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jueves, 2 de febrero de 2017

SANGRE, SUDOR Y DONCIC





Partirse la cara.





Se suele decir con buen criterio que con las jóvenes estrellas hay que tener un tacto especial, conducirlos con celo y cuidado en su ascensión hacia la elite, hacia ese escenario en el que la fama puede cegar el raciocinio y en ocasiones llegar a tirar por la borda carreras que se prometían prodigiosas. Saber darle a la joven promesa un rol lo suficientemente equilibrado entre el tener un peso importante en el grupo pero sin llegar a ser nunca la estrella sobre la que vayan a posarse los focos. Que la presión la lleven otros con más batallas en sus piernas. 


Algo así intenta hacer el juicioso Pablo Laso con el portento esloveno Luka Doncic, dominador absoluto del baloncesto de clubes de categorías inferiores desde que llegara al Real Madrid en Septiembre de 2012. Tenía 13 años y su nombre ya estaba en todas las agendas de los grandes de Europa después de deslumbrar con luz propia desde una cantera tan reconocida como la del Olimpija Ljubljana (de donde salieron en su momento jugadores como los hermanos Lorbek o los Dragic), y con la carta de presentación del MVP del Torneo Lido di Roma, donde ya dejaba clara su condición de “all around player” al firmar un brutal triple-doble de 54 puntos, 11 rebotes y 10 asistencias. Pero el Real Madrid tenía atada a la perla eslovena desde que en Febrero de aquel año, aún con 12 años de edad, pidiese al Olimpija su cesión para jugar la Minicopa que se celebraba, como es habitual, de manera paralela a la Copa del Rey ACB. Curiosidades del destino, en aquel torneo celebrado en Barcelona Pablo Laso levantaba el primero de su larga colección de títulos como entrenador del equipo blanco, en una deslumbrante e inolvidable final que consagraba a Sergio Llull como el motor de un juego madridista inspirado en el galope desbocado y el contraataque a tumba abierta. Doncic vería aquella exhibición de los “mayores” consolándose por su derrota en la final de Minicopa ante el Barcelona. Fue el máximo anotador de aquel partido con 20 puntos (empatado con el barcelonista Esteban), pese a contar con un año menos que el resto de compañeros y rivales. Por cierto, en el roster de aquella competición la posición que se la adjudica a nuestro protagonista es, como no, la de base. Despejando de raíz cualquier debate sobre su posición ideal en la cancha. Luka ha sido, es y será un base, no un alero. Un base, no obstante, que como muchos otros jugadores independientemente de su posición natural (Rudy Fernández, Emir Preldzic, Draymond Green o LeBron James, por poner unos cuantos ejemplos dispares de aquí y allá en el baloncesto actual), se mueve en unas dimensiones de juego que escapan a cualquier limitación. Luka Doncic puede hacer lo que quiera en una cancha de baloncesto, sí… pero es un base. 


En 2013 a casi nadie se le escapa ya que el Real Madrid tiene en categorías de formación a una futura estrella en ciernes. Doncic domina todo lo que juega y la categoría infantil se le comienza a quedar pequeña. Vuelve a jugar la Minicopa, ya con chicos de su edad y seis centímetros más que el año anterior. Arrasa en el torneo y se venga de los azulgrana devolviéndoles la derrota de la pasada edición en una final que los blancos se llevan por 24 puntos con 25 tantos y 16 rebotes de Luka. No hay duda sobre quien es el MVP del torneo. Domina todas las estadísticas, finalizando como máximo anotador (24.5), reboteador (13) y asistente (4) del campeonato, con una valoración media estratosférica (38.5) Poco después será oro en el Campeonato de España Infantil celebrado en Cádiz. Vuelve a dominar todas las categorías estadísticas. Vuelve a ser el MVP. No tiene rival entre los de su generación. Lo suben a categoría cadete y el resultado es el mismo: arrasa. Gana prácticamente todo lo que juega, como el torneo Villa de La Laguna, donde vuelve a ser MVP dando recitales de anotación y reparto de juego, o el Torneo EA7 Emporio Armani disputado en Genova, donde en la final ante el Siena deja la burrada de 36 puntos, 11 rebotes, 10 asistencias y unos extraterrestres 65 de valoración. MVP, claro. En el Campeonato de España Cadete de 2014 no puede con el Barcelona en la final, aunque se lleva otro MVP (¿le cabe tanto trofeo en casa?) siendo el máximo anotador y asistente del torneo, pero si gana el de selecciones autonómicas.     




Coleccionado MVPs.



Toca subir otro peldaño. La Primavera de 2014 ya le hacen Junior, a foguearse con chavales dos años mayores. No desentona, de hecho se convierte en uno de los líderes del equipo de Paco Redondo (actual asistente de Laso) En el prestigioso Torneo de Hospitalet en la edición de 2015 entra en el quinteto ideal del torneo, donde un compatriota suyo, Blaz Mesiceck, dos años mayor que él, es elegido MVP del torneo defendiendo la camiseta del Olimpia Ljubljana, el club original de Doncic. Su compañero Samba Thiago, el verdinegro Xabi López, y el francés del Villeurbane Amine Noua completan aquel quinteto. Pero Doncic es el único del 99. Unos meses después, en Mayo de 2015, Doncic da el golpe sobre la mesa definitivo. Después de que Pablo Laso le haya hecho debutar en ACB el 30 de Abril (con 16 años y dos meses) ante Unicaja Málaga (inolvidable debut convirtiendo en triple el primer balón que llega a sus manos), aumenta su leyenda con el Campeonato de España Junior y la Euroliga de similar categoría (el conocido como Adidas Next Generation Tournament) Ambos MVPs son suyos, en un equipo que ya es leyenda del baloncesto de formación (Santi Yusta, Jonathan Barreiro, Daniel de La Rua, Felipe Dos Anjos o Emanuel Cate, entre otros, completan junto a Doncic uno de los mejores equipos juniors de la historia), y Laso le premia dándole plaza para los play offs por el título que sirven para rematar la temporada perfecta del primer equipo. El Real Madrid de la temporada 2014/15 gana todos los títulos en juego, un curso histórico al que suma otro hito no cuantificado como título pero que sólo el futuro será capaz de valorar como es debido: la irrupción de Luka Doncic en el primer equipo.


Pablo Laso lo tiene claro. Doncic tiene que quedarse con los mayores. Ni siquiera se plantea la posibilidad de que alterne junior y senior, como otros jugadores. Cuando le preguntan si ve al esloveno, por entonces con 16 años, capacitado para jugar una competición tan dura como la ACB, con torneos tan exigentes como Liga Endesa y Copa del Rey, el bueno de Laso responde que no… que no lo ve para ACB, que en realidad lo ve para Euroliga. En un equipo que juega al galope dirigido por los dos sergios (Llull y Rodriguez), Laso da rol de tercer base al esloveno, sin dejar de aprovechar su versatilidad en un momento dado. Instalado definitivamente en el primer equipo, las comparaciones con otros genios recientes del baloncesto europeo que aún menores de edad fueron primeros espadas de sus equipos no se hacen esperar, en base a ese automatismo de aficionado y medios de buscar un referente anterior cada vez que se enfrentan a la novedad de una nueva explosión. Obviando por las lógicas diferencias físicas a Arvydas Sabonis, se establecen comparaciones con el Drazen Petrovic de la Cibona, el Toni Kukoc de la Jugoplastika, el Bodiroga del Zadar o el Ricky Rubio del Joventut de Badalona. Sin la capacidad depredadora del genio de Sibenik de cara al aro rival, pero siendo muy superior en su trabajo en propia cancha (lo que costaba decir esto hace un tiempo, cuando Drazen era tabú y nombrar sus carencias defensivas te llevaba a la lapidación), no parece justa la comparación con el Mozart del baloncesto. Desprovisto de la magia de Ricky, pero sin padecer las carencias anotadores del internacional español, tampoco encuentra reflejo en el juego del base de Minnesota. Sobre Bodiroga, dejémoslo en que dominaba los partidos jugando a cámara lenta, nada que ver con el ciclón que es Doncic en cuanto ve la cancha abierta. Si aguanta, en mi opinión, la comparación con Kukoc, pese a que el croata partiera de la posición de alero, pero ya hemos advertido que el esloveno es uno de esos pocos jugadores a los que la definición de “all around player” les hace total justicia.     




El todoterreno Kukoc, antecedente más claro del juego de Doncic.



La primera temporada completa de Luka con el primer equipo, la 15/16, le situó definitivamente en el radar NBA como uno de los jóvenes con mayor proyección de cara al futuro. En un equipo plagado de talento consagrado Doncic se desenvuelve con total naturalidad, ilusionando a la afición y aguantando las broncas de un Laso (sonada fue aquella en Moscú en la que en un tiempo muerto le gritó aquello de “hazme una puta jugada”… el jugador contestó metiendo tres triples consecutivos) El entrenador vitoriano lo ha tenido siempre claro con Luka. No iba a mirarle el carnet. No merece ser tratado como un adolescente, porque, al menos jugando al baloncesto, no lo es. Apenas dispuso minutos en la Copa del Rey, brillantemente ganada por los blancos en A Coruña, pero en Liga dejó actuaciones deslumbrantes como sus 15 puntos, 6 rebotes y 4 asistencias en Miribilla (se convertía en el jugador más joven de la historia ACB en hacer 15 puntos y 22 de valoración en un partido), o sus 12 puntos, 9 rebotes y 5 asistencias en Manresa. En Europa apenas pudo deslumbrar, pero en la dolorosa eliminación ante el Fenerbahce de Obradovic, sus 10 puntos y 6 rebotes en 13 minutos en pista turca en el segundo partido era una de las pocas buenas noticias para el madridismo en una eliminatoria sin opciones para los de Laso. 

Tras un verano muy movido en la entidad madridista, con la salida de Sergio Rodríguez y la complicada renovación de Gustavo Ayón, la dirección técnica del equipo blanco reclamaba los servicios de Dontaye Draper, un viejo conocido quien tras ser MVP de Eurocup había recalado dos temporadas en el club blanco, al que posteriormente abandonaba en vista de sus pocos minutos de juego frente a esos dos monstruos que son Llull y el Chacho Rodríguez. El retorno de Draper, si bien no ilusionaba demasiado a la parroquia blanca, lanzaba un mensaje claro a Doncic: con la salida del Chacho su rol en el equipo iba a subir exponencialmente. Tanto como para hablar del tercer jugador madridista más valorado tanto en ACB como en Euroliga, sólo superado por Llull y Ayón, pero con menos minutos de juego. Actuaciones descomunales como sus 23 puntos, 11 asistencias y 4 rebotes en Liga ante Fuenlabrada, o sus constantes exhibiciones continentales, y es que, como si se creciera ante los retos, sus mejores partidos los está haciendo precisamente en Euroliga, alcanzando la excelencia ante el Maccabi, cuando rozó el triple-doble con 10 puntos, 11 rebotes y 8 asistencias. Fue su segundo MVP de la jornada de esta temporada, ya que unas semanas antes, frente al Brose alemán había obtenido el galardón con sus 16 puntos, 6 rebotes, 5 asistencias y 3 robos. El MVP de Euroliga más joven de la historia.


Pero más allá de los números y de seguir derribando registros, Doncic se erige en una figura tan determinante para el madridismo actual casi a la altura que Sergio Llull (recuerden sus cinco puntos consecutivos en Estambul para tumbar al Efes a dos minutos del final, o los ocho puntos en los dos minutos finales frente al Zalgiris en el Palacio) mostrando un deseo y un hambre en la victoria que le convierte en uno de los favoritos de la grada del WiZink Center. Su constancia defensiva y su trabajo en el rebote recuerda al mejor Felipe Reyes, a quien en más de una ocasión le hemos visto ser capaz incluso de "robarle" algún rebote ofensivo, tal es el desparpajo del esloveno. En un partido complicado de Euroliga contra el Milán levantó a la grada con un mate portentoso en contraataque para certificar otra victoria del actual líder continental. Othello Hunter sabe perfectamente de las cualidades en el pase de Luka, como demostró con el picado en pick&roll para hundir el balón en la canasta del Zalgiris. Hablamos en definitiva de un jugador que teniendo talento baloncestístico en cada poro de su piel no rehúye por un lado del sacrificio, ni por otro del espectáculo. Un jugador que se parte la cara por el equipo, literalmente, como la noche en la que recibió un codazo de Latavious Williams, ex –jugador del Bilbao y actualmente en Unics Kazan y tuvo que abandonar la pista entre los aplausos de una afición entregada a su nuevo ídolo.


Nadie conoce donde está su techo. La ley de la evolución natural dice que los mejores deben convivir con los mejores, y que pronto el Real Madrid se le quedará pequeño para medirse a las estrellas de la NBA a las que de seguir esta progresión tuteará y mirará a la cara en breve. En 2108 podrá declararse elegible, y de hacerlo es casi seguro que sea un Top 3 cuanto menos. La fiable página DraftExpress le sitúa como número 2 por detrás del “siete pies” DeAndre Ayton, un año mayor que él (ya sabemos la predilección de las franquicias NBA en la noche del draft por los hombres altos, pese a llevarse sonoros batacazos las más de las veces) 



La temporada 2016/17 es la más dura que se pueda recordar en el baloncesto de elite europeo, especialmente para los equipos que compaginan ACB (la liga más exigente de Europa) con una Euroliga con semanas de a veces dos partidos en la que los 16 mejores equipos de Europa se enfrentan todos contra todos a ida y vuelta. Una temporada de auténtica sangre, sudor… y Doncic.      





Colgados de Doncic.







miércoles, 23 de julio de 2014

AITO MILENARIO (II): BARCELONA, LOS AÑOS DORADOS



Continuamos nuestra serie sobre García Reneses, ahora centrándonos en su época más reconocida y exitosa, la de primer entrenador del FC Barcelona en su sección de baloncesto.   


Una imagen habitual: Nuñez y Aíto celebrando títulos.



Josep Lluis Nuñez, famoso presidente barcelonista durante las décadas de los 80 y 90, nunca había ocultado su interés por hacerse con los servicios de aquel joven entrenador de moda que además en su breve carrera de jugador había defendido los colores blaugranas en el parquet. El madrileño fue el elegido en 1985 para recuperar el cetro del baloncesto nacional para la sección de baloncesto del FC Barcelona e intentar el asalto a la corona continental. El propio Aíto había sido verdugo el anterior curso de los azulgrana tanto en Copa como en Liga, eliminándoles en ambas competiciones al frente del Joventut de Badalona, tal y como hemos narrado en nuestra primera entrada sobre el serial Aíto. Un contrato de 3 años y 45 millones de la época son las cifras que se pusieron encima de la mesa para vincular a García Reneses con el equipo que más se le he identificado a lo largo de los años. Los éxitos no tardaron en llegar, levantando la Recopa de Europa en aquella primera temporada (en realidad revalidando el título conseguido un año antes, con  el ex –capitán Manolo Flores en el banquillo, quien había sustituido al cesado Antoni Serra. Flores sería posteriormente segundo de Aíto) derrotando en la final al Scavolini Pesaro. Aunque ahora puedan parecer éxitos “menores” hay que recordar que aquellos fueron los dos primeros títulos europeos del Barça. Aíto ya contaba con gran parte de su guardia pretoriana (Solozabal, Epi, Sibilio, De La Cruz, Trumbo…) y Mark Smith y Greg Wiltjer eran la pareja de extranjeros (en realidad Wiltjer había sido sustituido en liga por Steve Trumbo, quedando relegado sólo a competición europea) No obstante el dominio doméstico seguía perteneciendo al Real Madrid, quien se alzaba con los títulos de Copa y Liga. Aíto tenía a su disposición a un gran equipo, pero sería a partir de los dos cursos siguientes cuando daría forma a su Barcelona más recordado por los aficionados. En verano de 1986 el técnico blaugrana logra los servicios de dos viejos conocidos suyos, Joaquim Costa y Andrés Jiménez, y en 1987 un jugador que había sido rechazado por el Real Madrid dos años antes, y que llegaba precedido de cierta fama sobre su propensión a lesionarse debido a la precariedad del estado de sus rodillas, lo cual le impidió llegar a ser la estrella NBA que por potencial hubiera debido llegar a ser. Nos referimos, claro está, a Audie Norris, cuyos duelos con Fernando Martín aún son recordados por los aficionados como la estampa más reconocible de nuestro baloncesto de finales de los 80. El Barcelona se convierte entonces en el gran dominador del baloncesto nacional, ganando cuatro ligas y dos copas seguidas. Aíto añade a su palmarés una Korac, en 1987 y con el Limoges como rival en la final a doble partido.        



Aquellos maravillosos años


La rivalidad con el Real Madrid es apasionante. La temporada 1987-88 el equipo dirigido por Aíto gana los cuatro títulos domésticos en juego (Liga, Copa, Supercopa y Copa del Príncipe. En la sufrida retina del aficionado madridista aún pervive la imagen de Nacho Solozabal como habitual ejecutor en aquellos calientes finales de puro baloncesto. Suyo fue el triple que capituló la final de Copa en Valladolid, y aunque no tan recordado, también anotó la canasta clave para llevarse la Copa del Príncipe, además de ajusticiar en los últimos instantes en un partido de play off por el título. El Madrid era un dignísimo contrincante, pero los títulos tenían color azulgrana. 

Ramón Mendoza, presidente del club blanco por aquel entonces, da un poderoso golpe de efecto con la contratación del enemigo público número 1 del baloncesto europeo y bestia negra del madridismo: Drazen Petrovic, el genio de Sibenik, quien sólo estaría una temporada en el Real Madrid pero es recordado a la altura de los grandes iconos madridistas. Los blancos construyen un equipo para ganarlo todo, con el triángulo Petrovic-Biriukov-Fernando Martín como grandes referentes, pero además con jugadores de la talla de Romay, Cargol, Joe Llorente, Antonio Martín, Villalobos y un alero californiano muy alto (2.08, para un alero de la época), pelirrojo, de muñeca prodigiosa, llegado de la NBA y que acabaría siendo historia del baloncesto español hasta el punto de nacionalizarse y vestir nuestra camiseta. Por supuesto hablamos del pistolero Johhny Rogers, uno de tantos americanos que ha vivido una auténtica historia de amor con nuestro país (en todos los sentidos, ya que se casó con una valenciana) Aquel Real Madrid era demoledor, alzándose con la Copa en la edición disputada en A Coruña, con 28 puntos de Petrovic. Inolvidable aquella final de Recopa ante el Snaidero de Caserta, posiblemente la mejor final de un torneo continental de la historia, con 62 puntos del talento croata. Aquel Real Madrid había ganado en todos sus enfrentamientos de la temporada frente al Barcelona de Aíto excepto en el último, que precisamente permitía a los azulgrana partir con cancha a favor en una final liguera a cinco partidos que se presentaba como la madre de todas las batallas. A pesar del factor cancha, había en el ambiente la sensación de que con un devorador de títulos en pista como Drazen Petrovic el Real Madrid podría recuperar el dominio del baloncesto nacional y poner el broche a una temporada histórica. A todo eso se unía el hecho de que Aíto se había opuesto el fichaje del croata por el Barcelona, ya que lo consideraba un jugador difícil de entrenar e integrar en su estilo de baloncesto, sobre todo por su difícil carácter (además de que el fichaje suponía aceptar que se quedase en la Cibona un año más estando firmado, y el entrenador barcelonista no quería que se diese la posibilidad de enfrentarse a él siendo ya jugador azulgrana), y ahora el aficionado culé se encontraba ante la posibilidad de vivir una temporada sin títulos tras dos magníficos cursos anteriores, siendo además derrotados por aquella estrella del Este que soñaron alguna vez con hacer suya.     


Frenazo a Drazen


Aquella temporada volvió a poner de relieve el carácter maquiavélico de Aíto y su capacidad como estratega psicológico. Supo condicionar las finales desde meses antes refiriéndose a la famosa “bula de Petrovic”, con la que acusaba al compulsivo anotador madridista de cometer infracciones de todo tipo durante los partidos con el consentimiento arbitral. Aquellas series finales de 1989 siguen siendo, desgraciadamente, recordadas por el quinto y definitivo partido en el Palau, donde un desafortunado Juanjo Neyro al silbato resultó clave para la victoria barcelonista, dejando al Real Madrid en los instantes finales con tan sólo cuatro jugadores en pista después de sufrir la señalización de 42 faltas personales (por 17 del Barcelona), los cuatro jugadores blancos que acabaron aquella “liga de Petrovic” en la pista fueron Llorente, Villalobos, Pérez y Rivas. Dos de ellos eran juniors. Lolo Sainz, entrenador madridista, por supuesto también fue expulsado. Otra de las imágenes que nos dejó aquella final fue la de Epi, un jugador habitualmente modélico y ejemplar, dando saltitos en la pista parodiando a Petrovic, tal era el grado de frustración al que el croata había sometido al Barcelona durante aquel curso. No es momento ahora de entrar en polémicas, pero claramente fue un título condicionado por la actuación de Neyro en aquel partido. Aquel Barcelona, de hecho (como suele ser norma en los equipos de Aíto), defendía más duro que el Madrid de Saiz, y si algún déficit tenía el Petrovic pre-NBA era precisamente la defensa (en su temporada como madridista siempre se decía que Biriukov tenía que defender el doble, para paliar la blandura de Drazen en ese aspecto del juego) Está claro que Aíto supo llevar las finales a un terreno emocional y psicológico más allá del puro baloncesto. Sea como fuere salvó los muebles aquella temporada, pero es inevitable que la “liga de Petrovic” haya pasado a la historia como la “liga de Neyro”.    

Pero era otro croata quien se convertía en aquellos años en auténtica bestia negra del barcelonismo y apartaba a Aíto del gran título que sigue faltando en su extenso palmarés: la Copa de Europa. Aquella misma temporada 1988-89 el club azulgrana volvía a intentar el asalto a la corona continental en la Final Four de Munich, donde les esperaba un joven equipo yugoslavo llamado Jugoplastika Split que a priori debía ser asequible para los Epi, Jiménez, Norris y compañía. No contaban con aquella impresionante generación de jugadores liderada por un espigado alero de 21 años llamado Toni Kucoc que asombraría a toda Europa con la versatilidad de su juego, siendo con sus 207 centímetros capaz de subir el balón, tirar de tres, jugar al poste, defender a hombres bajos y altos por igual… Kucoc venía a romper definitivamente con el baloncesto conocido y a demostrar que las posiciones de los jugadores cada vez iban a ser menos puras. Baloncesto total. Aquella Jugoplastika apartaría al Barcelona del sueño europeo por tres temporadas consecutivas, primero en las mencionadas semifinales de Munich. Posteriormente al año siguiente en la final de Zaragoza, la casa de Epi que no pudo ver proclamarse a uno de sus hijos más ilustres campeón de Europa de clubes. Y aún habría una tercera ocasión en París, de nuevo en la final y tras apalizar en semifinales al Maccabi Tel Aviv, Kucoc y compañía, pese a no contar ya con su mejor aliado en la pista, Dino Radja ni con Boza Maljkovic en el banquillo, o mejor dicho, con Maljkovic en el banquillo rival.    


Y Kukoc se cruzó en el camino


Y es que en efecto, en 1990 Aíto dejaba su cargo de entrenador para encargarse de los despachos en su nueva labor de general manager. Su sustituto era un Bozidar Maljkovic que había sido bestia negra culé las dos mencionadas temporadas anteriores. Nadie negaba la calidad de Aíto como técnico, pero la obsesión azulgrana por la Copa de Europa hacía que se buscase un nombre, en principio, más capacitado para aquella tarea (un error muy común por parte de los directivos deportivos, buscar el nombre y no el hombre) Parecía un binomio ganador. Boza en los banquillos y Aíto en los despachos. Nada más lejos de la realidad. La lucha de egos, los constantes reproches mutuos, y la falta de adaptación de Maljkovic a la ACB en su primera experiencia fuera del baloncesto por entonces yugoslavo hacen que la etapa del serbio como técnico barcelonista sea considerada un pequeño fracaso (sólo gana la Copa del Rey), y a principios de la 91-92 sea destituido para hacerse cargo del equipo su segundo, Manolo Flores, quedando patente que la enemistad entre Aíto y Boza era ya una realidad irrebatible (también es cierto que la plantilla que tuvo Boza fue sensiblemente inferior a las que manejó Aíto) Flores acabaría aquel año sin títulos para las vitrinas azulgranas, y Reneses, a lo Pat Riley en Miami, decide él personalmente volver a llevar las riendas del equipo desde el banquillo después del verano de aquel olímpico 1992. Joaquim Costa, una de sus prolongaciones en la pista, le acompaña como segundo entrenador, con la particularidad de que Aíto se intercambia la posición a partir de la cuarta jornada liguera para dejar a Costa al frente y evitar así enfrentarse a una prensa con la que no se llevaba, digamos, muy bien. Esta segunda etapa de García Reneses en el banquillo azulgrana se prolonga hasta 1997, y se salda con tres ligas seguidas, entre el 95 y el 97, y la Copa del Rey de la temporada 1993-94. Son los últimos años de Epi y Jiménez, junto a jugadores como Xavi Fernández, Esteller, Galilea, Montero, Dueñas o Ferrán Martínez. La última temporada Aíto logra completar un equipo de auténtico ensueño, con Karnisovas (quien había llegado un año antes), Fettisov y Djordjevic. Pero Europa se sigue resistiendo, y consecutivamente Aíto ve a su equipo caer en las finales de 1996 (Paris) y 1997 (Roma), ambas ante equipos griegos. La primera de ellas es recordada por aquel tapón ilegal de Vrankovic que dio el título al Panathinaikos de Dominique Wilkins. En la segunda poco pudieron hacer ante la excelencia de David Rivers manejando al Olympiakos.      

Manel Comas es el elegido para sustituir a Aíto, quien decide dejar el club azulgrana tras la celebración de su séptimo título liguero para la entidad de Josep Lluis Nuñez. Pese a contar con un año más de contrato, el madrileño presenta su dimisión ante el nivel de crítica creciente sobre su incapacidad para la consecución del cetro europeo (como si fuera cosa fácil) y molesto con el “ruido” que siente generarse a su alrededor. No se siente cómodo. Comas, el “sheriff” de nuestro baloncesto, era un barcelonés de nacimiento que venía de una exitosa etapa con el Baskonia (siendo campeón de Copa del Rey y Recopa de Europa) y contaba con el aval del propio Aíto, quien le había tenido como ayudante en el Cotonificio. García Reneses se toma un año sabático que no hace si no reforzar su posición. “Ya me echarán de menos”, debió de pensar, y así fue, ya que la temporada 97-98 resulta un desastre para el club azulgrana. Comas aguantó hasta Noviembre, cuando presentó su dimisión tras perder el sexto partido liguero y hacerlo además contra el Real Madrid, mientras que Joan Montes termina la temporada sin títulos. Esperaban el retorno de Aíto con los brazos abiertos. 

Es su tercera y última etapa al frente del banquillo del club azulgrana, durará hasta el 2002, y marca las bases de lo que será el Barcelona del futuro, y no sólo el Barcelona si no el baloncesto español, ya que con él comienzan a adquirir protagonismo las dos grandes joyas con las que por entonces contaba la cantera azulgrana: los adolescentes Juan Carlos Navarro y Pau Gasol. En sus últimas tres temporadas como entrenador barcelonista suma cuatro títulos más a su palmarés, repartidos en sendos dobletes: Liga y Korac en la 98-99, Liga y Copa en la 00-01. La temporada del comienzo del siglo XXI es la que marca la explosión de Pau Gasol, MVP de aquella edición de la Copa del Rey y de las finales por el título ACB. Afortunadamente para el Real Madrid y demás aspirantes, el de Sant Boi emprendía de inmediato rumbo a la NBA (criticado por Aíto, quien aseguraba verlo verde para tal competición), porque su dominio en el baloncesto español hubiera sido absolutamente dictatorial. En aquel último curso el entrenador madrileño tuvo que lidiar con el affaire Rony Seikaly, estrella NBA que salió rana. También volvió a intentar el asalto a Euroliga sin éxito, llegando a la Final Four de Salónica del 2000, cayendo en el primer partido frente al Maccabi Tel Aviv, y al año siguiente cayendo en octavos de final frente a la Benetton de Treviso donde militaba por aquel entonces Jorge Garbajosa. La misma Benetton que les dejaba fuera de la Final Four alcanzando la primera plaza de grupo (aquella edición no había cruces previos) por average en 2002. Aíto cerraba la temporada 2001-02 sin títulos pese a tener un equipazo a su disposición, tanto es así que fue destituido para ver como su sustituto, Svetislav Pesic, hace triplete al año siguiente levantando por fin la tan ansiada Copa de Europa para el club azulgrana, con un roster en el que se encontraban varios jugadores de los que había dispuesto Aíto (Jasikevicius, Nacho Rodríguez, Navarro, De La Fuente, Dueñas, Varejao Alzamora, y los jóvenes César Bravo, Van de Hare y Nacho Martín… claro que a Pesic además le trajeron nada menos que a Bodiroga, Fucka y Femerling)     


Puliendo una joya


Aíto abandonó el Barcelona en Junio de 2002, por la puerta de atrás y siendo destituido pese a su manifestación pública de continuar en el cargo. Dejaba atrás 22 años en el club azulgrana. 15 como entrenador, 5 como jugador y 2 como manager. 9 ligas, 4 copas, 2 Korac y 1 recopa deja en las vitrinas culés. Basta para medir su impacto en el club azulgrana el recordar que antes de su llegada el Real Madrid había ganado 24 de las 29 ligas anteriores, y en su segunda temporada como entrenador barcelonista logra romper el dominio blanco para ganar cuatro títulos ACB consecutivos. Aíto cambió el baloncesto azulgrana para siempre, y aunque nunca consiguiese alzar la copa de campeón de Europa, espina clavada que le perseguirá por el resto de su carrera, no creo que haya un solo seguidor del Barcelona que no lo considere como el mejor entrenador de la historia de este club. 


Pero aún queda Aíto para rato. Tras salir del Barcelona era momento de emprender nuevas aventuras y abordar nuevos proyectos. Todo ello en la tercera entrega de nuestro serial dedicado a nuestro milenario entrenador.      



Adios al Palau... pero no al baloncesto.