Volando sobre el Oracle. |
Golden State golpea primero en las finales de la NBA. En el duelo mediático entre Stephen Curry y LeBron James, el momentáneo vencedor es… Kevin Durant. Quizás sea por su reciente lesión que le tuvo apartado de las canchas en el final de temporada regular, quizás sea porque no estuvo en las dos finales anteriores (aunque precisamente por eso debiera encontrar foco como el factor desequilibrante respecto a un enfrentamiento que en dos años tuvo desenlace distinto para cada uno de los bandos), lo cierto es que poco habíamos hablado del tercer gran dominador de la NBA en los últimos años tras LeBron y Curry. Es cierto que no tiene ningún anillo, como los dos genios de Akron, pero hablamos de un cuatro veces máximo anotador de la liga durante esta década, y del MVP de 2014, entre medias de los dos consecutivos de LeBron y Curry (James tiene otros dos anteriores, en una racha que trunca el malogrado Derrick Rose) Lejano queda el debate sobre si Durant lograría acomodo en el sistema californiano. Una vez llegados hasta aquí poco importa que la rotación de Steve Kerr y Mike Brown no alcance la excelencia de las dos temporadas pasadas, por muy largas que se hagan las finales todo se va a concentrar en los pesos pesados de ambas escuadras. Cleveland demostró el pasado curso que prácticamente se pueden ganar unas series finales con dos jugadores al más alto nivel (LeBron e Irving), y si hablamos de desorbitada concentración de fuerzas en pocas unidades, los Warriors de Curry, Durant, Thompson y Green no parecen tener parangón en la NBA actual. A todo eso, claro, hay que sumar los Igoudala, Livingston, Pachulia, David West, e incluso reconocer como el cuerpo técnico de Oakland (donde cada vez cobra más peso Mike Brown ante los sempiternos problemas de espalda de Steve Kerr, ausente en el primer partido de las finales) ha sido capaz de recuperar a ese extraño elemento llamado Javale McGee, quien está protagonizando una post-temporada extraordinaria en relación minutos jugados/productividad (anoche sin ir más lejos 5 puntos, 4 rebotes y 1 tapón en tan sólo 5 minutos de juego) ,pero no nos engañemos, el desenlace de estas finales va a pasar irremediablemente por las manos de las primeras espadas de cada equipo, y en ese sentido este primer partido es sintomático: en un encuentro que demuestra una evidente superioridad californiana ambos banquillos no mantienen un nivel más que discreto (21 puntos de Cleveland por 24 los de Oakland)
Y no empezó mal el partido para Cleveland, saltando al Oracle Arena luciendo músculo y queriendo llevar el partido a la guerra. Hubo de transcurrir un minuto y medio de partido hasta que el marcador fuese desvirgado, con una diana triple de J.R.Smith, y casi dos minutos hasta que los Warriors anotasen por medio de Zaza Pachulia. Fue todo un espejismo, ya que los de Oakland no tardarían en encontrar su habitual circulación de balón (perdieron sólo 4 balones en todo el partido, record de unas finales empatando con los San Antonio de 2013 y los Detroit de 2005) y comenzar su orgía anotadora. Espejismo fue también el triple de Smith, ya que no volvió a anotar en todo el encuentro (tampoco miró mucho más al aro), encomendado a misiones defensivas de las que puede decir que salió airoso en el caso de su enfrentamiento con un errático Klay Thompson (3 de 16 en tiros de campo)
Pero Cleveland no perdió la cara al encuentro en un magnífico primer cuarto por parte de ambos equipos. Pese a la seriedad defensiva de Golden State (Thompson, desacertado en ataque, hiperactivo atrás), liderada de nuevo por un Draymond Green capaz de emparejarse en la misma posesión rival con Kevin Love y LeBron James (y cuyo sacrificio defensivo le costó dos faltas en los cinco primeros minutos de juego), los 13 puntos de James y 7 de Irving permitieron a Cleveland estar en el partido hasta que un triple de Igoudala sobre la bocina estiraba el marcador a cinco puntos de diferencia, la máxima hasta aquel momento, con un 30-35 que significaba el mejor baloncesto de la noche.
En el segundo cuarto el show de KD alcanzaría sus cotas más altas. 13 de sus 38 puntos los firmó en ese periodo en el que ni LeBron a campo abierto ni Kevin Love en el poste pudieron detenerle. Apenas necesitó utilizar una de sus armas favoritas durante esos minutos, como es la larga distancia. Como pez en el agua dentro de la fluidez Warrior y del particular “small ball” californiano, no como un falso cuatro abierto, si no como un alero imparable en el uno contra uno mientras que Green cubría las espaldas de sus compañeros como único jugador interior. Golden State de nuevo reivindicando el baloncesto moderno, donde ya no caben los antediluvianos pívots que viven en la zona. Los Warriors amenazaron con romper el partido, la figura de Green se agigantaba en defensa y LeBron en su ya habitual papel de "point-forward" se estrellaba contra la defensa de un Mike Brown disfrutando de su venganza servida en plato frío después de haber vivido cinco temporadas en Cleveland a la sombra de King James. Y es que otro aspecto desequilibrante de esa maquinaria perfecta construída en la Bahía es el tener como entrenador asistente al técnico que posiblemente mejor conozca a The Chosen One. Ni un detalle al azar en unos Golden State cimentados para seguir haciendo historia. Si Cleveland se sostuvo en el partido fue gracias a la efervescencia anotadora del base menos base de la NBA, un Kyrie Irving rompiendo la zona de su rival como un cuchillo penetrando en mantequilla y que con 10 abajo se saca de la manga una de las jugadas del partido: un 3+1 ante un Klay Thompson incansable en defensa (abnegado trabajo en consonacia con la responsabilidad de saber su mal partido en ataque) para comprimir el marcador en un 43-49 a falta de unos cinco minutos para el descanso que apenas conocería variaciones en la relevancia de cara al partido, ya que ambos equipos enfilaron los vestuarios con un 52-60 que si bien demostraba la superioridad de los de San Francisco mostraba a unos Cavaliers vivos y con opciones.
Durant se había guardado sus triples para la segunda mitad de la batalla. Abrió desde la distancia letal un parcial de 0-13 al que acompañó Curry con otras dos canastas desde su distancia favorita para romper el partido. 52-73 en un abrir y cerrar de ojos. Se acabó el partido. El último cuarto y medio fue simplemente la constatación de que estos Cavaliers no alcanzan al nivel de unos Warriors varios peldaños más letales que la pasada temporada. Incluso con un Love a un buen nivel (15 puntos y nada menos que 21 rebotes, compensando la sequía de un habitual "arma X" de los de Ohio como Tristan Thompson que dejó una raquítica tarjeta de 4 rechaces y sin anotar), siendo un jugador ausente en las finales de 2016, el Big Three de James-Irving-Love palidece ante estos Warriors de Kerr y cada vez más Brown, un Mike Brown quien volvemos a insistir, parece conocer mejor que nadie como desactivar al mejor jugador del mundo. Hambre Warrior para limpiar la afrenta del pasado año, demostrada en el hecho de que con el partido sentenciado un conservador Brown sólo se atrevió a sentar a sus figuras a dos minutos del final, cuando los LeBron, Love e Irving ya llevaban tiempo con sus cabezas bajo las toallas en la bancada visitante. Trabajo por hacer para Tyronn Lue, a quien no le quedó más remedio que reconocer tras el partido que estos eran los mejores Warriors que jamás había visto. Trabajo que pasa por entre otras cosas recuperar a un banquillo del que se espera mejor rendimiento. Sangrante es que uno de los grandes especialistas del perímetro de los últimos años en esta liga como Kyle Korver se quedase con su casillero de puntos vacio (tres intentos triples errados), más sangrante todavía ver a un errabundo Deron Williams, quien no hace mucho peleaba con Chris Paul por el trono de mejor base del mundo, actuar como uno de los peores directores de juego suplentes que uno pueda recordar en unas finales (y capaz de que echemos de menos a Mathew Dellavedova... no queremos ni pensar lo que hubiera supuesto el deseado Ricky Rubio en este equipo), sólo el voluntarioso veterano Richard Jefferson pareció atisbar alguna esperanza de que Cleveland presente credenciales de orgullo de vigente campeón.
Es sólo el primer partido, el que coloca un 1-0 en el casillero en el favorito, en el equipo que no olvidemos el pasado año adquiría un 2-0 de ventaja y veía remontar por primera vez en la historia un 3-1 a favor. Pero las sensaciones, las pequeñas batallas que conforman el total de una guerra, resultan demoledoras. Curry superando a Irving y despejando todas las dudas sobre el fantasma del famoso triple que a falta de 53 segundos dejaba en bandeja el anillo para los de Ohio con el base Cavalier ajusticiando con un "cross over" sobre el MVP de los dos últimos años. Klay Thompson y Green gigantescos en defensa, sin necesidad de mirar el aro. Mike Brown curtido en mil sinsabores (con los propios Cleveland o con unos Lakers aspirantes a mejor equipo de la historia) destrozando cualquier planteamiento, si lo tuviera, de Tyronn Lue... y por encima de todo el efecto "Durantula" planteando un más difícil todavía para el gran LeBron James. Ya no sólo se le pide a un cuatro veces MVP y ganador de tres anillos como The King subir la bola, anotar desde fuera, jugar al poste y vaciarse en defensa, además de eso ahora tiene que anular a uno de los jugadores con mayor talento ofensivo de todos los tiempos como es el ex de Oklahoma City. Demasiado para un solo hombre por muy King James que seas.
Esto no ha hecho más que empezar, pero en el vestuario de Cleveland tienen que encontrar una solución a una picadura que amenaza con ser mortal. La Durantula quiere su primer anilllo. Ajeno al duelo entre Curry y LeBron el espigado alero que lleva cinco años viviendo a la sombra de los dos genios de Akron, deseando volver al mismo escenario en el que estuvo hace cinco años, cuando al lado de Russell Westbrook y James Harden se esperaba que liderara un equipo dominador como aquellos Oklahoma City, ambiciona su primer anillo. Para ello este verano decidió unir sus fuerzas con los Curry, Thompson, Green o Igoudala (dejando en evidencia, como ya hemos expresado en este blog, las diferencias en el trato mediático con KD y el LeBron que une sus fuerzas con Wade y Bosh para ganar anillos) La Durantula cambió de ecosistema para poner patas arriba la NBA. ¿Encontrará Cleveland el antídoto a su picadura?
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