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martes, 19 de mayo de 2015

Y EL MADRID INTERPRETÓ SU NOVENA




¡Campeones de Europa!



A la tercera fue la vencida, en una Final Four apasionante y con un nivel de juego más que aceptable teniendo en cuenta que en estas citas, por desgracia, el miedo a perder atenaza en exceso a los equipos y se suele practicar un baloncesto a cara de perro no demasiado agradable para el espectador. El Real Madrid, tras sus dos anteriores intentos frustrados, demostró en esta ocasión que sin perder de vista su estilo ni identidad, ya tiene el callo suficiente para saber pelearse en estas lides ante un rival tan experimentado en finales a cuatro como el Olympiacos. 

Y es que hay que hablar también del conjunto griego, un más que digno finalista que apeó de la gran final a un CSKA que una vez más y con la vitola de favorito a cuestas fracasó en la final a cuatro, demostrando que Europa definitivamente se le resiste pese a contar, año sí y año también, con el presupuesto más alto de la Euroliga. Itoudis, quien ganara cinco títulos continentales como asistente de Obradovic ha sido incapaz de insuflar alma a un equipo ruso cuya apatía en los momentos decisivos, personalizada sobre todo en sus dos grandes estrellas, Teodosic y Kirilenko, ha sido la actitud más opuesta posible a la de un siempre enchufado, combativo y peleón Olympiacos. Poco le importó al equipo de Sfairopoulos el mal partido de su estrella Spanoulis, quien falló sus once primeros tiros de campo. Sostenidos por un gran Printezis (14 puntos y 8 rebotes), los helenos no le perdían nunca la cara al partido. La máxima diferencia para los rusos no llegaba más allá de los 8 puntos (47-39 en el minuto 27) coincidiendo con los buenos minutos de Nando De Colo (18 puntos y 4 asistencias) Un parcial de 2-8 metía a los del Pireo nuevamente en el partido. El CSKA volvía a estirar el chicle, y a falta de cuatro minutos se volvía a la renta de ocho puntos (59-51) e incluso una canasta de Kaun ponía un 61-52 que en el minuto 37 parecía ya insalvable. Sloukas, en tiros libres, y De Colo, anotaban dos puntos para cada equipo, con lo que se mantenían los nueve de diferencia (63-54) Fue entonces cuando el tres veces MVP de la Final Four, Vassilis Spanoulis, se transformó de nuevo en el Demonio de Larissa. Su primer triple fue sólo un anticipo de lo que se avecinaba. Llevaba hasta el momento únicamente dos puntos anotados en tiros libres. Finalizaría el partido con 13 después de anotar 11 en los tres últimos 3 minutos, con 3 triples y una canasta de 2. Finalizó con un discretísimo 3 de valoración, por culpa de su 4 de 11 en tiros de campo… y sin embargo fue el héroe del partido. Otro episodio épico del club ateniense en Euroliga, y otro capítulo más en la excepcional carrera del genio llamado Spanoulis. Definitivamente enemigo número 1 de un CSKA que no pudo tomarse la revancha de la mítica final del 2012 

Con la satisfacción del deber cumplido veíamos al base-escolta griego en las gradas del Palacio asistiendo al segundo partido de la Final Four. Habitual estampa familiar con su mujer y sus hijos. Ella, embarazada, lo cual hacía encender las alarmas de los rivales. Y es que se da la curiosa circunstancia de que sus anteriores vástagos vinieron al mundo en 2009, 2012 y 2013, justo después de que su padre se coronase campeón de Europa y MVP de la Final Four. Pero en el Real Madrid no estaban para cábalas inseminatorias, bastante tenían con solventar la dificultad de enfrentarse a un Fenerbahce plagado de recursos y centímetros.     


La maldición del inseminador


Obradovic demostraba respeto de salida, dando la titularidad a un jugador secundario en su rotación como es el joven escolta Sipahi, encargado de frenar a los exteriores blancos, especialmente Llull. Carroll, por su parte, demostraba su evidente evolución defensiva con un magnífico trabajo frente a un Goudelock quien pese a acabar con 26 puntos no fue tan determinante como se esperaba, ya que en los primeros compases apenas vio aro gracias a la defensa del mormón, y la mayoría de sus puntos llegaron con el partido ya muy inclinado para los blancos. Quien sí mortificaba al equipo de Laso era Vesely. Con sus 8 puntos en un primer cuarto favorable para los turcos (20-21) demostraba la dificultad que supone para cualquier equipo defender a un siete pies que juega de alero. Y eso que no había aparecido Bjelica, quien finalmente no sería lo decisivo que su equipo hubiera deseado, incluso perdiendo las formas y siendo descalificado por una técnica en el último cuarto. Triste papel para el jugador que ha sido elegido MVP de la fase regular del torneo.  

El segundo cuarto vio al Real Madrid desplegar los mejores minutos de toda la Final Four, una exhibición de diez minutos que encarriló la victoria madridista con un salvaje parcial de 35-14. De hecho los blancos sólo ganaron ese cuarto, pero les fue suficiente para llegar a la final. Y fue la segunda unidad la responsable, además de un titánico Gustavo Ayon (llevaba 24 de valoración al descanso) Nocioni, Maciulis, Rivers y el citado Ayon, con Sergio Rodríguez llevando la batuta, obraron el despegue madridista. El lituano se vació en defensa, el pívot mejicano convertía en canastas todo lo que tocaba, el Chapu Nocioni ponía el carácter y el Chacho, en la dirección, conectaba una y otra vez con la pareja interior en vista de su buen rendimiento. Era un Madrid granítico que negaba el aro al rival, el Fenerbahce no lograría su primera canasta en juego hasta mediado el cuarto. Pero lo mejor aún estaba por llegar. K.C. Rivers llevó el éxtasis a las gradas con cuatro triples que desataban la tormenta perfecta sobre las filas del cuadro de Estambul. El Real Madrid cogía velocidad de crucero y se marchaba a los vestuarios con un incontestable 55-35. 20 puntos de ventaja y un dato asombroso: ni una sola perdida de balón durante los dos primeros cuartos.

El botín era suculento, pero había que cerrar el partido y erradicar una posible rebelión turca tras el descanso. Dos triples, uno de Llull y otro de Rudy, en los dos primeros ataques del tercer cuarto estiraban aún más la diferencia con un solo minuto del acto transcurrido. Jaycee Carroll se uniría a la fiesta con otra canasta desde esa distancia. El marcador comenzaba a recordar a la paliza del pasado año infligida al Barcelona en las semifinales de Milán. Igualmente la duda se instalaba en el imaginario madridista: “¿estaremos gastando hoy todas las balas?” Sin embargo, de ahí al final, el partido no iba a ser el paseo imaginado. Obradovic no estaba dispuesto a que la primera participación de un equipo turco en una final a cuatro ofreciese una imagen tan pobre. El Fenerbahce, pese a lo descomunal de la diferencia, iba a luchar hasta el final. Bogdanovic primero y Goudelock después se echaron el equipo a la espalda para hacer más decoroso el marcador hasta reducirlo a los nueve puntos de diferencia final. Pero la realidad es que no parecieron inquietar a los madridistas, a pesar de los problemas en faltas personales de los interiores blancos. Con Slaughter, Reyes y Ayon eliminados Laso tuvo que recurrir a un Bourousis que sigue mentalmente fuera del equipo (aunque el domingo ofreciera buenos minutos) Por otro lado, de no haberse desatado el infierno ofensivo del segundo cuarto, el encuentro no hubiera sido tan plácido para el Real Madrid en su segunda parte. De modo que el choque dejaba razonables dudas. El equipo de Laso había ofrecido un baloncesto de muchísimos quilates… pero sólo durante un cuarto. 

Dos días después la fiesta continuaba con CSKA y Fenerbahce cumpliendo el trámite de jugar el intrascendente partido por el tercer puesto. Los turcos parecían no estar por el asunto, yéndose a los vestuarios con un contundente 24-48 en contra. Llamada al orden de Obradovic y el Fenerbahce que reaccionó en la segunda parte, llegando incluso a empatar el partido a 77 a falta de tres minutos para el final. No culminaron la remontada y el CSKA, sin Teodosic (y sin comunicación oficial sobre su ausencia, se habla de posibles molestias musculares), cierra el podio continental, gracias a De Colo (17 puntos) y Aaron Jackson (12 puntos y 6 asistencias) El galo y el ex del Unicaja han sido de lo más positivo de un equipo ruso en el que vuelve a quedar señalado el mencionado Milos Teodosic, jugador de una calidad indiscutible pero con una preocupante facilidad para evaporarse en las grandes citas. Vuelve a sonar como futuro fichaje de relumbrón madridista. Espero que en la entidad blanca se lo piensen. Bjelica, a pesar de las dos derrotas, se quitó la espina del viernes dejando una soberbia actuación individual (18 puntos, 10 rebotes, 3 asistencias y 3 robos)  

Y llegó el momento esperado por todo el madridismo, desde la derrota en Londres en la final de 2013 ante el mismo rival que les esperaba en Madrid, y desde la siguiente oportunidad perdida en Milán frente al Maccabi Tel Aviv. Pablo Laso y su roster han trabajado muy duro con el objetivo de volver a asaltar el cetro continental. Era su tercera final consecutiva. Algo histórico y que deja a las claras la regularidad del proyecto Laso, pero que necesitaba de una vez consagrarse con un título que pudiese eliminar cualquier etiqueta de perdedores para un grupo de jugadores que llevaban largo tiempo esperando este momento, con el capitán Felipe Reyes a la cabeza. El  tercer grande de la Generación del 80 tras Pau Gasol y Juan Carlos Navarro ya tiene el título que le faltaba. Lo merecía. 

El Olympiacos buscaba el más difícil todavía. Después de Estambul en 2012 (final ante CSKA) y Londres 2013 (final ante Real Madrid), volver a tumbar al ganador de ocho copas de Europa en una finalísima en su propio feudo suponía un reto extraordinario para cualquier equipo que no tuviese en sus filas a ese hacedor de milagros llamado Spanoulis. Los griegos se certificaban como pesadilla y bestia negra para el CSKA Moscú. Quedaba por ver si sucedería lo mismo con el Real Madrid, por mucho que la pasada temporada los blancos les eliminasen en cuartos de final tras una intensa serie a cinco partidos.  

No hubo sorpresas en los cinco titulares, repitiendo de salida los jugadores que comenzaron las semifinales. La vieja guardia griega (Spanoulis, Mantzaris y Printezis) junto al fajador Dunston y el “falso” titular Darden (suele salir de inicio pero luego apenas cuenta para Sfairopoulos) por un lado, y Llull, Rudy, Ayon, Felipe y Carroll por los locales. El escolta de Laramie, como en semifinales, era el hombre asignado por Laso para defender al mejor anotador de los helenos, como sucediera con Goudelock en semifinales. Carroll ha tenido una actuación muy notable durante esta Final Four tanto en defensa como en ataque y ha sido uno de los hombres clave para la consecución del título. Hay que reconocer que de salida el Olympiacos logró imponer un ritmo más propicio para sus intereses, llevando el partido a terrenos duros y físicos, especialmente en la zona, donde el Madrid se estrellaba una y otra vez en cada ocasión que intentaba meter un balón interior. Por tanto el 6-1 de inicio, tras un espectacular mate de Rudy al alcanzar un rebote ofensivo fue una ilusión pronto disipada por el buen trabajo griego, eficiente atrás y encontrando en Matt Lojeski a su revulsivo ofensivo. 10 puntos anotó el belga en un primer cuarto que finalizaba 15-19 para Olympiacos.   

Como sucediera ante Fenerbahce, el segundo acto fue clave para el devenir del partido, sólo que en esta ocasión sin el brillo ofensivo de las semifinales. El Madrid se puso el mono del trabajo, y en unos minutos en los que a ambos equipos anotar les costaba un mundo hacía falta la aparición de algún héroe inesperado que liberado de presión arrojase luz en un partido demasiado trabado y oscuro. Esa figura la encarnó Jonas Maciulis. Dos triples frontales sacados desde muy arriba evitando el punteamiento del defensor metieron a su equipo definitivamente en el partido e incluso permitieron las primeras ventajas del cuarto. El lituano anotó ocho puntos en ese segundo parcial, cerrado por otro triple de Rivers que demostraba que aún se había guardado alguna bala tras su exhibición del viernes. El marcador de aquellos diez minutos había sido 20-9, lo que ponía un resultado total de 35-28. A partir de la defensa y los triples de Maciulis el Real Madrid encontraba el camino. 

Nos hemos referido durante esta temporada en varias ocasiones a lo bien que sienta al equipo de Laso el paso por los vestuarios, realizando terceros cuartos soberbios en los que suele encarrilar sus victorias. No fue así en esta ocasión, de hecho el tercer periodo ofreció los mejores momentos de los griegos. Y eso que un parcial de 5-1 (canasta de Llull y triple de Rudy, por un tiro libre de Mantzaris) estiraba la diferencia hasta once puntos (40-29) Pero si hay un equipo al que nunca puedes dar por muerto es el Olympiacos, siempre llamado a épicas remontadas para el recuerdo. Con un parcial de 0-10 se pusieron por delante (40-41) llevando el delirio a los aficionados griegos y la congoja a los locales. Sloukas se echaba el equipo a la espalda, Lojeski seguía demostrando su facilidad anotadora, y en ausencia de Spanoulis, siempre bien vigilado, aparecía su fiel escudero Printezis. En el ambiente se comenzaba a respirar cierto “deja vu”. Una película que ya habíamos visto. Uno de los púgiles, el griego de calzón rojo, se iba varias veces a la lona pero en ningún momento recibía el KO, para recuperarse y en un emotivo final acabar alzando los brazos como campeón. Era una lucha contra la historia reciente, contras los propios fantasmas que han azotado el basket madridista en las tres últimas temporadas. Se necesitaba, una vez más, alguien que sintetizase una mezcla de fe y ausencia de miedo, de decisión y de inconsciencia, tal y como hiciera Maciulis antes del descanso. Alguien, en definitiva, a quien no le temblase el pulso. Con Jaycee Carroll en la cancha, ya pueden imaginar quien decidió arrogarse tal papel.   

Su primer triple llegaría tras fallo del Chacho y rebote ofensivo de Ayon. Acto seguido otro a pase de Slaughter, demostrando la importancia del juego dentro-fuera, y aún otro posterior escorándose para zafarse de la defensa de un impotente Spanoulis que ponía en pie al rey Felipe VI incrédulo ante la exhibición del tirador de Laramie. Aún anotaría otra canasta más, de dos puntos, y robaría un balón a un Spanoulis al que le ganó claramente la partida, para servir un contrataque claro a Sergio Rodríguez. La magia de Carroll dejó las cosas como estaban antes del descanso, ya que se cerraba el cuarto con el Real Madrid siete arriba de nuevo, 53-46. Carroll, el héroe que había sofocado la rebelión, y una nueva reivindicación de la figura del tirador, ese jugador a veces loco y anárquico capaz de poner de los nervios a sus propios aficionados, pero igualmente capaz de reventar partidos.     


Jaycee destapó las esencias


El cuarto definitivo se abría con un triple de Nocioni que ponía los diez puntos de ventaja. El argentino anotaría otro que volvía a poner la decena a tres minutos del final y que ya, sin ninguna duda, le hacía acreedor de un merecídisimo MVP de la Final Four. En general el Real Madrid no pasó apuros durante el último parcial, manteniendo siempre unas distancias entre 6 y 10 puntos, suficientes para controlar el partido, pero también indicadoras de que no cabía la relajación y había que cerrar el partido. Finalmente los griegos parecieron bajar los brazos y Sergio Rodríguez campó a sus anchas para establecer una rotunda diferencia final de 19 puntos. El Real Madrid, con toda justicia, campeón de Europa. 

Se dice que la victoria tiene muchos padres y la derrota es huérfana. La cita se refiere a lo fácil que nos colgamos medallas, pero lo igualmente rápido que nos lavamos las manos y declinamos responsabilidades cuando vienen mal dadas. No así el juicio exterior, que siempre encuentra culpables y suele ser en la figura más débil. Tenemos muy claro que de haberse producido una nueva derrota en esta final todas las miras irían en la misma dirección: Pablo Laso. También tenemos claro que aun habiendo perdido Laso seguiría siendo un magnífico entrenador para el Real Madrid con un gran trabajo realizado. Jugar tres finales de Copa de Europa consecutivas es una absoluta barbaridad. No obstante, aquellos quienes piensen que Laso hubiera sido máximo responsable de la derrota, en un ejercicio de coherencia deben considerarlo igualmente máximo responsable de la victoria. Para nosotros así es y por eso ayer quisimos dedicarle la primera entrada post-Final Four. Pero en este caso sí que es cierto que es una victoria con muchos padres. Hay que acordarse de Herreros y Juan Carlos Sánchez, a los que se les ha atizado sin piedad por haber construido un equipo campeón. Nocioni, Ayon, Maciulis y Rivers, cuatro jugadores fichados esta temporada, han resultado decisivos en la máxima cita continental. Se ha fichado bien, y sin perder las señas de identidad del equipo se ha apuntalado los defectos que quedaron al trasluz, sobre todo en cuanto a dureza mental, en las dos finales perdidas anteriormente. Hay que felicitar a los jugadores, del primero al último. Todos ellos generosos en la cancha independientemente del minutaje concedido. Los dos sergios han dirigido bien y aunque no han tenido tantos focos como en otras ocasiones han sabido buscar a los compañeros más calientes en cada momento. En las alas Carroll, Rivers y Maciulis han sido fundamentales tanto en ataque como en defensa. Rudy no ha sido todo lo estelar que se podría esperar en una cita como ésta, pero precisamente hay que valorar como ha sabido estar en un segundo plano pese a ser, mediáticamente, la estrella del equipo. Felipe Reyes, el gran capitán, ha jugado dos de sus peores partidos de su larga carrera, pero en ningún momento ha antepuesto su participación individual al éxito colectivo. Slaughter ha vuelto a responder a la confianza de Laso. Su intensidad y defensa le convierten en un seguro para este equipo. Ayon deslumbró en semifinales, y Nocioni ha sido el mejor por juego y carácter. Hasta Bourousis ha parecido aparcar su apatía habitual para aportar con los pocos minutos que ha tenido. Tampoco hay que olvidarse de Facundo Campazzo, empujando desde el banquillo y haciendo piña, ni de Salah Mejri, que aunque descartado para esta Final Four es otro campeón de Europa con todas las letras. Laso, arquitecto e ideólogo de este equipo de ensueño, demuestra su madurez como técnico. Cada vez mejor entrenador, más versátil, y capaz de ir solucionando cada problema que se le presenta (Felipe Reyes se cargó con dos faltas personales en el primer minuto de semifinales, por poner un ejemplo) Ha logrado tener enchufado a todo el grupo sin caer en la sobreexcitación. Es el triunfo de un baloncesto deslumbrante en la pista, pero humilde y tranquilo en las formas. Es el éxito del buen juego, desacomplejado, rápido y abierto, por encima de sesudas y plomizas tácticas que asfixian el talento de los jugadores. Como los mejores directores de cine, Laso ha dejado que lo bueno sea lo que vemos delante de la cámara.   

Se dice que lo difícil de verdad no es llegar, si no mantenerse. El reto ahora para Laso y sus jugadores es conservar el hambre una vez que se ha alcanzado lo máximo a lo que se puede aspirar a nivel de clubes. Se les va a exigir en base al listón actual, lo cual llegará un momento en el que no sea del todo justo, simplemente porque hay que entender que en la vida hay que cumplir ciclos, y eso implica que alguno de esos ciclos sea un ciclo perdedor, por mucho que le cueste aceptarlo al madridismo. Esa será otra historia, sin duda, ahora toca disfrutar y celebrar en la medida de lo posible en un club con tan poca memoria y para el que lo conseguido ayer ya no importa al día siguiente. Después de 20 años de la última conquista del cetro europeo, bien harían en saber valorarlo como se merece y no volver a cargar a este grupo de urgencias que no hacen sino lastrar las auténticas posibilidades de un equipo para la historia.     

Enhorabuena también al equipo junior igualmente campeón del torneo con un Luka Doncic (elegido MVP) de quien asusta pensar donde puede estar su techo.  



El Madrid y sus dos mvps, Doncic y Nocioni




EL QUINTETO DE LA FINAL FOUR: 

SERGIO RODRÍGUEZ (REAL MADRID) 12 ptos y 5.5 asists por partido. 12 valor.
ANDREW GOUDELOCK (FENERBAHCE) 25 pts, 4 rebs y 3.5 asists p.p. 24 valor.
NEMANJA BJELICA (FENERBAHCE) 14.5 pts, 7.5 rebs, 2.5 asists y 2 robs. 19 valor.
ANDRES NOCIONI (REAL MADRID) 12 pts, 6.5 rebs y 1.5 asists. 18 valoración.
GEORGIOS PRINTEZIS (OLYMPIACOS) 12.5 pts, 5 rebs y 3.5 asists. 16.5 valorac. 


ENTRENADOR: 


PABLO LASO (REAL MADRID)

martes, 12 de mayo de 2015

EUROPA BUSCA NUEVO MONARCA



En efecto, con el Maccabi Tel Aviv eliminado en cuartos de final, la Final Four coronará a un nuevo rey del continente, con tres clásicos como Real Madrid, CSKA Moscú y Olympiacos y un debutante en estas lides como es el Fenerbahce de un cualquier cosa menos novato Zeljko Obradovic. Una final a cuatro de pronóstico bastante incierto, aunque por calidad de plantilla, juego y trayectoria durante toda la temporada el equipo moscovita parece el más fuerte y por tanto el favorito. 

Precisamente el CSKA será el encargado de abrir fuego el viernes a las seis de la tarde frente al Olympiacos griego. El equipo dirigido por Giannis Sfairopoulos acude a la cita con un traje que le sienta de maravilla: el de tapado. Y es que los del Pireo parecen los convidados de piedra del fin de semana en Madrid. No en vano es el único equipo que llega a la Final Four habiendo superado el factor cancha en contra, lo cual nos define una de las características más claras de este equipo: el de ser capaz de reventar cualquier pronóstico. Que se lo pregunten al propio CSKA, escocido todavía por la derrota en la ya legendaria final de 2012, después de ver como Spanoulis y compañía lograban remontar los 19 puntos de desventaja con los que afrontaban el último cuarto de aquella Final Four de Estambul, y alzaban el título tras ese ya clásico semigancho de Georgios Printezis, el mejor escudero de Spanoulis y especialista en canastas ganadoras, como recientemente pudo comprobar, para su desgracia, el Barcelona. 

Aquel CSKA de Kazlauskas estaba llamado a ser el gran dominador del baloncesto europeo, y aquella bofetada helena aún duele en la memoria colectiva del ejército rojo, cuyo núcleo duro era el mismo hace dos temporadas (Khryapa, Kaun, Teodosic, Kirilenko y Vorontsevich, además de Krstic y un Shved antes de emprender su aventura NBA) Ganas de revancha por tanto para un equipo que añade a su arsenal auténticas estrellas como Nando De Colo, Aaron Jackson, Sonny Weems y Vitaly Fridzon para la dinamita exterior y un ex –Olympiacos por dentro como es el fajador Kyle Hines, pieza clave en las dos recientes euroligas conquistadas por los griegos. Un tipo capaz de pelearse con cualquier pívot de Europa sin apenas llegar a los dos metros. Pero evidentemente todo gira en torno a Kirilenko. Rebotado desde una NBA en la que ya no parecía tener sitio vuelve para finalizar aquello que dejó inconcluso en 2013. El Panathinaikos lo sabe bien, ya que sufrió sus medias de 13 puntos (por encima del 50% tanto en triples como en tiros de 2 y con un 80% en libres), 6.3 rebotes, 1.5 asistencias, 1.3 robos y 1.8 tapones durante la serie de cuartos de final. No hay un jugador en Euroliga capaz de aportar tanto en tantas facetas del juego (y eso que en esta Final Four vamos a ver a unos cuantos “estajanovistas” y “all around players” como Bjelica, Vesely, Preldzic, Khryapa o Rudy Fernández) Otro jugador con ganas de reivindicarse debería ser Teodosic, tras su espectacular Mundial 2014 parece haberse quitado definitivamente el estigma de jugador genial pero que se arruga en los momentos importantes y finales. Pero se mire por donde se mire es una barbaridad de equipo el que presenta este CSKA. La defensa de Khryapa, la solidez de Kaun, la anotación de Sonny Weems, la muñeca de Fridzon, o el talento de De Colo, son argumentos más que de sobra para considerar a la plantilla de Dimitris Itoudis (primera participación en Euroliga y Final Four, al igual que su antagonista Sfairopoulos) como la gran favorita a alzarse con el cetro continental. Eso, y un estilo de juego propuesto por el citado Itoudis que demuestra que no hace falta el aburrido juego de Messina y sus posesiones al límite para ganar partidos (25 victorias y 3 derrotas en Euroliga, una de ellas precisamente ante Olympiacos en El Pireo) El espectacular juego del Real Madrid de la pasada temporada que tanta admiración causó en el aficionado imparcial ha encontrado relevo en el CSKA de este discípulo de Obradovic a cuya sombra ganó cinco euroligas como asistente en aquel imparable Panathinaikos de la pasada década.     


El pick and roll entre Teodosic y Kaun, un arma habitual del CSKA


Claro que si hay un equipo contra el que no vale favoritismo alguno, ese es precisamente el Olympiacos. Liderado por el jugador que más que ningún otro ha sabido jugar estas citas en los últimos años como es Vassilis Spanoulis, los griegos acuden a Madrid sin presión de ningún tipo. Sus dos euroligas cosechadas de manera consecutiva en 2012 y 2013 todavía dejan regusto en el paladar de su bulliciosa afición. Su trayectoria continental de 21 victorias y 7 derrotas no es tan espectacular como la de sus rivales rusos, pero arrojan una regularidad incontestable: ganan 3 de cada 4 partidos. Tan tozuda estadística la pudo sufrir en sus carnes el Barcelona de Xavi Pascual, cuando tras un cómodo primer partido para los blaugranas comprobaban como el corazón y la enorme competitividad griega les dejaba fuera de la cita madrileña. Ante el equipo más anotador y que más triples convierte (con un porcentaje por encima del 40%), y que por si fuera poco es el máximo reboteador de la competición, los del Pireo necesitan más que nunca ese plus de competitividad. Ya saben lo que es ganar a los rusos. Lo hicieron en el partido de ida del Top 16, venciendo por ocho puntos (en el de vuelta cayeron por seis) con Spanoulis en su mejor versión (19 puntos y 5 asistencias) No hay mayor misterio, toda opción del Olympiacos ha de pasar a la fuerza porque el Demonio de Larissa recuerde al MVP de las finales de 2012 y 2013 (anteriormente lo había sido en 2009 con Panathinaikos, siendo junto a Toni Kukoc el único poseedor de tres MVPs de Final Four), ese jugador capaz tanto de anotar como de asistir y de aparecer en los momentos claves del partido. A su lado, siempre Printezis y su enorme clase con ese tiro demoledor de media distancia que a veces nos hace evocar al mismísimo Joe Arlauckas. Othello Hunter (ex –ACB en Valladolid) y Bryant Dunston son los típicos interiores que tan buen rendimiento dan siempre en los griegos, equipo que demuestra la relativa poca importancia de los centímetros y los grandes pívots en el baloncesto actual (ni el Maccabi el pasado año ni el Olympiacos las dos temporadas anteriores contaban con un gran cinco dominante al estilo de un Ante Tomic en el Barcelona) Por fuera el peligro lo ponen la metralleta belga Lojeski y el siempre sobrio Sloukas. No parece demasiado para tumbar a este CSKA, pero con el Olympiacos nunca se sabe.

Aunque en un plano más secundario, personalmente queremos poner también los focos en un protagonista muy especial para nosotros. Y es que Tremmell Darden vuelve “a casa”. Pese a pertenecer tan sólo temporada y media en el Real Madrid, fue uno de los favoritos de gran parte de la afición, gracias a su ética de trabajo y su entrega en la cancha. Aún son recordados los canticos con su nombre bajo la melodía del “We will rock you” de Queen desde la zona de los berserkers, y como no, los bailes con los que nos deleitaban sus hijos durante los descansos de los partidos al más puro estilo Michael Jackson. Sin duda el bueno de Tremmell dejó huella en el Palacio. Un gran tipo, y apostamos que será una de las armas defensivas de Sfairopoulos para intentar desgastar el tremendo arsenal exterior del CSKA. 

En la próxima entrada trataremos de analizar la otra semifinal, tanto o más apasionante que la primera, con Obradovic dirigiendo a un equipo turco que por primera vez llega a una Final Four después de tantos años de intentos frustrados (y cantidades ingentes de liras turcas derrochadas), enfrentándose a un Real Madrid que busca una gloria que se le escapa desde hace ya dos décadas, precisamente cuando contaba con el entrenador serbio en su banquillo. Absolutamente apasionante.     


Darden, un tipo familiar y muy querido en Madrid 



martes, 21 de enero de 2014

LOS MEJORES DEL AÑO: JUGADORES EXTRANJEROS


Ray Allen y su triple esquinado que acabó valiendo un anillo. Uno de los momentos del año.



Nuestros grandes triunfadores del pasado año en el ámbito internacional, los tres protagonistas que hemos escogido son estos:

TONY PARKER:   Extraordinario año del base galo a quien sólo le ha faltado la conquista de un título NBA que llegaron a tener ganado en aquel memorable sexto partido (el del triple de Ray Allen que dio una prórroga que acabaría valiendo un anillo) Hubiera sido su cuarto título de un torneo en el que ya ha sido MVP de unas finales. Ojo a sus medias durante todos los play-offs de 2013. 22.1 puntos y 6.5 asistencias para barrer a los Lakers. 22.5 y 6.1 a los Warriors. 24.5 y 9.5 para ajusticiar a los Grizzlies por la vía del cloroformo, y finalmente 15.7 y 6.4 en la tremenda serie de 7 partidos en las finales contra Miami. Si lo ponemos por delante del todopoderoso LeBron es por el mérito que supone haber vuelto a unas finales liderando a estos veteranos Spurs sin fecha de caducidad, y además por haber vivido un verano de ensueño llevando a su país a lo más alto del baloncesto europeo en un Eurobasket del que resultó elegido justo MVP (19 puntos y 3.3 asistencias por partido con un FG% del 50%) además de máximo anotador. Ha sido su año. Resulta Increíble que cuando salen esos eternos debates sobre el mejor jugador europeo de la historia su nombre apenas cuente, cuando ningún baloncestista nacido en nuestro continente ha ganado tres anillos de la NBA, un MVP de unas finales, y liderado a su selección al oro europeo.   


Engordando el palmares. 


LEBRON JAMES: …pero sigue siendo El Rey. Vivimos en la era LeBron, el hecho es incuestionable. Su 2013 ha sido otra obscena demostración de abuso de autoridad, de dictadura baloncestística traducida en su cuarto MVP de la temporada, su segundo MVP de unas finales, su cuarto título de campeón del Este y por supuesto y más importante, su segundo anillo de campeón de la NBA. Sus medias estadísticas son de Play Station, y el pasado Febrero alcanzó uno de los topes de su carrera con sus 16 asistencias contra Sacramento (cifra que muchos bases no pueden ni soñar) El jugador total. Pero donde dio lo mejor de si mismo fue en unos play offs en los que sus Heat llegaron a estar por dos veces contra las cuerdas, primero contra los durísimos Indiana Pacers, a los que aplastó en el séptimo partido con 32 puntos y 8 rebotes, y posteriormente en unas memorables finales contra unos San Antonio Spurs que llegaron a rozar el anillo con los dedos, hasta que El Rey dio el primer paso en el campo de batalla y remontó el 3-2 con el que mandaban los de Popovich con dos actuaciones para la historia. En el sexto partido 32 puntos (21 de ellos en la segunda mitad, claves para la remontada, cuando estaban 13 abajo), 10 rebotes, 11 asistencias y 3 robos de balón. Lo más difícil estaba hecho pero quedaba rematar la faena y de nuevo The King sacó la espada para a mandoble limpio irse a 37 puntos y 12 rebotes, ajusticiando a los Spurs en el medio minuto final donde en un partido igualado anota la canasta decisiva (92-88) y posteriormente roba un balón a Manu Ginobili sacando una falta personal en la consiguiente posesión que hacía abrir las botellas de champán en el American Airlines Arena. La historia del baloncesto moderno se escribe con su nombre.   


Ya van dos.


VASSILIS SPANOULIS: El demonio de Larissa volvió a dominar el baloncesto continental europeo a nivel de clubes como sólo él sabe hacerlo. Es cierto que más allá de una Euroliga de la que fue el gran protagonista, como campeón, MVP de la temporada, y MVP de la Final Four, no le vimos brillar demasiado en todo el 2013, pero, ¿les parece poco esas exhibiciones en la máxima competición europea de clubes? Sus 22 puntos en una final que comenzó contra las cuerdas todavía escuecen en un vestuario madridista que clama venganza ante otra demostración de competitividad en los momentos extremos por parte del griego, quien ya diera buena cuenta de unos muy favoritos CSKA hace dos temporadas. Para rematar la faena también se proclamó campeón intercontinental en la final a doble partido frente al campeón suramericano Pinheiros Sky.   


El asesino implacable.



Otros grandes nombres que nos gustaría destacar nos llevan hasta Indiana, donde Paul George y Roy Hibbert escalaron hasta convertirse auténtica elite NBA, sobre todo en el caso del alero, quien sin duda bien podría haber figurado entre nuestros tres mejores, con una temporada brutal que le valió la seguro que primera de muchas participaciones en un All Star Game. Hay que reconocer el 2013 de Nicolas Batum, quien sigue evolucionando y como escudero de Parker alcanzó la gloria continental siendo el mejor jugador francés de la final frente a Lituania. Los Blazers marchan imparables en la NBA gracias en parte a su aportación. Y tampoco podemos olvidarnos de nombres ilustres como el de Dwyane Wade, quien obtuvo su ya tercer anillo en 2013, o Ray Allen con su segundo, en una carrera en la que los triples siguen cayendo (2093 en estos momentos) y uno de ellos sirvió para salvar un auténtico match ball en un inolvidable sexto partido de las finales y llevar el encuentro a una prórroga que significó finalmente un título, y por supuesto, hay que acordarse de Tim Duncan, el mejor 4 de todos los tiempos, jugador de una clase excepcional sin fecha de caducidad y que volvió a dar auténticas lecciones de este juego que amamos durante todo el pasado 2013.



lunes, 13 de mayo de 2013

LA SORPRENDENTE DINASTÍA DEL PIREO



Una hegemonía imposible de pronosticar.



Resulta duro sentarse a escribir después de la gran fiesta del baloncesto europeo cuando uno albergaba en su corazón la esperanza de poder hacerlo sobre el ansiado retorno de su club de toda la vida a lo más alto del escalafón europeo. No ha podido ser. Una vez digerida la amargura por la derrota toca volver a hacer el habitual ejercicio analítico sobre este deporte, aprovechando la escritura y dicho análisis como cierta exhortación del dolor recibido. Al fin y al cabo, me repito, es un juego. Pasión, sí, claro, pero que el componente emocional no nos distancie del placer primigenio del deporte en si mismo. Si hemos abrazado la religión esta de las canastas es porque por encima del resultado y de la meta disfrutamos del camino recorrido y de cada momento vivido. Y el camino que nos ha llevado a la final de Londres ha sido fantástico, sólo queda confiar en repetirlo, y a ser posible rubricarlo con el triunfo final.  

Así hemos visto una Final Four que si tuviéramos que resumir en muy pocas palabras podría ser algo así como: éxito griego, decepción madridista, batacazo moscovita e infortunio blaugrana. He aquí nuestro resumen de un gran fin de semana de baloncesto, deteniéndonos además en unos cuantos nombres propios que merecen consideración propia por lo vivido estos días en la capital del Reino Unido. 


OLYMPIACOS: Dos temporadas seguidas siendo el mejor equipo de Europa, sin tener la mejor plantilla ni los mejores hombres y manejando presupuestos sensiblemente inferiores a los grandes de Europa. Todo ello después de que durante los años de los hermanos Angelopoulos el club del Pireo fuera una máquina de dilapidar millones y realizar fichajes desorbitados (Schortsanitis, Childress, Teodosic, Kleiza, Papaloukas, Wafer…), sin embargo los éxitos han llegado en los tiempos de menor bonanza económica, rejuveneciendo y nacionalizando la plantilla en torno a una estrella indiscutible como un Vassilis Spanoulis que llegaba rebotado de un Panathinaikos donde tenía que compartir liderazgo con Diamantidis. En el club del Pireo el genio de Larissa ha evolucionado su juego de insaciable escolta anotador a lustroso director de juego sin perder su capacidad de decidir partidos. El gran Johnny Rogers dio con la clave una vez concluida la final en su entrevista con Acie Law IV, “it’s chemistry”. Una química que ha permitido que los griegos repitan la hazaña del año pasado, reteniendo título continental sin ser los favoritos, y no hayan echado de menos a un mito de los banquillos como Dusan Ivkovic. El “back-to-back” europeo no se repetía desde mediados de la década pasada, con el Maccabi Tel Aviv levantando trofeo en los años 2004 y 2005, claro que por aquel entonces los hebreos contaban con una multimillonaria plantilla con nombres como Jasikevicius, Vujcic o Anthony Parker.

Nombre propios: 

VASSILIS SPANOULIS: Admitámoslo, este tío es un genio. Un jugador que no conoce la derrota en Final Four (tres comparencias, seis partidos, seis victorias, tres títulos… y tres MVPs… igualando a una leyenda como Toni Kukoc) sin duda está hecho de otra pasta, de la de los ganadores compulsivos. Capaz de no anotar un solo punto durante toda una primera parte para desquiciar al rival con tres triples seguidos al comienzo de la segunda, o apuntillar con un puñal de nueve metros para certificar la segunda Euroliga consecutiva de un Olympiacos que sin necesidad de grandísimas estrellas mantiene una sorprendente hegemonía continental. La culpa es de este diablo convertido en jugador de baloncesto. Llevo años diciendo que su “uno contra uno” es el mejor de Europa junto al de Juan Carlos Navarro, pero es que el Spanoulis treintañero ya es mucho más que eso, es un jugador, y un ganador, total. 

GEORGIOS BARTZOKAS: En una temporada que parece marcar un cambio de tendencia en algunos de los principales banquillos europeos, este “profeta en su tierra” (nacido en Atenas) ejemplifica la nueva cara de los jóvenes y exitosos entrenadores europeos dispuestos a tomar el relevo de los Messina, Obradovic y compañía. Desde sus comienzos entrenando a modestos equipos helenos hasta su consagración en esta Final Four, Bartzokas responde al perfil de entrenador tranquilo, poco grandilocuente y nada tiránico con la creatividad de sus jugadores. Su receta parece fácil: morir en defensa y libertad en ataque. Confianza en la propia autogestión emocional de sus jugadores tanto cuando van por debajo en el marcador como cuando mandan en el luminoso, pero el equipo por encima de todo. Si Spanoulis no está fino, a darle banquillo y que la segunda unidad arregle el desaguisado del primer cuarto. Un arquitecto en la sombra. No reclamará focos, pero su mano se muestra sabia. 

KYLE HINES: Un americano a la vieja usanza. Jugando de interior por debajo de los dos metros (1.98), esta especie de Charles Barkley del baloncesto FIBA parecerá una aberración a quienes siguen pensando en grandes e interminables pívots de refinada técnica de pies y excelso juego de espaldas al aro. Nada de eso encontramos en Hines. En su lugar un incansable fajador de la zona y gladiador de los tableros que en sus dos partidos de Londres deja una media de 12.5 puntos, 7.5 rebotes, 1.5 tapones y 1 robo por partido, sumando una valoración media de 18. Clave para entender el infatigable juego de los griegos.  


Kyle Hines, desequilibrante extraño elemento.


STRATOS PERPEROGLOU: El “tapado” de la final. 10 puntos en 12 minutos de juego para rescatar a su equipo después de que el Madrid lo mandase a la lona en el primer cuarto. Generoso en defensa, junto a Sloukas comenzaron a cambiar el curso de la final en el segundo parcial. 

ACIE LAW IV: ¿Qué se puede decir cuándo tras una final europea te vas a casa con 20 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias y 31 de valoración? El partido soñado por cualquier jugador. 

KOSTAS PAPANIKOLAU: La “Rising Star” de la presente Euroliga no ha sido el héroe griego de la remontada del pasado año frente al CSKA, pero sin embargo es justo reconocerlo como uno de los líderes del nuevo baloncesto heleno. A unos meses de cumplir los 22 años, ya cuenta con dos copas de Europa en su palmarés y se afianza como el rostro más reconocible y el jugador más identificable de este equipo de leyenda junto a Spanoulis. 

PERO ANTIC: Verle jugar es asistir a un clinic de lo que supone un pívot abierto, tanto de “cuatro” como de “cinco”. Fundamental en el despegue de semifinales frente al CSKA Moscu.   


Rudy le ganó el pulso a su amigo Navarro.



REAL MADRID: Llegaba el conjunto blanco a esta Final Four con sensaciones muy distintas a la cita de hace dos años en Barcelona, e igualmente se van de Londres con una imagen muy diferente a la dada en la ciudad catalana, donde parecieron algo así como unos convidados de piedra y fueron devorados sin piedad por el Maccabi Tel Aviv, como si aquella cita les quedase demasiado grande. Nada que ver con lo sucedido este fin de semana, donde el equipo blanco ha demostrado que su retorno a la elite del baloncesto europeo debe ser para quedarse. En el recuerdo quedará un primer cuarto extraordinario de pura sinfonía baloncestística que todavía hace más dolorosa la derrota frente a los griegos. El triple fallado por Jaycee Carroll al finalizar ese primer acto, que hubiera supuesto triplicar en el marcador al conjunto de Bartzokas (se retiraron con un 10-27), sin que nadie lo hubiera podido imaginar, significaba el comienzo del fin madridista. En efecto, parecía como si el equipo de Laso hubiera gastado todas sus balas en aquel armónico primer cuarto. A partir de ahí, con su juego exterior inoperante, y el partido entrando en farragosos terrenos de dureza física (y mental), la escuadra blanca se fue disolviendo como un azucarillo, sin respuestas tácticas y sin un líder definido capaz de echarse el equipo a la espalda (sólo Rudy pareció responder al reto) Una pena, ya que la sensación es que el conjunto blanco no es en absoluto inferior a los griegos. Toca rehacerse, aprender de la derrota, y convertir la presencia en la final a cuatro europea en rutina, como han hecho en los últimos años otros equipos, entre ellos el Olympiakos, derrotado en la final de 2010 frente a Barcelona y ahora campeón hegemónico. El primer paso ya está dado, ahora toca no repetir errores pasados y querer empezar de cero cuando ya se ha recorrido un buen trecho. 

Nombres propios: 

PABLO LASO: La arriesgada apuesta iniciada la pasada temporada de confiar el banquillo blanco a un técnico sin experiencia al máximo nivel como Laso sigue dando sus frutos. 18 años llevaba el Real Madrid sin jugar una final de Euroliga pese a ver como pasaban por su dirección técnica entrenadores del prestigio de Scariolo, Imbroda, Lamas, Maljkovic o Messina. Ninguno lo consiguió. El proyecto Laso funciona, y sigue subiendo escalones. Al igual que lo comentado sobre Bartzokas, toca que empecemos a ver caras nuevas en los banquillos de las finales a cuatro. 

FELIPE REYES: El gran capitán volvió a ejercer como tal, sabedor de que cada vez le quedan menos oportunidades para ser campeón de Europa de clubes, volvió a darlo todo por el escudo que lleva en la camiseta y a demostrar que hoy por hoy y pese a quien pese sigue siendo absolutamente necesario en este equipo. 

RUDY FERNÁNDEZ: Fichado como jugador estrella que resultase determinante en eventos de este tipo, hemos visto la realidad del Rudy actual. Jugador completo y productivo en ambos lados de la cancha, pero no tan resolutivo a la hora de decidir partidos como los Diamantidis, Navarro, Spanoulis, etc. Gran trabajo defensivo (tres robos de media en la Final Four), y liderazgo ofensivo en la final. Poco que reprochar, y sin embargo la sensación de que aún podría dar más. 

SERGIO RODRIGUEZ: El Chacho sigue de dulce. Contra el Barcelona cambió el partido, y frente al Olympiakos, pese a la incomodidad del partido planteado por los griegos, sus arreones finales mantuvieron a los blancos con vida. Sale (aún más) reforzado de la Final Four. 

MARCUS SLAUGHTER: La roca de San Leandro ha terminado de ganarse al aficionado en una Final Four en la que le hemos visto partirse la cara por el rebote, defender en presión a toda cancha como si fuera un base, e incluso hasta pasar la mopa en el parquet. Un espectáculo. Motivadísimo y transmitiendo en todo momento un enorme deseo de ganar, por si fuera poco su tweet pidiendo disculpas por la derrota a toda la ciudad de Madrid ha sido de las reacciones más emotivas tras la decepción de anoche. Un gran tipo, un luchador, un ejemplo.    


Slaughter crece en Europa.


NIKOLA MIROTIC: Se esperaba mucho del hispano-montenegrino en esta cita ya que el aficionado intuye y reconoce en él ese gen ganador de la antigua Yugoslavia, que sin embargo no acaba de aflorar totalmente cuando llegan las grandes finales. Comenzó muy activo frente al Barcelona, pero en absoluto decisivo como su “back up” Felipe Reyes. Frente al Olympiakos acabó desquiciado ante la dureza griega. Por otro lado y aún arriesgándome a que se me acuse de madridista subjetivo, me da la sensación de que Niko aún no se ha ganado el respeto arbitral (o dicho de otro modo, le dan hasta en el carnet de identidad sin que suene el silbato), resulta difícil de creer que sólo haya recibido dos faltas personales por parte de los rivales (eso es lo que han señalado los árbitros), y ambas frente al Barcelona, y que haya lanzado un solo tiro libre en toda la Final Four. Un despropósito. Aún así paciencia. Con 21 años sigue siendo el mayor “prospect” que ha dado el baloncesto blanco en muchos años. Ya le echaremos de menos cuando esté al otro lado del Atlántico.     


Se atragantó el yogur griego.



CSKA MOSCU: Con un presupuesto de 44 millones de euros (con diferencia el más alto de Europa), una tercera plaza por los pelos después de ser absolutamente desarbolado por el Olympiakos sólo merece un calificativo para el conjunto ruso: fracaso. Toca plantearse muchas cosas en el poderoso club del ejército rojo, cuya opulencia económica le permitirá seguir estando entre los grandes del continente año tras año, pero donde hay que admitir que algo falla.   

Nombres propios: 

ETTORE MESSINA: Su pasado palmarés sigue deslumbrando, pero su presente comienza a resultar preocupante. Da la sensación de que el antaño exitoso técnico es incapaz de seguir la estela de un baloncesto que, para deleite del aficionado, vuelve a recuperar un ritmo vertiginoso más cercano a la década de los 80 que los 90 o comienzos del siglo XXI. Messina ha sido extremadamente fiel a un tipo de baloncesto que hoy día no sólo no parece ganador, si no que incluso resulta insultante si tenemos en cuenta el presupuesto y los jugadores con los que se maneja. 

MILOS TEODOSIC: Enésima decepción del considerado por muchos mejor base de Europa (yo personalmente ya empiezo a tener mis dudas), y de nuevo tropiezo frente a un Olympiacos que vive feliz desde que aceptó la desorbitada oferta que el conjunto moscovita presentó en los despachos del Pireo para llevarse a un base tan genial como ciclotímico. Comienza a desarrollar una preocupante leyenda de perdedor. Recordemos que es el mejor pagado de Europa en su puesto.   


Teodosic, él es feliz con lo suyo.


NENAD KRSTIC: Claro que si hablamos de Teodosic como el base mejor pagado de Europa, no podemos olvidarnos de su pívot compatriota serbio, quien directamente es el poseedor del salario más alto del continente en este deporte. Todo ello para tenerle 15 minutos en pista en semifinales (2 puntos y 2 rebotes, -2 de valoración), y simplemente cumplir a la hora de pelear por el tercer puesto (7 puntos y 4 rebotes en 19 minutos) Lo dicho, la locura moscovita. El dinero por castigo.   

VIKTOR KHRYAPA: El auténtico santo y seña del CSKA, y el único jugador (junto a Kaun) que ha sido capaz de echarle cierta vergüenza al asunto.   


Pascual y su cuarta Final Four


BARCELONA REGAL: Luchar contra las adversidades. Sin Mickeal y con Jawai dudoso (finalmente los apenas dos minutos que disputó en Londres le han supuesto su definitivo adiós a la temporada), la empresa de luchar por el cetro europeo era harto complicada para los de Pascual. Aún así hablamos de un equipo en cuyo diccionario la palabra “rendición” no encuentra acepción, y su tremenda competitividad, orgullo y casta les ha llevado a dar la cara. Pese a irse perdiendo sus dos partidos, se van con la cabeza alta. 

Nombres propios: 

JUAN CARLOS NAVARRO: Inasequible al desaliento. Siempre entre algodones, el genio de Sant Feliu que lleva más de diez años dejando algunas de las mejores pinceladas artísticas del mejor baloncesto, lo intentó todo para que su equipo no dejase de dar la cara en ningún momento. Intermitente ante el Real Madrid (finalmente superado por un gran Sergio Rodríguez), frente al CSKA demostró que no le gusta perder ni a los chinos. 

ERAZEM LORBEK: Su horrible partido frente al Real Madrid es la culminación a una temporada decepcionante en la que estamos viendo al esloveno falto de ritmo y con un pésimo estado de forma física. Recordemos que el Barcelona echó el resto por renovarle y que no diese el salto a la NBA (también alargó sus tentáculos el CSKA), ofreciéndole tres millones por temporada y convirtiéndole en el jugador mejor pagado de la Liga Endesa, todo ello después de ser el MVP de las pasadas finales de nuestra liga. Recuerden aquello que canturreaba el bueno de Andrés Montes: “se dejaba llevaaaaaaar…” 

NATHAN JAWAI: 1.51 minutos en pista para romperse por el resto de la temporada. ¿Mereció la pena?     


Los problemas crecen 

No me gustaría acabar este repaso a la Final Four sin felicitar al Joventut de Badalona y su fantástico triunfo en el Nike International Junior Tournament disputado también en Londres de modo paralelo a la final a cuatro y dentro de la propia organización de la Euroliga. Los verdinegros derrotaron a otros clubes históricos y con buen trabajo de cantera como el lituano Lietuvos Rytas y el Estrella Roja de Belgrado, además de tumbar a la selección nacional china, y en la gran final al Barcelona. Otro éxito para el baloncesto de formación español, y para el ejemplar club badalonés al que le debemos tanto, ¡enhorabuena!  


miércoles, 3 de octubre de 2012

CINCUENTA NOMBRES PARA LA EUROLIGA: BASES

En vista de que nuestros seriales de diez jugadores por puesto para distintas competiciones parecen tener buena acogida (bueno, vale, son imaginaciones nuestras, lo sé), iniciamos hoy el de Euroliga, a una semana del comienzo del mayor torneo intercontinental de clubes. Lógicamente omitimos los 50 jugadores sobre los que hemos escrito la semana pasada relativos a la Liga Endesa, en aras de no repetirnos. Esperemos que sea de su agrado.  


MILOS TEODOSIC (CSKA MOSCU/25 AÑOS/1.95) El auténtico genio disoluto y poliédrico del baloncesto europeo. El jugador con mayor capacidad para desequilibrar a favor y en contra, capaz por igual de romper un partido en beneficio de la camiseta que defiende, como de echar por la borda el trabajo de todo un partido con decisiones incomprensibles. Enormes toneladas de calidad embutidas en un jugador que no sabe que hacer con ellas. Las comparaciones que llegaron a establecerse en su día con un jugador como Ricky Rubio (por cierto, 3 años y medio menor que el serbio) hoy día resultan risibles. Aún así sigo pensando que es el mejor base FIBA actualmente. Sólo falta que empiece a establecer ese dominio para el que estaba llamado en el baloncesto europeo.

Milos, a su manera.

VASSILIS SPANOULIS (OLYMPIACOS/30 AÑOS/1.92) Vamos a pasar por el aro y a considerar al mago de Larissa como definitivamente un base a estas alturas de su carrera, aunque para mí sigue siendo un escolta, pero lo cierto es que por un lado su juego cada vez es menos individualista y busca más a los compañeros, y por otro ni Acie Law ni el joven Kostas Sloukas suman minutos significativos en la posición de director. Está por ver si con la salida de Ivkovic del banquillo del Pireo hay algún cambio a este respecto. La manera como cerró los dos partidos de la pasada Final Four que coronaron al equipo griego campeón de Europa, con sendas asistencias a jugadores mejor colocados en vez de jugarse el tiro decisivo, síntomas definitivos del juego actual del “nuevo” Spanoulis.  

Spanoulis 2.0: Sólo no puedes, con amigos sí.


BO MCCALEBB (FENERBAHCE ULKER/27 AÑOS/1.83) El pequeño rayo de Luisana, su juego es puro jazz electrizante del Nueva Orleáns que lo vio nacer. No creo que quede nadie a estas alturas que no se haya quedado embobado alguna vez viendo las evoluciones sobre el parquet de este jugador que si no existiera habría que inventarlo. Sigue siendo el más rápido cruzando la pista, un ciclón a campo abierto, y un peligro constante en el uno contra uno.  

Un hijo del viento.



JORDAN FARMAR (ANADOLU EFES/25 AÑOS/1.88) Las orejas más lustrosas del baloncesto actual. La pasada temporada ya “probó” esto de la Euroliga en un histórico como el Maccabi Tel Aviv (algunos seguro que recuerdan el partidito que se marcó contra el Real Madrid) con motivo del cierre patronal en la liga yanqui. Ahora abandona el proyecto de los nuevos Nets mudados a Brooklyn, después de dos buenas temporadas en la franquicia neojerseyana (10.4 puntos por partido el último curso) para enrolarse en el poderoso baloncesto turco que busca resarcirse del mal año pasado a nivel Euroliga. Llamado a ser uno de los nombres propios de la competición. 

"No entiendo tanto pitorreo con mis orejas, tengo dos, como todo el mundo"


ROKO UKIC (PANATHINAIKOS/27 AÑOS/1.96) Con la marcha del joven talento Nick Calathes a un baloncesto ruso que vuelve a parecer muy potente económicamente, la batuta del equipo ateniense recae en el genial base croata que llega a un Panathinaikos con una fisonomía muy distinta a pasadas temporadas, empezando por el banquillo donde el Zeus Obradovic ha decidido tomarse un año más o menos sabático aprendiendo en otros baloncestos (lo último que sabemos es que se ha ido a los training camps de los Detroit Pistons) Gran responsabilidad para el ex –baskonista, otro de esos jugadores de los que nos da la sensación de que se ha quedado a medio camino y no ha explotado todo el talento que lleva dentro.


ZORAN PLANINIC (KHIMKI MOSCU/30 AÑOS/1.99) Uno de esos jugadores eternamente “favoritos” de quien suscribe. Base todoterreno y completísimo que uno se pregunta como no ha llegado todavía más lejos en su por otro lado nada desdeñable carrera. Su ciclo de tres años en la NBA lo podemos calificar como bastante decente (sobre todo teniendo en cuenta la juventud con la que emprendió tal aventura), y desde entonces se ha dedicado a ganar títulos con TAU, CSKA, o su actual Khimki con quien cumple segunda temporada. Posiblemente le haya perjudicado no ser un jugador más “egoísta” en su faceta individual y buscar mayor lucimiento en los partidos.  

Zoran en New Jersey. Tenía sitio.


ACIE LAW (OLYMPIACOS/27 AÑOS/1.90) Otro diabólico base yanqui, tejano de Dallas concretamente, rápido como una centella y con gusto por el juego vistoso. No parece en principio baloncestista hecho para el basket griego. Llegó al actual campeón de Europa a mediados de la pasada temporada desde el Partizan. Era la primera aventura europea de una estrella de la NCAA que llegó a ser número 11 del draft del 2007. Veremos si con el nuevo entrenador Georgios Bartzokas por fin explota en Europa.


LEO WESTERMANN (PARTIZAN BELGRADO/20 AÑOS/1.96) Aquella invocación poética de “Juventud divino tesoro” bien podría cambiarse por “Partizan divino tesoro”. Vean este dato: nada menos que 9 jugadores del actual roster del equipo serbio son nacidos en la década de los 90, y dos más en 1989. Sólo el base norteamericano Torey Thomas tiene cierta edad (27 años), el resto, una camada de talentosos chavales que volverán a lucir y pelear con orgullo la camiseta del mítico club partisano. Absolutamente ejemplar lo de esta franquicia en la que hemos descubierto para el baloncesto europeo a jugadores como McCalebb, Vesely, Jawai o Velickovic. Y si hablamos de bases, muchas miradas están puestas en esta joven perla gala, ejemplo de la buena generación de bases franceses que vienen (con Diot a la cabeza) y a los que de momento cierra el paso todo un triple campeón de la NBA y MVP de las finales como Tony Parker. Elegido mejor jugador joven de la primera división del baloncesto francés la pasada temporada, si buscaba un club donde crecer, Westermann ha caído en el sitio adecuado.  

El nuevo partisano.


MARCUS WILLIAMS (UNICAJA MALAGA/27 AÑOS/1.91) Otra de las caras nuevas de un renovadísimo Unicaja es este base que a mediados de la década pasada apuntaba a posible estrella NBA (empató con nada menos que Rajon Rondo en el segundo mejor quinteto rookie del año 2007 en el puesto de base), y sin embargo ha sido otro de esos incansables trotamundos incapaces de establecerse en un lugar en concreto. Puerto Rico (tiene la llave de la ciudad de Quebradillas, en agradecimiento a su paso por su equipo de basket), China, Rusia, y finalmente ACB y Euroliga. No se puede decir que se aburra.   


MARCUS DENMON (ELAN CHALON /22 AÑOS/1.91) Jugador de momento desconocido en Europa, que aparece en las profundidades del draft de 2012 (segunda ronda, puesto 59) escogido por una franquicia con muy buen ojo y experta en sacar petróleo de las rondas bajas como San Antonio Spurs. Viene avalado por excelentes números, sobre todo en anotación, a lo largo de sus etapas High School y College. Puede ser una de las sorpresas agradables de la temporada.    


Denmon volando con los Missouri Tigers. Jugador a seguir.

miércoles, 23 de mayo de 2012

EL TRIUNFO DEL TAPADO Y LA QUEBRADURA DEL TALENTO






Teníamos pendiente tratar el asunto de la Final Four, al fin y al cabo la cita continental más importante a nivel de clubes de la temporada y un momento largamente esperado por el aficionado, aunque a decir verdad si hablamos exclusivamente de calidad baloncestística suele acabar resultando un fiasco. No obstante es un fin de semana que siempre deja cosas, más allá de la gloria del campeón, en este caso un inesperado Olympiakos, de modo que vayamos con ello. 

Para empezar nos llevamos una buena decepción con el Barcelona, cayendo ante un equipo que a posteriori acabó levantando la copa. Aún así seguimos pensando que el Barcelona es lo suficientemente superior al Olympiakos (de hecho los del Pireo, en calidad de roster, se presentaba como la plantilla menos brillante entre los cuatro contendientes) como para haberse colado en la gran final. Tanto es así que en un pésimo partido azulgrana (25 de 66 en tiros de campo, especialmente doloroso el 3 de 19 en triples), los de Xavi Pascual estuvieron dentro del partido en todo momento y con opciones hasta el final, gracias sobre todo a una muy buena actitud en el rebote, particularmente el ofensivo, permitiendo así un grandísimo número de segundas opciones en cada ataque que minimizaron un tanto el pírrico acierto en el tiro. Curiosamente ese apartado, que le mantuvo con vida durante prácticamente todo el partido, fue el que se le sepultó en los instantes finales del choque, con la aparición de un Richard Dorsey que acabó convirtiéndose en un “factor x” inesperado y desequilibrante. Sus rebotes ofensivos en los dos últimos minutos fueron puñaladas certeras en un corazón azulgrana que apenas había latido hacía por la victoria excepto por el empuje de un Navarro que aún tocado por su fascitis plantar no dejó de pelear nunca por su equipo. El problema del capitán es que estuvo solo, demasiado solo. Sobre Dorsey, suya fue además la última canasta del partido que certificaba el 68-64 definitivo servida por un Spanoulis cada vez más generoso en su juego.     

Un capitán que siempre responde. No fue suficiente.


Los griegos daban la campanada en el segundo partido de la Final Four. Con anterioridad, el CSKA había estado contra las cuerdas frente a un durísimo Panathinaikos, dando muestras de que el paseo militar que había supuesto su llegada al tramo final de la competición, practicando un baloncesto brillante y espectacular, no le iba a valer de nada en una Final Four donde una vez más, y para desgracia del espectador, quedaba constatado de nuevo el predominio del músculo, la defensa granítica, y el baloncesto de ritmo lento por encima de la fluidez ofensiva, la libertad de los jugadores a la hora de interpretar los ataques, y el ritmo de juego alto. 

La gran final por lo tanto nos llevaba a un duelo entre dos equipos con distintas filosofías. Por un lado un conjunto coral plagado de grandísimas estrellas dentro de un club que había reinado en Europa en un pasado nada lejano pero que se había visto obligado a rebajar sus pretensiones y ambiciones en los últimos tiempos debido a la crisis económica de un baloncesto ruso que se había inflado demasiado y que en 2008 pasó por algunos apuros debidos a la citada crisis y a la caída de las petroleras. Sin embargo esta temporada el club presidido por el joven Andrey Vatutin decidió tirar la casa por la ventana y volver a comportarse como el gigante económico que fue en tiempos de Messina, configurando posiblemente la mejor plantilla de un equipo europeo en muchos años, quizás desde el Barcelona de Pesic si hablamos de brillantez de nombres propios. Y no ha decepcionado el equipo moscovita durante prácticamente toda la temporada. En su competición doméstica, la PBL (anteriormente conocida como la “Superliga” rusa), han dominado de principio a fin de una manera absolutamente terrorífica y dictatorial. Balance de 17-1 en la liga regular (es una liga de sólo 10 equipos), y en las dos eliminatorias de play offs no han perdido un solo partido, consiguiendo el título en un tercer partido ante el Khimki que cayó por “sólo” 15 puntos, la menor diferencia por la que ha caído un rival del ejército rojo en las eliminatorias. En total 22 victorias y una sola derrota. Una trituradora. También ganaron con comodidad la VTB (algo así como la liga unida de los países del Este de Europa) con un balance de 14-2 en liga regular y ganando sus dos partidos en la final a cuatro ante Lietuvos Rytas y Unics Kazan respectivamente. Y su Euroliga, hasta la llegada de la Final Four, había resultado prácticamente impecable.

Enfrente a ellos un Olympiakos con una tendencia diametralmente opuesta a los moscovitas. El club del Pireo había sido las pasadas temporadas uno de los equipos más fuertes a la hora de sacar la billetera, sus asaltos al cetro europeo se habían fundamentado en fichajes de relumbrón del nombre de Josh Childress, Papaloukas, Vujcic o un Teodosic que había emigrado precisamente esta temporada al CSKA ante la crísis económica que ahora golpeaba el baloncesto griego. Quienes habían sido los ricos y poderosos ahora tenían que bregar con un equipo que siendo aún tremendamente competitivo no contaba con la resplandeciente colección de figuras del pasado reciente. Los griegos contaban con ser uno de los equipos que pudiera ir pasando rondas y colarse quizás en la Final Four peleando con los Real Madrid, Montepaschi Sienna o Maccabi, ya que en buena lógica parecía que tres de esas plazas deberían ser para CSKA, Barcelona y Panathinaikos. Su temporada por tanto no ha sido un camino de rosas, pero su fortaleza ha radicado en ir de menos a más. Pasaron apuros en el Top 16 accediendo a las eliminatorias segundos de grupo con un balance de 3-3 empatados con el Galatasary que se quedó fuera (recordemos por ejemplo que el Real Madrid, con un 4-2, no pasó la ronda) En ese Top 16 estuvieron encuadrados precisamente con el CSKA que les ganó con solvencia sus dos partidos, especialmente el disputado en Moscú con una demoledora difrencia de 32 puntos. Un impresionante 96-64 en una de las mayores exhibiciones rusas de la temporada. Quien les iba a decir a ambos equipos que menos de tres meses después se iban a enfrentar en la gran final con un desenlace tan distinto para unos y otros. Los de Ivkovic llegaron a cuartos de final por tanto con factor cancha en contra y ante un equipo tan complicado como el Montepaschi Siena, quienes partían como favoritos en el cruce, pero desde el principio los del Pireo demostraron que estaban llegando a los momentos decisivos de la temporada en un estado de forma aterrador. Rompieron la ventaja de campo en el primer partido, cayeron en el segundo por un solo punto, y se comieron a los italianos en sus dos partidos en cancha helena. Brillante pase a la Final Four, como el tapado de turno con el que nunca se cuenta pero que llega con mucho que ganar y muy poco que perder.  

Childress en Olympiakos, el dinero por castigo.


Por lo tanto la Euroliga 2012 deja un campeón inesperado, sorprendente, que ha ido derribando los pronósticos desde hace meses. Desde luego ya fue sorpresa que dejasen en la cuneta a unos clásicos de las últimas finales a cuatro como el Montepaschi Siena, a quienes apartaron del camino a Estambul con el factor cancha en contra. Sorpresa fue que en la Final Four un Barcelona que había perdido un solo partido en toda la competición durante la temporada doblase la rodilla ante Spanoulis y los suyos. Y para rematar la faena, sorpresón fue ya no sólo la victoria griega ante un CSKA que la última vez que se había visto las caras les había derrotado por 32 puntos, si no el modo en que se produjo con una remontada que queda para la historia de este deporte.   

Tras el “susto” de la semifinal contra el Panathinaikos parecía que los rusos saldrían con la lección aprendida y marcando las diferencias desde el principio, a pesar de la salvaje consigna desde el banquillo de Ivkovic. Si la preocupación de Obradovic dos días antes era que Teodosic no estuviese cómodo dirigiendo para que los aleros y pivots del CSKA no recibiesen, el actual entrenador de la selección serbia fue aún más lejos, y no le tembló el pulso a la hora de pedir a sus jugadores sacar el hacha en cuanto Kirilenko o Krstic recibiesen el balón. No importaban ni las faltas personales ni sacrificar peones en la tarea. Se trataba de impedir a toda costa que los rusos ni entrasen en juego ni pudiesen sentirse a gusto sobre el parquet. Se trataba, en definitiva, de llevar el partido a su terreno y que cada ataque moscovita se convirtiera en una sucesión de guerra de guerrillas subterráneas, ayudado todo ello además por un Kazlaukas que ya empezaba a dar muestras de demasiado conformismo en el banquillo, incapaz de reaccionar y mover su talentoso roster ante la incapacidad del ataque de sus hombres. Y hay que admitir que en un primer instante los griegos lo consiguieron. El infame 10-7 con el que finalizaba el primer cuarto figura ya como uno de los más grandes episodios de ignominia baloncestística de todos los tiempos. Un auténtico puñetazo a este deporte que ni los mayores enemigos del mismo hubieran podido hacer mejor. Si alguien quería cargarse el baloncesto, le basta con coger ese primer cuarto y ponérselo a los niños en los colegios para que sepan que deporte no van a seguir en la vida. Unos primeros diez minutos en los que el mundo de la canasta se hacía cruces ante el atentado baloncestístico que estaba presenciando. Todo el mundo… excepto Ivkovic, que tenía el partido donde había deseado. No obstante a partir de ahí comenzó a imponerse cierto atisbo de lógica, y con ello de buen baloncesto, materializado en un majestuoso Teodosic quien ante el sufrimiento de sus jugadores interiores armó el brazo para clavar tres triples consecutivos afilados como cuchillos para romper el plan heleno. Parecía por tanto que el partido discurría plácido para los rojos, con unas rentas que comenzaban a fijarse por encima de la decena de puntos. El CSKA se veía ganador. Sin llegar en ningún momento a desplegar al fantástico juego de la temporada, su calidad le bastaba para mantener a distancia a los griegos. De un modo lento, seguro y progresivo, la diferencia se estiró hasta unos 19 puntos que parecían dejar la final sentenciada a 12 minutos del final (53-34)… cuando de repente, llegó el colapso.   

Teodosic, abrir y cerrar un camino en el mismo partido.


A falta de calidad y buen juego, esta Final Four 2012 nos deja esa remontada histórica y esa lección para el futuro sobre competitividad y épica. Los griegos se veían inferiores, suficientemente inferiores como para que nadie en todo el pabellón Sinan Erdem Arena ni en todo el globo terráqueo que asistía al espectáculo a través de sus televisores, ordenadores, etc, creyese en sus posibilidades de victoria. Nadie… excepto ellos mismos. Quizás ni el propio Ivkovic creyese demasiado en la remontada, la cual precisamente comenzó a fraguarse con eso que llaman “segunda unidad” en pista. Con Spanoulis, Dorsey y Antic en el banquillo y el empuje de una serie de jóvenes jugadores comandados por Papanikolau, los griegos comenzaron a meterse en el partido, para, una vez llegados a los minutos decisivos del choque, esos en los que se ve de que pasta están hechos los hombres, asistir a otro colapso de ese talento quebradizo llamado Teodosic, un genio demasiado volátil sobre quien comienza a pesar cierta losa en forma de complejo de perdedor. Al base serbio lo llegamos siguiendo desde hace años, cuando parecía predestinado a marcar una época en el baloncesto europeo, más aún con la marcha de Ricky Rubio a la NBA. Parecía así claro que Milos debería tomar el testigo de los últimos grandes bases europeos, esos por cuyas manos pasan las decisiones que habitualmente a la gloria. Y en realidad, año tras año nos llevamos alguna pequeña decepción con un jugador sobrado de talento pero escaso de competitividad. Un auténtico perdedor de finales, un tipo que se arruga en los momentos decisivos, por mucho que aún recordemos aquel triple letal en el pasado mundial de Turquía que nos mandó de vuelta a casa. Aún es joven y cambiará el curso de su particular historia, estoy convencido, pero sin duda es el jugador que más tocado sale de la Final Four, arrastrando un estigma de perdedor que le va a costar quitarse de encima durante algún tiempo. Su calidad es tanta que acabará sus días deportivos con un palmarés envidiable, pero es una pena que quien apuntaba a poder ser un auténtico depredador insaciable de esos que asoman al baloncesto europeo muy de cuando en cuando parezca conformarse con ser uno más de entre los grandes (que no es poco) 

También deja cierta crueldad la imagen de Ramunas Siskaukas en su último partido de Euroliga fallando los dos tiros libres decisivos del final del partido. Ha sido uno de los más grandes de los últimos tiempos, y su nombre ha sido con justicia uno de los que más se ha podido asociar a esta competición. Ganador de dos títulos en 2007 y 2008 (y MVP en el segundo de ellos), sus dos fallos consecutivos fueron la perfecta constatación de que esta Copa de Europa no llevaría el nombre del CSKA de Moscú.     

Puliendo el parquet.


Tampoco sale bien parado Jonas Kazlaukas, quien por esas cosas del “estilo” y demás debates ahora acusarán de practicar un baloncesto no ganador y poco competitivo. No estoy de acuerdo, aunque es cierto que el lituano no ha estado nada brillante a la hora de gestionar la enorme calidad de su plantilla en esta cita final. Tardó en mover el banquillo ante el colapso inicial del equipo a la salida del choque, y tardó en moverlo cuando la reacción helena era una realidad mucho más peligrosa que un simple arranque de vergüenza y coraje. Pero no nos engañemos, que nadie nos venda ahora la moto de que sólo se pueden ganar estos torneos al estilo propuesto por Ivkovic. El Olympiakos que gana la final no es el Olympiakos que dispone el serbio desde el principio, con la orden de cual Ralph Macchio bajo el maestro Miyagi “dar cera pulir cera” en defensa y extenuar los ataques lo máximo posible para que el ritmo decaiga hasta hacerse absolutamente insoportable. En absoluto. El Olympiakos que vence esta final es el equipo que anota 28 puntos en 12 minutos, 14 de ellos en los últimos cuatro. Es decir, el equipo que recobra los viejos axiomas de defensa, rebote y contrataque y sus posesiones fulgurantes apenas sobrepasan los 10 segundos. ¿Hace falta verse tan abajo en el marcador para jugar de esta manera?, esta es la pregunta que habría que hacerles a los Ivkovic, Obradovic, Maljkovic, Messina y demás, que habrán llenado sus vitrinas de trofeos, pero no han conseguido el triunfo más importante y por el que nació este impresionante deporte de la canasta: hacer disfrutar a la gente. 

Si hay un nombre propio ganador, está claro que ese es el de Vassilis Spanoulis, un genio a la antigua usanza que con los años se ha ido convirtiendo en cada vez mejor jugador. El talento de Larissa siempre se caracterizó por ser uno de esos impenitentes anotadores exteriores del baloncesto griego, en la mejor tradición del mito Nicos Gallis, lo que incluso le llevó a la NBA de la mano de los Houston Rockets y a convertirse en una de las grandes apuestas de Zeljko Obradovic para su Panathinaikos (con quienes ganó la Euroliga del 2009 siendo, como en esta ocasión, MVP de la Final Four), y en su segundo año en Olympiakos, tras la marcha de Teodosic, su juego ha alcanzado una dimensión mayor resultando igual de efectivo a la hora de dirigir que de anotar. Su generosidad a la hora de buscar a los compañeros ha quedado patente en los finales de ambos partidos disputados en Estambul, sirviendo las dos canastas finales de cada choque a Dorsey y Printezis respectivamente. Pero es sobre todo esa asistencia en la última posesión de la final al ex –jugador del Unicaja la que refleja perfectamente la madurez baloncestística del escolta griego. Una muestra de que la canasta decisiva de un partido, esa con la que sueñan todos los niños y te procura gloria eterno en el olimpo baloncestístico, también la puedes lograr sin necesidad de anotar.    

Spanoulis encuentra el camino.


Hasta la próxima Euroliga.