¡Campeones de Europa! |
A la tercera fue la vencida, en una Final Four
apasionante y con un nivel de juego más que aceptable teniendo en cuenta que en
estas citas, por desgracia, el miedo a perder atenaza en exceso a los equipos y
se suele practicar un baloncesto a cara de perro no demasiado agradable para el
espectador. El Real Madrid, tras sus dos anteriores intentos frustrados,
demostró en esta ocasión que sin perder de vista su estilo ni identidad, ya
tiene el callo suficiente para saber pelearse en estas lides ante un rival tan experimentado
en finales a cuatro como el Olympiacos.
Y es que hay que hablar también del conjunto griego,
un más que digno finalista que apeó de la gran final a un CSKA que una vez más
y con la vitola de favorito a cuestas fracasó en la final a cuatro, demostrando
que Europa definitivamente se le resiste pese a contar, año sí y año también,
con el presupuesto más alto de la Euroliga. Itoudis, quien ganara cinco títulos
continentales como asistente de Obradovic ha sido incapaz de insuflar alma a un
equipo ruso cuya apatía en los momentos decisivos, personalizada sobre todo en
sus dos grandes estrellas, Teodosic y Kirilenko, ha sido la actitud más opuesta
posible a la de un siempre enchufado, combativo y peleón Olympiacos. Poco le
importó al equipo de Sfairopoulos el mal partido de su estrella Spanoulis, quien
falló sus once primeros tiros de campo. Sostenidos por un gran Printezis (14
puntos y 8 rebotes), los helenos no le perdían nunca la cara al partido. La
máxima diferencia para los rusos no llegaba más allá de los 8 puntos (47-39 en
el minuto 27) coincidiendo con los buenos minutos de Nando De Colo (18 puntos y
4 asistencias) Un parcial de 2-8 metía a los del Pireo nuevamente en el
partido. El CSKA volvía a estirar el chicle, y a falta de cuatro minutos se
volvía a la renta de ocho puntos (59-51) e incluso una canasta de Kaun ponía un
61-52 que en el minuto 37 parecía ya insalvable. Sloukas, en tiros libres, y De
Colo, anotaban dos puntos para cada equipo, con lo que se mantenían los nueve
de diferencia (63-54) Fue entonces cuando el tres veces MVP de la Final Four,
Vassilis Spanoulis, se transformó de nuevo en el Demonio de Larissa. Su primer
triple fue sólo un anticipo de lo que se avecinaba. Llevaba hasta el momento únicamente
dos puntos anotados en tiros libres. Finalizaría el partido con 13 después de
anotar 11 en los tres últimos 3 minutos, con 3 triples y una canasta de 2. Finalizó
con un discretísimo 3 de valoración, por culpa de su 4 de 11 en tiros de campo…
y sin embargo fue el héroe del partido. Otro episodio épico del club ateniense
en Euroliga, y otro capítulo más en la excepcional carrera del genio llamado
Spanoulis. Definitivamente enemigo número 1 de un CSKA que no pudo tomarse la
revancha de la mítica final del 2012
Con la satisfacción del deber cumplido veíamos al
base-escolta griego en las gradas del Palacio asistiendo al segundo partido de
la Final Four. Habitual estampa familiar con su mujer y sus hijos. Ella,
embarazada, lo cual hacía encender las alarmas de los rivales. Y es que se da
la curiosa circunstancia de que sus anteriores vástagos vinieron al mundo en
2009, 2012 y 2013, justo después de que su padre se coronase campeón de Europa
y MVP de la Final Four. Pero en el Real Madrid no estaban para cábalas
inseminatorias, bastante tenían con solventar la dificultad de enfrentarse a un
Fenerbahce plagado de recursos y centímetros.
La maldición del inseminador |
Obradovic demostraba respeto de salida, dando la
titularidad a un jugador secundario en su rotación como es el joven escolta
Sipahi, encargado de frenar a los exteriores blancos, especialmente Llull.
Carroll, por su parte, demostraba su evidente evolución defensiva con un
magnífico trabajo frente a un Goudelock quien pese a acabar con 26 puntos no
fue tan determinante como se esperaba, ya que en los primeros compases apenas
vio aro gracias a la defensa del mormón, y la mayoría de sus puntos llegaron
con el partido ya muy inclinado para los blancos. Quien sí mortificaba al
equipo de Laso era Vesely. Con sus 8 puntos en un primer cuarto favorable para
los turcos (20-21) demostraba la dificultad que supone para cualquier equipo
defender a un siete pies que juega de alero. Y eso que no había aparecido
Bjelica, quien finalmente no sería lo decisivo que su equipo hubiera deseado,
incluso perdiendo las formas y siendo descalificado por una técnica en el
último cuarto. Triste papel para el jugador que ha sido elegido MVP de la fase
regular del torneo.
El segundo cuarto vio al Real Madrid desplegar los
mejores minutos de toda la Final Four, una exhibición de diez minutos que
encarriló la victoria madridista con un salvaje parcial de 35-14. De hecho los
blancos sólo ganaron ese cuarto, pero les fue suficiente para llegar a la
final. Y fue la segunda unidad la responsable, además de un titánico Gustavo
Ayon (llevaba 24 de valoración al descanso) Nocioni, Maciulis, Rivers y el
citado Ayon, con Sergio Rodríguez llevando la batuta, obraron el despegue
madridista. El lituano se vació en defensa, el pívot mejicano convertía en
canastas todo lo que tocaba, el Chapu Nocioni ponía el carácter y el Chacho, en
la dirección, conectaba una y otra vez con la pareja interior en vista de su
buen rendimiento. Era un Madrid granítico que negaba el aro al rival, el
Fenerbahce no lograría su primera canasta en juego hasta mediado el cuarto. Pero
lo mejor aún estaba por llegar. K.C. Rivers llevó el éxtasis a las gradas con cuatro
triples que desataban la tormenta perfecta sobre las filas del cuadro de
Estambul. El Real Madrid cogía velocidad de crucero y se marchaba a los
vestuarios con un incontestable 55-35. 20 puntos de ventaja y un dato
asombroso: ni una sola perdida de balón durante los dos primeros cuartos.
El botín era suculento, pero había que cerrar el
partido y erradicar una posible rebelión turca tras el descanso. Dos triples,
uno de Llull y otro de Rudy, en los dos primeros ataques del tercer cuarto
estiraban aún más la diferencia con un solo minuto del acto transcurrido.
Jaycee Carroll se uniría a la fiesta con otra canasta desde esa distancia. El
marcador comenzaba a recordar a la paliza del pasado año infligida al Barcelona
en las semifinales de Milán. Igualmente la duda se instalaba en el imaginario
madridista: “¿estaremos gastando hoy todas las balas?” Sin embargo, de ahí al
final, el partido no iba a ser el paseo imaginado. Obradovic no estaba
dispuesto a que la primera participación de un equipo turco en una final a
cuatro ofreciese una imagen tan pobre. El Fenerbahce, pese a lo descomunal de
la diferencia, iba a luchar hasta el final. Bogdanovic primero y Goudelock
después se echaron el equipo a la espalda para hacer más decoroso el marcador
hasta reducirlo a los nueve puntos de diferencia final. Pero la realidad es que
no parecieron inquietar a los madridistas, a pesar de los problemas en faltas
personales de los interiores blancos. Con Slaughter, Reyes y Ayon eliminados
Laso tuvo que recurrir a un Bourousis que sigue mentalmente fuera del equipo
(aunque el domingo ofreciera buenos minutos) Por otro lado, de no haberse
desatado el infierno ofensivo del segundo cuarto, el encuentro no hubiera sido
tan plácido para el Real Madrid en su segunda parte. De modo que el choque
dejaba razonables dudas. El equipo de Laso había ofrecido un baloncesto de
muchísimos quilates… pero sólo durante un cuarto.
Dos días después la fiesta continuaba con CSKA y
Fenerbahce cumpliendo el trámite de jugar el intrascendente partido por el
tercer puesto. Los turcos parecían no estar por el asunto, yéndose a los
vestuarios con un contundente 24-48 en contra. Llamada al orden de Obradovic y
el Fenerbahce que reaccionó en la segunda parte, llegando incluso a empatar el
partido a 77 a falta de tres minutos para el final. No culminaron la remontada y
el CSKA, sin Teodosic (y sin comunicación oficial sobre su ausencia, se habla
de posibles molestias musculares), cierra el podio continental, gracias a De
Colo (17 puntos) y Aaron Jackson (12 puntos y 6 asistencias) El galo y el ex
del Unicaja han sido de lo más positivo de un equipo ruso en el que vuelve a
quedar señalado el mencionado Milos Teodosic, jugador de una calidad
indiscutible pero con una preocupante facilidad para evaporarse en las grandes
citas. Vuelve a sonar como futuro fichaje de relumbrón madridista. Espero que
en la entidad blanca se lo piensen. Bjelica, a pesar de las dos derrotas, se
quitó la espina del viernes dejando una soberbia actuación individual (18
puntos, 10 rebotes, 3 asistencias y 3 robos)
Y llegó el momento esperado por todo el madridismo,
desde la derrota en Londres en la final de 2013 ante el mismo rival que les
esperaba en Madrid, y desde la siguiente oportunidad perdida en Milán frente al
Maccabi Tel Aviv. Pablo Laso y su roster han trabajado muy duro con el objetivo
de volver a asaltar el cetro continental. Era su tercera final consecutiva.
Algo histórico y que deja a las claras la regularidad del proyecto Laso, pero
que necesitaba de una vez consagrarse con un título que pudiese eliminar
cualquier etiqueta de perdedores para un grupo de jugadores que llevaban largo
tiempo esperando este momento, con el capitán Felipe Reyes a la cabeza. El tercer grande de la Generación del 80 tras
Pau Gasol y Juan Carlos Navarro ya tiene el título que le faltaba. Lo merecía.
El Olympiacos buscaba el más difícil todavía.
Después de Estambul en 2012 (final ante CSKA) y Londres 2013 (final ante Real
Madrid), volver a tumbar al ganador de ocho copas de Europa en una finalísima
en su propio feudo suponía un reto extraordinario para cualquier equipo que no
tuviese en sus filas a ese hacedor de milagros llamado Spanoulis. Los griegos
se certificaban como pesadilla y bestia negra para el CSKA Moscú. Quedaba por
ver si sucedería lo mismo con el Real Madrid, por mucho que la pasada temporada
los blancos les eliminasen en cuartos de final tras una intensa serie a cinco
partidos.
No hubo sorpresas en los cinco titulares, repitiendo
de salida los jugadores que comenzaron las semifinales. La vieja guardia griega
(Spanoulis, Mantzaris y Printezis) junto al fajador Dunston y el “falso”
titular Darden (suele salir de inicio pero luego apenas cuenta para Sfairopoulos)
por un lado, y Llull, Rudy, Ayon, Felipe y Carroll por los locales. El escolta
de Laramie, como en semifinales, era el hombre asignado por Laso para defender
al mejor anotador de los helenos, como sucediera con Goudelock en semifinales.
Carroll ha tenido una actuación muy notable durante esta Final Four tanto en
defensa como en ataque y ha sido uno de los hombres clave para la consecución
del título. Hay que reconocer que de salida el Olympiacos logró imponer un
ritmo más propicio para sus intereses, llevando el partido a terrenos duros y
físicos, especialmente en la zona, donde el Madrid se estrellaba una y otra vez
en cada ocasión que intentaba meter un balón interior. Por tanto el 6-1 de
inicio, tras un espectacular mate de Rudy al alcanzar un rebote ofensivo fue
una ilusión pronto disipada por el buen trabajo griego, eficiente atrás y
encontrando en Matt Lojeski a su revulsivo ofensivo. 10 puntos anotó el belga
en un primer cuarto que finalizaba 15-19 para Olympiacos.
Como sucediera ante Fenerbahce, el segundo acto fue
clave para el devenir del partido, sólo que en esta ocasión sin el brillo
ofensivo de las semifinales. El Madrid se puso el mono del trabajo, y en unos
minutos en los que a ambos equipos anotar les costaba un mundo hacía falta la
aparición de algún héroe inesperado que liberado de presión arrojase luz en un
partido demasiado trabado y oscuro. Esa figura la encarnó Jonas Maciulis. Dos
triples frontales sacados desde muy arriba evitando el punteamiento del
defensor metieron a su equipo definitivamente en el partido e incluso
permitieron las primeras ventajas del cuarto. El lituano anotó ocho puntos en
ese segundo parcial, cerrado por otro triple de Rivers que demostraba que aún
se había guardado alguna bala tras su exhibición del viernes. El marcador de
aquellos diez minutos había sido 20-9, lo que ponía un resultado total de
35-28. A partir de la defensa y los triples de Maciulis el Real Madrid
encontraba el camino.
Nos hemos referido durante esta temporada en varias
ocasiones a lo bien que sienta al equipo de Laso el paso por los vestuarios,
realizando terceros cuartos soberbios en los que suele encarrilar sus
victorias. No fue así en esta ocasión, de hecho el tercer periodo ofreció los mejores
momentos de los griegos. Y eso que un parcial de 5-1 (canasta de Llull y triple
de Rudy, por un tiro libre de Mantzaris) estiraba la diferencia hasta once
puntos (40-29) Pero si hay un equipo al que nunca puedes dar por muerto es el
Olympiacos, siempre llamado a épicas remontadas para el recuerdo. Con un
parcial de 0-10 se pusieron por delante (40-41) llevando el delirio a los
aficionados griegos y la congoja a los locales. Sloukas se echaba el equipo a
la espalda, Lojeski seguía demostrando su facilidad anotadora, y en ausencia de
Spanoulis, siempre bien vigilado, aparecía su fiel escudero Printezis. En el
ambiente se comenzaba a respirar cierto “deja vu”. Una película que ya habíamos
visto. Uno de los púgiles, el griego de calzón rojo, se iba varias veces a la
lona pero en ningún momento recibía el KO, para recuperarse y en un emotivo
final acabar alzando los brazos como campeón. Era una lucha contra la historia
reciente, contras los propios fantasmas que han azotado el basket madridista en
las tres últimas temporadas. Se necesitaba, una vez más, alguien que
sintetizase una mezcla de fe y ausencia de miedo, de decisión y de
inconsciencia, tal y como hiciera Maciulis antes del descanso. Alguien, en
definitiva, a quien no le temblase el pulso. Con Jaycee Carroll en la cancha,
ya pueden imaginar quien decidió arrogarse tal papel.
Su primer triple llegaría tras fallo del Chacho y
rebote ofensivo de Ayon. Acto seguido otro a pase de Slaughter, demostrando la
importancia del juego dentro-fuera, y aún otro posterior escorándose para
zafarse de la defensa de un impotente Spanoulis que ponía en pie al rey Felipe
VI incrédulo ante la exhibición del tirador de Laramie. Aún anotaría otra
canasta más, de dos puntos, y robaría un balón a un Spanoulis al que le ganó
claramente la partida, para servir un contrataque claro a Sergio Rodríguez. La
magia de Carroll dejó las cosas como estaban antes del descanso, ya que se
cerraba el cuarto con el Real Madrid siete arriba de nuevo, 53-46. Carroll, el
héroe que había sofocado la rebelión, y una nueva reivindicación de la figura
del tirador, ese jugador a veces loco y anárquico capaz de poner de los nervios
a sus propios aficionados, pero igualmente capaz de reventar partidos.
Jaycee destapó las esencias |
El cuarto definitivo se abría con un triple de
Nocioni que ponía los diez puntos de ventaja. El argentino anotaría otro que
volvía a poner la decena a tres minutos del final y que ya, sin ninguna duda,
le hacía acreedor de un merecídisimo MVP de la Final Four. En general el Real
Madrid no pasó apuros durante el último parcial, manteniendo siempre unas
distancias entre 6 y 10 puntos, suficientes para controlar el partido, pero
también indicadoras de que no cabía la relajación y había que cerrar el
partido. Finalmente los griegos parecieron bajar los brazos y Sergio Rodríguez
campó a sus anchas para establecer una rotunda diferencia final de 19 puntos. El
Real Madrid, con toda justicia, campeón de Europa.
Se dice que la victoria tiene muchos padres y la
derrota es huérfana. La cita se refiere a lo fácil que nos colgamos medallas,
pero lo igualmente rápido que nos lavamos las manos y declinamos
responsabilidades cuando vienen mal dadas. No así el juicio exterior, que
siempre encuentra culpables y suele ser en la figura más débil. Tenemos muy
claro que de haberse producido una nueva derrota en esta final todas las miras
irían en la misma dirección: Pablo Laso. También tenemos claro que aun habiendo
perdido Laso seguiría siendo un magnífico entrenador para el Real Madrid con un
gran trabajo realizado. Jugar tres finales de Copa de Europa consecutivas es
una absoluta barbaridad. No obstante, aquellos quienes piensen que Laso hubiera
sido máximo responsable de la derrota, en un ejercicio de coherencia deben
considerarlo igualmente máximo responsable de la victoria. Para nosotros así es
y por eso ayer quisimos dedicarle la primera entrada post-Final Four. Pero en
este caso sí que es cierto que es una victoria con muchos padres. Hay que
acordarse de Herreros y Juan Carlos Sánchez, a los que se les ha atizado sin
piedad por haber construido un equipo campeón. Nocioni, Ayon, Maciulis y
Rivers, cuatro jugadores fichados esta temporada, han resultado decisivos en la
máxima cita continental. Se ha fichado bien, y sin perder las señas de
identidad del equipo se ha apuntalado los defectos que quedaron al trasluz,
sobre todo en cuanto a dureza mental, en las dos finales perdidas
anteriormente. Hay que felicitar a los jugadores, del primero al último. Todos
ellos generosos en la cancha independientemente del minutaje concedido. Los dos
sergios han dirigido bien y aunque no han tenido tantos focos como en otras
ocasiones han sabido buscar a los compañeros más calientes en cada momento. En
las alas Carroll, Rivers y Maciulis han sido fundamentales tanto en ataque como
en defensa. Rudy no ha sido todo lo estelar que se podría esperar en una cita
como ésta, pero precisamente hay que valorar como ha sabido estar en un segundo
plano pese a ser, mediáticamente, la estrella del equipo. Felipe Reyes, el gran
capitán, ha jugado dos de sus peores partidos de su larga carrera, pero en
ningún momento ha antepuesto su participación individual al éxito colectivo. Slaughter
ha vuelto a responder a la confianza de Laso. Su intensidad y defensa le
convierten en un seguro para este equipo. Ayon deslumbró en semifinales, y
Nocioni ha sido el mejor por juego y carácter. Hasta Bourousis ha parecido
aparcar su apatía habitual para aportar con los pocos minutos que ha tenido. Tampoco
hay que olvidarse de Facundo Campazzo, empujando desde el banquillo y haciendo
piña, ni de Salah Mejri, que aunque descartado para esta Final Four es otro
campeón de Europa con todas las letras. Laso, arquitecto e ideólogo de este
equipo de ensueño, demuestra su madurez como técnico. Cada vez mejor
entrenador, más versátil, y capaz de ir solucionando cada problema que se le
presenta (Felipe Reyes se cargó con dos faltas personales en el primer minuto
de semifinales, por poner un ejemplo) Ha logrado tener enchufado a todo el
grupo sin caer en la sobreexcitación. Es el triunfo de un baloncesto deslumbrante
en la pista, pero humilde y tranquilo en las formas. Es el éxito del buen
juego, desacomplejado, rápido y abierto, por encima de sesudas y plomizas
tácticas que asfixian el talento de los jugadores. Como los mejores directores
de cine, Laso ha dejado que lo bueno sea lo que vemos delante de la cámara.
Se dice que lo difícil de verdad no es llegar, si no
mantenerse. El reto ahora para Laso y sus jugadores es conservar el hambre una
vez que se ha alcanzado lo máximo a lo que se puede aspirar a nivel de clubes. Se
les va a exigir en base al listón actual, lo cual llegará un momento en el que
no sea del todo justo, simplemente porque hay que entender que en la vida hay
que cumplir ciclos, y eso implica que alguno de esos ciclos sea un ciclo
perdedor, por mucho que le cueste aceptarlo al madridismo. Esa será otra
historia, sin duda, ahora toca disfrutar y celebrar en la medida de lo posible
en un club con tan poca memoria y para el que lo conseguido ayer ya no importa
al día siguiente. Después de 20 años de la última conquista del cetro europeo,
bien harían en saber valorarlo como se merece y no volver a cargar a este grupo
de urgencias que no hacen sino lastrar las auténticas posibilidades de un
equipo para la historia.
Enhorabuena también al equipo junior igualmente campeón del torneo con un Luka Doncic (elegido MVP) de quien asusta pensar donde puede estar su techo.
El Madrid y sus dos mvps, Doncic y Nocioni |
EL QUINTETO DE LA FINAL FOUR:
SERGIO RODRÍGUEZ (REAL MADRID) 12 ptos y 5.5 asists
por partido. 12 valor.
ANDREW GOUDELOCK (FENERBAHCE) 25 pts, 4 rebs y 3.5
asists p.p. 24 valor.
NEMANJA BJELICA (FENERBAHCE) 14.5 pts, 7.5 rebs, 2.5
asists y 2 robs. 19 valor.
ANDRES NOCIONI (REAL MADRID) 12 pts, 6.5 rebs y 1.5
asists. 18 valoración.
GEORGIOS PRINTEZIS (OLYMPIACOS) 12.5 pts, 5 rebs y
3.5 asists. 16.5 valorac.
ENTRENADOR:
PABLO LASO (REAL MADRID)
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