La última victoria del Real Madrid en Euroliga, ante
Zalgiris Kaunas, deja varios datos demoledores, más muescas en el revolver de
un entrenador cuya trayectoria está plagada de registros históricos y
asombrosos y a los que hay que situar sobre todo en el contexto de la liga
europea más dura de todos los tiempos, la de 18 equipos jugando todos contra
todos.
Hablamos de ya 13 victorias consecutivas en la
máxima competición continental, iguala la mejor racha de la era Laso, la de la
temporada 2013-14, cuando todavía había fase de grupos y Top 16. El equipo
blanco arrasó en su liguilla ganando los diez partidos de su grupo además de los
tres primeros del Top 16 y hubo de esperar a viajar a Moscú para conocer la
derrota europea por primera vez aquella temporada. Aunque el final de aquel
curso fue más bien amargo (el Maccabi levantó la Copa de Europa y el Barcelona
ganó la ACB con Pablo Laso expulsado del Palau en silla de ruedas) tengo el
recuerdo de una temporada fantástica con un juego espectacular. Era el equipo
más obligado de ver de toda Europa, ganaron 21 de los 24 partidos antes de los
play offs (sólo perdieron en sus desplazamientos a Moscú, Munich y Kaunas), y
superaron al Olympiacos, vigente campeón en aquel momento (ganando la final de
Londres ante precisamente Real Madrid), en una vibrante eliminatoria resuelta a
cinco partidos. En la Final Four dejaron para el recuerdo uno de los mejores
partidos de toda la historia madridista, el 62-100 ante el Barcelona de
Navarro, Huertas, Nachbar, Lorbek y Tomic. David Blatt y Tyrese Rice impidieron
que la fiesta fuera completa, en una de las finales más amargas para el
madridismo resuelta con prórroga. Amarga sobre todo porque el nivel de juego
exhibido durante todo el curso no merecía ese triste desenlace, pero en mi
memoria aquel Madrid de la 13-14 es una máquina de hacer baloncesto que jamás
podré olvidar independientemente de títulos y resultados.
Pero creo sinceramente que tiene mucho más mérito la
racha actual, con este nuevo formato euroliguero “head-to-head” y los 18
mejores equipos europeos viéndose las caras todas las semanas. Llevamos años
asistiendo a una dureza en el baloncesto continental en cantidad y calidad de
partidos tremenda, y nunca nos cansaremos de repetirlo: alcanzar hoy día una
Final Four debería tener tanto valor como ganar la Copa en los 60, o al menos
con esa justicia debería analizarlo el aficionado.
Más allá de la impresionante racha vigente, la
victoria ante Zalgiris alarga una trayectoria de círculo todavía no cerrado
evitando el obstáculo del equipo que precisamente puso otro contador a cero. Y
es que el 4 de Abril de 2019 los hombres de Jasikevicius eran los últimos en
conseguir arrancar una victoria del Palacio de Los Deportes de la Comunidad de
Madrid, en un partido en el que los de Laso no se jugaban nada ya que serían
terceros fuera cual fuera el resultado mientras que el equipo lituano conseguía
clasificarse para cuartos venciendo en feudo blanco. Desde entonces y hasta
ayer el Real Madrid ha sumado nada menos que 31 partidos consecutivos
doblegando a sus rivales como local. 31 victorias en todas las competiciones y
frente a equipos de todos los niveles. Los Barcelona de Pesic, CSKA de Itoudis,
Milan de Messina, Fenerbahce de Obradovic… griegos, turcos, rusos… incapaces de
arrancar una victoria de la carpa del Palacio donde los acróbatas de Laso
exhiben su mejor repertorio. Nueve meses sin perder en casa. Lo que dura un
embarazo, pero en este caso seguro que Laso no tiene prisa por dar a luz.
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