LeBron se saluda con Kyle Korver. Otra vez en la tierra prometida. |
Sin contemplaciones. Sin lugar para la sorpresa. Así
se presentan en finales de conferencia los dos máximos favoritos al anillo de
la NBA, los dos últimos campeones, los finalistas de las dos últimas
temporadas. Ocho partidos sin conocer la derrota. Dos barridos (“sweep”) en
cuartos de final y semifinales para que los LeBron, Irving, Curry, Durant,
Green y compañía descansen y miren de reojo las cruentas batallas entre Boston
y Washington por un lado y Houston y San Antonio por el otro.
A nivel individual LeBron James está siendo el gran
protagonista de estos play offs. Batiendo records históricos y haciendo las
mejores series eliminatorias de su carrera. Con 32 años demostrando que está
ante el mejor momento de su carrera. Sus números en post-temporada son de otra
galaxia: 34.3 puntos, 9 rebotes y 7.1 asistencias por partido. Pero es que
todavía lo son más sus porcentajes de tiro. Nada menos que un 62.3% en tiros de
campo, y ojo a este dato, un espeluznante 46.8% en el triple. Por si fuera poco
parece empeñado en derribar a patadas una de las mayores, quizás la mayor,
hegemonía de la historia de la NBA: la de Michael Jordan en play offs. Ya sólo
está a 140 puntos del mito de los Bulls. Por si esto no fuera suficiente es
además el tercer máximo asistente histórico de play offs (por detrás de “Magic”
y Stockton) y el séptimo máximo triplista (está a punto de alcanzar a Paul
Pierce en sexta posición) Si la temporada pasada confirmaron que los Cavs del
Big Three era en realidad cosa de dos (LeBron e Irving), este curso la
dependencia del astro de Akron es aún más manifiesta, pese a que los números
del base no son nada malos (23,7 puntos y 5,7 asistencias por partido) pero
evidentemente todo pasa por las manos de LeBron, máxime si tenemos en cuenta
que Irving presenta un preocupante 28% en triples (16 de 57), muy lejos del
soberbio 46% de LeBron con 22 dianas de 47 intentos.
¿Y qué sucede en Oakland? Sin tanta dependencia de
un solo jugador pero con el núcleo Curry-Thompson-Durant-Green perfectamente
definido, los Warriors se sobreponen a las malas noticias respecto a su
entrenador, Steve Kerr. El rubio vaquero ha tenido que volver a operarse de esa
espalda que le trae a mal vivir, dejando al equipo en manos de Mike Brown
(curiosamente ex –entrenador de Cleveland), pero sus jugadores no lo han
notado. Ni Portland ni Utah han sido rivales para los actuales subcampeones. La
muñeca de Curry sigue caliente (41% en triples, clavando 32 de 78) mientras que
Draymond Green ejerce de líder espiritual (dos triples-dobles en los ocho
partidos, y sus shows particulares exasperando a jugadores y aficionados
rivales) a la espera de que Durant recupere su mejor nivel. Lo cierto es que la
mejor maquinaria ofensiva de la NBA sigue a pleno rendimiento. Nada nos haría
más felices que ver a Pau Gasol de nuevo en unas finales de conferencia, pero
por otro lado no podemos evitar salivar pensando en lo que podrían ser unas
finales de conferencia entre Golden State y los Houston de Mike D’Antoni, los
dos equipos que juegan a un ritmo más alto de juego en todo el planeta (y el
patatús que les iba a dar a los de la mesa de anotadores)
Desde que hay eliminatorias inaugurales al mejor de
cuatro partidos, es la primera vez que dos equipos se plantan en finales de
conferencia invictos. Cleveland y Golden State, LeBron y Curry, parecen
destinados a enfrentarse por el título por tercera vez consecutiva y deshacer
el particular empate a uno que presentan sus guerras por el título (en batallas
la cosa está 7 a 6 a favor de los Warriors) Eso con permiso de los John Wall,
Isaiah Thomas, James Harden o Kawhi Leonard, claro.
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