Una hegemonía imposible de pronosticar. |
Resulta duro sentarse a escribir después de la gran fiesta
del baloncesto europeo cuando uno albergaba en su corazón la esperanza de poder
hacerlo sobre el ansiado retorno de su club de toda la vida a lo más alto del escalafón
europeo. No ha podido ser. Una vez digerida la amargura por la derrota toca
volver a hacer el habitual ejercicio analítico sobre este deporte, aprovechando
la escritura y dicho análisis como cierta exhortación del dolor recibido. Al
fin y al cabo, me repito, es un juego. Pasión, sí, claro, pero que el
componente emocional no nos distancie del placer primigenio del deporte en si
mismo. Si hemos abrazado la religión esta de las canastas es porque por encima
del resultado y de la meta disfrutamos del camino recorrido y de cada momento
vivido. Y el camino que nos ha llevado a la final de Londres ha sido
fantástico, sólo queda confiar en repetirlo, y a ser posible rubricarlo con el
triunfo final.
Así hemos visto una Final Four que si tuviéramos que resumir
en muy pocas palabras podría ser algo así como: éxito griego, decepción
madridista, batacazo moscovita e infortunio blaugrana. He aquí nuestro resumen
de un gran fin de semana de baloncesto, deteniéndonos además en unos cuantos
nombres propios que merecen consideración propia por lo vivido estos días en la
capital del Reino Unido.
OLYMPIACOS: Dos temporadas seguidas siendo el mejor equipo
de Europa, sin tener la mejor plantilla ni los mejores hombres y manejando
presupuestos sensiblemente inferiores a los grandes de Europa. Todo ello
después de que durante los años de los hermanos Angelopoulos el club del Pireo
fuera una máquina de dilapidar millones y realizar fichajes desorbitados (Schortsanitis,
Childress, Teodosic, Kleiza, Papaloukas, Wafer…), sin embargo los éxitos han
llegado en los tiempos de menor bonanza económica, rejuveneciendo y nacionalizando
la plantilla en torno a una estrella indiscutible como un Vassilis Spanoulis que
llegaba rebotado de un Panathinaikos donde tenía que compartir liderazgo con
Diamantidis. En el club del Pireo el genio de Larissa ha evolucionado su juego
de insaciable escolta anotador a lustroso director de juego sin perder su
capacidad de decidir partidos. El gran Johnny Rogers dio con la clave una vez
concluida la final en su entrevista con Acie Law IV, “it’s chemistry”. Una
química que ha permitido que los griegos repitan la hazaña del año pasado,
reteniendo título continental sin ser los favoritos, y no hayan echado de menos
a un mito de los banquillos como Dusan Ivkovic. El “back-to-back” europeo no se
repetía desde mediados de la década pasada, con el Maccabi Tel Aviv levantando
trofeo en los años 2004 y 2005, claro que por aquel entonces los hebreos
contaban con una multimillonaria plantilla con nombres como Jasikevicius, Vujcic
o Anthony Parker.
Nombre propios:
VASSILIS SPANOULIS: Admitámoslo, este tío es un genio. Un
jugador que no conoce la derrota en Final Four (tres comparencias, seis
partidos, seis victorias, tres títulos… y tres MVPs… igualando a una leyenda
como Toni Kukoc) sin duda está hecho de otra pasta, de la de los ganadores
compulsivos. Capaz de no anotar un solo punto durante toda una primera parte para
desquiciar al rival con tres triples seguidos al comienzo de la segunda, o
apuntillar con un puñal de nueve metros para certificar la segunda Euroliga
consecutiva de un Olympiacos que sin necesidad de grandísimas estrellas
mantiene una sorprendente hegemonía continental. La culpa es de este diablo
convertido en jugador de baloncesto. Llevo años diciendo que su “uno contra
uno” es el mejor de Europa junto al de Juan Carlos Navarro, pero es que el
Spanoulis treintañero ya es mucho más que eso, es un jugador, y un ganador,
total.
GEORGIOS BARTZOKAS: En una temporada que parece marcar un
cambio de tendencia en algunos de los principales banquillos europeos, este
“profeta en su tierra” (nacido en Atenas) ejemplifica la nueva cara de los
jóvenes y exitosos entrenadores europeos dispuestos a tomar el relevo de los
Messina, Obradovic y compañía. Desde sus comienzos entrenando a modestos
equipos helenos hasta su consagración en esta Final Four, Bartzokas responde al
perfil de entrenador tranquilo, poco grandilocuente y nada tiránico con la
creatividad de sus jugadores. Su receta parece fácil: morir en defensa y
libertad en ataque. Confianza en la propia autogestión emocional de sus
jugadores tanto cuando van por debajo en el marcador como cuando mandan en el
luminoso, pero el equipo por encima de todo. Si Spanoulis no está fino, a darle
banquillo y que la segunda unidad arregle el desaguisado del primer cuarto. Un
arquitecto en la sombra. No reclamará focos, pero su mano se muestra
sabia.
KYLE HINES: Un americano a la vieja usanza. Jugando de
interior por debajo de los dos metros (1.98), esta especie de Charles Barkley
del baloncesto FIBA parecerá una aberración a quienes siguen pensando en
grandes e interminables pívots de refinada técnica de pies y excelso juego de
espaldas al aro. Nada de eso encontramos en Hines. En su lugar un incansable
fajador de la zona y gladiador de los tableros que en sus dos partidos de
Londres deja una media de 12.5 puntos, 7.5 rebotes, 1.5 tapones y 1 robo por
partido, sumando una valoración media de 18. Clave para entender el infatigable
juego de los griegos.
Kyle Hines, desequilibrante extraño elemento. |
STRATOS PERPEROGLOU: El “tapado” de la final. 10 puntos en
12 minutos de juego para rescatar a su equipo después de que el Madrid lo
mandase a la lona en el primer cuarto. Generoso en defensa, junto a Sloukas
comenzaron a cambiar el curso de la final en el segundo parcial.
ACIE LAW IV: ¿Qué se puede decir cuándo tras una final
europea te vas a casa con 20 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias y 31 de
valoración? El partido soñado por cualquier jugador.
KOSTAS PAPANIKOLAU: La “Rising Star” de la presente Euroliga
no ha sido el héroe griego de la remontada del pasado año frente al CSKA, pero
sin embargo es justo reconocerlo como uno de los líderes del nuevo baloncesto
heleno. A unos meses de cumplir los 22 años, ya cuenta con dos copas de Europa
en su palmarés y se afianza como el rostro más reconocible y el jugador más
identificable de este equipo de leyenda junto a Spanoulis.
PERO ANTIC: Verle jugar es asistir a un clinic de lo que
supone un pívot abierto, tanto de “cuatro” como de “cinco”. Fundamental en el
despegue de semifinales frente al CSKA Moscu.
Rudy le ganó el pulso a su amigo Navarro. |
REAL MADRID: Llegaba el conjunto blanco a esta Final Four
con sensaciones muy distintas a la cita de hace dos años en Barcelona, e
igualmente se van de Londres con una imagen muy diferente a la dada en la
ciudad catalana, donde parecieron algo así como unos convidados de piedra y
fueron devorados sin piedad por el Maccabi Tel Aviv, como si aquella cita les
quedase demasiado grande. Nada que ver con lo sucedido este fin de semana,
donde el equipo blanco ha demostrado que su retorno a la elite del baloncesto
europeo debe ser para quedarse. En el recuerdo quedará un primer cuarto
extraordinario de pura sinfonía baloncestística que todavía hace más dolorosa
la derrota frente a los griegos. El triple fallado por Jaycee Carroll al
finalizar ese primer acto, que hubiera supuesto triplicar en el marcador al
conjunto de Bartzokas (se retiraron con un 10-27), sin que nadie lo hubiera
podido imaginar, significaba el comienzo del fin madridista. En efecto, parecía
como si el equipo de Laso hubiera gastado todas sus balas en aquel armónico
primer cuarto. A partir de ahí, con su juego exterior inoperante, y el partido
entrando en farragosos terrenos de dureza física (y mental), la escuadra blanca
se fue disolviendo como un azucarillo, sin respuestas tácticas y sin un líder
definido capaz de echarse el equipo a la espalda (sólo Rudy pareció responder
al reto) Una pena, ya que la sensación es que el conjunto blanco no es en
absoluto inferior a los griegos. Toca rehacerse, aprender de la derrota, y
convertir la presencia en la final a cuatro europea en rutina, como han hecho
en los últimos años otros equipos, entre ellos el Olympiakos, derrotado en la
final de 2010 frente a Barcelona y ahora campeón hegemónico. El primer paso ya
está dado, ahora toca no repetir errores pasados y querer empezar de cero
cuando ya se ha recorrido un buen trecho.
Nombres propios:
PABLO LASO: La arriesgada apuesta iniciada la pasada
temporada de confiar el banquillo blanco a un técnico sin experiencia al máximo
nivel como Laso sigue dando sus frutos. 18 años llevaba el Real Madrid sin
jugar una final de Euroliga pese a ver como pasaban por su dirección técnica
entrenadores del prestigio de Scariolo, Imbroda, Lamas, Maljkovic o Messina.
Ninguno lo consiguió. El proyecto Laso funciona, y sigue subiendo escalones. Al
igual que lo comentado sobre Bartzokas, toca que empecemos a ver caras nuevas
en los banquillos de las finales a cuatro.
FELIPE REYES: El gran capitán volvió a ejercer como tal,
sabedor de que cada vez le quedan menos oportunidades para ser campeón de
Europa de clubes, volvió a darlo todo por el escudo que lleva en la camiseta y
a demostrar que hoy por hoy y pese a quien pese sigue siendo absolutamente
necesario en este equipo.
RUDY FERNÁNDEZ: Fichado como jugador estrella que resultase
determinante en eventos de este tipo, hemos visto la realidad del Rudy actual.
Jugador completo y productivo en ambos lados de la cancha, pero no tan
resolutivo a la hora de decidir partidos como los Diamantidis, Navarro,
Spanoulis, etc. Gran trabajo defensivo (tres robos de media en la Final Four),
y liderazgo ofensivo en la final. Poco que reprochar, y sin embargo la
sensación de que aún podría dar más.
SERGIO RODRIGUEZ: El Chacho sigue de dulce. Contra el Barcelona
cambió el partido, y frente al Olympiakos, pese a la incomodidad del partido
planteado por los griegos, sus arreones finales mantuvieron a los blancos con
vida. Sale (aún más) reforzado de la Final Four.
MARCUS SLAUGHTER: La roca de San Leandro ha terminado de
ganarse al aficionado en una Final Four en la que le hemos visto partirse la
cara por el rebote, defender en presión a toda cancha como si fuera un base, e
incluso hasta pasar la mopa en el parquet. Un espectáculo. Motivadísimo y
transmitiendo en todo momento un enorme deseo de ganar, por si fuera poco su tweet pidiendo disculpas por la derrota a toda la ciudad de Madrid ha sido de
las reacciones más emotivas tras la decepción de anoche. Un gran tipo, un
luchador, un ejemplo.
Slaughter crece en Europa. |
NIKOLA MIROTIC: Se esperaba mucho del hispano-montenegrino
en esta cita ya que el aficionado intuye y reconoce en él ese gen ganador de la
antigua Yugoslavia, que sin embargo no acaba de aflorar totalmente cuando
llegan las grandes finales. Comenzó muy activo frente al Barcelona, pero en
absoluto decisivo como su “back up” Felipe Reyes. Frente al Olympiakos acabó
desquiciado ante la dureza griega. Por otro lado y aún arriesgándome a que se
me acuse de madridista subjetivo, me da la sensación de que Niko aún no se ha ganado
el respeto arbitral (o dicho de otro modo, le dan hasta en el carnet de
identidad sin que suene el silbato), resulta difícil de creer que sólo haya
recibido dos faltas personales por parte de los rivales (eso es lo que han
señalado los árbitros), y ambas frente al Barcelona, y que haya lanzado un solo
tiro libre en toda la Final Four. Un despropósito. Aún así paciencia. Con 21
años sigue siendo el mayor “prospect” que ha dado el baloncesto blanco en
muchos años. Ya le echaremos de menos cuando esté al otro lado del
Atlántico.
Se atragantó el yogur griego. |
CSKA MOSCU: Con un presupuesto de 44 millones de euros (con
diferencia el más alto de Europa), una tercera plaza por los pelos después de
ser absolutamente desarbolado por el Olympiakos sólo merece un calificativo
para el conjunto ruso: fracaso. Toca plantearse muchas cosas en el poderoso
club del ejército rojo, cuya opulencia económica le permitirá seguir estando
entre los grandes del continente año tras año, pero donde hay que admitir que
algo falla.
Nombres propios:
ETTORE MESSINA: Su pasado palmarés sigue deslumbrando, pero
su presente comienza a resultar preocupante. Da la sensación de que el antaño
exitoso técnico es incapaz de seguir la estela de un baloncesto que, para
deleite del aficionado, vuelve a recuperar un ritmo vertiginoso más cercano a la
década de los 80 que los 90 o comienzos del siglo XXI. Messina ha sido
extremadamente fiel a un tipo de baloncesto que hoy día no sólo no parece
ganador, si no que incluso resulta insultante si tenemos en cuenta el presupuesto
y los jugadores con los que se maneja.
MILOS TEODOSIC: Enésima decepción del considerado por muchos
mejor base de Europa (yo personalmente ya empiezo a tener mis dudas), y de nuevo
tropiezo frente a un Olympiacos que vive feliz desde que aceptó la desorbitada
oferta que el conjunto moscovita presentó en los despachos del Pireo para
llevarse a un base tan genial como ciclotímico. Comienza a desarrollar una
preocupante leyenda de perdedor. Recordemos que es el mejor pagado de Europa en
su puesto.
Teodosic, él es feliz con lo suyo. |
NENAD KRSTIC: Claro que si hablamos de Teodosic como el base
mejor pagado de Europa, no podemos olvidarnos de su pívot compatriota serbio,
quien directamente es el poseedor del salario más alto del continente en este
deporte. Todo ello para tenerle 15 minutos en pista en semifinales (2 puntos y
2 rebotes, -2 de valoración), y simplemente cumplir a la hora de pelear por el
tercer puesto (7 puntos y 4 rebotes en 19 minutos) Lo dicho, la locura
moscovita. El dinero por castigo.
VIKTOR KHRYAPA: El auténtico santo y seña del CSKA, y el
único jugador (junto a Kaun) que ha sido capaz de echarle cierta vergüenza al
asunto.
Pascual y su cuarta Final Four |
BARCELONA REGAL: Luchar contra las adversidades. Sin Mickeal
y con Jawai dudoso (finalmente los apenas dos minutos que disputó en Londres le
han supuesto su definitivo adiós a la temporada), la empresa de luchar por el
cetro europeo era harto complicada para los de Pascual. Aún así hablamos de un
equipo en cuyo diccionario la palabra “rendición” no encuentra acepción, y su
tremenda competitividad, orgullo y casta les ha llevado a dar la cara. Pese a
irse perdiendo sus dos partidos, se van con la cabeza alta.
Nombres propios:
JUAN CARLOS NAVARRO: Inasequible al desaliento. Siempre
entre algodones, el genio de Sant Feliu que lleva más de diez años dejando
algunas de las mejores pinceladas artísticas del mejor baloncesto, lo intentó
todo para que su equipo no dejase de dar la cara en ningún momento.
Intermitente ante el Real Madrid (finalmente superado por un gran Sergio
Rodríguez), frente al CSKA demostró que no le gusta perder ni a los
chinos.
ERAZEM LORBEK: Su horrible partido frente al Real Madrid es
la culminación a una temporada decepcionante en la que estamos viendo al
esloveno falto de ritmo y con un pésimo estado de forma física. Recordemos que
el Barcelona echó el resto por renovarle y que no diese el salto a la NBA
(también alargó sus tentáculos el CSKA), ofreciéndole tres millones por
temporada y convirtiéndole en el jugador mejor pagado de la Liga Endesa, todo
ello después de ser el MVP de las pasadas finales de nuestra liga. Recuerden
aquello que canturreaba el bueno de Andrés Montes: “se dejaba
llevaaaaaaar…”
NATHAN JAWAI: 1.51 minutos en pista para romperse por el
resto de la temporada. ¿Mereció la pena?
Los problemas crecen |
No me gustaría acabar este repaso a la Final Four sin felicitar al Joventut de Badalona y su fantástico triunfo en el Nike International Junior Tournament disputado también en Londres de modo paralelo a la final a cuatro y dentro de la propia organización de la Euroliga. Los verdinegros derrotaron a otros clubes históricos y con buen trabajo de cantera como el lituano Lietuvos Rytas y el Estrella Roja de Belgrado, además de tumbar a la selección nacional china, y en la gran final al Barcelona. Otro éxito para el baloncesto de formación español, y para el ejemplar club badalonés al que le debemos tanto, ¡enhorabuena!
buena entrada si señor.
ResponderEliminarCara de tonto viendo como el RMB con 17 arriba dejaba escapar la victoria, peo esto es baloncesto y el Olympiacos a demostrado dos años seguidos que saben jugar a esto también con la cabeza.
De todas formas, creo que el RMB ya está en lo más alto, en la élite, y con el ha llegado de nuevo el basket ofensivo y por tanto un poco de esperanza para los que esperamos un resurgir de este deporte a imagen y semejanza de los añorados 80. Sin duda buenas noticias pese a la derrota.
Pedro Ferrandiz perdió su primera final de Copa de Europa... luego ganó cuatro. Paciencia. Tenemos que volver a ganarnos el respeto. Espero que se deje trabajar a Laso... no quiero ser cenizo, pero ya me huele mal que nos vaya a tocar el Unicaja en POs, vaya premio por quedar primeros, me recuerda al segundo año de Plaza, una liga regular extraordinaria y nos tocó el Unicaja en primera ronda, cuando mejor de forma estaba y había recuperado a todos sus jugadores clave, y nos dieron...
ResponderEliminar