“Al éxito y al fracaso, esos dos impostores, trátalos siempre con la misma indiferencia” (Ruyard Kipling)
Amarga despedida |
Amarga despedida europea del equipo que aún es
vigente campeón de la máxima competición continental. El Fenerbahce de
Obradovic se venga de la Final Four de la pasada temporada y certifica una
temporada para olvidar en Euroliga para el conjunto madridista. Ha sido un
transitar durísimo para los de Laso, desde una primera fase en la que tras un
comienzo que se podría calificar de normal (perder en Moscú y Estambul ante
Khimki y Fenerbahce y victorias como local ante Estrella Roja y Bayern Munich),
tres derrotas consecutivas en Estrasburgo, Belgrado y en el Palacio ante
Khimki, obligaban a los blancos a jugar sin red en los partidos siguientes. No
fallaron. Fenerbahce y Estrasburgo mordían el polvo en Madrid, y en Munich los
de Laso compensaban la derrota sufrida en casa ante el Khimki, en un
estratosférico partido de Gustavo Ayon (22 puntos, con 80% en tiros de campo, 9
rebotes, 4 asistencias, 6 robos y 3 tapones, para un 41 de valoración… esto
para los que dicen que Laso no sabe sacar provecho a sus pívots) El campeón
sufría pero seguía vivo.
Y se llegó a un Top 16 absolutamente infernal.
Encuadrado con el presupuesto más alto de Europa y gran favorito según las
casas de apuestas para ganar el título a principio de temporada (CSKA Moscú, un
equipo que ha estado en 13 de las últimas 14 final fours), el doble campeón de
2012 y 2013 y finalista en 2015 Olympiacos, el multimillonario Khimki de Alexey
Shved que había derrotado a los blancos en los dos partidos de la primera fase,
dos potencias ACB como Barcelona y Baskonia y la sensación alemana del momento,
el Brose Basket de Bamberg, líder destacado de su liga, actual campeón, y
ganador de cinco de las últimas seis ligas germanas. Tan sólo el otrora
laureado Zalgiris Kaunas parecía, como así fue, un rival claramente por debajo
de estas siete potencias europeas. Por si fuera poco el equipo blanco se ve obligado
a padecer una extraña configuración de calendario que le obliga a jugar cinco
de los primeros seis partidos en casa, cuatro de ellos de manera consecutiva,
lo cual obligaba lógicamente a padecer un final de grupo con desplazamientos de
la máxima dificultad.
Se cumple en el primer partido con una victoria
sufrida ante un Brose que daría mucha guerra posteriormente para luego caer en
Moscú ante el CSKA. Sin alarmas. Una derrota que podía entrar en lo previsto.
Se encara entonces el carrusel de cuatro partidos consecutivos como locales ( Zalgiris,
Barcelona, Olympiacos y Baskonia) Se cumple ante los lituanos, pero frente al
Barcelona llegaría uno de esos pequeños detalles que pueden marcar una
trayectoria europea. El “buzzer beater” de Doellman comienza a poner las cosas
difíciles a los de Laso, una canasta de la que es imposible no acordarse (y que
finalmente ha marcado la diferencia entre enfrentarte al Fenerbahce y a un
rival más asequible como Lokomotiv Kuban) No se falla frente a los griegos,
pero un Baskonia en un excelente estado de forma toma el Palacio para dejar a
los blancos en una situación muy complicada. El balance no parece preocupante
(3-3), pero si el hecho de que de esos seis partidos, cinco han sido ya jugados
en casa. El Real Madrid vuelve a verse en el alambre y obtiene dos victorias
consecutivas muy meritorias visitando al Khimki y al Brose. El panorama se
clarifica, aunque una nueva derrota como local, esta vez frente al potente
CSKA, vuelve a complicar las cosas y a obligar al equipo madridista a seguir
sumando alguna victoria fuera. Llegará en la jornada siguiente, en la cancha
más propicia para ello: Kaunas. Era la primera de las cuatro salidas
consecutivas que esperaban al campeón. Las tres siguientes se saldaron con
derrota. Primero Barcelona, en un extraño partido con un histórico primer
cuarto de 25-4 en contra de los blancos, que logran remontar el partido y
llegan a ponerse por delante comenzado el último acto para finalmente no saber
cerrar el partido y dejarse la victoria en el Palau. Después en Atenas ante un
Olympiacos que se jugaba la vida y estaba todavía más presionado que el Real
Madrid. Los griegos realizaron esa tarde su mejor partido del Top 16, aunque
finalmente no les llegaría para pasar a cuartos. Toca viajar a Vitoria
jugándose la vida para no depender de terceros resultados en la última jornada.
En el recuerdo la derrota de la ida, además de la visita en ACB saldada
igualmente con victoria baskonista. Pero también el recuerdo del triunfo madridista en semifinales de Copa del Rey. Los de Laso hacen un buen partido y
con cinco arriba en el último minuto (82-87) parecen tener encarrilada la
victoria, pero no saben cerrar el encuentro. Ayon falla una canasta relativamente
fácil que hubiera sentenciado el partido y el Baskonia se mete en el partido a
base de tiros libres. Precisamente un tiro libre de Sergio Rodríguez, después de fallar el
primero, sería lo único que sumaría el Real Madrid en ese último minuto, para
dejar una desesperada última posesión a los de Perasovic que sentenciarían con
un triplazo increíble de Bertans (tras pasos) Otra vez un pequeño detalle
condenaba al Real Madrid.
Ya sólo quedaba una bala. Una final en toda regla
frente a un Khimki quien también se jugaba seguir en Europa o quedar eliminado
en ese partido. Mucha presión para un equipo que después de haber dominado
Eurocup en los últimos años se había configurado para asaltar la Euroliga con
un roster plagado de estrellas (Shved, Rice, Monia, Koponen, Davis, Augustine,
Zoran Dragic… algunos de los sueldos más altos de Europa) El Palacio responde y
revive la magia de las grandes noches. Poco importaba la cuarta plaza y quedar
emparejado con Fenerbahce. Después de tanto sufrimiento el Madrid se había
ganado el derecho a soñar. Había sido una trayectoria sufrida y empedrada, un
auténtico camino de espinas. Irregularidad y momentos de desconexión durante
muchos partidos. En el aspecto positivo, se percibía una tendencia ascendente,
además de la demostración de que el gen competitivo seguía intacto. Pese al
número de derrotas el equipo había dado la cara en todos los partidos, ningún
rival le había echado de la cancha a excepción de un soberbio Olympiacos en
Atenas. Incluso la derrota en Moscú ante el CSKA (por 14 puntos, igual que ante
los griegos) no había dejado mala imagen, con el equipo con opciones hasta
prácticamente mediado el último cuarto. Había que aferrarse a la
esperanza.
Se esperaba por tanto una eliminatoria espectacular
entre dos equipos llamados a enfrentarse en todo caso en una Final Four, no en
unos cuartos. Una serie disputada, y posiblemente llevada al quinto partido. No
fue así. Eliminatoria resuelta en 120 minutos en los que el equipo de Obradovic
ha estado por delante durante el 90% del tiempo jugado. Una superioridad basada
en un baloncesto muy antagónico al que suele practicar el equipo de Laso y que
devuelve el juego a sus peores momentos de esta competición, a los partidos en
los que se ganaba castigando más el fallo del rival que premiando el arrojo y
la valentía que conduce al acierto propio. Los pequeños detalles que tanto
habían condenado al Madrid en este transitar de Euroliga parecieron
amplificarse. Un equipo capaz de facturar pequeños parciales a favor durante
escasos minutos, pero con enormes lapsos de tiempo sin anotar. Los malos
porcentajes en el triple han sido otro lastre sorprendente en un equipo que en
ACB firma un brutal 44,59% desde esa distancia, para bajar a un 34,79% en
Euroliga. ¿Pero cómo renunciar al triple un equipo con la batería de exteriores
que tiene a su disposición Pablo Laso? Sería tan absurdo como pedirle a la
España futbolística de Xavi e Iniesta que se hubieran dedicado a jugar al
pelotazo en vez del pase corto. Por otro lado, y pese al tópico de la
fragilidad del juego interior madridista, ha sido Gustavo Ayon (enorme
temporada la suya) quien más ha mantenido al equipo. Los detractores de Laso
ahora hablarán con total desverguenza de la ineficacia de un estilo que ha
llevado al Real Madrid a una temporada histórica hace tan sólo unos meses,
criticarán el abuso en el lanzamiento triple de un equipo que tiene algunos de
los mejores tiradores del continente, y recurrirán al tópico del “plan b”. Una
entelequia deportiva a la que se recurre sin saber realmente lo que se quiere
decir. El Real Madrid no tiene “plan b” como no lo tiene ninguno de sus rivales
cuando ve a los de Laso pasarles por encima. Como no lo tuvieron Fuenlabrada ni
Gran Canaria ni sobre todo un fortísimo Baskonia en la reciente Copa del Rey
conseguida (por tercer año consecutivo) por el Real Madrid. Tampoco vimos
ningún “plan b” en Obradovic en la última Final Four cuando el Madrid le cosió
a triples, y no creo que nadie pueda dudar de la capacidad táctica de Zeljko. No
hay planes “a” ni “b” ni “c” ni trucos de magia que valgan cuando el rival es
superior. Hay baloncesto, juego, estados de forma, canastas que entran y
canastas que no entran, rebotes que se escapan y balones que se pierden, y
rivales superiores, en mejor estado de forma, y que te pasan por encima. Así de
sencillo.
Obradovic, esta vez si dio con la tecla. |
En medio de este calvario europeo, que finaliza ya
para centrarse en la Liga Endesa, el Madrid deja muy malas señales con
constantes quejas arbitrales y de calendario, que independientemente de la
razón que se pueda tener (esos pasos de Bertans en el triple ganador en
Vitoria, que con un “instant replay” hubieran dado la victoria al Madrid… o la
facilidad con la que Laso es castigado con técnica cada vez que pisa levemente
la línea en comparación con otros técnicos que parecen seguir teniendo más
nombre pese a todo lo ganado ya por el entrenador madridista) muestran que esta
temporada, Europa no era para los blancos, buscando explicaciones y culpables
exteriores cuando las piernas no van. Este no era el año.
Los seguidores madridistas quedamos tocados, porque
nos hubiera gustado ver alargarse la serie, y porque creemos que un equipo con
esta impresionante reciente trayectoria europea merecía algo más (recordemos
que Laso nos ha llevado a tres finales continentales consecutivas), pero toca
levantarse y luchar por la liga. A ese respecto los jugadores agradecerán el
descanso, aunque su orgullo de campeones les debe estar haciendo pasar las
horas más duras de la temporada. Toca cambiar el chip y luchar por la liga. En
ese sentido la respuesta del Palacio, ovacionando al equipo pese a la
eliminación europea, es el primer paso para la búsqueda del título liguero. La
comunión entre equipo y (la mayoría de) la afición sigue intacta. El proyecto
Laso sigue vivo.
En otro orden de cosas, hay que felicitar al Laboral
Kutxa, que ya ha obtenido su billete para la Final Four de Berlín. Su rival
será precisamente el Fenerbahce de Obradovic, que tras su exhibición ante el
Real Madrid se convierte posiblemente en el principal favorito para el triunfo
final, con permiso de un CSKA también en Berlín por la vía rápida tras eliminar
al Estrella Roja de Belgrado (auténtico equipo revelación de este curso de
Euroliga) Los moscovitas se medirán o bien al Lokomotiv, en duelo fraticida, o
con más posibilidad al Barcelona de Xavi Pascual que manda en su serie
2-1.
Eliminados pero ovacionados. La afición fue justa con sus héroes. |
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