Irving voló sobre los Warriors |
El cuarto partido de las finales NBA
2017 nos vuelve a dejar un escándalo ofensivo, una orgía anotadora
que sitúa estas series como un aluvión de derribos de records
históricos. Pero el resultado fue distinto al de los tres encuentros
anotadores. Esta vez Cleveland si pudo sumar su primer punto. No hubo
posibilidad de repetir los fallos del tercer partido en los minutos
finales, por la sencilla razón de que aplastaron a los Warriors
desde el salto inicial. 49 puntos encajaron los Golden State en el
primer cuarto, record anotador en un primer acto en un partido de
finales. 86 llevaban en su casilleros los Clevelad, lo que unido a
los 68 de Golden State convertía la primera mitad del partido en la
más anotadora de la historia en un partido de finales NBA.
Increíble. Es lo que pasa cuando se suman tantos talentos juntos en
una misma cancha. Si los analistas y aficionados nos preguntábamos
como serían capaces de frenar la exuberancia ofensiva de Golden
State, el equipo de Tyronn Lue responde a la brava: anotando más
puntos que el rival. Pero cuando el rival se llama Golden State
Warriors hay que admitir que la cosa tiene un mérito mayúsculo.
La dupla Irving-James volvió a
alcanzar cotas sobrehumanas. El base se fue hasta los 40 puntos y fue
el primero en activar el modo kamizake del ataque Cavalier con 5
puntos consecutivos dentro del parcial de 2-8 con el que Cleveland
avisaba de que a “run&gun” en esta ocasión no les iban a
ganar ni estos Golden State Warriors, actuales estandartes del
baloncesto ofensivo a nivel global. J.R. Smith acompañó al duo
dinámico de los de Ohio con 15 puntos, todos desde el triple, dentro
una exhibición global que finalizó con 24 triples. Otro record
pulverizado, el de triples en un partido de series finales... con la
particularidad de que el anterior tope lo estableció Golden State
hace tan sólo unos días en estas mismas finales, curiosidad que
bastaría para asegurar que pese al 3-1 casi decisivo para los
californianos, la calidad de estas series está siendo brutal. LeBron
por su parte fue fiel a su cita con el triple-doble, una estadística
que domina con una facilidad tan pasmosa que escapa a cualquier
comprensión y definición de su juego. Sencillamente, el más
completo del mundo.
Es una maravillosa noticia que frente a
un equipo de la magnitud histórica de estos Golden State, su máximo
rival, lejos de combatirlo transformado en una versión opuesta,
intente hacerlo con sus propias armas, propinándole lo que en
castizo se diría “su propia medicina”. Claro está que Cleveland
también tuvo que trabajar atrás y esperar que la pólvora de los
Splash Brothers se mojase por un día. El anómalo porcentaje de
acierto de Curry (30%) y Thompson (36%) ayudó enormemente a que Ohio
viviese la primera victoria, pese al partidazo una vez más de Kevin
Durant. Sus 35 puntos, 4 rebotes, 4 asistencias y 2 tapones no
sirvieron para ganar el partido y cerrar las finales, pero sí para
que en el MVP de estas series su nombre esté ya definitivamente
cincelado.
Cleveland pone el 3-1 en la lucha por
el título. Al fin y al cabo era el mismo resultado con el que la
pasada temporada viajaban a Oakland en el quinto partido, pueden
pensar algunos. La diferencia es que lo hacían habiendo ganando el
tercer partido, no el cuarto, con lo que la épica consistía en
ganar tres partidos seguidos, lo cual no era poca cosa, pero
imagínense por tanto la dificultad de hacerlo en cuatro ocasiones.
Tampoco está Draymond Green sancionado, como ocurrió en el quinto
partido de 2016 después de golpear a LeBron James, y luego está,
como no, el efecto Durant, auténtico elemento de desequilibrio
respecto al pasado curso y éste.
No hubo barrido, y ya no habrá play
offs perfectos para Golden State, pero Oakland se prepara para lo que
parece la más que inminente celebración por un nuevo título.
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