San Antonio Spurs vuelve a
reinar en la NBA. Es su quinto anillo de campeón, y llega 18 años después de
que Gregg Popovich se hiciese cargo de la dirección del equipo desde el
banquillo, 17 desde que Tim Duncan se enfundase la elástica tejana tras ser
elegido en el número 1 del draft de 1997, 15 desde que ganaran su primer
campeonato y 7 desde que se alzarán con el último.
Son los viejos Spurs, los de
siempre. Los de Popovich, Duncan, Parker y Ginobili. Los de la química del
vestuario, los del colectivo por encima de las individuales. Pero son los
nuevos Spurs. Los de Kawhi Leonard, MVP de unas finales con tan sólo 22 años
(sólo “Magic” Johnson le supera en precocidad en ese aspecto), los de una ONU
baloncestística donde todos aportan, y los de uno de los mejores juegos
ofensivos del planeta. La evolución es clara. Si en 1999 San Antonio inauguraba
su dinastía derrotando en unas plomizas finales a los New York Knicks del ahora
comentarista Jeff Van Gundy anotando 424 puntos en 5 partidos (una media de
84.8 por encuentro), 15 años después, igualmente en 5 partidos, han acumulado
una cifra de 526, 20 puntos más por partido (105.2 de media)
¿Cómo era el mundo en 1999? El
convulso siglo XX, el de las dos grandes guerras mundiales, llegaba a su fin.
Se cernía la amenaza tecnológica del “efecto 2000” que finalmente no fue tal. En
España aún pagábamos con pesetas. El saxofonista Bill Clinton ocupaba la Casa
Blanca, y el Cid Campeador Aznar hacía lo propio en La Moncloa. Por supuesto,
Jordi Hurtado conducía “Saber y Ganar”. En los cines, la saga “Star Wars”
reventaba las taquillas con la primera de sus precuelas, Bruce Willis trataba
de ayudar a un niño que en ocasiones veía muertos, “American Pie” volvía a
poner de moda el sub-género de las comedias universitarias y “American Beauty”
arrasaba en los Oscars de Hollyood. Britney Spears y Backstreet Boys arrasaban
en los charts musicales (Justin Bieber tenía 5 añitos) Haciendo un guiño a
Eduardo Galeano y su magnífico ensayo “El fútbol a sol y sombra”, podríamos
decir también aquello de que “fuentes bien informadas desde Miami avisaban de
una inminente caída del régimen de Fidel Castro, que iba a desplomarse en
cuestión de horas”. Siguiendo en Miami, los Heat contaban con once años de vida
tan solo en aquel año de 1999, y a pesar de eso ya eran habitual equipo de play
offs, liderados por jugadores como Tim Hardaway y Alonzo Mourning. En la mejor
liga de baloncesto del mundo, Jordan se había tomado se segundo descanso, y
todavía podíamos disfrutar de los últimos años de leyendas como Charles Barkley
y Hakeem Olajuwom. El desaparecido Fernando Martín seguía siendo por entonces
el único español en haber jugado en la NBA, y ni locos podíamos imaginar hasta
donde iba a llegar nuestro baloncesto en unos pocos años.
Y aquí están, quince años
después, de nuevo en lo más alto. Si aquel 1999 Tim Duncan asumía el liderazgo como
relevo de un David Robinson quien se retiraría cuatro temporadas más tarde,
ahora es Kawhi Leonard quien adquiere los galones. Ejemplo del ojo clínico en
los despachos de San Antonio, fue seleccionado en el número 15 de la primera
ronda del draft de 2011, posición que correspondía a Indiana pero que tras la
operación que dio con George Hill en los Pacers pasa a ser de los Spurs. Hay
que recordar que por delante de Leonard salieron jugadores que están muy lejos
todavía de haber triunfado en la NBA, como Jan Vesely o Bismack Biyombo.
Acertaron con este alero con cierto aire de “all around player” que pudiera
evocar lejanamente a un Scottie Pippen del siglo XXI. Muy discreto en los dos
primeros partidos (9 puntos y 2 rebotes en cada uno de ellos) jugados en San Antonio, ha sido el hombre
clave para las tres victorias consecutivas que han acabado dando el título a
los de Popovich, promediando 23,6 puntos, 10 rebotes, 2 asistencias, 2 robos y
2 tapones por noche. Mucho más que un “Anti-LeBron”.
Miami acudía al quinto
partido intentando remedar las costuras de un traje de campeón hecho trizas.
Como el Príncipe Oberyn en “Juego de Tronos” habían anunciado a través de las
redes sociales que el domingo no era el día en que morían, trasladando a los
aficionados la esperanza de alargar la serie. Y parecían cumplir su amenaza
jugando su mejor cuarto de las finales. Serios en defensa y con un gran LeBron
(17 puntos en este acto), los Heat se comportaban por fin como el ganador de
los últimos títulos NBA. A ello se sumaba el desacierto Spur personificado en
jugadores como Parker o Duncan, fallando algunos tiros abiertos sin demasiada
oposición, ¿iban a volver a sufrir vértigo a las alturas, tras llegar tan
arriba, y dejar pasar otra ocasión como la pasada temporada?, para revivir
viejos fantasmas Spoelstra ponía además de inicio a Ray Allen en detrimento de
un muy señalado Mario Chalmers. Sin base y sin pívot, pero eran los mejores
momentos de Miami en toda la serie. 29-22 hasta que sonó la bocina.
Cuatro puntos consecutivos
de, quien si no, Kawhi Leonard, estrechaban el marcador para que los de Popovich
comenzasen a oler sangre en su rival, y eso que Parker seguía fallando para
alimentar las esperanzas de unos Heat que abusaban una vez más del exceso de
minutaje de sus figuras mientras en San Antonio comenzaba el desfile habitual
de jugadores y lo que es más importante, la contribución coral del equipo. El
trabajo defensivo de Diaw, la sobriedad de Duncan, y siempre Leonard, daban sus
frutos y con un triple del MVP de las finales los locales adquirían la primera
ventaja del partido ante la locura de los asistentes al AT&T Center, que
intuían el resquebrajamiento moral de sus víctimas. San Antonio ya no volvería
a abandonar el liderazgo del partido, estirando el marcador al descanso a siete
de diferencia y pasando por encima de Miami a partir del tercer periodo. Sin
historia.
Una pena que unas finales NBA
no hayan tenido mayor competitividad y emoción. Soñábamos con un séptimo
partido, una fiesta del baloncesto el próximo viernes noche, pero la temporada
de San Antonio ha sido tan brillante que no ha dado opción a sus rivales.
Popovich ha encontrado la fórmula, después de varios años dosificando a unos
jugadores que le dieron la gloria a principios de siglo, y haciendo crecer a un
batallón de ilustres secundarios. Esperemos que no se haga demasiada sangre con
el gran LeBron James (aunque lo damos por imposible), tengan en cuenta que
estos viejos nuevos Spurs han tenido que esperar nada menos que siete años para
volver a alcanzar la cima, y finalmente han vuelto. El Rey también lo
hará.
Gloria a San Antonio, respeto
para Miami.
Esto es lo que yo entiendo por baloncesto y qué baloncesto!!!. Impresionante. Me alegra que esta forma de jugar obtenga su premio, ojalá cunda el ejemplo.
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