“Se ruega a todos los señores interesados en la
práctica de este deporte (baloncesto) pasen por la secretaría del club,
Caballero de Gracia 15, para recibir instrucciones con respecto al partido de selección
y entrenamiento que se jugará el próximo domingo a las diez de la mañana contra
el Instituto Escuela ” Con este anuncio publicado el 8 de Marzo de 1931 en el
diario ABC por Ángel Cabrera, hombre del club que había practicado el
relativamente nuevo deporte en Argentina, se da el pistoletazo de salida a la
historia del baloncesto del Real Madrid, que después de 85 años se traduce en
el palmarés más impresionante del globo baloncestístico: 32 ligas de España, 26
copas, 4 supercopas, 9 copas de Europa, 5 copas mundiales, 3 supercopas de
Europa, 4 recopas de Europa, 1 ULEB, 1 Korac, 1 copa Latina (en la única
edición que se disputó), además de eso innumerables torneos regionales y no
oficiales, y por supuesto esos 26 torneos de Navidad que reunían algunas de las
mejores selecciones internacionales o clubes de baloncesto del mundo.
Un palmarés impresionante amasado sobre todo en tres
épocas muy reconocibles para el aficionado: la primera con Pedro Ferrándiz, la
posterior de Lolo Sainz, y la actual con Pablo Laso, que si bien no llega
todavía a los extraordinarios números de sus predecesores, auténticos mitos del
banquillo madridista, si merece ser considerado con toda justicia el gran
nombre propio de la nueva edad dorada del baloncesto blanco.
El baloncesto madridista cumple por tanto 85 años y
lo celebra en uno de los mejores momentos de su historia. Pero no siempre ha
sido así, como hemos recordado en ocasiones en estas páginas. De hecho las
épocas de estabilidad referidas de Ferrándiz y Sainz, que convirtieron a este
club en referente del mundo de la canasta y ejemplo de trabajo bien hecho, no
encontraron continuidad hasta la llegada de Laso… y gracias a los caprichos del
azar, ya que el vitoriano llega cuando Florentino Pérez decide recortar
drásticamente el presupuesto de la sección de baloncesto, comenzando por la
figura del entrenador. De los tres millones de euros anuales que cobraba Ettore
Messina, se pasa a los 500000 con los que Laso firma su primer contrato. Los
medios de comunicación hablan de austeridad en el baloncesto blanco (algo que
bien conocemos los aficionados), e incluso la peña de animación Berserkers
convoca una manifestación rechazando el nuevo rumbo de la sección y, entre
otras cosas, la contratación del nuevo entrenador. Por mucho que posteriormente,
cuando la propuesta Laso ha resultado un éxito, se haya tratado de advertir que
la protesta no tenía nada que ver con el nuevo técnico si no con el recorte del
presupuesto, el comunicado oficial hecho por la peña aún se encuentra en la red
y se puede leer como literalmente uno de los motivos era “elevar una queja al
respeto de la elección de Laso como nuevo entrenador, en lugar de apostar una
vez más por un técnico de más prestigio” Todos estas piedras en el camino que
se encontró el actual técnico madridista no hacen sino engrandecer aún más su
figura y dar más mérito a lo conseguido hasta la fecha.
Y es que a veces no resulta fácil ser aficionado
madridista de baloncesto. Pese a tratarse del club más laureado del mundo (o
quizás precisamente por eso) y tener el potencial económico que proporciona el
fútbol, el baloncesto ha sido habitualmente mal visto dentro de la propia casa
blanca, como un estorbo que hay que satisfacer de vez en cuando para unos
cuantos aficionados a los que nos gusta esto de las canastas. La realidad es
que cuando se dan épocas como la actual ese número de aficionados crece, no ya
sólo por los títulos cosechados, sino porque como tantas veces se ha explicado
el equipo de Laso tiene una identidad propia con la que el seguidor se
identifica y un estilo de juego atractivo incluso para el espectador más imparcial.
Por otro lado no son pocas las veces en las que tenemos que aguantar como otras
aficiones nos reprochan nuestra falta de “autenticidad”, al ser seguidores de
un club de fútbol, y no de baloncesto. ¡Si supieran lo que hemos sufrido en las
abundantes travesías por el desierto de esta sección!
Y es que aunque no lo crean, muchos en realidad nos
hicimos del Real Madrid en su momento gracias al baloncesto, no al fútbol. Sólo
nos queda desear otros 85 años de historia blanca en la que nuevas generaciones
se sigan enganchando a este maravilloso deporte, herederos de aquellos primeros
señores que se pasaron por la oficina de Caballero de Gracia para comenzar a
escribir, posiblemente sin saberlo, la mayor leyenda del baloncesto
europeo.
Ángel Cabrera, el padre. |
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