El "no parar" madridista. |
El
Real Madrid de Pablo Laso comienza la temporada oficial de la misma
manera que finalizó la anterior, dominando el baloncesto nacional, y
frente al mismo equipo que le disputó tal condición el pasado
curso. Es el decimosexto título conquistado por el técnico
vitoriano desde que está en el banquillo blanco. 16 de 30 posibles
hasta la fecha. Es decir, Laso está ganando más de la mitad de los
títulos que disputa. Un dato asombroso en el baloncesto actual.
Recupera el cetro de la Supercopa, competición que dominó entre
2012 y 2014 pero llevaba tres años sin ganar.
Fue
un fin de semana de gran baloncesto, con una apertura magnífica
gracias al duelo entre Barcelona y Baskonia en el que los de Pedro
Martínez llegaron a estar 20 arriba (40-60 en el minuto 24) El
equipo azulgrana vivía su día de la marmota particular. Gran
equipo, fichajes de talento, pero pésima imagen sobre la pista.
Necesitaron tocar fondo y verse apalizados para despertar y tirar de
orgullo, ejemplificado en Oriola, rodeado de jugadores exteriores
(Blazic, Smits, Font…), quienes consiguieron recortar diferencias y
llegar al último cuarto con opciones. El Barcelona tuvo que jugar
sin red, cosa que dudo guste a Pesic, pero le dio resultados. Ya con
el partido igualado el serbio volvió a apostar por quintetos altos
(Claver, Singleton y Tomic juntos), contrarrestando un fallón juego
interior baskonista (hasta el mismísimo Shengelia llega a fallar dos
tiros libres seguidos a cuatro minutos del final con su equipo cuatro
arriba, aunque seguiría siendo referente ofensivo de su equipo en
los minutos decisivos) Granger ponía un 72-79 a poco más de minuto
y medio, que parecía decisivo, pero los arreones de Pango y Kuric
dieron de nuevo opciones a los blaugrana, e incluso el MVP de la
Supercopa 2016 (cuando jugaba en Gran Canaria) tuvo un último
lanzamiento triple que de acertar hubiera llevado el partido a la
prórroga.
Acto
seguido el anfitrión, Obradoiro, saltó a la cancha para medirse al
campeón de Europa. Ilusión no les faltaba a los locales, y pueden
decir que duraron dos asaltos al equipo de Laso, dando buenas
sensaciones con algunos de sus nuevos fichajes, caso de Vasileiadis,
que acabaría máximo anotador de su equipo con 15 puntos, o
Stephens, con sus dos triples, o el trabajo en la pintura de
Hlinason, además de la veteranía de un gran Albert Sabat (14 puntos
y 3 rebotes) Pero tras el descanso los de Laso metieron un par de
marchas más y un parcial de 8-28 tras el descanso dejó claro que
equipo iba a disputar la final del sábado.
De
modo que los dos finalistas de la pasada Liga Endesa se citaron para
el sábado, con el mismo resultado que hace tan sólo unos meses: el
Madrid levantando la copa. El Baskonia volvió a demostrar que a día
de hoy parece el rival más cualificado para el equipo de Laso, pero
le sigue faltando un punto. Sobre todo si su jugador estrella,
Tornike Shengelia, no está a su mejor nivel (-18 con él en pista)
Parte de la culpa hay que dársela a la buena defensa madridista,
intensa y efectiva sobre todo en los momentos clave del partido.
Tras
un comienzo igualado, en el que los blancos adquieren las primeras
ventajas (una máxima de 7, con 13-6, mediando el primer cuarto) sin
que los vascos pierdan comba en ningún momento (de hecho llegan a
acabar el primer acto un punto arriba), uno de esos momento clave
llegó mediando el segundo cuarto, cuando el equipo de Pedro Martínez
amenazó con romper el partido (28-36) en los mejores momentos de
Shengelia. A partir de ahí los madridistas se ataron los machos y en
un parcial de 14-0 basado en un buen trabajo atrás y buscar y
encontrar a Ayón en la pintura (quien por otro lado ejercía de
punta de lanza de la defensa blanca, en ese estilo Laso de interior
que presiona las líneas exteriores del rival), hicieron añicos la
ventaja baskonista. Shengelia reaparecería con cinco puntos
consecutivos, y un triple de Granger al filo del descanso ponía el
marcador en 42-22 para los subcampeones ligueros. El choque se iba a
los vestuarios dejando aroma a partidazo.
Volvió
a estirar la diferencia el Baskonia comenzando el tercer cuarto
(buenos minutos de Shavon Shields), pero la buena actuación de
Klemen Prepelic (8 puntos en este periodo) impidió que los de Pedro
Martínez, una vez más, rompieran el partido. El esloveno resultó
decisivo con una carta de tiro magistral, 13 puntos con 5 de 6 en
tiros de campo (3 de 4 en triples), y sin llegar a los 12 minutos de
juego. Prepelic funcionó en esta ocasión como el microondas blanco,
el revulsivo desde el banquillo por delante de un Carroll desdibujado
(5 puntos en 10 minutos, jugador menos utilizado por Laso en la
final)
Prepelic ejerció de revulsivo |
Los
blancos dejaron lo mejor para el final. Un parcial de 19-11 en el
último cuarto, abierto con un triple de Campazzo (buen partido con
13 puntos, 3 de 6 en triples, y un +10 con él en pista) y 5 puntos
más de un Prepelic desatado. El otro fichaje blanco, Gabriel Deck,
ponía la máxima diferencia de nuevo, la que no tenían desde el
primer cuarto, 7 puntos que serían los que finalmente se llevasen
con el pitido final. El Baskonia resistió gracias a Shields y a un
Poirier que estrechó el marcador a cuatro minutos del final. 76-73.
Lo que Pedro Martínez no podía imaginar es que sus jugadores no
volverían a anotar en lo que quedaba de partido. Las malas
decisiones del joven Vildoza y la buena defensa de los Campazzo,
Llull y Taylor dejarían sin opciones a los baskonistas.
El
nuevo Real Madrid deja buenas sensaciones. Deck y Prepelic parecen
encajar perfectamente en la filosofía Laso. Las señas de identidad
permanecen intactas. Ritmo alto de juego, intensidad defensiva,
presión sobre las líneas de pase rival, movilidad en todas las
posiciones y jugadores, y sobre un todo un fondo de armario
absolutamente clave para entender la forma física superior a la del
rival con la que los de Laso han finalizado ambos partidos. Es el
viejo Real Madrid, el de siempre, el de un Llull dispuesto a quitarse
la espina de su casi inédita pasada temporada. Abrió el marcador
madridista ante el Obradoiro, firmando los primeros puntos en la
temporada oficial de su equipo. Justicia poética. El de Mahón se
llevó otro galardón individual al proclamarse MVP del fin de semana
después de dos partidos de precisión y regularidad ejemplares: 17
puntos y 6 asistencias ante Obradoiro (19 de valoración), 15+3
(además de 2 rebotes y 2 robos) en la final, alcanzando los 15 de
valoración. Llull ha vuelto en un “como decíamos ayer”
descomunal.
Descomunal
también fue el concurso de triples de Matt Thomas. El valencianista
se coronó nuevo rey de la distancia tras tres exhibiciones brutales
en las que consiguió un total de 80 puntos sobre 90 posibles en una
cancha que conoce bien (el año pasado jugó en el equipo
compostelano) Estratosférico.
Thomas se lució ante su ex-público. |
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