2012-2020, un éxtasis prolongado de 8 años.
El lunes 20 de Febrero de 2012 colgué en este blog
una de las entradas a las que más cariño le tengo. El Real Madrid acababa de
ganar la Copa del Rey del Barcelona, inaugurando la cuenta de títulos oficiales
de Pablo Laso que se eleva ahora mismo hasta 19. El blog no llevaba ni un año
de vida y difícilmente podía presagiar que el bastón de mando que de manera
férrea empuñaba el Barcelona de Xavi Pascual en el baloncesto nacional iba a
cambiar de mano para establecerse en la de un Pablo Laso de aires revolucionarios
y ofensivos, en los que los marcadores se iban a disparar hasta el punto de que
rozar la centena ya no es extraordinario y los aficionados nos íbamos a
divertir de lo lindo mientras las vitrinas blancas se comenzaban a poblar de
títulos de un modo que no se había visto en más de tres décadas dentro de la
casa blanca.
Han pasado ocho años desde entonces. Parece toda una
vida, y lo es. En el transcurso de ocho años toda tu existencia puede dar un
vuelco. Te puedes casar, tener hijos, divorciarte, perder seres queridos,
cambiar de trabajo, hacerte millonario, arruinarte o incluso cambiar de sexo.
Ocho años dan para mucho. Hay gente que en ocho años se ha dejado de hablar con
sus mejores amigos o con su familia. Sin embargo hay algo que ha permanecido
inmutable en el escenario del baloncesto español, y es la imagen de Felipe
Reyes levantando copas y ofreciéndolas a la afición.
¡Felipe Reyes! Si alguien ejemplifica en sus carnes
este eterno bucle teñido de una interminable felicidad otoñal es el ejemplar
capitán madridista. Felipe Reyes ya parecía un jugador amortizado aquel verano
de 2011 en el que Laso llega al club blanco. El aficionado cainita le señalaba como culpable de la salida de un Messina quien por momentos parecía pagado por
el eterno rival, ya que no se pudo hacer peor. Felipe ya había alcanzado la
treintena en su DNI, y eso parece que es algo que no perdonan algunos
aficionados, empeñados en tratar a sus jugadores como muñecos de usar y tirar,
de los que pronto cansarse y reemplazar por caras nuevas sin comprender que en
la historia del deporte los mayores éxitos, las grandes dinastías, se han
basado precisamente en la continuidad, en la paciencia, en el arroparse en los
momentos más duros. En hacer familia, en construir equipo.
Reyes, Llull y Carroll ejemplifican la continuidad del lasismo. |
Aquel Febrero de 2012 el triunfo madridista nos
pillaba con el paso cambiado tras nada menos que 18 años consecutivos sin
levantar el trofeo quizás más genuino del deporte español. Los madridistas
estábamos tan poco acostumbrados a ganar títulos en las últimas décadas que en aquella
entrada reconocía que no era capaz de saber cómo celebrarlo. En efecto mucho
cambian las cosas en ocho años, porque ahora el peligro no está en la falta de
costumbre si no en el abuso de la misma. Parece que hemos convertido en
ordinario lo extraordinario, y es por eso por lo que hay que seguir incidiendo
en el mérito de este equipo, y por encima de ello de un entrenador cuya
fiabilidad en finales a ocho y en partidos a vida a muerte se traduce en 22
victorias y sólo 3 derrotas, todas ellas, las derrotas, en finales muy
ajustados y saldadas con 3,2 y 1 punto abajo respectivamente.
Y por eso hay que seguir reconociendo que más allá
de los títulos y los números el baloncesto del Madrid está poseído por un
fulgor especial en el que se aúna tanto compromiso defensivo como exuberancia
en ataque. Y eso queda en la retina. Si se busca su traducción estadística,
esta arroja datos demoledores. 93 puntos por partido, pasando de los 90 en
todos ellos. 73 encajados. En semifinales y final ni Valencia ni Unicaja son
capaces de llegar a los 70. La diferencia media con la que el Madrid levanta la
Copa en esta fase final es de 20 puntos. La máquina perfecta a ambos lados de
la cancha. Lanzando con un acierto del 42,85% desde el 6.75 y repartiendo más
de 20 asistencias por partido. Mano de hierro en guante de terciopelo.
La contundencia del triunfo madridista ha sido tal
que apenas queda sitio para el detalle táctico o la disección quirúrgica de los
partidos, aunque es justo reconocer nuevamente el planteamiento de Alex Mumbrú
en cuartos de final, a la postre siendo Bilbao el equipo que puso en más apuros
a los de Laso. Si en liga los vizcaínos habían derrotado al campeón blanco en
un partido incómodo en el que el rival no encontraba fáciles vías de anotación,
en esta ocasión demostraron que también saben tutear al Madrid jugando a ritmo
alto (impuesto una vez más desde el inicio por un enorme Campazzo) El 50-47 que
reflejaba el marcador al descanso lo decía todo. Quedaba por saber si los de
Mumbrú serían capaces de mantener ese ritmo ofensivo en la segunda mitad y ser
capaces de competir en un partido a 100 puntos, en previsión de que el Madrid
iba a seguir encontrando aro principalmente con el juego al poste de Deck, las
penetraciones y lanzamientos exteriores de Campazzo, y la conexión del base
argentino con Tavares en el pick&roll. Primero Carroll y luego el
omnipresente Campazzo estiraron la diferencia en el tercer cuarto frente a un
Bilbao que encontraba mayor respuesta en el tiro exterior de la perla lituana
Kulboka. Diez arriba los blancos para encarar el último acto, en el que Llull
con 12 puntos sofocó cualquier intento de reacción bilbaína. Necesitaba el de
Mahón recuperar su versión más incendiaria y dinamitadora en los finales de
partidos. Toda la emoción posible de esta Copa se concentró en esos dos
primeros días de cuartos de final, con Valencia sabiendo por fin cerrar un
partido ante el Barcelona haciendo volar por los aires la conjura de Mirotic.
Habrá que seguir esperando para ver al hispano-montenegrino levantar un título
con la camiseta azulgrana. Andorra cuajó otra sorpresa dejando en la cuneta a
Tenerife en un final muy polémico. Los de Vidorreta reclamaron falta
antideportiva de Senglin sobre Konate en la última acción del partido, claro
que los de Navarro hablan de la dudosa previa falta en ataque señalada al
propio Sanglin ante Huertas. Como suele ser habitual, todo depende del color de
la bufanda del aficionado. Y por último, y visto el transcurso de la temporada,
también podemos hablar de sorpresa en la derrota del Zaragoza ante un Unicaja
que demostraba su intención de darle una alegría a su afición después de un
curso de momento muy irregular (al menos en ACB, su trayectoria en Eurocup al
contrario si está siendo buena y de hecho están clasificados para cuartos de final)
Pero las semifinales apenas tuvieron historia. El
Real Madrid destrozaba al Valencia realizando uno de los partidos más completos
de la temporada, con un gran trabajo defensivo en la primera parte y volviendo
al baloncesto de seda en la segunda. Su superioridad en el rebote fue
simplemente terrorífica (40 a 26) y capturar nada menos que 14 rechaces en aro
contrario propició que llegasen a lanzar hasta 35 veces desde el 6.75
(acertando en 14 ocasiones) Y todo ello sin apenas faltas personales, tanto es
así que ambos equipos sólo dispusieron de siete tiros libres cada uno. El
Madrid devoraba a su rival en un suspiro.
Pero si el equipo de Laso destrozaba al Valencia en
la primera semifinal, el Andorra fue literalmente triturado por Unicaja
recibiendo una de las mayores palizas (33 puntos) jamás vistas en unas
semifinales de Copa. El partido soñado por cualquier entrenador en un torneo de
este tipo. Sólo Josh Adams pasó de los 25 minutos en pista, pero el resto de
los jugadores utilizados por Casimiro jugaron por encima de la decena. Todos
sumando, todos aportando, y todos descansando para la gran final.
El Valencia, asfixiado. |
Una final que en realidad no tuvo historia. Campazzo
volvió a imprimir un ritmo frenético desde el inicio tanto en ataque como en
defensa, contagioso para sus compañeros, quienes trabajaban con igual
eficiencia en ambos lados de la cancha. Especialmente Carroll, habitual
microondas saliendo desde el banquillo correspondía a la apuesta de Laso
dándole titularidad con otra lección de anotador puro (20 puntos en 22 minutos)
Otro jugador reforzado en su confianza tras esta Copa es el mencionado capitán,
Felipe Reyes. Tanto es así que ayer saltó a cancha disputado apenas minuto y
medio de partido, en cuanto Tavares cometió su primera falta personal. Laso no
quería riesgos con su gigante, tantas veces factor diferencial. Pero lo cierto
es que ayer su paso por los banquillos apenas se notó y los blancos cerraban el
primer parcial doblando en el marcador al rival (13-26) El resto del partido se
dirimiría bajo la misma tónica. Sólo los arreones de Brizuela, con 8 puntos
consecutivos en el segundo cuarto, llegaron a insuflar algo de optimismo a la
parroquia malagueña (26-35 a poco más de dos minutos para el descanso), pero
tras el paso por vestuarios el Madrid volvió a poner el modo apisonadora, con
Carroll en modo ejecutor (10 puntos en ese periodo) y Campazzo conectando con
Tavares, bien acompañados de Deck y Thompkins. Ya no hubo final.
Pese a la contundente derrota hay que celebrar el
torneo de Unicaja, que además nos ha dejado la imagen por desgracia poco
habitual de un quinteto enteramente nacional en algún momento en cancha (Díaz,
Fernández, Brizuela, Suárez y Guerrero) Sin querer entrar en cuestiones
chauvinistas, ya que la presencia de jugadores foráneos no ha hecho si no hacer
crecer la calidad de nuestro baloncesto, está claro que este detalle siempre te
da un plus (y gran parte del éxito del Madrid de Laso se ha basado en esa
importante presencia de nacionales en el bloque) Tampoco es baladí el hecho de
que siete de los ocho entrenadores de la Copa son nacidos en nuestro país. Hay
que seguir celebrando el trabajo de los Laso, Casimiro, Ponsarnau, Navarro,
Mumbrú, Fisac o Vidorreta. Aunque no vistan de corto son parte fundamental del
actual éxito del baloncesto español (y en el caso de Laso o Mumbrú hablamos
además de historia viva como jugadores)
Un baloncesto español que seguirá creciendo visto el
gran nivel una vez más de la Minicopa, en la que el Barcelona ha logrado poner
fin a la impresionante dinastía madridista de siete títulos consecutivos en
este torneo. Ousmane Alpha, MVP del torneo, anotó la canasta decisiva en un
emocionante final en el que el Madrid tuvo la última posesión sin éxito en su
gestión. Enhorabuena a ambos equipos por su gran torneo. De la cantera
madridista mucho se ha hablado ya y con razón porque llevan años con un trabajo
espectacular, pero habrá que estar atentos al baloncesto de formación azulgrana
que ha confiado en la leyenda Juan Carlos Navarro como máximo responsable de
esa sección. Toda una garantía.
Pero si hablamos de garantías ninguna como la de
Pablo Laso al frente de la nave madridista. Ya suma 19 títulos como entrenador
madridista desde aquel primer éxito en Febrero de 2012, y parece imperturbable
a cualquier contratiempo o dificultad. No hubo drama tras la salida de Doncic
como no la hubo tras la de Mirotic o Sergio Rodríguez. Como no lo hubo en el
momento de la lesión de Llull que le dejaba sin quien era su jugador más
decisivo por aquel entonces durante casi toda una temporada. Con
incorporaciones casi podríamos decir de perfil bajo en los últimos años la
mayor apuesta desde los despachos, y a la vez el mayor acierto ha sido
precisamente la continuidad de sus jugadores más referenciales, pese a que no
siempre se ha podido competir frente a escenarios poderosos (de ahí la salida
de algunas estrellas a la NBA o equipos europeos con un talonario más fresco)
Ya nadie se acuerda de Sergio Rodríguez, por mucho que hablemos del MVP en
Euroliga de 2014, viendo nivel de un Campazzo que ha encontrado en la propuesta
de Laso su mejor escenario para crecer su baloncesto a un nivel que le empieza
a convertir en leyenda. Y es que el pequeño base argentino encadena cuatro MVPs
consecutivos a las órdenes del técnico vitoriano en los últimos cuatro títulos
madridistas (Supercopa y Liga de la temporada 18/19 y Supercopa y Copa del
curso actual) Si 2019 fue un año inolvidable para el cordobés, nada parece
indicar que en este 2020, a punto de cumplir 29 años y atisbando su madurez
baloncestística, su nivel no sólo vaya a decaer si no que es posible que siga
creciendo. Resulta absolutamente arrebatador ver a un tipo que no llega al 1.80
ser capaz de dominar el juego como lo hace el argentino.
El Real Madrid sigue instalado en su particular
bucle, su fiesta infinita que se prolonga ya durante ocho años sin que nadie
parezca dispuesto a encender las luces y quitar la música. Que siga el festín.
Facu, coleccionando MVPs. |
EL QUINTETO DE LA COPA:
MARCELINHO HUERTAS (TENERIFE): 20 pts, 3 rebts y 12
asists. 28 valoración.
FACU CAMPAZZO (R. MADRID): 13.6 pts, 5 rbts, 10.3
asists y 2.6 robs. 27.3 val p.p.
JAIME FERNÁNDEZ (UNICAJA): 10.6 pts, 3.6 rbts, 4.3
asists y 1.6 robs. 14 valor.
GABRIEL DECK (R. MADRID): 10.3 pts, 3.6rbts, 2.3
asists y 1 robo. 13.6 valoración.
WALTER TAVARES
(R. MADRID): 11 pts, 9.3 rbts, 1 asist, 1 rob, y 1.3 taps. 21 val.
ENTRENADOR:
PABLO LASO (REAL MADRID): Sexto título y balance
22-3 en finales a ocho de Copa.
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