Sergio y Milos invierten sus caminos. |
Sergio Rodríguez vuelve a Europa. Después de su
agridulce experiencia en Philadelphia y no conseguir ninguna oferta NBA ,en
Europa el CSKA de Moscú apuesta por él para suplir a una de sus grandes
figuras, un Milos Teodosic quien emprende el viaje inverso para reemplazar a
Chris Paul en la dirección de juego de Los Angeles Clippers. Teodosic va a la
NBA con la vitola merecida de ser uno de los mejores bases de Europa, rango que
el mismo Sergio Rodríguez ostentaba después de haber deslumbrado en el Real
Madrid de Laso, llegando a ser MVP de Euroliga en 2014. Veremos cómo le va al
bueno de Milos, pero lo que vuelve a quedar patente tras el pasado curso del
Chacho es la enorme dificultad para un base europeo de consolidarse en la
actual NBA. En ese sentido resulta sangrante ver como se sigue poniendo en duda
la carrera de Ricky Rubio, único europeo en la posición de base junto a Goran
Dragic capaz de robar algo de protagonismo a los estadounidenses en esta
auténtica edad dorada de la NBA en la posición de base. Si antaño era el pívot
ese jugador quintaesencial, esa piedra filosofal sobre la que los equipos
buscaban desarrollar su juego, ahora es el base el gran protagonista y un
movimiento como el de Chris Paul a Houston Rockets provoca un inevitable efecto
dominó a ambos lados del Atlántico.
Parece el CSKA un equipo a la medida del Chacho. Con
un entrenador como Dimitris Itoudis, quien al igual que Pablo Laso gusta de un
baloncesto de corte ofensivo y de un ritmo alto en el juego, y evidentemente un
equipo aspirante a todo título en juego. En lo económico la oferta resulta
sencillamente mareante, de ser ciertos los 10.7 millones de euros por tres
temporadas. Esto le convierte directamente en el jugador mejor pagado de
Europa, por delante de Alexey Shved, otro jugador realmente genial y capaz de
jugar en las posiciones de base y de escolta quien sin embargo también fracasó
en la NBA como tantos europeos y de su nuevo compañero Nando de Colo, otro de
los “killers” de la actual Euroliga, pero quien también debemos recordar que su
paso por la mejor liga de baloncesto del mundo fue bastante discreto. Hablamos
en estos tres casos de los únicos jugadores de Europa cuyo sueldo pasa
actualmente de los tres millones de euros al año.
No cabe duda de que Sergio Rodríguez dejó huella en
la ACB y en el Real Madrid como presumiblemente lo hará en un CSKA en el que
tendrá mando absoluto y será la gran estrella junto al citado De Colo, además
de base titularísimo, ya que hay que recordar que además de la salida de
Teodosic a la NBA los rusos han visto como su director de juego de rotación,
Aaron Jackson, se ha sumado a la lucrativa moda de enrolarse en el
económicamente poderoso baloncesto chino (al igual que jugadores como
Bourousis, Scola, Langford, u otro Jackson, Edwing, máximo anotador de la
última temporada en la ACB), por lo que la importancia del Chacho en el equipo
moscovita, qué duda cabe, será todavía mayor que la que tenía en el Madrid de
Laso. El aficionado a Euroliga por lo tanto podrá disfrutar de la magia
tinerfeña de nuestro base internacional, aunque por desgracia sea en uno de los
grandes rivales de nuestros equipos para alzarse con el título continental. Y
es que en efecto, Sergio Rodríguez dejó una grandísima huella dentro del Real
Madrid, tanto es así que ese pequeño pero ruidoso grupo de aficionados carentes
de cultura deportiva pero plagados de fanatismo se han lanzado a las redes
sociales para recurrir de nuevo al habitual exabrupto. Si ya el pasado verano
su marcha a Philadelphia fue una afrenta (pese a que curiosamente este tipo de
aficionados que se califican a si mismos de muy madridistas e intensos, y por
tanto enemigos de la parte de la afición a que ven como corriente dañina y
dominante y a la que han bautizado como “piperos”, siguen teniendo en un
pedestal a Drazen Petrovic como ejemplo de ídolo y mito madridista del mundo de
la canasta, cuando en realidad no ha habido jugador que haya protagonizado una
jugarreta más sucia con el Real Madrid que el genio de Sibenik cuando huyo a
Portland sin despedirse de nadie y a dos días de empezar la temporada), que en
su retorno a Europa el Chacho vista el rojo del CSKA y no el blanco madridista
ya es el colmo de los agravios. Pero la realidad es que es imposible que Sergio
Rodríguez jugase la próxima temporada en el Real Madrid, por mucho que nos
duela a los fans, por la sencilla razón de que el Real Madrid no ha intentado
en ningún momento su fichaje.
Jugando a meternos en las cabezas de Laso, Herreros
y compañía, la cosa puede tener hasta su lógica. Llull y Doncic, pese a las
protestas de los ortodoxos, han funcionado como bases. Es cierto que son
jugadores polivalentes, sobre todo el esloveno, capaces de alternar distintas
posiciones, pero para Laso son bases. El menorquín no tiene nada que demostrar,
sencillamente está en el mejor momento de su carrera, mientras que el joven Luka
domina el juego desde la dirección del mismo, en la posición que siempre ha
reconocido como su favorita. Con dos jugadores de este calibre no es fácil la
convivencia de un tercer base estelar. La situación es muy distinta a la de
hace dos temporadas, cuando Doncic esperaba pacientemente aceptando el papel de
tercer base. Dontaye Draper no ha aportado las soluciones que Laso esperaba y
hace semanas que el club decidió apostar por Facundo Campazzo, jugador en
propiedad de los blancos y quien ha realizado dos campañas excelentes en
Murcia, como el tercer hombre a la hora de dirigir el equipo. Es cierto que
desde la secretaria técnica se vigilaban los movimientos de Sergio Rodríguez,
pero no hay constancia de ninguna oferta oficial al jugador y a buen seguro
hubiera sido imposible exhibir el músculo monetario de un CSKA que vuelve a
demostrar su calidad de club más poderoso económicamente del continente. El
retorno del canario al Viejo Continente sólo podía contemplarse en uno de los
grandes de Europa, como así ha sido. Es posible que si Llull hubiese decidido
el salto a la NBA, o Doncic, por alguna razón, no siguiese la próxima temporada
en el Madrid, o incluso si el club no tuviese en la recámara a uno de los
mejores bases ACB de los dos últimos cursos, como ha sido el argentino
Campazzo, la entidad presidida por Florentino Pérez hubiese echado el resto y
hecho el esfuerzo para volver a vestirlo de blanco, como hizo en su momento con
el contrato de Rudy Fernández, desistiéndole de jugar en el Barcelona, o como
más recientemente ha hecho con la renovaciones de Llull y Ayón. Calificar de “traición”
el fichaje del Chacho por el CSKA de Moscú sólo puede entenderse desde el
forofismo más recalcitrante. Y es que mientras Sergio Rodríguez mantiene una
magnífica relación con los trabajadores del club y con los ex –compañeros con
quienes vivió los mejores años de su carrera deportiva (con algunos de los
cuales volverá a intentar darnos otra alegría a finales de este verano con otra
camiseta roja, en este caso la de la nuestra selección nacional), algunos
aficionados siguen empeñados en buscar guerras civiles y emponzoñar el deporte
más espectacular y disfrutable del mundo con sus explosiones biliares. Suerte
al Chacho en su nueva andadura, porque la magia no conoce de colores, y poco
importa que sea blanca o roja, si no que nos siga haciendo estremecer.
Y por encima de todo debería estar el respeto hacia el deportista, máxime cuando hablamos de uno que ha sido capaz de hacernos disfrutar a todos los españoles durante tantos años con la camiseta de la selección española, y a nivel de clubes tanto a los de Estudiantes como los de Real Madrid como simplemente a quienes disfrutan de buen baloncesto sin forofismos. Por encima de todo el comprender que un ser humano, sea cual sea la disciplina a la que se dedique, tenga la libertad de poder escoger su próximo camino. En ese sentido tan respetable debería ser la decisión de quien prefiere desarrollar su carrera el mayor tiempo posible en el mismo club como la de quien busca constantemente nuevos retos, ¿o acaso alguien pensó que Pau Gasol cuándo dejó aquellos Lakers a la deriva para enrolarse en unos Chicago Bulls en crecimiento era un pesetero, un judas, un traidor y un mercenario, como se está calificando al Chacho?, ¿y cuándo dejó Chicago para ir a San Antonio, donde sus opciones de gloria eran aún mayores y le doblaron el sueldo? Sergio Rodríguez acertará o no en su decisión, pero hay una cosa impepinable: es su decisión, y como tal no compete a nadie más que él. Que nadie nos juzgue por nuestras decisiones, sea cual sea el ámbito en el que las tomamos.
Y por encima de todo debería estar el respeto hacia el deportista, máxime cuando hablamos de uno que ha sido capaz de hacernos disfrutar a todos los españoles durante tantos años con la camiseta de la selección española, y a nivel de clubes tanto a los de Estudiantes como los de Real Madrid como simplemente a quienes disfrutan de buen baloncesto sin forofismos. Por encima de todo el comprender que un ser humano, sea cual sea la disciplina a la que se dedique, tenga la libertad de poder escoger su próximo camino. En ese sentido tan respetable debería ser la decisión de quien prefiere desarrollar su carrera el mayor tiempo posible en el mismo club como la de quien busca constantemente nuevos retos, ¿o acaso alguien pensó que Pau Gasol cuándo dejó aquellos Lakers a la deriva para enrolarse en unos Chicago Bulls en crecimiento era un pesetero, un judas, un traidor y un mercenario, como se está calificando al Chacho?, ¿y cuándo dejó Chicago para ir a San Antonio, donde sus opciones de gloria eran aún mayores y le doblaron el sueldo? Sergio Rodríguez acertará o no en su decisión, pero hay una cosa impepinable: es su decisión, y como tal no compete a nadie más que él. Que nadie nos juzgue por nuestras decisiones, sea cual sea el ámbito en el que las tomamos.
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