara durante 48 minutos. Y en ese sentido, parece claro
que LeBron solo no puede.
LeBron está mejor que Curry, pero el colectivo warrior arrasa. |
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