La actualidad baloncestística del día de hoy ha venido
salpicada con un nombre propio acaparando todo foco en el mundo de la canasta:
Sergio Scariolo. El entrenador italiano ha decidido poner fin, parece que de
mutuo acuerdo con la Federación, a su exitoso ciclo de cuatro años al frente de
los banquillos de la selección española de baloncesto. Veremos si es un adiós
definitivo o su puerta sigue abierta. Hora por tanto de hacer balance de cuatro
veranos que se resumen en dos títulos de campeones de Europa (nuestros únicos
títulos continentales por otro lado), un subcampeonato olímpico, y la pequeña
decepción del sexto puesto en el Mundial de Turquía (sin Pau Gasol ni Calderón)
Del técnico de Brescia se ha dicho de todo, y más que se dirá. Particularmente
en este blog nos gusta tener cierta sensatez y dos dedos de frente. Esos dedos
de frente me hacen ver que un ciclo en el que se obtienen dos oros (repito, en
un torneo que nunca habíamos ganado), una plata y sólo una genialidad de Teodosic
nos deja fuera de la lucha por las medallas en el único caso que no subimos al
podio, sólo puede ser calificado como sobresaliente. Esto en lo plenamente resultadista,
aspecto en el que el italiano ha estado casi irreprochable. Se le contrató para
mantener en lo más alto a una selección que había tocado el cielo tres años
antes de su llegada con Pepu Hernández, y en ese sentido la cosecha de metales
habla por si sola. En lo baloncestístico, en lo exclusivamente relativo al
juego, creo que su mando y su mano han sido notables. Algunas sombras, muchas
luces, y una selección que ha sido una perfecta sinfonía cuando ha alcanzado su
mejor versión, mejorando notablemente Scariolo el único pequeño defecto que
parecía mostrar nuestra mejor generación de jugadores: el ataque en estático. La
selección de Scariolo ha seguido impregnada de las señas de identidad de las
que la dotó el gran Pepu Hernández: sacrificio defensivo, espíritu
estojanovista, y el contraataque como arma ofensiva predilecta. Pero dimos un
paso adelante a la hora de desentrañar partidos incómodos, maquiavélicos, esos
en los que los rivales trataban de asfixiar el talento a base de músculo. En
ese sentido creo que el cenit baloncestístico se alcanzó en el Europeo de 2009
en Polonia con los cinco partidos finales en los que conseguimos interpretar un
juego que rozaba la perfección. Nunca había visto a este grupo jugar así, y
nunca lo he vuelto a ver. Pido al aficionado desagradecido con Scariolo que
repasé esos cinco partidos, comenzando con aquel delicado momento frente a
Lituania, con un 15-24 en contra que incidía en el mal y dudoso campeonato que
estábamos haciendo hasta el momento (recordemos que hasta llegamos a estar
contra las cuerdas y en la calle frente a Gran Bretaña) Fue el último mal momento
de una selección que a partir de ahí comenzó a jugar a este juego como si
hubiera sido exclusivamente concebido para ellos. Parcial de 23-0 para
encarrilar un partido que se acabó ganando por 14 puntos. A partir de ahí
trituramos a los locales polacos para certificar el pase a cuartos de final
(cómo últimos de grupo), destrozamos a la hasta entonces invicta y gran
favorita Francia (con un Tony Parker que llegaba como máximo anotador del
torneo y al que Ricky Rubio le comió la tostada de una manera brutal), nos
merendamos a Grecia en la semifinal, y en la gran final Serbia fue un juguete
en nuestras manos. Primer cetro continental pasando sin piedad por encima de
los más duros rivales con diferencias siempre rondando los 20 puntos. Un
rodillo. Un derbi de demolición baloncestístico. Créanme, difícilmente se puede
jugar al baloncesto mejor que como lo hicimos a partir del minuto 12 de aquel
partido contra Lituania y hasta el final de aquel torneo.
Y por fin, reyes de Europa. |
De modo que se cierra una etapa realmente brillante de nuestro
baloncesto, y le llega el momento a quien ha estado a la sombra de Scariolo
durante estos años, e incluso ya figuraba en el staff técnico de la selección
en los JJOO de 2008 junto a Aito García Reneses. Buenos maestros. No sólo eso,
al hablar de Juan Antonio Orenga también hay que recordar su contribución al
buen momento de nuestro basket trabajando con los U20 a los que ha llevado al
podio en tres ocasiones: bronce en 2007, plata en 2010 y oro en 2011 en el
Europeo de Bilbao que muchos recordarán con aquellas impresionantes actuaciones
de un Nikola Mirotic cuyas dudas sobre que selección absoluta abrazar quizás se
disipen gracias a la llegada de uno de sus mentores al banquillo de nuestra
roja. También los U18 han pasado por sus manos, sin ir más lejos este mismo año
con su triunfo la pasada Primavera en el mundial oficioso de Manheim con la
generación del 94 (y alguno del 95), teniendo a su cargo a jugadores como Josep
Pérez, Albert Homs, Willy Hernángomez o Ilimane Diop, quienes tarde o temprano
tendrán que tomar el relevo de la precisamente anterior generación en obtener
triunfo en la localidad alemana. Nos referimos, claro está, a la del 80. Por lo
tanto estamos hablando de un hombre de FEB puro y duro y un entrenador idóneo a
la hora de iniciar una transición que esperemos sea lo menos dolorosa posible
cuando Pau Gasol y Navarro dejen de liderarnos hacia el éxito. La duda que
queda en el aire es si Juanan llega al banquillo nacional absoluto para
quedarse, o simplemente se trata de no “quemar” a algún nombre ilustre (el
propio Scariolo) en un torneo que hoy día podemos considerar para nosotros
“menor” (¡quién nos los iba a decir hace años!) y en el que posiblemente
suframos alguna ausencia notable. Ya sabemos como funcionan por aquí las cosas
y como se va a atizar a quien sea el primero en no poder seguir subiéndose al
podio. Pero imaginemos (y que el Dios de la canasta quiera que así sea) que
Orenga gana el próximo oro europeo con un juego brillante y sin nuestros
líderes Pau y Navarro. ¿Con qué cara se le dice que debe dejar sitio a otro
técnico de “perfil alto”? ¿No sería además esta una estupenda ocasión para
volver a contar con un seleccionador nacional dedicado “full time” al equipo de
todos?
Aprendiendo de Aito |
En todo caso ya habrá tiempo para especular con el futuro,
ahora es momento de agradecer a Sergio Scariolo su buen hacer durante estos
cuatro años, y desearle suerte al nuevo primer inquilino del banquillo. Juan
Antonio Orenga. Uno de los nuestros. Mientras en otros sitios prefieren seguir hablando de "dictaduras de la pocha", clanes, y conspiraciones (todo de un modo patéticamente difuso, ya saben... "he oído que", "se comenta que", "tengo un infiltrado que le lleva el gatorade a Marc Gasol"), en este blog optamos por seguir con el baloncesto. Y ahora, es la hora de Orenga.
¿Se repetirá esta sociedad? |
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